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Lorenzo Hervás y Panduro

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Biografía

Hervás y Panduro, Lorenzo. El Horcajo de Santiago (Cuenca), 10.V.1735 – Roma (Italia), 24.VIII.1809. Polígrafo y enciclopedista español, jesuita (SI) expulso.

Nació en el seno de una familia de modestos labradores. Huérfano de padre a los quince meses de edad, y no pudiendo su madre viuda costear una carrera literaria hacia la que mostraba el joven una clara predisposición, ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en Madrid, en 1749. Entre 1752 y 1760 estudió Artes y Teología en Alcalá de Henares, llegando pronto a dominar el latín, el hebreo y el griego. En aquella Universidad Complutense cursó también los estudios de Derecho, y mostró un gran interés por las Matemáticas y la Astronomía, que aprendió de ilustres maestros en dichas materias, como Demetrio Conway y el padre Tomás Cerdá.

En 1760 fue ordenado sacerdote, y fue enviado a misiones pastorales en su provincia de origen, Cuenca. Su amor por los libros le llevó en esos años a ordenar la biblioteca que poseía la Orden de Santiago en la sede de su priorato en Uclés. Sus notables conocimientos y dotes pedagógicas explican que en 1762 y 1763 se encontrara explicando Latín y Humanidades en Cáceres y, más tarde, Moral en Huete, de donde pasó a residir en Madrid, requerido como preceptor de jóvenes de la alta sociedad, entre ellos Antonio Ponce de León, duque de Montemar. Fue nombrado director subordinado del ilustre seminario de nobles, cargo que desempeñó hasta finales de 1766, en que pasó a ser destinado como maestro de Filosofía al colegio de la Anunciata en Murcia, donde se encontraba al recibir el Decreto de 2 de abril de 1767 por el que todos los miembros de la Compañía debían abandonar el territorio español. A los pocos días, embarcó Hervás en Cartagena con destino a los Estados Pontificios, en donde dispuso de la tranquilidad y los recursos necesarios para componer y editar su vasta obra científica.

Los primeros siete años de su vida en Italia los pasó Hervás en Forlì y, tras la disolución de la Compañía en 1773, se trasladó a la vecina ciudad de Cesena, donde gozó, como asesor jurídico de los marqueses de Ghini, del “benigno asilo” que le permitió ir dando a la luz la parte principal de su obra en italiano. En mayo de 1775, solicitó permiso a Floridablanca para publicar en castellano los dos primeros volúmenes de la Idea dell’Universo, “una obra gigantesca [...] vasta enciclopedia que nunca podría desarrollar el esfuerzo y perseverancia de un solo hombre, ni aun la longevidad y saber de varias Academias científicas” (Zarco Cuevas), y que había empezado a componer poco después de llegar a Italia. Al no recibir respuesta alguna del Consejo de Castilla, decidió, al cabo de tres años, publicar el manuscrito en Cesena, y así, con el esfuerzo añadido de trasladar el voluminoso texto a otra lengua —ayudado en esta labor por otro jesuita expulso, el padre Melquíades Salazar—, fueron apareciendo allí entre 1778 y 1787 los veintiún tomos en que se plasmó el ambicioso proyecto.

Los ocho primeros volúmenes de la obra forman un conjunto que, bajo el título de Storia della vita de l’uomo, contiene un enorme muestrario de saberes enciclopédicos, que se exponen durante el recorrido del autor por las diversas edades biológicas del hombre, y donde se abordan los diversos aspectos —fisiológicos, demográficos, pedagógicos, sociales y morales— de la evolución humana y del aprendizaje de las diversas ciencias especulativas y prácticas. Hervás recurrió para ello a sus amplios conocimientos filosóficos y a su erudición constantemente renovada sobre las diversas ramas de la ciencia clásica y moderna, demostrando la actualidad y variedad de la información que supo conseguir. Los dos tomos siguientes forman el Viaggio estatico al mondo planetario, un curioso ensayo de erudición cosmográfica, heredero de la afición de Hervás por la astronomía y las matemáticas, que emplea una original perspectiva expositiva y donde se advierte la intención constante de adecuar los modernos conocimientos científicos con el dogma religioso. Otro tanto sucede con los seis tomos siguientes de la obra, dedicados al estudio de la Storia della Terra. Hasta ese punto, la Idea dell’Universo no deja de ser “una amplia y original enciclopedia divulgativa”, como dice Batllori; una especie de versión hispana de los recientes compendios científicos franceses, como es la Historia Natural de Buffon, en lo que se refiere a los tomos dedicados a las ciencias físicas y naturales. Pero, a partir de ahí, Lorenzo Hervás acometió una obra totalmente nueva, adentrándose por terrenos hasta entonces apenas explorados, como eran los de la lingüística, y abordando no sólo el estudio de los idiomas europeos, sino “todas las lenguas del mundo”. Eso es lo que hizo en su Catalogo delle lingue conosciute, e notizia della loro affinità e diversità, que con los otros cuatro títulos que le siguen constituyen los cinco últimos volúmenes de la monumental obra hervasiana en italiano.

En 1784 se trasladó a Roma, desde donde fue enviando a España las versiones en castellano de sus obras, que vieron la luz en Madrid entre 1789 y 1807.

La primera y más polémica de todas fue la Historia de la vida del hombre, en siete tomos que fueron apareciendo entre 1789 y 1799 y que se corresponden con los siete primeros volúmenes de la Idea dell’Universo. El primero de ellos lo estaba escribiendo ya en 1787, el mismo año en que concluía la publicación italiana del conjunto de la obra. Desde Roma, Hervás fue conociendo los avatares por los que atravesaba en su país la Historia de la vida del hombre. A pesar de que el primer tomo había superado la censura favorable de la Real Academia de la Historia, la reacción de Floridablanca ante el éxito de la Revolución Francesa hizo que a finales de 1789 se detuvieran las ventas del libro, confiscándose los ejemplares aún no puestos en circulación y paralizándose la edición del resto de la obra. Una razonada autodefensa de Hervás y los sucesivos cambios al frente de los gobiernos de Carlos IV permitieron reanudar la publicación, aunque quedó suprimida la “Introducción” del tomo primero, por considerarse que encerraba peligrosas teorías sociales, afines a las de las proclamas revolucionarias francesas. El tomo tercero, por otra parte, aparecido en 1794, incluía la respuesta de Hervás a la polémica desatada por dicha “Introducción” del primer tomo, que había sido duramente criticada por Joaquín Lorenzo Villanueva, calificador de la Inquisición. Villanueva fue también el encargado, junto con el padre Centeno, de censurar el último volumen de la Historia de la vida del hombre, que contenía el manuscrito titulado El hombre en sociedad, y que nunca llegó a ser publicado.

En Roma, Hervás investigó asiduamente en las diversas bibliotecas de la ciudad, cuyos fondos españoles y portugueses dejó catalogados en los apéndices incluidos en su Biblioteca jesuítica, y consultó también los del archivo de “Propaganda Fide”. De aquí obtuvo abundante material que, junto al reunido por medio de un personal método de encuesta a los numerosos misioneros jesuitas congregados tras su destierro en tierras italianas, le permitió acumular una valiosísima información lingüística y etnográfica procedente de una enorme diversidad de países y regiones de todo el mundo, con lo que pudo ampliar el Catálogo de las lenguas en su versión española, ese prodigioso “mapamundi idiomático”, con noticias detalladas de más de trescientas lenguas, al que deben añadirse otro buen número de unas cuarenta gramáticas y léxicos inéditos de otros tantos idiomas. Las nuevas disposiciones de marzo de 1798 le permitieron a Hervás regresar a España. Así pudo intervenir personalmente en el azaroso proceso editorial de su obra, y en la lucha ideológica y política entre regalistas y jesuitas. Partió de Bolonia en octubre de ese mismo año y, tras un lento viaje, deteniéndose en Parma, Génova y Niza, llegó a Barcelona a comienzos de febrero de 1799. En Barcelona permaneció otros cuatro meses largos, trabajando en el Archivo de la Corona de Aragón, y comprobando, junto a su amigo el presbítero Juan Albert, la eficacia de los métodos pedagógicos que había ingeniado para la enseñanza de la lectura y la escritura a los sordomudos. Después marchó por fin a su pueblo natal, donde hubo de sufrir una serie de incomodidades y problemas de salud en plena estación estival, aunque pudo trabajar con provecho en la biblioteca de la Orden de Santiago en Uclés y en los archivos de la ciudad de Cuenca. En marzo de 1801 las querellas entre jansenistas y ultramontanos se saldaron con la derrota política de los primeros, compensada con una nueva expulsión de los jesuitas, y Hervás, con alegría indisimulada, se apresuró a embarcar de nuevo hacia Italia, partiendo en abril hacia Cartagena, aunque se vio obligado a permanecer allí hasta julio de 1802, tiempo que aprovechó para publicar en esta ciudad sus pesquisas en los archivos de Barcelona y Uclés.

El Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, cuya versión original italiana se había publicado en Cesena entre 1784 y 1787, deparando a Hervás la mayor fama entre los científicos europeos, no se tuvo que enfrentar con los problemas de otros escritos suyos, y los seis volúmenes de la edición española fueron apareciendo entre 1800 y 1805. Por esta obra —que además contiene importantes noticias sobre los movimientos migratorios de distintos pueblos, y valiosas aportaciones historiográficas y etnográficas, como es, en el caso hispano, su aportación a la historia de los gitanos o los agotes— Hervás merece el título de creador de la filología comparada, y de ella son deudores tantos investigadores de las ciencias del lenguaje, como el mismo Wilhelm von Humboldt, que conoció en Roma a Hervás y a quien este último cedió parte de su material lingüístico. Otras obras del ilustre polígrafo conquense siguieron, sin embargo, siendo objeto de controversia y vieron por ello muy difícil su publicación en España. Así sucedió con las Causas de la Revolución de Francia en el año 1789, una atrevida invectiva contra jansenistas, calvinistas y francmasones, escrita en 1794, que puede considerarse una ampliación de la polémica que por entonces mantenía Hervás con Villanueva. La primera edición de esta obra, en 1803, fue retirada por la Inquisición, y vería la luz de nuevo en 1807, aunque su circulación fue de nuevo paralizada hasta después de 1808.

Reconocimientos y penalidades diversas siguieron alternándose en la vida de Hervás en Roma en sus últimos años. Era ya miembro de la Academia de Ciencias y Antigüedades de Dublín, y de la Etrusca de Cortona, y en 1805 fue elegido socio de mérito de la Real Sociedad Económica Vascongada. Pío VII le nombró en 1804 bibliotecario del Quirinal, y llegó a trabar con él una amistosa relación personal. Pero por entonces tuvo que padecer de alguna forma los enfrentamientos entre Napoleón y el Pontífice, y una vez ocupada la Ciudad Eterna por las tropas imperiales, sólo su bien merecida fama y el prestigio internacional de su obra le libró de un nuevo destierro a Francia, siguiendo los pasos del Papa. Estos sinsabores y una dolorosa enfermedad acabaron con su vida el 24 de agosto de 1809, a los setenta y cuatro años de edad. Fue enterrado en la sepultura de los sacerdotes del lado del Evangelio del altar mayor en la iglesia del Gesú en Roma.

Espíritu enciclopedista y típicamente ilustrado —pedagógico, práctico y filantrópico—, fue sobresaliente en Hervás su capacidad de trabajo y la diversidad de los campos en que se aplicó: sus escritos permitirían calificarlo como filósofo, teólogo, matemático, historiador, antropólogo y apologista. Pero por encima de su erudición en todas estas materias, destacan sus intuiciones geniales y un gran ingenio clasificador y creativo, que le hacen pionero en diversas materias o especialidades científicas, tales como la Pedagogía, la Medicina (donde puede ser considerado impulsor en España de la puericultura y pediatría modernas, y avanzado propagandista de la lucha contra la viruela), o la Demografía (siendo el primero que en nuestro país citó las obras de Graunt y de los clásicos analistas europeos de la población, y un claro precedente de las teorías de los controles maltusianos), y, muy especialmente, de las modernas ciencias del lenguaje. El mismo Wilhelm von Humboldt se declaró deudor de Hervás en su propia obra lingüística, así como su hermano Alexander reconoció los méritos del jesuita español y de otros compañeros suyos en el destierro italiano, por sus aportaciones a la etnología americana. Max Müller, desde su cátedra de Oxford, proclamó en 1861 los méritos de Hervás como filólogo y catalogador de las lenguas en base a criterios gramaticales, como posteriormente han reconocido otros insignes lingüistas extranjeros y españoles. Se puede admitir, con Tovar, que Lorenzo Hervás era, en los decenios alrededor de 1800, el hombre mejor informado de la situación lingüística del mundo, y que por ello intentó componer una suerte de historia universal a través del análisis comparado de multitud de pueblos y lenguas del planeta, de las que logró reunir una precisa información. Según su principal biógrafo, Fermín Caballero, demostró en sus escritos “que se hallaba a la altura de los progresos de su época, que alcanzaba en ciencias lo que los sabios en Europa, y que estaba más avanzado que la generalidad de sus compatriotas escritores”. Y Menéndez y Pelayo llegó a afirmar de Hervás que “supo más que otro hombre alguno del siglo XVIIII, y hasta adivinó y creó ciencias nuevas”.

 

Obras de ~: Biblioteca jesuítica española, 1719-1799, cuatro catálogos en 2 ts. (inéd.); Idea dell’Universo, che contiene la Storia della Vita dell’Uomo, Elementi Cosmografici, Viaggio Estatico al Mondo Planetario, e Storia della Terra, Cesena, per Gregorio Biasini, 1778-1787, 16 vols.; Catalogo delle lingue conosciute, e notizia della loro affinità e diversità, Cesena, per Gregorio Biasini, 1778-1787, 5 vols.; Memoria del signor abbate D. Lorenzo Hervás sopra vantaggi e svantaggi dello Stato temporale della città di Cesena, Cesena, per Gregorio Biasini, 1786; Historia de la vida del hombre, Madrid, Imprenta Aznar, 1789-1797, 7 vols.; Analisi filosofico-teologico della natura della Carità ossia dell’amor di Dio, Foligno, per Giovanni Tomassini, 1792; Viaje estático al mundo planetario, Madrid, Aznar, 1793-1794, 4 vols.; Escuela española de sordomudos, Madrid, Imprenta Real, 1795; Catecismo de la doctrina cristiana para instrucción de los sordomudos, Madrid, 1796; El hombre físico, o Anatomía humana físico-filosófica, Madrid, 1800, 2 vols.; Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas, y numeración, división y clases de éstas, según la diversidad de sus idiomas y dialectos, Madrid, Administración del Real Arbitrio de Beneficencia, 1800-1805, 6 vols.; Descripción del Archivo de la Corona de Aragón existente en la ciudad de Barcelona, y noticia del Archivo general de la Militar Orden de Santiago existente en su convento de Uclés, Cartagena, 1801; Revolución religiosa y civil de los franceses en el año 1789: Sus causas morales y medios usados para efectuarla, Madrid, 1803 (2.ª ed. Causas de la Revolución de Francia en el año 1789 y medios de que se han valido para efectuarla los enemigos de la Religión y del Estado, Madrid, 1807); Gramáticas abreviadas de las diez y ocho lenguas principales de América, s. f. (inéd.); Gramática de la lengua guaraní, s. f. (inéd.); Primitiva población de América, y explicación de insignes pinturas mejicanas históricas [...], s. f., 4 ts. (inéd.); Disertación sobre el origen, formación y calidad de la escritura china y la ética política de Confucio, s. f. (inéd.); Gramática de la lengua italiana, s. f. (inéd.); Vocabulario italiano-español, s. f. (inéd.); Compendio de la nueva doctrina del Dr. Juan Brown, s. f. (inéd.); Disertación sobre la peste, s. f. (inéd.); Ensayo de la paleografía universal, s. f. (inéd.); Historia del arte de escribir, s. f. (inéd.); El hombre en sociedad, s. f. (inéd.); El hombre en Religión, s. f. (inéd.); Los salmos de David, s. f. (inéd.); De la primitiva división del tiempo entre los vascongados; Catálogo de manuscritos de escritores españoles y portugueses, existentes en siete bibliotecas de Roma, s. f. (inéd.).

 

Bibl.: F. Caballero, Conquenses ilustres. I: Abate Hervás, Madrid, Colegio de sordo-mudos y de ciegos, 1868; M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, t. III, Madrid, Imprenta de F. Maroto e Hijos, 1880-1882; La Ciencia Española, pról. de G. Laverde, vol. I, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1887 (3.ª ed.); E. del Portillo, “Lorenzo Hervás, su vida y sus escritos (1735-1809)”, en Razón y Fe, 25-33 (septiembre de 1909-agosto de 1912); C. Viñas, “Hervás y Panduro y la filología comparada”, en Revista de Filosofía y Letras, 17 (1917); A. González Palencia, “Nuevas noticias bibliográficas del abate Hervás y Panduro”, en Miscelánea Conquense, 1929, págs. 199-296; J. Z arco Cuevas, Estudios sobre Lorenzo Hervás y Panduro, 1735-1809. I. Vida y escritos, Madrid, Real Academia Española, 1936; N. González Ruiz (selecc. y est. prelim.), Hervás y Panduro (Causas de la Revolución Francesa), Madrid, Fe, 1944; F. Lázaro Carreter, Las ideas lingüísticas en España durante el siglo XVIII, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1949 (Separata de la Revista de Filología Española, XLVIII); M.ª del C. Rodríguez Rojo, “Lorenzo Hervás y Panduro. Su aportación a la filología española”, en Revista de la Universidad de Madrid, VII/28 (1958); G. García de Paredes, El pensamiento de don Lorenzo Hervás y Panduro. Su significación en las ciencias del espíritu, Madrid, 1964; M. Batllori, “El archivo lingüístico de Hervás en Roma y su reflejo en Wilhelm von Humboldt”, en La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos (Españoles-hispanoamericanos- filipinos, 1767-1814), Madrid, Gredos, 1966, págs. 201-274; L. S ánchez Granjel, “Las ideas antropológicas de Hervás y Panduro” y “Las ideas médicas de Hervás y Panduro”, en Humanismo y Medicina. Estudios de Historia de la Medicina Española, vol. II, Salamanca, 1968, págs. 315-348 y págs. 349-363, respect.; M.ª del C. Rodríguez de la Mora, Lorenzo Hervás y Panduro. Su aportación a la filología comparada, Madrid, Partenón, 1971; F. Marsá, “Un exilio fecundo: Hervás”, en Historia y Vida, 42 (1987); A. Tovar, El lingüista español Lorenzo Hervás, Madrid, Sociedad General Española de Librería, 1987; V. Pérez Moreda, “El pensamiento demográfico de la Ilustración española: las aportaciones de Lorenzo Hervás”, en Actas del Congreso Internacional sobre “Carlos III y la Ilustración”. III: Educación y pensamiento, Madrid, Ministerio de Cultura, 1989, págs. 227-255; J. I. Moreno Iturralde, Hervás y Panduro, ilustrado español, Cuenca, Diputación Provincial, 1992; M. López Torrijo, La educación de las personas con sordera. La Escuela Oralista española, Valencia, Universitat de València, 2005, págs. 79-128; A. Astorgano Abajo, El abate Lorenzo Hervás y Panduro, sabio polígrafo, Toledo, Almud, Universidad de Castilla-La Mancha, 2010.

 

Vicente Pérez Moreda

 

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