Parreño Montalvo, José Julián. La Habana (Cuba), 8.XII.1728 – Roma (Italia), 1.XI.1785. Jesuita (SI) expulso, educador, orador e historiador.
Se sabe poco de su niñez y de su primera educación, que debió de ser esmerada y acorde con la posición de su adinerada familia, “habiendo aprendido las habilidades caballerescas que correspondían a la educación de su nacimiento ilustre, y hecho particulares progresos en la latinidad y en la historia, fue recibido, a 13 de agosto de 1743, en el colegio jesuítico de Tepoztlan, de la provincia jesuítica de Méjico, en la que estudió la filosofía y la teología” (Hervás). Recibió el orden sacerdotal en 1752 en el colegio de la capital de México.
Después de enseñar Retórica (1754) y Teología (1755- 1760) en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la citada capital, hizo los últimos votos el 15 de agosto de 1763 en ese mismo colegio. Después fue operario y superior de la casa profesa de esta misma ciudad y luego profesor en el Seminario de San Ildefonso de la capital mexicana (1764-1767); era rector del mismo cuando le llegó la orden del exilio.
Expulsada la Compañía de Jesús de los dominios españoles por orden de Carlos III en 1767, Parreño abandonó México en el barco El Buen Suceso, que salió de Veracruz el 29 de noviembre de 1767. Llegado a España, fue uno de los jesuitas que, falsamente ilusionado por las promesas de los oficiales reales, dejó la Compañía (1769) en El Puerto de Santa María (Cádiz), creyendo que así podría volver a México, razón por la que su nombre no aparece registrado en los catálogos que por aquel tiempo se formaron de los jesuitas mexicanos existentes en Italia. Al no poder regresar, se estableció permanentemente en Roma, conviviendo íntimamente con el ex jesuita mexicano Andrés Cavo (1739-1803), su discípulo, quien dejó una biografía de su maestro (De vita Josephi Juliani Parrenni Havannensis, 1792), donde se narran algunos pormenores sobre las calamidades que sufrieron los jesuitas expulsos en su travesía a Italia.
Curiosamente, todas las noticias biográficas de Parreño exponen el nostálgico epitafio que él mismo escribió un año antes de su muerte. Dice Hervás: “Se estableció en Roma, de donde habiendo salido para recobrar su salud quebrantada, murió el día 1 de noviembre 1785 en el monasterio llamado de Galoro de Monjes Valumbrosanos o de S. Juan Gualberto, que está en las cercanías de la villa de Aricia, distante cinco leguas de Roma”. Fue sepultado en la iglesia de dicho monasterio. En su enfermedad hizo el epitafio de su sepulcro que es el siguiente: “hic situs est / iosephvs.
ivlianvs. parrennvs. / havanensis / qvi desiderio patriae / triste svi desiderivm i reliqvit”.
En Roma publicó diversas obras de elocuencia, filosofía y teología, además de una carta sobre el buen trato a los negros (según Hervás: “luego que llegó a Italia, país de su destierro, escribió a su familia larga y elegantísima carta sobre el trato que se debía dar a los esclavos”). Hervás, remite a los datos del panegírico de Andrés Cavo: “Don Andrés Cavo, su compañero inseparable por 18 años hasta su muerte, escribió y publicó la vida de D. Josef Parreño [...]. En esta Vida, en que su autor, testigo ocular de cuanto refiere, da noticias individuales de las virtudes y de la doctrina grande de D. Josef Parreño, se hace mención de la obra que éste escribió en la ciudad de Méjico y se publicó con el título de Exequias de María Amalia, reina de España. En esta obra hay excelentes poesías de D. Francisco Ganacia”.
Hervás, siguiendo la citada Vida, da noticia de ocho títulos en español de otras tantas obras manuscritas que Parreño escribió en latín (Preceptos retóricos y observaciones sobre obras oratorias; Observaciones sobre la obra de Melchor Cano, intitulada “De locis theologicis”, obra en la que trabajó durante doce años; Tratados diversos sobre los concilios en general, sobre el concilio de Constancia, sobre las tradiciones; sobre el matrimonio y la corrección fraterna y sobre el cisma general; Del cuarto y quinto concilios generales; De las versiones de la Sagrada Biblia en lengua vulgar; Notas a la historia del Concilio Tridentino; Notas a las instituciones canónicas de Fleury y Anales desde el principio del año 1782 hasta octubre del año 1785).
No es fácil enjuiciar la personalidad de Parreño. Su labor docente no fue larga, pero sí significativa, ya que estuvo entre los que más impulsaron la renovación de los estudios en Nueva España. En esta línea formó parte del grupo de humanistas, encabezados por José Rafael Campoy (1723-1777), Francisco Alegre (1729-1788) y Francisco Javier Clavijero (1731- 1787). Entre sus contemporáneos, Parreño pasó por ser un innovador de la oratoria sagrada, por su abierta oposición al gongorismo que prevalecía entre muchos predicadores de su tiempo, de manera que se le conoció como el “reformador del púlpito mejicano” y “primer predicador a la moderna”, teniendo en contra a los seguidores del barroco Vieira, a los que replicaba Parreño diciendo: “Yo no introduzco novedades. Sigo el ejemplo de Cicerón y lo cristianizo”.
Obras de ~: Certamen poético para la noche de Navidad de 1754, proponiendo al Niño Jesús bajo la alegoría de cometa (ms. en la Universidad de México); Llanto de la Fama. Reales exequias de Doña María Amalia de Saxonia, México, 1761; Panegírico de Nuestra Señora de Guadalupe de México en la primera fiesta que le celebraron los abogados, como a su especial Patrona, México, 1762; Eloquentiae praecepta (ms., Roma, 1778); Novena en honra de Nuestra Señora de los Dolores, que con el nombre de las Aguas [...], México, 1794; Carta a los Señores Habaneros sobre el buen trato de los negros (ms.); De scribendi cacohete (ms.); Expositio librorum Melchioris Cani de Locis theologicis (ms.); Historia Concilii Chalcedonensis (ms.).
Bibl.: A. Cavo, De vita Josephi Juliani Parrenni Havannensis, Roma, Ex officina Salomonis, 1792 (Vida de José Julián Parreño, un jesuita habanero, ed. y est. intr. de M.ª D. González-Ripoll Navarro, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2007); C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus, vol. VI, Bruxelles-Paris, 1890, col. 290; J. E. Uriarte, Catálogo razonado de las obras anónimas y seudónimas de autores de la Compañía de Jesús pertenecientes a la antigua Asistencia española, Madrid, 1904-1916, págs. 1217 y 6138; F. Zambrano y J. Gutiérrez Casillas, Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, vol. XVI, México, 1961-1977, pág. 341 16, vols.; I. Testé, Historia eclesiástica de Cuba, vol. II, Burgos, 1969, pág. 127; L. Polgár, Bibliographie sur l’histoire de la Compagnie de Jésus 1901-1980, vol. 3/2, Roma, 1983, pág. 623; E. J. Burrus y J. Gómez, “Parreño Montalvo, José Julián”, en Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2001, págs. 3047-3048; A. Astorgano Abajo, “La Biblioteca jesuítico-española de Hervás y Panduro y su liderazgo sobre el resto de los ex jesuitas”, en Hispania Sacra, 112 (2004), págs. 171-268; L. Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española, ed. de A. Astorgano, Madrid, Libris Asociación de Libreros de Viejo, 2007, págs. 429-431.
Antonio Astorgano Abajo