Cavo (o Cabo), Andrés. Guadalajara (México), 13.II.1739 – Roma (Italia), 23.X.1803. Jesuita (SI) expulso e historiador.
Había cursado la filosofía antes de entrar en la Compañía de Jesús, donde ingresó el 14 de enero de 1758 en el noviciado de Tepotzotlán (México). Hecha la Teología en el Colegio Máximo de México, fue ordenado de sacerdote hacia 1763 en la capital azteca y poco después fue nombrado secretario (1764) del superior y profesor en el Seminario de San Ignacio de Puebla. Estaba en las misiones de Nayarit cuando le llegó el decreto de expulsión de Carlos III (25 de junio de 1767). Según Hervás, “después de haberse ordenado de sacerdote se empleó en el seminario de colegiales de la Puebla de los Ángeles y, después, en las misiones del Nayar. Reside en Roma [1793]”.
Desde un punto bastante inaccesible de México, emprendió el camino hacia el puerto de Veracruz, de donde zarpó (29 de noviembre de 1767) en el Buen Suceso, junto con su hermano mayor, Lorenzo (1735- 1803), y su maestro José Julián Parreño [La Habana(Cuba), 1728 – Roma (Italia), 1785], ambos jesuitas.
Al llegar a España, tuvieron que esperar varios meses en El Puerto de Santa María, sometidos, además, al engaño de las autoridades, que les hicieron creer que, si abandonaban la compañía, podrían regresar a su patria. Separándose de su hermano, que prosiguió a Bolonia, Cavo dejó la Orden de San Ignacio el 27 de mayo de 1769 en El Puerto de Santa María (Cádiz), razón por la que su nombre no aparece registrado en los catálogos que por aquel tiempo se formaron de los jesuitas mexicanos existentes en Italia, pero con toda seguridad debió ir a Roma, donde convivió íntimamente con Parreño, también secularizado, hasta la muerte de éste (1785). Desde su destierro entabló correspondencia con estudiosos mexicanos, como Antonio de León y Gama, el padre José A. Pichardo y varios oficiales del Ayuntamiento de México. Al permitir Carlos IV (11 de marzo de 1798) la vuelta de los jesuitas a España, Cavo viajó a la Península con la esperanza de una vuelta a México, pero un nuevo decreto de expulsión (15 de marzo de 1801) le hizo volver a Roma, donde murió en la extrema pobreza.
Publicó una biografía del cubano Parreño (De vita Josephi Juliani Parrenni, 1792, opúsculo en buena latinidad que contiene algunos pormenores sobre las calamidades que sufrieron los jesuitas expulsos en su travesía a Italia), que fue el maestro que más influencia tuvo en su formación intelectual, con una dedicatoria a Valentín García Navarro, deán del cabildo de México, fechada el 1 de diciembre de 1791. Sin embargo, su obra más valiosa y conocida es la Historia civil y política de México en latín, dedicada al Ayuntamiento de México, que terminó de escribir en Roma, en plena ocupación napoleónica, el 13 de marzo de 1797, y que él mismo tradujo al castellano.
Abarca todo el período virreinal, pues comprende desde 1521 hasta 1766, fin del virreinato del marqués de Cruillas. Se editó por primera vez en 1836 por Carlos María de Bustamante, con el título de Los tres siglos de México, aunque no se publicó su versión completa y fidedigna hasta 1949 por el padre Burrus.
Pese a concentrarse en la historia de la capital durante el período español, como si se tratase de sus anales, fue una historia de conjunto del México colonial y prosiguió el ciclo iniciado por otro jesuita pionero de la historiografía mexicana, Francisco Javier Clavigero (Veracruz, 1731-Bolonia, 1787), que había escrito ya la Historia antigua de México (1782). Está redactada con estilo fácil y sencillo, sin pretensiones ni ambición, pues el autor se lamenta de carecer en Italia de documentos y materiales para tejer la historia de aquel amplio período.
En resumen, Cavo, hombre de carácter apacible, de sincera piedad, estudioso, modesto, fiel y constante en sus amistades, es considerado un historiador importante de la provincia de México y hoy es recordado por su Historia de México, caracterizada, por su acendrado mexicanismo, por su alta estima de las culturas indígenas, por su recepción de las ideas nuevas que flotaban en el ambiente de su época, y su apertura a la filosofía moderna. Cavo, buen humanista latino, tenía la apertura de mente hacia la modernidad y, a la vez, un gran respeto y reverencia hacia los indígenas y el pasado.
Obras de ~: Correspondence of Andrés Cavo, 1796-1804 (Library of Congress, Washington); De vita Josephi Juliani Parreni Habanensis ab Andrea Cavo, sacerdote Guadalaxarensi Mexicano, Roma, Oficina Salomoniana, 1792 (Vida de José Julián Parreño, un jesuita habanero, ed. y est. int. de M.ª D. González-Ripoll Navarro, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2007.); con C. M.ª de Bustamante, Los tres siglos de México durante el gobierno español, hasta la entrada del ejército trigarante, México, L. Abadiano y Valdés, 1836-1838 (México, J. R. Navarro, 1852; ed. con el tit. Historia de México, paleografiada del texto original y anotada por Ernesto J. Burrus, con un prólogo del P. Mariano Cuevas, México, Editorial Patria, 1949); “Carta (1803) a D. J. A. Pichardo sobre la tradición guadalupana”, en M. Cuevas, Álbum Histórico Guadalupano del IV Centenario, México, Escuela Tipográfica Salesiana, 1930, págs. 221-225.
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Antonio Astorgano Abajo