Andrés y Morell, Juan. Planes (Alicante), 15.II.1740 – Roma (Italia), 12.I.1817. Jesuita (SI) expulso, historiador de la literatura y de la cultura.
Era el primero de los once hijos de Miguel Andrés Trilles, de oriundez aragonesa, y de madre valenciana, Casiana Morell Cruañes. El sexto hijo de la familia fue Carlos Andrés, quien se encargó de traducir y publicar en España gran parte de la obra de su hermano mayor. Cursó las primeras letras con los franciscanos de Benissa, patria de su madre, y los estudios medios en el Colegio de Nobles que la Compañía tenía en la ciudad de Valencia, donde aprendió Gramática, Poesía, Historia, Latín, Griego, Hebreo, Italiano y Francés.
Después de estudiar un año Filosofía en la universidad (1753-1754), donde fue discípulo de Pascual Tudela, catedrático de Filosofía, entró en la Compañía en el noviciado de Tarragona, el 24 noviembre 1754, donde permaneció un año (1754-1755) teniendo por compañero a san José Pignatelli; hizo su segundo año de probación en el nuevo Colegio de San Estanislao de Kostka de Torrent, junto a Valencia (1755-1756); aquí pronunció sus primeros votos.
Tras un curso de perfeccionamiento en Letras humanas en Manresa (1756-1757), completó su trienio de Filosofía en Gerona (1757-1759), en cuyo Colegio de San Martín tuvo como profesor al filósofo preilustrado catalán Antonio Codorniu (1699-1770) y al teólogo Juan Bautista Gener, y pasó inmediatamente a cursar Teología (1759-1763) en el Colegio de San Pablo, de Valencia, adscrito a la universidad desde 1673. Al final de sus estudios fue ordenado sacerdote, a mediados de 1763, y resultó elegido para defender el acto general de Teología de su curso, “granjeándose con su desempeño un gran concepto de su talento, ciencia y erudición”. Juan Andrés y Morell pudo vivir un ambiente intelectual interesante en Valencia por las polémicas que sobre la ilustración se suscitaban (entre Mayans y el pavorde Vicente Calatayud, principalmente).
Desde 1763 hasta la expulsión de la Compañía en 1767 enseñó Retórica y Poética en el Colegio-Universidad de Gandía, donde le sorprendió la expulsión.
En 1765 compone la tragedia El Juliano, su única obra de teatro, que se representa con mucho éxito en el teatro de la universidad, pero que no llega a imprimirse y actualmente puede considerarse perdida. La misma suerte tuvieron dos oraciones latinas que a él le tocó componer, a pesar de su joven edad, cuando se inauguraron los cursos universitarios de los años 1765 y 1766, siendo su rector Mateo Aymerich. Juan Andrés y Morell fue particular amigo de Mayans, personalmente y por correspondencia: de él recibía libros y orientaciones. Mayans quedó tan prendado del joven jesuita que, previendo la eminencia que había de llegar a ser, en los momentos de la expulsión intercedió cerca de sus influyentes amigos de Madrid para que se hiciese una excepción con él y pudiera permanecer en España; pero todo fue inútil. El día 3 de abril llega el decreto de expulsión de la Compañía de Jesús al colegio de Gandía y el 29 del mismo mes partió, junto con la treintena de miembros de su comunidad, para Bonifacio (Córcega), donde, según Scotti (A. A. Scottti, 1817), escribió un elegantísimo comentario, hoy perdido, de las innumerables incomodidades que sufrió toda la Compañía en el viaje. En octubre de 1768 Juan Andrés pasa a Ferrara con todos sus compañeros de la antigua Corona de Aragón, ciudad en la que residirá hasta 1774. Según Hervás, antes de salir de España, “habiendo estudiado las lenguas eruditas orientales y las ciencias físicas, filosóficas y teológicas, enseñó retórica y poesía en Gandía, publicó poesías, oraciones y algunos opúsculos”.
En la antigua capital estense “fue nombrado prefecto de los estudios físicos y filosóficos de los jesuitas de su provincia” (Hervás, 2006). Como fruto de esta labor pedagógica, escribe en lengua latina la que será su primera obra de entidad publicada de la que se tiene noticia: Prospectus philosophiae universae Publicae disputationi propositae in Templo Ferrariensi P. P.
Societatis Jesu. Anno 1773, una especie de compendio de saberes, en el que Juan Andrés muestra por primera vez la orientación filosófica y enciclopedista que caracterizará toda su obra, en el marco del empirismo y sensualismo antes apuntado.
Cumplidos ya los treinta y tres años requeridos, emitió su profesión solemne el 15 de agosto de 1773, cuando el breve Dominus ac Redemptor de Clemente XIV que ordena la extinción de la Compañía estaba ya firmado desde el 21 de julio, pero aún no se había promulgado ni intimado en Ferrara (28 de agosto). Deja todos sus bienes a su hermano Carlos.
En enero de 1774 se traslada a Mantua como preceptor del hijo de los marqueses Giuseppe Bianchi y Massimilla Murari Bra, sus sinceros amigos. Aquí residió normalmente hasta 1796. Fue aquél el período más fecundo de su vida como estudioso, dedicado a preparar sus obras críticas, a viajar por Italia y por el extranjero, a ganar amigos eruditos por todas partes, y a mantener con ellos una copiosísima correspondencia.
Apenas llegado a Mantua, se puso a trabajar en una disertación latina sobre el problema de física hidráulica, propuesto por la Real Academia de las Ciencias y Letras Humanas de aquella ciudad (Dissertatio de problema hydraulico ab Academia Mantuana proposito ab anno MDCCLXXIV). Obtuvo el segundo premio y se ganó la confianza de dicha Academia, que publicará a sus expensas el trabajo (1775) y lo recibirá como miembro (1776). La fama de Juan Andrés como filósofo y erudito de saber enciclopédico e ilustrado se extenderá por toda Italia a lo largo de 1776. En ese período mantuano, además de algunas breves disertaciones académicas de carácter filosófico —notable el Saggio sulla filosofia di Galileo (1776)—, alternó la redacción de su vasta historia de la literatura universal con sus obras menores de refinada erudición: su afición neoclásica por el humanismo y el Renacimiento italianos lo llevó a componer el todavía útil Catalogo de’ codici manoscritti della famiglia Capilupi di Mantova (1797), descripción razonada de ciento veintinueve códices (siglos XII al XV), hoy en día dispersos por Italia y en el extranjero, que termina, en la versión española, con la exhortación a que se realicen en España catálogos semejantes. Tarea archivística que lo acompañó toda su vida, como demuestra el hecho de la publicación en Nápoles en el año 1816, uno antes de su muerte, de los Anecdota graeca et latina ex manuscriptis codicibus Bibliothecae Regiae Neapolitanae desumpta.
Entre 1776 y 1779 Juan Andrés se dedica fundamentalmente a estudiar a Galileo —Saggio della filosofia del Galileo (1776) y Lettera al marchese Gregorio Casali Bentivoglio sopra una dimostrazione del Galileo (1779)—, y a intervenir en la polémica entre los jesuitas españoles Javier Llampillas, Tomás Serrano y Juan Francisco Masdeu y los italianos Saverio Bettinelli (Del risorgimento d’Italia negli Studii, nelle Arti e nei costumi dopo il Mille, 1775) y Girolamo Tiraboschi (Storia della letteratura italiana, 1770) sobre las posibles causas de la decadencia de las ciencias y las letras en Italia y el “mal gusto” barroco (Lettera al Sig. Commendatore Fra Gaetano Valenti Gonzaga, de 1776, y Dissertazione sopra le cagioni della scarsezza de’ progressi delle scienze in questo tempo, 1779).
Con la Dissertazione sopra le cagioni della scarsezza de’ progressi delle scienze in questo tempo (1779), ingresó en la Academia de Mantua. En esta disertación, Andrés y Morell se muestra ya como intelectual de vasta y profunda erudición, como filósofo observador de los progresos del entendimiento humano en el ámbito de las ciencias y de las letras, con una cultura enciclopédica y un saber que aspiraba a ser (al igual que en Galileo, a quien elige como maestro), de valor universal. Precisamente, sería esa concepción erudita, filosófica, histórica y enciclopédica del saber, la que conduciría al abate a plantearse el reto de elaborar por vez primera una historia general filosófica de toda la literatura, comprendiendo por literatura las Buenas Letras y las Ciencias (naturales y eclesiásticas). Dicha empresa, a la que dedicaría los mejores años de su vida intelectual, desde 1776 hasta 1796, dio lugar a su magna historia literaria y obra capital, titulada Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura (1782-1799, Stamperia Reale de Parma, dirigida por Juan Bautista Bodoni), de la que el volumen más original es el primero. Para Menéndez y Pelayo, en su Historia de las Ideas Estéticas en España, esta obra es “la primera historia de la literatura Universal”. En 1779 Juan Andrés reside algún tiempo en Bolonia, donde frecuenta las mejores familias de la aristocracia de la ciudad. Probablemente en 1784, junto con su hermano Carlos, ingresa en la Reale Accademia Fiorentina.
Se han insinuado ya sus viajes, emprendidos por su curiosidad humana, literaria, erudita y artística. Todas esas facetas quedaron reflejadas en sus fingidas Cartas familiares a su hermano Carlos (1786-1793, cinco volúmenes), que enseguida fueron traducidas al italiano y al alemán, y ampliadas luego con la relación de nuevos viajes por Austria y Suiza. En 1785 Juan Andrés realiza su primer viaje a través de Italia, desde junio hasta octubre, visitando Ferrara, Bolonia, Florencia, Pisa, Roma y Nápoles. Conoce a los grandes duques de Toscana, Pedro Leopoldo de Habsburgo Lorena y su esposa, la infanta María Luisa de Borbón. Con el nombre poético de Il Bizzarro, la Accademia Toscana di Scienze e Lettere La Colombaria de Florencia lo acoge, el 2 de julio, entre sus miembros. El 21 de junio de 1786 muere su padre, don Miguel, y ese mismo año se editan, con dedicatoria al conde de Floridablanca, su gran protector, los primeros dos volúmenes de las Cartas familiares.
En septiembre de 1788 visita los territorios de la República de Venecia, dando cuenta de este su segundo viaje en el tercer tomo de las Cartas familiares (1790). En los meses de junio-agosto de 1791 se produce el tercer viaje, en que inspecciona Lombardía, Piamonte y Liguria. Es muy probable que llegase a visitar también las ciudades suizas de Lausana y Ginebra. A finales de enero de 1793 emprende un viaje a Austria para acompañar a Vincenzo Bianchi.
Se queda en Viena casi dos meses y medio, huésped de los embajadores de España en la Corte austríaca, el marqués José Agustín de Llano y de la Cuadra y su esposa Isabel Parreño y Arce, a la cual dedica Dell’origine e delle vicende dell’arte d’insegnar a parlare ai sordi muti. Lettera (1793) y que narrará en 1794 en la Carta a su hermano D. Carlos Andrés dándole noticia de la literatura de Viena.
En 1796, Andrés deja Mantua, a principios de verano, y se dirige a Verona y Padua. Reside durante algún tiempo en el monasterio benedectino de Praglia.
En Venecia, donde ya se encuentra en octubre, se establece en casa del plebano de Santa Fosca durante casi un año, hasta que, en mayo de 1797, la Serenísima República de Venecia se rinde a Napoleón y Juan Andrés se traslada a Roma, donde llega hacia el final de junio. Mientras tanto, en Mantua se publica su Catalogo de’ codici manoscritti della famiglia Capilupi di Mantova.
En 1798, el Gobierno de Madrid permite el regreso a España de los jesuitas expulsos, pero Andrés deambula por Italia y, al pasar por Siena, visita a Pío VI, allí prisionero. Se queda algunos días en Florencia, Bolonia, Ferrara, Mantua y Verona, y en mayo se refugia en Parma, donde se aloja en el Collegio dei Nobili (Colorno, Parma), pues el duque Fernando de Borbón, sobrino de Carlos III de España, había restituido a los jesuitas sus antiguos colegios. Desde agosto de 1799 hasta junio del año siguiente reside en Pavía, donde el emperador Francisco II de Austria lo había nombrado reformador de los estudios de la universidad y director de su biblioteca. El 28 de marzo de 1800 fallece su madre, doña Casiana. En junio, al producirse la nueva invasión de tropas francesas, dirigidas por José Bonaparte, Andrés deja Pavía y vuelve a refugiarse en Parma. En los meses de junio-octubre de 1802 está en Roma, donde le llega la oferta de Fernando de Borbón, duque de Parma, de asumir la dirección de la Biblioteca Palatina: la repentina muerte del duque, en noviembre de 1802, impide la realización del proyecto. En el ducado de Parma permanecerá hasta julio de 1804 y allí renovó en privado sus votos de la Compañía de Jesús (sobreviviente en los Estados de Rusia), después de consultarlo con José Pignatelli, instructor espiritual de los nuevos candidatos reunidos en Colorno; durante este tiempo rechazó la dirección de la Biblioteca palatina de Parma que le ofreció el duque, y enseñó Humanidades a aquellos jóvenes, entre quienes se hallaba el futuro cardenal y jesuita Angelo Mai (1782-1854).
Una vez ocupados los ducados parmenses por los franceses, se trasladó con los demás jesuitas a Nápoles, pues por el breve Per alias nostras, promulgado el 30 de julio de 1804, Pío VII había restablecido la Compañía de Jesús en dicho reino. En diciembre Andrés se traslada allí, donde el 24 de ese mes se incorpora a la Orden, a los cincuenta años del día en que había “tomado la sotana” en Tarragona. Renuncia a las tres pensiones que le habían otorgado Carlos III, Carlos IV y María Beatriz de Este. En enero de 1805, Fernando de Borbón, hermano de Carlos IV de España, le nombra revisor de libros de la Biblioteca Reale y, en mayo, miembro de la Junta de la misma.
El 5 de noviembre asume el cargo de rector del Collegio dei Nobili. No usó, en cambio, el título de conde que entonces se le concedió. En marzo del año siguiente, después de la invasión francesa, Napoleón designa rey de Nápoles a su hermano José Bonaparte, quien el 24 de abril nombra a Andrés prefecto de la Biblioteca Reale. El jesuita se dedica entonces a la reorganización de dicha biblioteca y consigue recuperar varios manuscritos inéditos.
El 3 de julio Napoleón ordena la disolución de la Compañía de Jesús en Nápoles y la expulsión de los padres extranjeros, con la única excepción de Juan Andrés, que se queda en su cargo. Se traslada al palacio del marqués Francesco Taccone, antiguo amigo suyo y gran bibliófilo, donde vive hasta 1809, en que, por los graves trastornos de Taccone con el Gobierno francés, Andrés tiene que abandonar la casa del amigo y trasladarse a la casa de San Paolo de los padres teatinos.
El 19 de marzo de 1807, José Bonaparte restablece la antigua Accademia Ercolanese, con el nombre de Accademia di Storia e di Antichità. Andrés es uno de los veinte académicos, y el único extranjero, nombrado personalmente por el Rey. Pasa el mes de septiembre en Roma para acordar y preparar junto al editor Carlo Mordacchini una nueva edición de Dell’origine. En 1808, Joaquín Murat, nuevo rey de Nápoles, confirma a Andrés en sus cargos. En enero de 1813 la reina de Nápoles, Carolina Bonaparte Murat, le nombra secretario perpetuo de la Accademia di Storia e di Antichità. En 1814 Fernando de Borbón, vuelto al trono de Nápoles, confirma a Andrés en sus cargos.
En el período napolitano, Juan Andrés lleva a cabo una intensa labor erudita en la Academia Herculense y en la Biblioteca Real de Nápoles. A los años de Nápoles (1804-octubre de 1816) pertenecen la edición (Parma, 1804) de las cartas del humanista aragonés y arzobispo de Tarragona Antonio Agustín, así como toda una serie de obras y escritos de varia erudición.
Desde su puesto de la Real Biblioteca dirigía los primeros estudios de jóvenes napolitanos (Ardito, Avellino, Manera) y seguía manteniendo contactos epistolares con sus viejos amigos esparcidos por toda Italia: Marini, Morelli, el conde Carlos Rosmini, el marqués Trivulzi, etc. A pesar de su colaboración con los napoleónidas, fue igualmente honrado por Fernando IV (ahora I) y por los suyos después de la Restauración y de la derrota de Napoleón.
No quiso volver a España cuando Carlos IV permitió el regreso de los jesuitas extrañados, en 1798 (aunque por breve tiempo), ni tampoco cuando, tras la restauración de la Compañía por Pío VII (7 de agosto de 1814) y su restablecimiento por Fernando VII en España, retornaron sus compañeros en 1815. Prefirió quedarse en Italia. Andrés se somete, el 26 de septiembre de 1815, a una intervención quirúrgica en los ojos, afectados por cataratas. Desgraciadamente, a consecuencia de infecciones, pierde totalmente la vista. El 24 de octubre de 1816, en compañía del joven napolitano Francesco Manera, su atento lector y escribano, sale de Nápoles para Roma, hospedándose en el Gesù, la casa profesa de la Compañía. El pontífice Pío VII le invita al Vaticano, mientras que los exiliados reyes de España, Carlos IV de Borbón y María Luisa de Parma, con el infante Francisco de Paula y Manuel Godoy, le rinden homenaje. Ofrece a María Luisa el manuscrito de la biografía de su hermano, Fernando de Borbón, duque de Parma, que sólo será publicada en 1845. A consecuencia de una gravísima pulmonía, Andrés fallece en Roma cuando estaba a punto de cumplir setenta y siete años. Desafortunadamente, se ha perdido la memoria de sus restos.
Las actividades culturales de Andrés fueron tan útiles y meritorias para Italia como para España. Es, con toda seguridad, el más enciclopedista y de reconocido prestigio en Italia de los ex jesuitas españoles expatriados —llegó a pertenecer a veintidós academias, como la Accademia delle Scienze, Lettere ed Arti de Mantua, la Forentina, la Etrusca de Cortona (29 de diciembre de 1785), la Italiana de Liorno, la Aretina de Ciencias, la Herculense de Nápoles, la Rubiconiana Accademia dei Filopatridi de Savignano sul Rubicone (el 13 de marzo de 1803), la Accademia della Crusca de Florencia (23 de enero de 1812) o la Société Royale des Sciences de Gotemburgo (septiembre de 1812)— y el de mejores relaciones con el Gobierno de Madrid, gracias a los buenos oficios de su hermano y traductor, Carlos Andrés, como observa un resentido Manuel Luengo en su Diario de la expulsión de los jesuitas (M. Luengo, XXI, 1787: 625-634).
Todos los contemporáneos alabaron la obra cumbre de Andrés (Dell’origine), empezando por el otro gran polígrafo de los jesuitas expulsos, Hervás, quien comenta su éxito en España y recoge el elogio de Cándido Trigueros (Discurso sobre el Estudio Metódico de la Historia Literaria).
La figura de Juan Andrés ostenta la primacía intelectual de los jesuitas expulsos españoles, pero da la impresión de que nadie se ha detenido en su obra. La enorme celebridad de que gozó el abate en su época contrasta con el denso olvido que ha cubierto su magna obra con posterioridad a su muerte.
Con motivo del bicentenario de la muerte de Juan Andrés (2017), Pedro Aullón de Haro y su grupo de investigadores intentaron rescatar la memoria histórica del insigne jesuita, mediante la inauguración de la exposición “Juan Andrés y la Escuela Universalista Española” y la creación del Instituto Juan Andrés de Comparatística y Globalización. Viene a reforzar el marchamo de la Escuela Universalista Española, o hispánica, que propuso hace más de treinta años, definido como uno de los momentos mayores de la cultura y, en general, del humanismo moderno. Ello por significar el establecimiento de una Ilustración tardía y madura, de fuerte y característica tendencia intercontinentalista, americanista e incluso filipinista y asiática, mucho más científica y humanística que política. Este último aspecto, unido sobre todo al del exilio de la mayoría de sus miembros y la inadecuada articulación de los estudios, ha dado lugar al muy retrasado reconocimiento de esta escuela, sin embargo imprescindible para el fundamento y coherencia de la cultura moderna.
Según Aullón, Juan Andrés, junto con Lorenzo Hervás y Panduro y Antonio Eximeno, encabezan una Ilustración universalista, formada por una treintena de notables autores, así como de importantes precedentes. No solo ofrece resoluciones por superación de problemas de la cultura moderna, tanto de sentido histórico como epistemológico, sino un extraordinario volumen de contenido valioso y que se puede destinar a afrontar el actual proceso de una globalización peligrosa y azarosamente establecida merced a la mera inercia de los mercados, la velocidad de los transportes y la comunicación electrónica.
Obras de ~: Certamen oratorio poético que celebran los alumnos humanistas de la Regia Cesárea y Pontificia Universidad de Gandía en los días de 16 y 19 de julio de 1765, Valencia, Benito Monfort, 1765; Prospectus philosophiae universae Publicae disputationi propositae in Templo Ferrariensi P. P. Societatis Jesu Anno 1773, Ferrara, Giuseppe Rinaldi, 1773; Problema ab Academia Mantuana propositum ad annum MDCCLXXIV [...] Dissertatio Joannis Andres Hispani ab eadem Academia secundo loco probata, Mantua, Typis Haeredis Alberti Pazzoni, 1775; Saggio della filosofia del Galileo, Mantua, Erede di Alberto Pazzoni, 1776; Lettera dell’Abate D. Giovanni Andres al Sig. Comendatore Fra Gaetano Valenti Gonzaga, cavaliere dell’Inclita Religione di Malta, sopra una pretesa cagione del corrompimento del gusto italiano nel secolo XVII, Cremona, Lorenzo Massini, 1776 (trad. de F. J. Borrull y Vilanova, Carta del Abate D. Juan Andrés al Señor Comendador Frey Cayetano Valenli Gonzaga, caballero de la Ínclita Religión de Malta, sobre una pretendida causa de la corrupción del gusto italiano en el siglo XVII, Madrid, Antonio de Sancha, 1780); Lettera dell’Abate D. Giovanni Andres al Signor Conte Alessandro Murari Bra sopra il rovescio d’un medaglione del Museo Bianchini, non inteso dal Marchese Maffei, Mantua, Erede di Alberto Pazzoni, 1778 (trad. de F. J. Borrull y Vilanova, Carta del Abate D. Juan Andrés, socio de la Real Academia de las Ciencias i Letras de Mantua, al Señor Conde Alexandro Muraribra, acerca del reverso de un medallón del Museo Bianchini, que no entendió el Marqués Maffei, Madrid, Antonio de Sancha, 1782); “Lettera sopra una dimostrazione del Galileo”, en Raccolta di Opuscoli Scientifici e Letterari, vol. I, Ferrara, Giuseppe Rinaldi, 1779, págs. 44-69 ed. con el tít., Lettera dell’Abate D. Giovanni Andres al nobil uomo Sig. Marchese Gregorio Filip. Maria Casali Bentivoglio Paleotti, Senatore di Bologna cet. cet., estratta dal Primo Tomo degli Opuscoli Scientifici e Letterari di Ferrara, sopra una dimostrazione del Galileo, Ferrara, Giuseppe Rinaldi, 1779); “Dissertazione sopra le cagioni della scarsezza de progressi delle scienze in questo tempo, recitata nella Real Accademia di Scienze e Belle Lettere di Mantova”, en Raccolta di Opuscoli Scientifici e Letterari, vol. II, Ferrara, Giuseppe Rinaldi, 1779, págs. 112-152 (existe en tirada aparte con el título Dissertazione del Sig. Abbate D. Giovanni Andres sopra le cagioni della scarsezza de’ progressi delle scienze in questo tempo, recitata [...], estratta dal Secondo Tomo degli Opuscoli Scientifici di Ferrara, Ferrara, Giuseppe Rinaldi, 1779); Disertación sobre las causas de los pocos progresos que hacen las ciencias en estos tiempos, Madrid, Imprenta Real, 1783 (2.ª ed., Madrid, Imprenta Real, 1788); Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura, Parma, Stamperia Reale, 1782-1799, 8 ts. (trad. de C. Andrés, Origen, progresos y estado actual de toda la literatura, Madrid, Antonio de Sancha, 1784-1806, 10 ts.; reed., Valencia, Biblioteca Valenciana, 1997-2000); Cartas familiares del abate D. Juan Andrés a su hermano D. Carlos Andrés, dándole noticia del viage que hizo a varias ciudades de Italia en el año 1785, publicadas por el mismo D. Carlos, ts. I-II, Madrid, Antonio de Sancha, 1786; “Lettera sopra la musica degli Arabi”, en G. Toderini, Letteratura Turchesca, vol. I, Venecia, Giacomo Storti, 1787, págs. 249-252; Dissertazione sull’episodio degli amori d’Enea e Didone introdotto da Virgilio nell’Eneide, Cesena, Eredi Biasini all’Insegna di Pallade, 1788 (trad. de C. Andrés, Disertación en defensa del episodio de Virgilio sobre los amores de Eneas y de Dido, Madrid, Antonio de Sancha, 1788); Cartas familiares del abate D. Juan Andrés a su hermano D. Carlos Andrés, dándole noticia del viage que hizo a Venecia y otras ciudades de aquella República en el año 1788, publicadas por el mismo D. Carlos, t. III, Madrid, Imprenta de Sancha, 1790; Cartas familiares del abate D. Juan Andrés a su hermano D. Carlos Andrés, dándole noticia del viage que hizo a varias ciudades de Italia en el año 1791, publicadas por el mismo D. Carlos, ts. IV-V, Madrid, Imprenta de Sancha, 1793; Dell’origine e delle vicende dell’arte d’insegnar a parlar ai sordi e muti, Viena, Ignazio Alberti, 1793 (trad. de C. Andrés, Carta del Abate Don Juan Andrés sobre el origen y vicisitudes del arte de enseñar a hablar a los mudos sordos, Madrid, Imprenta de Sancha, 1794); Carta del abate D. Juan Andrés a su hermano D. Carlos, dándole noticia de la literatura de Viena, Madrid, Imprenta de Sancha, 1794; Catalogo de’ codici manoscritti della famiglia Capilupi di Mantova, Mantua, Scietà all’Apollo, 1797 (vers. compendiada en Noticia de un Catálogo de los manuscritos de Casa el Marqués Capilupi de Mantua, compuesto por D. Juan Andrés, a la cual acompaña una carta del mismo autor a su hermano Don Carlos Andrés, en que manifiesta la utilidad de semejantes catálogos, Valencia, Joseph de Orga, 1799); Cartas del abate D. Juan Andrés a su hermano Don Carlos Andrés, en que le comunica varias noticias literarias, Valencia, Joseph de Orga, 1800; Lettera dell’Abate Giovanni Andres al Sig. Abate Ciacomo Morelli sopra alcuni codici delle biblioteche capitolari di Novara e di Vercelli, Parma, Stamperia Reale, 1802; Antonii Augustini Archiepiscopi Tarraconiensis Epistolae Latinae et Italicae, nunc primum editae a Joanne Andresio, Parma, Typis A. Mussii, 1804; “Della Letteratura Spagnuola; lettera del Ch. Signor Ab. Giovanni Andres al Compilatore dell’Ape”, en L’Ape [Florencia], LX (28 de abril de 1804) y X (26 de mayo de 1804); Anecdota graeca et latina ex mss. codicibus Bibliotheca Regiae Neapolitanae deprompta, I. Prodromus, Nápoles, Regia Typographia, 1816; “De’ commentari d’Eustazio sopra Omero, e de’ traduttori di essi”, e “Illustrazione di una carta geografica del 1455. E delle notizie che in quel tempo aveansi dell’Antillia”, en Memorie della Regale Accademia Ercolanese di Archeologia, vol. I [Nápoles, Stamperia Reale], 1822, págs. 97-128 y 129-173, respect.; “Vita del Duca di Parma D. Ferdinando I di Borbone, scritta dal P. Andres in lingua spagnola”, en La Scienza e la Fede [Nápoles], año V, vol. X, fasc. 59 (1845), págs. 353-383.
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Antonio Astorgano Abajo