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Joaquín Pla i Ferrusola

Biografía

Pla i Ferrusola, Joaquín. Filoglosso Apodemo. Aldover (Tarragona), 6.IV.1745 – Roma (Italia), 10.X.1816. Jesuita (SI) expulso, semitista, escriturista, bibliotecario y romanista.

Fue hermano del también jesuita y escritor de asuntos económicos Francisco Pla. Nacido junto a Tortosa, se explica que entrase en la Compañía en Torrente (Valencia), el segundo noviciado de la provincia de Aragón abierto recientemente, cerca de Valencia, el 31 de marzo de 1761 (“se hizo jesuita en el noviciado de Tarragona, en que, habiendo concluido el bienio de su noviciado, repasó la latinidad y se aplicó a las lenguas orientales”, según Hervás). Había cursado ya los estudios literarios, cuando los perfeccionó por un año (1763-1764) en Tarragona bajo la dirección del helenista y filósofo Bartolomé Pou.

La expulsión de la Compañía le sobrevino mientras estudiaba el tercer año de Filosofía en Urgel, donde tuvo como guía al filólogo e historiador Luciano Gallissà.

Fue embarcado en Salou el 1 de mayo de 1767 en la saetía Nuestra Señora del Buen Viaje. Comenzó el cuadrienio de Teología en San Bonifacio (Córcega) y lo ultimó en Ferrara, donde recibió la ordenación sacerdotal en 1770. En esta ciudad, de antigua tradición hebraísta, tanto él como Gallissà cultivaron los estudios semíticos. Cuando éste fue nombrado bibliotecario de la Universidad, tuvo a Pla como vicedirector hasta 1794 (“ha sido sustituto honorario de la biblioteca de la universidad de Ferrara”, según Hervás). En Ferrara, Pla vivía con cierto desahogo económico gracias a los sesenta escudos que percibía como vicebibliotecario y a las clases particulares de lengua árabe. El inquisidor Rodríguez Laso lo visita el 10 de octubre de 1788 en dicha ciudad: “Fuimos a ver la librería del abate don Luciano Gallissà. De allí, a ver los libros árabes que ha recogido don Joaquín Pla” (Diario en el viaje). Pla acababa de publicar una Carta al abate Juan Andrés (1788), con motivo de las observaciones del “erudito y esclarecido señor consejero Jovellanos acerca de las antigüedades arábigas de Granada y Córdoba”.

En estos años, Pla intentó que las lenguas semíticas se enseñasen en la Universidad de Ferrara, si bien no lo logró. Las cultivó en privado e informó a Giovanni Bernardo de Rossi, residente en Parma, de los manuscritos y libros hebreos de Ferrara, en parte procedentes de los judíos desterrados de Portugal por Juan III. Llegó a escribir composiciones en hebreo y árabe (además del griego) en honor del nacimiento de los infantes gemelos Carlos y Felipe (1783), pero no se publicaron, al igual que sus observaciones a la Exercitatio de esa lengua por J. B. Guitart (1786) y su traducción de las fábulas de Lochman. En 1794 se trasladó a Bolonia y el mismo año consiguió la Cátedra de caldeo y siríaco en aquella Universidad. El 3 de abril de 1794 el padre Luengo reseña la concesión de la Cátedra de caldeo al padre Pla (obtenida oficialmente el 24 de enero, “sin que hubiese precedido pretensión ni solicitación alguna”, con un sueldo de 200 zequíes) y la primera lección, tenida el 20 de marzo del mismo año. Lo define como “hombre conocido como de muy particular instrucción en este ramo de literatura, que era uno de los bibliotecarios de la librería pública de la ciudad de Ferrara”, aunque “su modo de decir no era tan agradable, ni la acción o ademán, ni tampoco la pronunciación tan italiana”, como la del también ex jesuita Manuel Rodríguez Aponte, quien había pronunciado su primera lección como catedrático de lengua griega el 20 de noviembre de 1793, con una concurrencia y éxito extraordinarios.

Días más tarde, el 8 de mayo de 1794, Pla era visitado por Leandro Fernández de Moratín en Bolonia para ver unos “manuscritos hebraicos”.

Como era habitual en los jesuitas expulsos, Pla comenzó publicando en obras colectivas en homenaje a ciertas autoridades. Hervás cuenta que empezó exhibiendo sus habilidades filológicas en 1783: “en el nacimiento de los infantes españoles gemelos, Carlos y Felipe, los ex jesuitas españoles hicieron varias composiciones eruditas que no se publicaron; entre ellas hay, del señor abate Pla, un idilio en arábigo, una canción en hebreo y un epigrama en griego”.

Años más tarde compuso una oda anacreóntica en griego en honor del sobrino del papa Pío VI, reseñada también por Hervás: “El señor Pla ha publicado versos griegos en varias colecciones literarias. Los hay también con el nombre de Filoglosso Apodemo, en la buena colección: Componimenti poetici all’ Eminentissimo e Reverendissimo sig. Cardinale Romoaldo Braschi Onesti, nipote di nostro Signore, felicemente regnante (1787)”.

Pla es, ante todo, un prestigioso filólogo de amplio espectro, pues fue un políglota que abarcó los campos romanístico, clásico y orientalista, como queda patente por los cinco manuscritos y las tres obras reseñadas por el también lingüista Hervás hasta 1793, aunque no consta que recibiese el habitual premio de pensión doble, a diferencia de su hermano Francisco, de menor valía intelectual, quien la obtuvo en 1783.

Ambos procuraron llevarse bien con el secretario de Estado conde de Floridablanca. Así, en 1787 Joaquín colaboró en los Honores sepulcrales a la buena memoria del señor Don Josef Moñino Gómez Colón y Loisa, presbítero y padre de Floridablanca. Con no poca ironía relata Luengo la gestación de este libro, traducción en varios idiomas de la oración fúnebre dicha en Murcia, “malo en todo y lleno como se debe suponer de adulaciones para con la familia Moñino y principalmente con el Sr. secretario de Estado”. Como los jesuitas murcianos “entraron en el empeño de hacerle traducir en varios idiomas, y no debiendo de reconocer en sí mismos bastante pericia de lenguas para hacer esta importante operación, buscaron traductores entre los padres aragoneses, y, en efecto, tres de esta provincia le tradujeron a tres idiomas diferentes, Joaquín Pla al griego, Ramón Jiménez al francés, y Juan Colomés al italiano” (Diario, t. XXI, año 1787, págs. 635-639).

Como helenista, Pla colacionó las variantes de varios manuscritos de Píndaro y, sobre todo, las de los de la versión bíblica de los Setenta en los códices ferrarienses, para la edición crítica de Robert Holmes, en cuya biblioteca (hoy en la Bodleyana) se conservan los manuscritos. Intermediario entre Holmes y Pla era el bibliotecario de Florencia, Angelo M. Bandini.

En cuanto a la filología románica, fue un destacado especialista en poesía provenzal (Traduzione in lingua italiana di varii frammenti di poesía Provenzale de’ più antichi trovadores”), “traducción, ilustrada con notas, que hizo el señor Pla a instancia del eruditísimo caballero Jeronimo Tiraboschi [Bérgamo, 1731-Módena, 1794], que la publicó en su obra Dell’originine della poesía rimata, donde encomia al señor Pla como a uno de los primeros políglotos de Europa” (Hervás).

Batllori puntualiza: “Tradujo al italiano las poesías provenzales insertadas en la obra de Giammaria Barbieri, publicada póstuma (1790) por Girolamo Tiraboschi”, y dejó inéditos una serie de escritos sobre esa literatura, y en particular un vocabulario de sus voces más difíciles (manuscritos conservados en la Real Academia de la Historia).

Al ocupar Bonaparte las legaciones papales, Pla perdió la cátedra el 6 de junio de 1798 por negarse a prestar el juramento que la República cisalpina exigía a todos los profesores de la Universidad (que le fue restituida el 19 de agosto de 1799, pero Pla no regresó a Bolonia). Residió en España de 1798 a 1801 y, tras el nuevo exilio decretado por Carlos IV, embarcó en Barcelona el 14 de mayo de 1801 en la fragata ragusea La Asunta, del capitán Blas Baglialo, con destino a Civitavecchia. Se estableció en Roma como bibliotecario de la Barberiniana, que catalogó en parte. Félix Torres Amat precisa que “en Roma era director de la Biblioteca Barberina, en donde ha dejado una obra manuscrita que será siempre un testimonio de su erudición y profundos conocimientos particularmente en el idioma provenzal. La obra tiene por título: Origen de la poesía italiana y noticia de los más antiguos rimadores de esta erudita nación. Finalmente, el gran Duque de Toscana Leopoldo le llamó a su corte en donde le empleó a traducir varios códices árabes”. Vivió y murió en la casa profesa del Gesù de Roma, donde pudo realizar los últimos votos en octubre de 1816, pocos días antes de fallecer.

Filólogo riguroso (“El señor Pla ha empleado el trabajo de un año para cotejar los dichos códices”, dice Hervás hablando de las Lecciones variantes de los códices manuscritos griegos) y bibliotecario, de ideología ilustrada, Pla entabló relaciones intelectuales con Jovellanos y Juan Andrés con una Carta filológica sobre “antigüedades arábigas”, impresa en Madrid en el Memorial literario (1788).

En resumen, Joaquín Pla fue uno de los más antiguos provenzalistas, cuyo rigor filológico pusieron de manifiesto Tiraboschi, quien lo llamó “el más docto y profundo polígloto de su tiempo en Italia”, y Menéndez Pelayo, quien lo considera “el segundo provenzalista español”, émulo de Basterro y precursor de Raynouard.

Según Ignacio Casanovas, “hermanaba muy bien su cultura extraordinaria con sus virtudes religiosas, sobre todo con el candor angelical, la humildad y una gran dulzura de trato”.

 

Obras de ~: Honores sepulcrales a la buena memoria del señor Don Josef Moñino Gómez Colón y Loisa, presbítero, por el doctor don Juan Lozano y Santa, dignidad de Capellán mayor de la iglesia de Sigüenza, trad gr. de ~, Ferrara, 1787; “Carta filológica sobre el estudio della anticuaria, dirigida al señor abad Don Juan Andrés, en ocasión de las observaciones del erudito y esclarecido señor consejero Jobellanos acerca de las antigüedades arábigas de Granada y Córdoba”, en Memorial literario, vol. XIV, Madrid, 1788, págs. 377-387; “Traduzione in lingua italiana di varii frammenti di poesía Provenzale de’ più antichi ‘trovadores’”, en G. Tiraboschi, Dell’originine della poesía rimata, Módena, 1790; Lecciones variantes de los códices manuscritos griegos de los setenta interpretes existentes en la biblioteca de Ferrara, por comisión de los literatos de Oxford para la impresión del Antiguo Testamento en griego, s. l., s. f. (inéd.); Lecciones variantes de códices griegos de Píndaro, s. l., s. f. (inéd.); Observaciones crítico filológicas sobre la obra Exercitatio linguarum orientalium graecae, hebraicae, chaldaicae, et syriacae, et theses philologicae propugnatae a Joann Bapt. Guitart et Ricart, Valentiae, 1786; Sub auspiciis D. D. Joachimi Catalá et Bayer, Cisterciensis monasterii Vallis - dignae linguae graecae proffessoris”, con algunas notas, s. l., s. f. (inéd.); Reflexiones sobre la carta de D. Isidoro Bosarte acerca del origen y significación de las voces españolas “arraez” y “res”, que se leen en el “Diario curioso y erudito de Madrid”, al numero 209, s. l., s. f. (inéd.); Origen de la poesía italiana y noticia de los más antiguos rimadores de esta erudita nación, s. l., s. f. (inéd.); Vocabulario manual de las voces más difíciles de la antigua lengua provenzal traducida al español, italiano y latín, s. l., s. f. (inéd.).

 

Bibl.: R. Diosdado Caballero, Bibliothecae scriptorum S. J. suplementa, vols. I y II, Roma, apud Franciscum Bourlie, 1814-1816, págs. 225 y 118, respect.; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jesus, vol. VI, Bruxelles-Paris, O. Schepens-A. Picard, 1890, cols. 869-870; M. Cascón, Los jesuitas en Menéndez y Pelayo, Santander, Santarén, 1940, pág. 575, n.º 766; M. Batllori, “Dos hebraístas catalanes amigos de Gian Bernardo de Rossi: Gallissà y Pla” y “Joaquín Pla, profesor de caldeo en Bolonia”, en Sefarad, I y 4 (1941 y 1944), págs. 255-278 y 99-118, respect.; La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, Madrid, Gredos, 1966, págs. 355-411 y 687; A. Mestre, Historia, fueros y actitudes políticas: Mayans y la historiografía del XVIII, Valencia, Universidad, 1970, págs. 355-365; M. Careri, “Alla ricerca del libro perduto: un doppio e il suo modello ritrovato”, en Lyrique romane médiévale: la tradition des chansonniers, Lieja, Université de Liège, 1991, págs. 329-378; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, vol. VI, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1991, págs. 430-431; J. Pradells Nadal, “Francisco Pla: un exjesuita proyectista en la Italia del siglo XVIII”, en Expulsión y exilio de los jesuitas españoles, Alicante, Publicaciones de la Universidad, 1997, págs. 361-380; M. Batllori, Obras Completas, vol. X, Valencia, 1998; “Pla, Joaquín”, en Ch. E. O’Neill y J. M.ª Domínguez (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. IV, Roma-Madrid, Institutum Historicum Universitatis Iesu-Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pág. 3149; L. Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española, ed. de A. Astorgano, Madrid, Libris Asociación de Libreros de Viejo, 2007, págs. 450-454.

 

Antonio Astorgano Abajo

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