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Juan Bautista Colomés

Biografía

Colomés, Juan Bautista. Valencia, 22.II.1740 – Bolonia (Italia), 17.I.1808. Jesuita (SI) expulso, humanista y dramaturgo.

Nació en Valencia en 1740. Habiendo conseguido los grados de bachiller en Artes (17 de junio de 1754) y de maestro en Artes (5 de junio de 1755) en la Universidad de Valencia, entró en la Compañía de Jesús el 31 de julio de 1755 en el noviciado de Tarragona, pero al curso siguiente ya hizo el segundo año de noviciado en la nueva casa de Torrent (Valencia). Como ya había cursado los citados estudios de Artes, se le convalidó el trienio filosófico y pasó inmediatamente a enseñar letras humanas en Gerona (1757-1758), teniendo como compañero a Baltasar Masdeu, y en Vic (1758-1759). Perfeccionó los estudios de filosofía otros dos años en Urgel e hizo la teología (1761- 1765) en el colegio de San Pablo de Valencia, donde tuvo por compañero a Juan Andrés, surgiendo una amistad perdurable entre ambos. Fue ordenado sacerdote en diciembre de 1764 en Teruel. En los dos últimos cursos (1765-1767) antes de la expulsión enseñó letras humanas en Orihuela, donde organizaba certámenes literarios (algunos publicados en 1766 y 1767) para estimular a sus discípulos en el estudio de las humanidades, y cuidó también de la Congregación mariana de los estudiantes. En Orihuela compuso su primera tragedia, hoy perdida, la Hermenegilda o Armengola (heroína goda que ayudó a Alfonso X el Sabio a librar a la ciudad del dominio árabe). Entonces, como durante sus estudios, solía enseñar el catecismo en las plazas públicas.

Como el resto de sus compañeros, sufrió la expulsión de España, decretada por Carlos III en abril de 1767. Embarcó en Salou el 1 de mayo de ese año en la saetía San Juan, pequeño navío que estaba integrado en la escuadra al mando del capitán Antonio Barceló.

Después de permanecer un año en Córcega (San Bonifacio, lugar asignado a la provincia jesuítica de Aragón), en el otoño de 1768 se estableció en Ferrara, donde hizo los últimos votos el 15 de agosto de 1773, días antes de serle intimada, el 28 de agosto, la supresión de la Compañía de Jesús, ya firmada por el papa Clemente XIV.

Al poco tiempo se estableció en Bolonia, donde, según Juan Andrés, “estudió las matemáticas bajo la enseñanza del célebre Riccati, y en poco tiempo hizo en ellas extraordinarios progresos”. Pero se dedicó, sobre todo, a la composición de dramas neoclásicos, como otros dos compañeros suyos valencianos: Bernardo García y Manuel Lassala. Aunque Hervás seguía atentamente su trayectoria biográfica, pues en la Biblioteca jesuítico-española (1793) escribe que “reside en Bolonia. Volvió a España en 1798 y reside en Valencia”, sin embargo en la misma se limita a insertar casi literalmente el artículo correspondiente del Ensayo de una biblioteca de Sempere y Guarinos (1785), año en el que la obra y la fama de Colomés ya habían alcanzado su cenit (es miembro de la Academia degli Inestricati de Bolonia). Comenta Hervás: “El señor Sempere en su Ensayo de una biblioteca española habla así del señor Colomés: “Han dado mucho crédito a este autor tres tragedias publicadas en italiano que son: Cayo Marcio Coriolano, Inés de Castro y Escipión en Cartagena”.

Los años de la década 1780-1790 fueron los de mayor reconocimiento literario y social de Colomés en Italia. Juan Andrés reconoce el éxito de Colomés en una carta a su hermano Carlos: “Te escribí ya en años pasados el aplauso universal con que fueron leídas y representadas en Italia sus óperas y tragedias”.

En efecto, Colomés era un personaje bastante bien relacionado con el poderoso núcleo intelectual Tiraboschi- Juan Andrés, de manera que a mediados de la década de 1780-1790, el ex jesuita aragonés Vicente Requeno se tuvo que valer de la intercesión de Colomés para acercarse al prestigioso Tiraboschi, con motivo de la aparición en Venecia en 1784 de la obra de Requeno, intitulada Saggi sul ristabilimento dell’antica arte de’ greci e de’ romani pittori, sobre la pintura al encausto grecolatina, según una carta de Vicente Requeno a Girolamo Tiraboschi, fechada en Ferrara, el 13 de junio de 1785, donde aparece claro el papel mediador de Colomés: “No sé si el abate Colomés, a quien me encomendé, habrá mandado a Vuestra Señoría Ilustrísima una copia de mi Lettera”.

En Italia vivió sobre todo del amparo del mecenazgo de los marqueses Spada. Leandro Fernández de Moratín, quien lo visitó en septiembre de 1793, escribe en su Viaje a Italia: “Colomés, autor de la Inés de Castro y otras obras estimables, está reducido a la mayor estrechez, teniendo que sufrir los caprichos de un ‘nobile bolognese’, a quien sirve de secretario”.

Ese “nobile bolognese” malhumorado era el marqués Spada, bailío de la Romagna, protector de los ex jesuitas, especialmente aragoneses, como Salvador Gea, Luis Valdivia, José Pignatelli y Vicente Requeno. Colomés había dedicado a la marquesa Spada, nacida Pepoli, a cuyo servicio se hallaba, su primera tragedia, Caio Marzio Coriolano, publicada en Bolonia en 1779.

Esta primeriza tragedia de Colomés (la primera tragedia italiana compuesta por un español) fue muy elogiada por el moribundo Metastasio, por el anciano maestro de jesuitas valencianos padre Tomás Serrano, por Varani, Albergati, Betinelli..., hasta el extremo de que sobre la misma dice Juan Andrés: “Su primera tragedia, el Coriolano, pasmó a los italianos por la conducción de la fábula y por la versificación italiana, superior a las más de los mismos italianos” (J. Andrés, 1791, I: 8).

Los argumentos predilectos de sus tragedias provenían de la historia romana, como Caio Marzio Coriolano (1779) y Scipione in Cartagine (1783), o ibérica, como Agnese di Castro (1781), tema de Luis Vélez de Guevara en Reinar después de morir. Por su parte, Juan Andrés señala como fuente principal de Inés de Castro a Las Lusiadas de Camoês. En resumidas cuentas, temas de historia antigua, a la que Colomés era aficionado, como demuestra el hecho de que en 1781 publicase un “elegantísimo y muy sustancioso compendio, resaltando con mucha precisión y exactitud las cosas más notables” (Fuster, 1830) de la Storia di Messico del abate Francisco Javier Clavigero, el entrañable amigo de Lorenzo Hervás y Panduro. Incluso parece que teorizó en una perdida disertación “sobre la fe que se debe a los poetas en muchos puntos de Historia”.

Siempre obsequioso con el poder borbónico, Colomés celebra el nacimiento de los infantes Carlos y Felipe en 1783 con I Gemelli, “que es una de las producciones más ingeniosas y delicadas de nuestro autor” (Fuster, 1830), todavía inédita.

Después de 1783 la inspiración teatral de Colomés disminuyó considerablemente, pues se dedicó a publicar breves escritos acerca de materias diversas, sin que volviera a dar a la luz obras teatrales hasta pasada la Revolución Francesa. En esa década (1783-1793) imprime una disertación crítica sobre el Achille in Ciro y sobre el Demofonte de Metastasio (1785). Si la obra de Colomés era bastante conocida hacia mediados de la década de 1780-1790, en el período 1790-1800 su actividad literaria sufrió trastornos de todo tipo.

Al iniciarse la década de los noventa, Juan Bautista Colomés se dedica a escribir, muy en la línea enciclopédica, acerca de materias diversas (breves escritos religiosos, temas históricos, lingüísticos y científicos, ocasionales, y otros de meteorología, arqueología y filosofía), que aparecieron recopiladas como Miscelanae curiose ed erudite en Bolonia, en 1795. Eran años turbulentos dada la agitada situación política internacional del momento. Será entonces cuando Colomés escriba una curiosa obra redactada en valenciano, que se imprimió en Parma en 1793, Les Filosofs al ancant, y de la que posteriormente, en 1796, apareció su versión francesa con un ficticio lugar de impresión, Cosmopoli/¿Bolonia?, práctica ésta bastante utilizada en la literatura de los ilustrados o de sus detractores.

Tuvo problemas de salud, pues en 1793 el abate Hervás transmite la idea de un Colomés enfermizo (“El señor Colomés tiene manuscritas otras tragedias y algunas obras poéticas, que por falta de salud no ha perfeccionado”), problemas confirmados por Juan Andrés (1800) que influyeron en su orientación literaria: “su falta de salud, no le permitieron la continuación de sus obras en este género [obras de mecánica y de física, siguiendo a Riccati], y se dio a otra clase de estudios menos penosos, y sobresalió en ellos igualmente”.

Además, su producción literaria estaba estancada por falta de ayuda financiera, a juzgar por una carta que Juan Bautista Colomés envía al presidente del Consejo de Castilla, conde de la Cañada, fechada en Bolonia el 23 de agosto de 1793, en la cual solicitaba algún auxilio económico. El objetivo de la posible ayuda económica era poder continuar publicando “otras muchas obras que tengo comenzadas y adelantadas en punto de bellas letras, particularmente de tragedias, las cuales daría a la luz pública si su majestad se dignase de honrarme facilitándole la posibilidad que me falta”.

Sin embargo, esa ayuda llegó en pequeña e insuficiente cantidad (“25 escudos por vía de socorro extraordinario”), debido al informe negativo del embajador José Nicolás de Azara, quien escribe una carta, bastante importante y amplia, fechada en Roma el 6 de agosto de 1794, de cuya minuta cabe extractar los dos párrafos más relacionados con Colomés: “Me he informado de las circunstancias de este sujeto y hallo que es verdad cuanto dice de las obras que ha publicado, la mayor parte de poesía italiana, cuyo crédito por aquí no pasa de la mediocridad. Por lo demás, el sujeto es de buena conducta y aplicado y merece algún auxilio extraordinario que vuestra excelencia podrá decidir como creerá, atendida la estrechez en que realmente se halla”. Es un informe típico de Azara, el cual confirma la idea de que la estimación del teatro de Colomés tuvo bastante éxito entre 1779 y 1783, pero que después de casi quince años había ido cayendo en el olvido.

La “mediocridad” de la obra de Colomés que afirma Azara en su valoración ha sido confirmada después por G. C. Rossi, quien encuentra unos valores literarios de la tragedia Agnese di Castro similares a los de cualquier autor italiano de segundo orden de su tiempo, a pesar de que fuese significativamente escogida por Moratín entre todas las obras del grupo de valencianos en Italia mencionados en su Diario.

En plena guerra contra la Convención Francesa, Colomés recibe ese alivio económico para impulsar la publicación de una obra antifrancesa y antirrevolucionaria, Les philosophes à l’encan, obra calificada por Bono Guardiola, su editora más reciente, como “antifilosofía irónica”, que guarda evidentes semejanzas con la ideología de Hervás, reflejada en obras suyas como Causas de la Revolución en Francia (1794) o la misma Biblioteca jesuítico-española (1793). El argumento de este ensayo (un comerciante chino que se dedica a comprar filósofos europeos como Voltaire, Rousseau, Diderot, D’Alembert y Helvetius) se lo iba a proporcionar, literalmente, la lectura de uno de los diálogos de Luciano de Samosata, la Subasta de vidas, en el que Júpiter y Mercurio, con motivo de vender a los más conocidos filósofos antiguos, ridiculizaban sus teorías por abstrusas e inútiles. Se trataba de una sátira contra las costumbres de la época y contra la misma filosofía que, en su tiempo, se había convertido en un sustituto de la religión. A pesar de su notable esfuerzo, Colomés resulta bastante menos corrosivo, brillante y eficaz que Voltaire, su denostado maestro y modelo literario.

En los años previos a su retorno provisional a España publica un tomo de Miscellanee curiose ed erudite (1795), obra miscelánea de divulgación, en la que “se da noticia de las cosas más singulares y extraordinarias que se hallan en todos los reinos de la Naturaleza”.

Se habían impreso ya “algunos tomitos” cuando se suspendió por las consabidas vicisitudes bélicas, “que turbaron el ocio literario” (Fuster, 1830).

Vuelto a Valencia (1798-1801), “donde fue recibido por todos los literatos con sumo placer” (Fuster, 1830), se reanimó la inspiración poética y dramática de Colomés, pues en esos tres años escasos compuso varias obras, principalmente de temática religiosa, recibidas con mucho aplauso, según la correspondencia del nutrido grupo de ex jesuitas retornados que residían en Valencia (Juan Francisco Masdeu y Antonio Eximeno, entre otros). En primer lugar, un drama sagrado sobre La adoración de los pastores, que se representó el 6 de enero de 1800 en casa del canónigo Antonio Roca, “muy amigo de Colomés”. Además escribió un Diálogo sagrado (1800) en torno al Cantar de los cantares, con su música, notas piadosas o explicación mística de algunos versos. La Adoración de los Pastores (1800) es otro drama como el antecedente, que también se representó, pero que no se imprimió. En 1801 vieron la luz unas Poesías castellanas en honor de 0an Vicente Ferrer, compuestas para la festividad de dicho año.

Nuevamente desterrado, “privando a los sabios de Valencia de la presencia y trato de su estimable amigo” (Fuster, 1830), embarcó en Alicante, en mayo de 1801, en el bergantín raguseo La Sagrada Familia, del capitán Nicolás Tomasich, con destino a Civitavecchia.

Se estableció de nuevo en Bolonia, donde sus últimos escritos quedaron inéditos, a causa de las turbulencias bélicas de la invasión napoleónica.

Aparte de muchas obras menores y poesías sueltas desperdigadas, principalmente, en Bolonia (según Fuster, “en las Memorias Enciclopédicas de Bolonia de los años 1781, 1782 y siguientes se leen muchos artículos de Colomés sobre todos los géneros de literatura, los cuales le ganaron gran concepto de todos los hombres doctos”) y Valencia, Fuster enumera una decena de títulos inéditos, “ya prontos para la imprenta”. Quizá el más importante de todos era un Tratado sobre las Bellas Artes, sobre el que dice Juan Andrés: “Me acuerdo haberle oído decir que sobre las nobles artes meditaba y escribía una obra voluminosa y de empeño; y quisiera que me dijeses [Carlos Andrés] en qué estado la tiene, pues saliendo de su pluma no puede menos de estar llena de ideas luminosas y útiles. Todo esto prueba en nuestro Colomés un feliz ingenio, versátil y pronto para todo cuanto quiera emprender”.

Últimamente, el padre José Martínez de la Escalera (en el artículo que firma Batllori en el Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús) reseña dos manuscritos de la Biblioteca Vaticana con varias tragedias desconocidas e inéditas: en el manuscrito Ferrajoli 678 aparecen las tragedias “Crispo”, “Merope”, “La Alceste”, “Aristica”, “Enrichetta” y el “Impero delle Amazzoni”; y en el Ferrajoli 679, además de varias cartas recibidas por Colomés, se incluyen el poema “Eraclea conquistata” y las tragedias “Kangi”, “Zalira” y “Alceste”.

Respecto al retrato ideológico de Colomés, ha habido cierta discrepancia entre los estudiosos. Si se presta atención a los años en torno a 1785 no hay ningún inconveniente en aceptar la ideología que Batllori atribuye a Colomés, consistente en considerarlo como un filósofo libre, ni escolástico ni antiescolástico, es decir, entre aquellos que conservaban algunas doctrinas tradicionales, pero combinándolas con las de la filosofía moderna, al estilo de sus amigos Juan Andrés y Tiraboschi. El padre Luengo no tiene inconveniente en incluir, en 1787, a Colomés en el grupo de corifeos del poder, por haber traducido al italiano un libro impreso en memoria del recientemente fallecido padre del conde de Floridablanca (Honores sepulcrales a la buena memoria del Sr.

D. José Moñino, Gómez, Colón y Loaysa). Pero como la ideología de los expulsos también sufrió vaivenes, hacia 1793 Colomés se había convertido en bastante antifilósofo y antifrancés en la sátira Les philosophes àl’encan, analizada por Bono Guardiola, quien resume los componente ideológicos de Colomés: “Gracias a su formación había quedado impregnado de los aires humanistas, críticos y eclécticos, aunque renovadores, propiciados por la universidad de Cervera y el círculo cultural de Finestres. Amigos suyos serán Luciano Gallisá, Bartolomé Pou, Joaquín Pla y Baltasar Masdeu entre otros, pero indudablemente su afinidad ideológica parece más cercana a la de sus también amigos valencianos Tomás Serrano, Juan Andrés y Antonio Eximeno, que se declaraban abiertamente antiescolásticos”.

En cuanto a la valoración de la obra literaria de Colomés, autor de tragedias, oratorios y dramas musicales religiosos, queda indicado que para Rossi es mediocre. Según juicio de Leandro Fernández de Moratín, era mejor dramaturgo que el también jesuita valenciano Manuel Lassala. En opinión de Menéndez Pelayo, sus obras admiraron a Italia y fueron puestas en rango no inferior a la Merope, de Maffei, y considera la antivolteriana y antifilosófica Les Filosofs al ancant como el más ingenioso de los escritos de Colomés por su sátira lucianesca.

En 1800 Juan Andrés proporciona un juicio, más de amigo que de riguroso crítico (“sobresale felizmente en cualquier género de literatura que emprende”), sobre la producción literaria de Colomés, en carta a su hermano Carlos Andrés (1800): “Yo quisiera que diese a luz en castellano algunas composiciones trágicas en las cuales pudiera dejar correr libremente su vena y dar dilatado campo a la energía de las pasiones que sabe manejar con tan acreditada maestría. Sin dejarme llevar de la amistad, te puedo confirmar con verdad lo que tantas veces te he escrito, que Colomés es uno de los mejores talentos que tenemos de mucha extensión, y al mismo tiempo profundidad, y que sobresale felizmente en cualquiera género de literatura que emprende”.

Independientemente de este juicio de su amigo Juan Andrés, el teatro poético del culto, humanista y ecléctico Colomés, agraciado con no pocas dotes literarias y siguiendo la estela del afamado Metastasio, consiguió una perfecta aclimatación al ambiente cultural de la Italia del momento y logró alcanzar algún eco entre sus contemporáneos italianos y españoles, principalmente con tres tragedias (Coriolano, Agnese y Scipione in Cartagine), de clara finalidad moralizante, consistente en contraponer los vicios y las virtudes en unos personajes que deben someter siempre sus pasiones y afectos al inexcusable dominio de la razón.

 

Obras de ~: Poesías españolas sobre la pasión de nuestro Señor Jesucristo, Orihuela, 1766; Hermenegilda o Armengola, Orihuela, 1766 (inéd.); Certamen Literario, Valencia, Benito Monfort, 1767; Caio Marzio Coriolano. Tragedia, Bologna, 1779; Memorie apologetiche d’un marmo viterbese, in cui si contiene il decreto del Re’ Desiderio, Bologna, Santo Tomás de Aquino, 1780; Agnese di Castro. Tragedia, Livorno, Giovanni Vincenzo Falorni, 1781; Storia di Messico dell’ Abate Clavigero, Bologna, Santo Tomás de Aquino, 1781; Riflessioni sopra le congeture meteorologiche del dottore Lorenzo Pignetti, publico professore di Fisica nell’ università di Pisa, Bologna, Santo Tomás de Aquino, 1781; Vestendo l’abito religioso nel Nobilissimo ed antichissimo Monistero de’ SS. Nabone e Felice, l’egregia donzella, Sig. Elena Pistorini, cittadina bolognese, coll’ assumere i nomi di suor Maria Gertrude Francesca Anna Luigia il giorno XXVII Maggio 1782, Bologna, 1782; Diálogo entre San Francisco y Santa Clara, Bologna, Santo Tomás de Aquino, 1782; Scipione in Cartagine. Drama per le Nozze del Nobile Uomo Signor Marchese Paolo Spada, colla Nobil Donna Signora Contessa Cattarina Bianchini, Bologna, Tommaso d’Aquino, 1783; I Gemelli, Bologna, 1783 (inéd.); Lettera ad un amico intorno al giudizio dato nelle Efemeridi Romane del dramma intitulato Scipione in Cartagine, Bologna, Santo Tomás de Aquino, 1784; Osservazioni sopra l’Achille in Ciro di Metastasio, Niza, 1785; Osservazioni sull Demofonte di Metastasio, Niza, 1785; La concordia tra la virtù e la sapienza. Drama, Bologna, Lelio de la Volte, 1786; Les philosophes à l’encan, Parma, 1793 (Cosmopoli/¿Bolonia?/, 1796; trad. esp., Madrid, 1819; ed. de M.ª J. Bono Guardiola, Los filósofos en almoneda, San Vicente del Raspeig, Universidad de Alicante, 2003); Miscellanee curiose ed erudite, Bologna, Floriano Canetoli, 1795; Adoración de los Santos Reyes. Drama sagrado, con un intermedio, Valencia, Viuda de Martín Peris, 1800; La adoración de los pastores, Valencia, 1800 (inéd.); Cantado del drama sagrado, Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, Valencia, 1800; Diálogo Sagrado, o sea Paráfrasis de algunos lugares de los Cantares de Salomón, Valencia, Viuda de Peris, 1800; Poesías para el altar de San Vicente Ferrer de la Calle del Mar, en el año 1801, compuestas por D.J.B.C., Valencia, José de Orga, 1801; Tratado sobre las Bellas Artes, s. f. (inéd.); Sobre la fe que se debe a los poetas en muchos puntos de Historia, s. f. (inéd.); Sobre la famosa estatua colosal de Pompeyo Magno, a cuyos pies fue muerto Julio César, y sobre ocho bajos relieves antiguos, que se conservan junto con la dicha estatua en el Palacio Spada de Roma, s. f. (inéd.); Henriqueta de Suffolh.

Tragedia, s. f. (inéd., aunque representada); Tratado de mecánica según los nuevos principios de Riccati, s. f. (inéd.); Vida de la Venerable Madre Inés de Beniganim, s. f. (inéd.).

 

Bibl.: J. Sempere y Guarinos, Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del Reinado de Carlos III, t. II, Madrid, Imprenta Real, 1789, págs. 220-2226 (reed. facs., Madrid, Gredos, 1969); J. Andrés, Cartas familiares a su hermano D. Carlos Andrés, dándole noticia del viage que hizo á varias ciudades de Italia, en el año 1785 [al 1795], Madrid, Imprenta de Sancha, 1791-1793, 5 ts.; J. Pastor Fuster, Biblioteca valenciana de los escritores que florecieron hasta nuestros días, vol. II, Valencia, José Ximeno, 1830, págs. 298-304; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jesus, vol. II, Bruxelles- Paris, O. Schepens-A. Picard, 1890, cols. 1318-1320, y vol. IX, col. 95; J. E. Uriarte y L. M. Lecina, Biblioteca de Escritores de la Compañía de Jesús pertenecientes a la antigua Asistencia de España, vol. I, Madrid, Imprenta de la Viuda de López del Horno, 1925, págs. 269-271; E. Toda y Güell, Bibliografía Espanyola d’Italia, vol. I, Castell de Sant Miguel d’Escornalbou [Barcelona, Vidal Güell], 1929, págs. 427-428, n.º 1269-78; M. Cascón, Los jesuitas en Menéndez y Pelayo, Santander, Aldus, 1940, pág. 543, n.º 505; M. Batllori, La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, Madrid, Gredos, 1966 (col. Obras Completas, vol. 10), págs. 501-506, 512- 514 y 672; G. C. Rossi, “La tragedia Inés de Castro [...]”, en Primer Congreso de historia del País Valenciano, vol. II, Valencia, Universidad, 1976, págs. 799-808; F. Aguilar Piñal, Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, t. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Instituto Miguel de Cervantes, 1983, págs. 450-451; M. Fabbri, “Tradizione e rinnovamento nel teatro classico dei gesuiti espulsi”, en Vagabondi visionari eroi, Albano Terme, 1984, págs. 101-118; C. Aragonés Cholbi y A. Giordano Granegna, “Il Coriolano di Juan Bautista Colomés”, en Miscel·lania Joan Fuster, vol. II, Montserrat, Publicaciones de l’Abadía, 1990, págs. 100-121; M. Batllori, “Colomés, Juan Bautista”, en Ch. E. O’Neill y J. M.ª Domínguez (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu-Universidad Pontificia Comillas, 2001, pág. 867; M.ª J. Bono Guardiola, “Una sátira antifilosófica: Les philosophes à l’encan de Juan Bautista Colomés”, en E. Giménez López (ed.), Y en el tercero perecerán. Gloria, caída y exilio de los jesuitas españoles en el s. XVIII, Alicante, Publicaciones de la Universidad, 2002, págs. 641-662; “Estudio preliminar”, en J. B. Colomés, Los filósofos en almoneda, op. cit., págs. 7-57; A. Astorgano Abajo, “La Biblioteca jesuítico-española de Hervás y Panduro y su liderazgo sobre el resto de los ex jesuitas”, en Hispania Sacra, 112 (2004), págs. 171-268; L. Hervás y Panduro, Biblioteca jesuítico-española, ed. de A. Astorgano, Madrid, Libris - Asociación de Libreros de Viejo, 2007.

 

Antonio Astorgano Abajo

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