Amat i Cortada, Rafael d’. Barón de Maldá y Maldanell (I). Barcelona, 10.VII.1746 – 15.II.1819. Escritor, sibarita y gastrónomo.
Rafael d’Amat nació en el seno de una de las familias de la nobleza catalana encumbrada en distinciones, empleos y honores durante el siglo xviii por el apoyo prestado a la causa borbónica en la Guerra de Sucesión española. Así, fue su padre Antonio de Amat y Junyent, coronel de infantería, segundogénito de los cinco hijos habidos —hermano, entre otros, de Manuel Cayetano de Amat, que fue virrey del Perú— en el matrimonio entre María Anna Junyent y Vergós, hija de los primeros marqueses de Castellmeyá, y Josep de Amat Planella y Despalau, I marqués de Castellbell; mientras que su madre fue María Teresa de Cortada y Sentjust, pubilla de ambos linajes, hija de José Cortada y Bru, señor de la baronía de Maldá y Maldanell, capitán de caballería del Ejército del Rosellón al servicio del rey Felipe V y alguacil mayor del Principado de Cataluña, y de Teresa Pagés y Planella de Sentjust, heredera de la antigua y noble familia de Sentjust en Cataluña.
Rafael d’Amat tuvo una formación ilustrada, no en vano varios de sus ascendientes y otros parientes habían fundado la Acadèmia dels Desconfiats, que promovía la historia y las letras catalanas durante el período de reformas borbónicas. Siguiendo la tradición familiar, estudió en el Real Seminario de Nobles de Cordelles de Barcelona, prestigiosa institución que gestionaba la Compañía de Jesús desde 1662 y a la que Rafael d’Amat se sintió siempre vinculado e incluso asistió económicamente hasta que la Pragmática Sanción del rey Carlos III en 1767 dispuso la expulsión de los jesuitas de los territorios bajo su soberanía.
Precisamente un año después de que el monarca le hubiera elevado a la nobleza titulada concediéndole por Real Despacho de 5 de julio de 1766 la merced de barón de Maldá y Maldanell sobre el señorío que había heredado por el lado materno, con ocasión del matrimonio que iba a contraer en su Ciudad Condal el 24 de noviembre de tal año con su prima hermana Esperanza Amat y de Rocabertí, hija de su tío carnal José de Amat Planella y Vergas, II marqués de Castellbell y II marqués de Castellmeyá, y de Ana de Rocabertí y Descatllar, baronesa de Pau, de cuya unión nacieron ocho hijos, de los que sobrevivieron a la infancia, tres varones y dos hembras. Se aprecia, pues, una marcada endogamia familiar, hasta el punto de que, el 11 de diciembre de 1798, casó a su homónimo y primogénito y a María Escolástica con sus primos hermanos, al tiempo que las dos hijas menores, María Teresa y María Felipa, entraron como religiosas en el convento de Junqueras, donde eran priora y subpriora otras dos Amat. Siguiendo esta política familiar preservaba los títulos y mayorazgos en el linaje, por ello, el hereu encargado de velar por el patrimonio familiar, y más tarde Cayetano, sucesivamente, le sucedieron en la merced, no así el segundogénito, José María, que le había premuerto, aunque ninguno de ellos dejó ulterior sucesión, por lo que el título de barón de Maldá y Maldanell pasó con María Escolástica por su matrimonio con Manuel d’Amat i de Reguera a la línea principal de los marqueses de Castellbell.
Con todo, el barón de Maldá llevó una apacible vida, propia de la nobleza de provincias, que no hubiera pasado a la posterioridad si en su vigésimo tercer cumpleaños, como un precedente del costumbrismo y del periodismo local, no hubiera comenzado a escribir un diario en el que durante casi cincuenta años narró, bajo el título de Calaix de sastre, los acontecimientos que transcurrieron a lo largo de su vida cotidiana. Constituye un importante documento literario, ya que es uno de los escasos testimonios de prosa en lengua catalana entre el Renacimiento y el siglo xix, aunque en un estilo coloquial y algo castellanizado; pero, sobre todo, se trata de una fuente de valor histórico en cuanto que proporciona una gran información sobre la sociedad, la cultura, las costumbres, la economía y la política en la Cataluña de finales del Antiguo Régimen. En efecto, Cajón de sastre por cuanto que el autor vierte de manera subjetiva sus reflexiones intelectuales y políticas y sus impresiones sociales sobre los asuntos públicos tanto locales —como obras e incluso ejecuciones capitales, procesiones o los cambios climáticos que acontecieron en el espacio urbano propio de su Barcelona natal— o de escenarios más amplios —especialmente tras la Guerra de la Independencia, en su periplo por los pueblos catalanes, huyendo del ejército francés, nacionalidad por la que sintió una profunda aversión, desde el temor a la Revolución Francesa, pasando por la humillación de la derrota en la Guerra de la Convención y la vejación en su éxodo por la invasión francesa— como otros sucesos más personales o propios del estamento social que revelan el estilo de vida del Barón de Maldá, ya fueran de dolor como la muerte de su esposa el 19 de enero de 1788, víctima de la viruela, o bodas u otras celebraciones, salvo cuando su hipocondría o el temor a los frecuentes desórdenes bélicos que agitaron su época lo aquejaban.
Como la nobleza de su época, participaba de las tradiciones generales y su carácter esencialmente conservador se reflejaba muy claramente en su apego a las tradiciones alimentarias, especialmente en las grandes festividades del calendario litúrgico. El barón de Maldá, gran aficionado a los placeres de la mesa, recogió con fidelidad la sucesión de productos y platos típicos con los que celebraban las diversas fiestas españolas o propiamente catalanas: Navidad, San José, Pascua de Resurrección, Todos los Santos, aunque también Carnaval. Para el barón de Maldá algunos alimentos eran básicos para cualquier día del año, de tal manera que se incluían a veces en los contratos, como sucedió en el alquiler de su casa de Hospitalet para posada: “Ab la expressa condició i pacte de tener-li de donar, a més del lloguer, cinc o sis lliures de vedella estofada per Corpus; volatería ben guisada, per Nadal; i cabrit o moltó rostit be per Pasqua [...]”.
La pretensión del Barón de Maldá no es la divulgación de su obra, sino el único propósito de acumular anécdotas, sucedidos, rumores que, como mucho, transmitirá, en lecturas, a su círculo de allegados.
En efecto, frente a la sociabilidad tabernaria de las clases populares, las clases nobiliarias se reunían en el ámbito doméstico de una manera más sofisticada y reservada, entre parientes y amigos, con la finalidad de charlar, jugar, comentar cartas y libros, escuchar música y, por supuesto, comer y beber. El chocolate era el centro de las tertulias. Venido de América, el chocolate español, muy oscuro, muy caliente, muy espeso y muy dulce, comenzó por triunfar en los círculos cortesanos, para extenderse paulatinamente entre capas más amplias de la sociedad, hasta convertirse ya en el siglo xviii en una de las grandes pasiones de los españoles y, en particular, del barón de Maldá, por el que sentía una especial predilección y tomaba con fruición en las reuniones en casa de su yerno y sobrino, el marqués de Castellbell, que adoptaron el nombre de El Col·legi de la Bona Vida.
gastronómicos, este refinado sibarita llegó al final de sus días desdentado y aquejado de una ceguera tan avanzada que, en 1816, hubo de abandonar su afición a la escritura, cuyo legado, su Calaix de sastre, abarcaba hasta sesenta volúmenes, del cual se han publicado hasta ahora solamente fragmentos recopilatorios a pesar de la indudable importancia que posee como documento histórico y literario. Ese año, además, ingresó en l’Acadèmia de Bones Lletres y ni siquiera entonces se sintió motivado para publicarlo, pues lo concebía tan sólo como un diletante entretenimiento o distracción. Un par de años después murió, con sesenta y dos años de edad, siendo enterrado en la cripta de la iglesia de Santa María de Gracia del convento de los carmelitas descalzos els Josepets, de su ciudad natal.
Obras de ~: Viatge a Maldà i Anada a Montserrat (Viaje a Maldà y a Montserrat), intr., ed. y notas de M. Aritzeta, Barcelona, Abadía de Montserrat, 1986; Calaix de sastre, ed. de R. Boixareu, Barcelona, Curial, 1987-2005, 11 vols.; Exili de Barcelona i viatge a Vic (1808), ed. de V. Pascual i Rodríguez y C. Rubio i Larramona, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1991; El Col·legi de la Bona Vida, ed. de M. Aritzata, Barcelona, Barcanova, 1993; Viles i ciutats de Catalunya (Pueblos y ciudades de Catalunya), intr., ed. y notas de M. Aritzeta, Barcelona, Barcino, 1994; Miscel·lània de viatges i festes majors (Miscelánea de Viajes y Fiestas mayores), intr., ed. y notas de M. Aritzeta, Barcelona, Barcino, 1994.
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Iván F. Moreno de Cózar y Landahl, conde de los Andes