Inés de Castro. A Limia (Orense), ¿17.XII.1320? – Coímbra (Portugal), 7.I.1355. Reina de Portugal.
Hija natural de Pedro Fernández de Castro y de la dama portuguesa Aldonza Soares de Valladares, la prematura muerte de su madre y su lejano parentesco con la Familia Real castellana la llevaron hasta Peñafiel (Valladolid), donde permaneció en la Corte de Juan Manuel, el infante-poeta. En 1341 viajó hasta la Corte portuguesa en calidad de dama de compañía de Constanza Manuel, prometida del príncipe Pedro (1320-1367), del que, poco después, se convirtió en amante. La relación se consolidó a la muerte de Constanza en 1345. La creciente influencia de la dama gallega sobre el príncipe heredero alarmó a Alfonso IV (1290-1357), especialmente porque tras ella se encontraban sus hermanos, adalides del partido castellano de los Castro, lo que podía propiciar la implicación de Portugal en las luchas dinásticas por la Corona de Castilla. Por otra parte, de la unión de Pedro e Inés, por entonces retirados a Coimbra, habían nacido tres hijos: Beatriz, Juan y Dionís —otro hijo, Alfonso, vivió sólo unos meses—, quienes, de regularizarse la unión, podían ser firmes candidatos al Trono en detrimento del futuro Fernando I (1345-1383), hijo de Constanza. De ahí que, con el respaldo de la Corte, el monarca portugués decretara la ejecución de Inés. La sentencia la llevaron a cabo tres caballeros de la Corte, Alvaro Gonçalves, Pero Coello y Diogo Lopes Pacheco, el 7 de enero de 1355 en la llamada Quinta das Làgrimas de Coímbra. Tras la muerte de Inés, el príncipe Pedro se levantó en armas contra su padre y acaudilló un levantamiento popular que, durante dos largos años, sumió a Portugal en la guerra civil. A poco de firmarse la paz, la muerte de Alfonso IV le llevó al trono en 1357.
Una vez coronado, Pedro I ajustició a los asesinos de Inés —a excepción de Pacheco, que huyó y pudo refugiarse en la Corte papal de Aviñón—, proclamó su matrimonio contraído en secreto en 1354 y, al ser reconocido éste por las Cortes de Cantahede, coronó a Inés como reina de Portugal.
La leyenda asegura que Pedro I de Portugal mandó desenterrar el cadáver de su esposa y obligó a la Corte a rendirle pleitesía. Posiblemente, tal situación no es más que la idealización del traslado de sus restos hasta el mausoleo construido para ella en el monasterio de Santa María de Alcobaça (1360). El Rey supervisó personalmente la obra, por lo que la estatua yacente de Inés de Castro se tiene por el más fiel retrato de la Reina. El relato de los hechos aparece por primera vez en la Crónica de Alfonso IV (siglo XIV); luego la literatura y el arte no fueron indiferentes ante la historia y, tras ser tratada en diversos poemas, como los de García de Resende (Trovas à morte de dona Inès de Castro, 1516) o Mota (Visão de Inès de Castro, c. 1520), fue mencionada por Luis de Camões en Os Luisiadas (1572) e inspiró a Antonio Ferreira la primera obra dramática del teatro portugués, Tragedia de dona Inés de Castro (1558). De Portugal, el tema pasó a la literatura castellana, y Jerónimo de Bermúdez escribió Nise lastimosa (1571) y Nise laureada (1577), y Suárez de Alarcón el extenso poema La infanta coronada (1606). En él se basó Luis Vélez de Guevara para su tragedia Reinar después de morir (1625). Asimismo se sabe que Lope de Vega escribió un drama, Inés de Castro, que no se ha conservado y, ya en el siglo XX, el dramaturgo Alejandro Casona lo retomó en Corona de amor y muerte (1955). Francia tampoco fue ajena a la fascinación por el personaje, llevado al teatro en tres ocasiones por Antoine Houdar de la Motte (Inés de Castro, 1723), Victor Hugo (Inés de Castro, 1822) y Henry de Montherlant (La reine morte, 1942). Por su parte, Stephanie-Felicité du Crest, Madame de Genlis, escribió una novela, Inés de Castro, a fines del siglo XVIII. Italia musicó el asunto en la ópera Inés de Castro (1835) de Giuseppe Persiani, según libreto de Salvatore Cammarano. Un tema que retomó en 1976 el compositor italo-americano Thomas Pasatieri, con el mismo título y según libreto de Bernard Stamblery.
La pintura recogió la coronación póstuma de Inés de Castro en un lienzo del pintor historicista Martínez Cubells (1887), destruido en el transcurso de un incendio, pero del que se conservan numerosas copias, y la leyenda fue llevada al cine en 1944, en la producción hispano-lusa Inés de Castro, dirigida por José Leitão de Barros y M. García Viñolas, y en Inés de Portugal (1997), una coproducción gallego-portuguesa dirigida por José Carlos de Oliveira.
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María Pilar Queralt del Hierro