Cerdá, Tomás. Tarragona, 22.XII.1715 – Forli (Italia), 18.III.1791. Científico, físico, astrónomo y matemático, jesuita (SI).
Cerdá ingresó en la Compañía de Jesús en 1732 y realizó estudios de Humanidades, Filosofía y Teología en Tarragona, Gandía y Valencia. En esta última ciudad recibió la ordenación sacerdotal. Fue profesor de Filosofía en Zaragoza (1747-1750) y en Cervera (1750-1753). En Cervera, Cerdá publicó un texto titulado Jesuiticae Philosophiae Theses (1753) en el que se tratan cuestiones de Física, Astronomía y Matemáticas, con referencias frecuentes a las obras de Kepler, Descartes, Gassendi, Huygens, Cassini, Clairaut, Jorge Juan, Nollet i Newton. Representa un serio intento por modernizar las enseñanzas científicas en la universidad, similar al que estaban realizando algunos profesores de la de Valencia y de alguna otra universidad española en el mismo sentido antes de las reformas de Carlos III.
Después de su etapa de docencia en Cervera, Cerdá se trasladó a Marsella, en 1755, a completar su formación científica con el jesuita francés Esprit Pezenas, autor de la versión francesa (1749) del Treatise of fluxions de MacLaurin. A su vuelta a Barcelona, pasó a ocupar, entre 1757 y 1764, la cátedra de Matemáticas del Colegio de Nobles de Santiago de Cordelles, cátedra creada expresamente para él con el apoyo del Ayuntamiento de la ciudad y el informe favorable de la Audiencia de Cataluña. Tomás Cerdá, que ya había dado su primer curso de Matemáticas en Cordelles en 1756-1757, impartió su primer curso público, como catedrático regio, en 1757-1758. Cerdá concibió un proyecto global de enseñanza de las Matemáticas puras y aplicadas, siguiendo la tradición enciclopedista de compendios de Matemáticas puras y mixtas o físico-matemáticas e incorporando las novedades a las diversas partes de estas disciplinas. En 1758-1760 Cerdá publicó dos volúmenes de Liciones de Matemática o Elementos Generalas de Arithmética y Álgebra para el empleo de la clase. La crítica de su tiempo dijo que “se encuentran [...] muchas cosas tratadas más profundamente que en los libros de este género” (Journal Étranger, agosto de 1760). A la vista del texto, se puede ampliar este comentario diciendo que es uno de los mejores, si no el mejor texto español de la época para la enseñanza de la Aritmética y el Álgebra. Su lectura detallada revela que Cerdá había asimilado perfectamente todo lo que había aprendido de Matemáticas. Ordenó su exposición de tal manera que la Aritmética apareciese como una introducción al Álgebra. El primer tomo de la obra acaba con un interesante capítulo dedicado a los logaritmos, donde define y desarrolla los logaritmos hiperbólicos.
El tomo segundo estudia la teoría de las ecuaciones, apoyándose en las ideas de Thomas Harriot, desarrollando los métodos de Isaac Newton y Colin Maclaurin, además de incluir las soluciones de Girolamo Cardano y Descartes a las ecuaciones de tercero y cuarto grado. Es una excelente exposición de la teoría de ecuaciones algebraicas. En el texto, Cerdá promete la impresión de la Geometría y la Trigonometría, la aplicación del Álgebra a la Geometría y curvas y el “método directo o inverso de las fluxiones, que otros llaman Cálculo diferencial e integral”. Cerdá le escribió al matemático inglés Thomas Simpson pidiéndole consejo por seleccionar autores a seguir en otras disciplinas de la Matemática (de las que especifica algunas: “Mecánica, Estática, Hidrostática, Óptica, Astronomía, Navegación, Arquitectura, etc.”) para tratar estos temas de “forma conveniente”. En cuanto a las Matemáticas puras, la idea de Cerdá era publicar cinco volúmenes de esta materia. Además de los dos señalados, quería incluir un tercero de Geometría y Trigonometría, un cuarto de Aplicación de la Álgebra a la Geometría y curvas, y un quinto que sería el Méthodo Directo e Inverso de las Fluxiones, que otros llaman Cálculo Diferencial e Integral. Se han localizado manuscritos autógrafos de Cerdá sobre los temas de los volúmenes citados, incluidos borradores de cálculo diferencial donde se tratan problemas de máximos y mínimos, radios de curvatura y evolutas y donde Cerdá utiliza la notación de Leibniz. Pero no llegaron a la imprenta y sólo se publicaron, el año 1760, las Lecciones de Matemática o Elementos Generales de Geometría para el empleo de la clase. En esta obra, además de la Geometría clásica, según el tratamiento habitual, dedicó los dos últimos capítulos a la Trigonometría plana y esférica.
En lo concerniente a las Matemáticas aplicadas parece que el proyecto de Cerdá era editar cinco volúmenes más. Con motivo de la inauguración de la Escuela de Artillería de Segovia, Cerdá publicó unas Lecciones de Artillería para el empleo de la clase, posiblemente por encargo del conde de Gazola, inspector general de Artillería, a quien la obra está dedicada. En el prólogo, Cerdá sugirió la creación de una Academia Nacional de Ciencias. Estas lecciones de artillería constituirían el sexto volumen del conjunto de la enciclopedia fisico-matemática proyectada por Cerdá (y también el último publicado como consecuencia del traslado de Cerdá a Madrid y de la expulsión de los jesuitas de España el año 1767). El séptimo correspondería a la Mecánica, el octavo sería un tratado de Hidrostática e Hidráulica, el noveno un tratado de Óptica y el décimo uno de Navegación. Se conservan también diversos manuscritos relacionados con este proyecto, entre ellos un tratado de Mecánica racional newtoniana (9/2788), donde utiliza el cálculo diferencial, y un tratado de Astronomía. Este último es básicamente una traducción de la parte de Astronomía de lo obra de Benjamin Martin Philosophia Britannica or a new system of the Newtonian Philosophy, Astronomy and Geography (1747), con algunas adiciones o cambios de Cerdá. Al principio de este manuscrito Cerdá describe los tres “sistemas” del mundo: el ptolemaico, el tychónico y el copernicano, y añade que, si bien no dirá nada sobre la verdad de estos sistemas, “sólo explicará los fenómenos que resultarían del último (el copernicano), y se reservará por otro momento el examen de cuál seguirse”. Con todo, en el resto del texto Cerdá no deja dudas sobre cuál sistema seguirse y habla siempre del “sistema solar” y, en un capítulo separado, discute largamente los “principios matemáticos en los que se basa el sistema copernicano”.
En este capítulo también sigue a Martín, si bien cambiando algunos párrafos para evitar las afirmaciones de este sobre la verdad del sistema copernicano.
Por otra parte, para Cerdá el sistema solar no es único, sino uno más entre los muchos mundos que posiblemente existen y que desconocemos.
En Cordelles, además de la enseñanza teórica de las Matemáticas “puras” y “mixtas”, también se hacían trabajos de Física experimental preparados para los actos solemnes de exposición pública y las fiestas escolares, donde se realizaban ejercicios de varios tipos, para poner de manifiesto las enseñanzas recibidas ante las autoridades y la nobleza. El programa de los ejercicios de Física experimental constaba de doce apartados que correspondían a la explicación, descripción, invención o uso de diferentes máquinas o instrumentos, como la máquina pneumática, la máquina eléctrica, la palanca, la balanza común, la romana, el prisma triangular y la manera de distinguir los colores, el barómetro simple y compuesto y las experiencias para probar la elasticidad del aire mediante el barómetro, las lentes convexas y cóncavas, los telescopios de refracción y de reflexión, los microscopios simples y compuestos y la linterna mágica. Y también incluía diez “paradojas físicas” la verdad de las cuales las debían demostrar los seminaristas, como que la luz tiene peso, que el aire tiene gravedad absoluta, que los peces respiran o que el agua en su forma natural es sólida y no líquida.
Cerdá impartió las clases de Matemáticas en Cordelles hasta el año 1765. Después de publicar las Lecciones de Artillería (1764), Cerdá fue llamado a la Corte a la que se trasladó en 1765; se le encargó la enseñanza de Matemáticas a las infantas y fue nombrado profesor del Colegio Imperial y cosmógrafo mayor de las Indias. Al ser expulsados los jesuitas, se fue a Italia, donde murió.
Cerdá con sus obras y actividades tuvo una gran influencia en la fundación de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, cuyos fundadores eran, en su mayoría, discípulos de Cerdá. Los fundadores acordaron “se le concediese [...] franca entrada en las Juntas siempre y cuando a él le pareciera”.
Obras de ~: Jesuiticae Philosophiae Theses, Cervera, 1753 (ms.); Liciones de Mathemática o Elementos Generales de Arithmetica y Algebra, para uso de la clase, Barcelona, 1758-1760 (ms.); Lecciones de Mathemática o Elementos generales de Geometría, para el uso de la clase, Barcelona, 1760 (ms.); Lecciones de Artillería, para uso de la clase, Barcelona, 1764 (ms.); Tratado de Astronomía, Barcelona, 1799 (ms.) (Real Academia de la Historia).
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Víctor Navarro Brotons