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Gregorio Mayans y Siscar

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Biografía

Mayans y Siscar, Gregorio. Oliva (Valencia), 9.V.1699 – Valencia, 21.XII.1781. Bibliotecario real, jurista e historiador.

Primogénito de una familia de la pequeña nobleza local, siempre se sintió orgulloso de su título de generoso, que latinizó en sus obras jurídicas como generosus valentinus.

Su infancia se vio alterada por las convulsiones de la Guerra de Sucesión. Con motivo del desembarco de Basset en Altea (1705), la familia Mayans trasladó su residencia a Valencia, pero, después de la batalla de Almansa, todos acompañaron al archiduque Carlos a Barcelona.

La familiaridad de Pascual Mayans con el círculo del archiduque fue notable: recibió la encomienda de Museros y prestó dinero al conde de Oropesa, así como al teórico político Amor de Soria. El mismo Gregorio, siendo un adolescente, recibió de manos del archiduque el hábito de Santiago. En la Ciudad Condal asistió al Colegio de Cordelles, regido por los jesuitas, donde aprendió a la perfección la lengua latina, y condiscípulos suyos fueron los hermanos Finestres.

En 1713, abandonó Barcelona y regresó a Oliva para ingresar en la Universidad de Valencia y seguir los estudios de Filosofía. Acostumbrado al latín clásico, no gustó de las sutilezas escolásticas, y, si bien manifestó sus conocimientos latinos en los versos acrósticos que compuso con motivo de la muerte de María Luisa de Saboya (1714), la importancia de estos años en su vida intelectual radica en las relaciones establecidas con los novatores. Tosca, autor de un Compendio matemático (9 vols., 1709-1715) y Corachán, catedrático de Matemáticas y primer adaptador español de Descartes, le dieron a conocer la importancia de la ciencia moderna así como de las nuevas corrientes filosóficas (Descartes y Gassendi). Siguiendo las costumbres de la época, recibió la tonsura clerical, que le permitía gozar de las rentas de beneficios eclesiásticos, y mantuvo cordiales relaciones con los jesuitas, especialmente con el padre Jerónimo Julián, prepósito de la Compañía en Valencia.

Fue el padre Julián quien realizó las gestiones para que el joven Gregorio marchara a Salamanca a completar los estudios de Derecho. Hizo más: preparó el ambiente salmantino para que recibiera cordial acogida, tanto por los profesores (José Borrull, futuro fiscal del Consejo de Indias, y Matías Chafreón) como por los jesuitas que intentaron que ingresara en la Compañía y que Mayans rechazó con rotundidad. En Salamanca pudo observar la decadencia de la Universidad pero, al mismo tiempo, descubrió la red de influencias que entrañaba la coaligación de los colegios mayores con los perniciosos efectos en la docencia universitaria. Como Salamanca había sido centro de una gloriosa escuela jurídica, Mayans pudo comprar tanto importantes obras de los más prestigiosos tratadistas (Antonio Agustín, Cujàs o Covarrubias) como manuscritos de los mejores catedráticos del XVI, en especial de Ramos del Manzano y Fernández de Retes. Ahora bien, Mayans no limitó su actividad intelectual al estudio del Derecho.

Gozó siempre de fama de latinista y colaboró con el profesor de Retórica. En ese sentido, fue designado para pronunciar el discurso de enhorabuena (Gratulatio) por la colación del grado de doctor de José Borrull.

Y tan orgulloso quedó de su Oratio que envió una copia a Manuel Martí, deán de Alicante, prestigioso humanista que había residido diez años en Roma, donde había establecido buenas relaciones con los intelectuales del momento (Gravina, Fabretti, Bianchini...) y había colaborado con el cardenal Sáenz de Aguirre en la edición de la Collectio maxima conciliorum Hispaniae et novi orbis (1693-1694) y en la preparación de la Bibliotheca Hispana vetus de Nicolás Antonio. Martí quedó asombrado del dominio del latín demostrado por Mayans y se convirtió en su mentor intelectual.

Sea por razones académicas (no siendo colegial, debía soportar el sistema de las alternativas), sea por intereses familiares, Mayans rechazó siempre opositar a una cátedra en la Universidad de Salamanca. Decidió regresar a Valencia, presentar las conclusiones para el grado de doctor y opositar a la Cátedra de Código, que alcanzó en 1723. Ejerció la docencia durante diez años, que fueron intensos pero también polémicos.

Publicó sus primeras obras jurídicas (Ad quinque Iurisconsultorum fragmenta commentarii, 1723 y Disputationum Iuris liber I, 1726), pero su apertura intelectual no gustó a todos sus colegas, que manifestaron su repulsa en el acto de la defensa de las conclusiones de un discípulo, hecho del que queda constancia por la Iusti Vindicii Relatio (1725). Como fue habitual en su vida, Mayans se interesó por múltiples aspectos culturales.

Así, durante estos años de catedrático de Código, descubrió la belleza literaria de los clásicos castellanos.

La Oración en alabanza de las eloquentissimas obras de don Diego Saavedra Fajardo (1725) constituye, junto con la Oración que exhorta a seguir la verdadera idea de la eloquencia española (1727), la primera censura seria contra el barroco decadente que dominaba la literatura española. También manifestó interés por la historia crítica, aunque en el aprendizaje recibió la censura de su mentor Martí. En 1725, Mayans publicó la Vida de san Gil, abad, y en 1727, la Vida de san Il(d)efonso.

Las deficiencias metodológicas eran evidentes. La lectura de la Bibliotheca Hispana de Nicolás Antonio y el consejo que recibió de Martí de que leyera De re diplomatica de Mabillon marcaron el espíritu crítico de Mayans y despertaron su pasión por la historia.

La situación de la Universidad de Valencia era incómoda.

Con motivo de la abolición de los Fueros por Felipe V en 1707, la ciudad perdió el patronato de la Universidad. Pero en 1720, por medio del padre Confesor, los jesuitas lograron la devolución del Patronato y consiguieron la firma de la Concordia.

La Universidad recobraba el Patronato, pero los jesuitas enseñarían la Gramática en aulas creadas por el Ayuntamiento. Mayans, pese a su amistad con los jesuitas, defendió los intereses de la Universidad, cuyos estatutos había jurado. Pero el fracaso mayor tuvo lugar en 1729. Sea por la ruptura con los jesuitas, sea por la metodología docente (mos gallicus frente al mos italicus) o por la simpatía austrina familiar, fue suspendido en sus pretensiones de alcanzar la pavordía de Derecho. Había preparado bien la estrategia (estudios, pero también influencias) y consideró el fracaso como una humillación. De hecho, cambió su vida.

De ganar la pavordía, hubiera seguido la carrera eclesiástica dentro de la actividad docente universitaria; pero, rechazado, decidió abandonar Valencia y buscar una salida política a su capacidad intelectual. En 1730, aprovechó la oportunidad de que pasaran por Valencia dos extranjeros vinculados al mundo de las letras: el editor de Lyon Roque Deville y el bibliófilo alemán barón Schönberg. En los Deville pensó encontrar un medio para introducirse en el mundo cultural francés y conseguir el favor del cardenal Hércules Fleury, a quien quería dedicar los Tractatus academici de Juan de Puga. Dado el retraso en la edición (aparecieron en 1735), Mayans dedicó al cardenal sus Epistolarum libri sex (1732), aunque no obtuvo los frutos esperados. Fleury no contestó, y los Deville sólo publicaron Cartas de Nicolás Antonio y de Antonio de Solis (1733). Por su parte, la mediación de Schönberg le permitió entrar en contacto con Pierre D’Hondt, que publicó la Historia latina de Mariana y la continuación del padre Miñana (1733), con censuras, aprobaciones y dedicatorias redactadas por el mismo Mayans, aunque aparezcan en nombre de Jacinto Jover. Además, Schönberg puso a Mayans en contacto con J. B. Mencke, el director de Acta Eruditorum de Leipzig, en cuya revista publicó Gregorio un artículo latino: “Notitia literaria ex Hispania” en 1731, en que hacía una reseña de los últimos libros españoles, entre los que sobresalen el Teatro crítico de Feijoo y el Diccionario de la Real Academia Española.

Pero el medio que le permitió abandonar Valencia fue el favor del cardenal Álvaro Cienfuegos, jesuita austracista exiliado en Roma. A Cienfuegos le confesó el austrino familiar así como las buenas relaciones mantenidas con el archiduque durante los años de residencia familiar en Barcelona, y Cienfuegos consiguió, por medio del prepósito general de la Compañía (Francisco Retz), una plaza en la Real Biblioteca de Madrid, gracias al director que era siempre un jesuita (en ese momento Guillermo Clarke). Conocidas las gestiones iniciadas por Cienfuegos, Mayans dedicó al padre Confesor uno de sus libros más bonitos, El orador christiano (1733), en el que, muchos años antes que el padre Isla, censuró con dureza el sermón barroco pero con método muy distinto.

Con sistema pedagógico, utilizando los preceptos de la retórica clásica, Mayans planteaba la necesidad de que el predicador expusiera la palabra de Dios, basado en la Escritura y en los santos padres, y siguiendo el modelo de los humanistas cristianos españoles del siglo XVI (fray Luis de Granada y san Juan de Ávila).

Nombrado bibliotecario real en octubre de 1733, Mayans, que era ambicioso, quiso obtener el favor de la Familia Real y dedicó el Espejo moral (1734) al infante don Felipe. Pero, sobre todo, pretendió, con el favor del marqués de la Compuesta —secretario de Estado de Gracia y Justicia— y del padre Confesor, ganar la voluntad de José Patiño, artífice de la política del Monarca. La pretensión iba dirigida a conseguir la plaza de cronista de Indias, pero fue rechazada por el sistema habitual: el silencio administrativo. No puede ocultarse la sospecha de que Patiño se mantuvo inflexible por razones políticas, porque conocía los antecedentes austrinos familiares, a pesar de que Mayans le había dedicado sus Cartas morales (1734), que constituía un plan de reforma cultural ambicioso y coherente. En ese plan, adquiría especial valor la historia crítica. Desde la exigencia de Mabillon, de que sólo el documento da validez al hecho histórico, se comprende la doble exigencia mayansiana: búsqueda y edición de fuentes documentales así como crítica en el estudio del pasado. En consonancia con ese espíritu, buscó los manuscritos de Nicolás Antonio, que se conservaban en la Real Biblioteca, y solicitó las obras inéditas de Mondéjar a sus herederos.

Mayans tenía sus ideas en el campo de la jurisprudencia y en los aspectos estrictamente literarios. En el campo de la jurisprudencia, se apresuró a publicar el Diálogo de armas y linages de España de Antonio Agustín, con la Vida del autor (1734) que dedicó a Compuesta. También en este campo tuvo polémicas.

El colegial J. J. Vázquez publicó Otium complutense (1734), en que censuraba a Mayans, y éste respondió con dureza en Disputatio de incertis legatis (1734). Polémica dura, aunque velada porque no aparecieron los nombres, fue la que mantuvo con Montiano y Nasarre.

Éstos habían publicado en 1732 el Quijote de Avellaneda que alabaron calurosamente y, en contraste, censuraron los defectos que veían en el Quijote cervantino.

Mayans mantenía buenas relaciones con el embajador de la Gran Bretaña, Benjamín Keene (que había subvencionado la edición de Epistolarum libri duodecim de Manuel Martí, 1735, preparada por Mayans), y fue Keene quien le encargó la redacción de la Vida de Miguel de Cervantes (1737), primera biografía del genial novelista. Pues bien, en ella, además de exaltar el mérito literario de Cervantes, censuraba, sin citar al autor, los juicios anticervantinos de Montiano.

La Vida de Miguel de Cervantes no suscitó aparentemente la crítica de los émulos de Mayans, pero los Orígenes de la lengua española (1737), cuyos méritos fueron reconocidos por historiadores como Lapesa, provocó la dura censura del Diario de los literatos de España (1737). La réplica mayansiana en la Conversación de Plácido Veranio (1737) dio pie a la más dura crítica de Martínez Salafranca, que hizo público el texto del artículo publicado en Acta eruditorum, haciendo especial hincapié en el desprestigio que suponía una censura, aparecida en el extranjero, de instituciones nacionales (Real Academia Española, en su Diccionario) y de personas de gran prestigio (Feijoo). La clara acusación de antiespañol —bastante clara en el artículo de Salafranca— pesó como una losa sobre la persona del erudito. Pero la polémica no acabó ahí, pues uno de los redactores del Diario de los literatos, Francisco X. Huerta y Vega, publicó la España primitiva (1738). Aunque estaba avalada por las Reales Academias Española y de la Historia, de las que era miembro Huerta, la obra estaba basada en un falso cronicón.

Descubierta la fuente, el Consejo de Castilla encargó la censura a Sarmiento y a Mayans. El benedictino rechazó la validez de la obra, pero Gregorio, que conocía el manuscrito fingido, que se conservaba en la Real Biblioteca, demostró la ficción y censuró al Diario y a las Reales Academias que habían aprobado la obra.

La vida se le hizo difícil en Madrid y Mayans abandonó la corte en 1739. Establecido en su casa de Oliva, intentó continuar su actividad historiográfica con la creación de la Academia Valenciana (1742), con el fin de publicar las fuentes documentales relativas a la historia de España así como de las obras de los más famosos críticos (Nicolás Antonio, Mondéjar...). Pero la edición de la Censura de historias fabulosas (1742), que había dejado manuscrita Nicolás Antonio, desencadenó una violenta persecución. Delatada al Santo Oficio, no fue aceptada porque no atentaba contra la doctrina católica. En cambio, la delación fue acogida por el Consejo de Castilla, cuyo gobernador, el cardenal Molina, decretó el embargo de la Censura, de las galeradas de las Obras chronológicas de Mondéjar y de todos los manuscritos que atesoraba el erudito. Aunque a los pocos meses la Censura quedó libre, fueron devueltas las galeradas y los manuscritos, el golpe fue decisivo.

La Academia Valenciana, que no se plegó a las exigencias de control de Montiano, no se recuperó y, aunque publicó las Obras chronológicas, desapareció en 1751.

Por lo demás, retirado en Oliva, Mayans no tenía otro medio para seguir las corrientes culturales españolas y extranjeras que la correspondencia, y de hecho, el abundante epistolario conservado ha permitido seguir su trayectoria y actividad cultural. Así, entre sus corresponsales españoles aparecen desde ministros (Carvajal, Ensenada, Roda, Floridablanca) y políticos (el conde de Aranda, Campomanes, consejeros de Castilla) hasta obispos, religiosos y hombres de letras; además del grupo catalán de Cervera, simbolizado por José Finestres, hay que señalar sólo dos importantes historiadores: Enrique Flórez y Andrés Marcos Burriel.

Al emprender Flórez su ambiciosa España sagrada, buscó colaboradores pero también el consejo de hombres de letras. De Mayans, en concreto, solicitó noticias sobre la geografía antigua de España y, sobre todo, el juicio sobre la División de obispados atribuida a Wamba. El manuscrito proporcionado por Mayans, obra de su hermano Juan Antonio, es la base de la teoría expuesta en la España sagrada sobre su ficción.

Pero las discrepancias sobre la interpretación de la Era Hispánica, con un duro ataque de Flórez al criterio mayansiano, así como la distinta metodología aplicada en la historia eclesiástica (más crítico en Mayans, más conservador en Flórez) acabaron por romper la relación epistolar. Mejor acogida encontraron los consejos de Mayans en Burriel. El jesuita era generoso y deseaba aprender de las directrices del bibliotecario.

La correspondencia cruzada demuestra el auténtico magisterio mayansiano, pero también el interés del jesuita por conseguir el reconocimiento oficial y, si posible fuera, el regreso de Gregorio a la corte. Mayans se opuso y, si bien no quiso colaborar en la Comisión de Archivos (creía que era una jugada política), sí orientó al jesuita en sus trabajos históricos. Con motivo del cambio de gobierno en 1754, se exigió a Burriel la entrega de los manuscritos copiados en la Comisión de Archivos, pero Mayans defendió la labor del jesuita, le disuadió del viaje a California como misionero y lamentó profundamente su muerte en 1762.

Al margen de los aspectos culturales, Mayans nunca dejó de seguir con atención los vaivenes políticos. Con motivo de las polémicas que mediaron entre los Concordatos de 1737, firmado por Felipe V, y 1753, firmado por Fernando VI, se suscitaron una serie de polémicas.

Respecto a la aplicación del Concordato de 1737, la polémica tuvo lugar entre el nuncio Enrico Enríquez y el fiscal de la Cámara del Consejo de Castilla Blas Jover. Pero detrás de Jover estaba Mayans, verdadero autor de las obras publicadas a nombre del fiscal. Así, entre los manuscritos autógrafos de este erudito, se encuentran cuatro obras regalistas: Memorial sobre la iglesia de Mondoñedo, Respuesta al Oficio del Nuncio Apostólico, Examen del Concordato de 1737 e Informe canónico-legal sobre la representación del Nuncio a Fernando VI, publicados, a nombre de Jover, en Madrid entre 1745 y 1747. El más radical es el Examen del concordato, que considera inválido, porque las concesiones de Roma ya estaban practicadas por los españoles y autorizadas por Concilios y Cortes. Firmado el Concordato de 1753, Ensenada quiso exaltar su éxito diplomático y encargó al jurista que era Mayans la redacción de unas Observaciones al concordato de 1753, pero, en el momento de enviar el texto a la prensa, el ministro no creyó conveniente hacer pública la obra: había conseguido las ventajas administrativas y la polémica podría constituir un inconveniente.

Además de sus trabajos regalistas, continuó trabajando en sus intereses culturales. Así publicó Institutionum Philosophiae Moralis libri tres (1754) que venía a completar la reedición del Compendium philosophicum de Tosca. El deísmo, en sus manifestaciones en el derecho natural, constituía una preocupación, pero dejó las respuestas filosófica y jurídica, que quedaron manuscritas, Filosofía cristiana y Razonatoria y sólo vieron la luz pública en nuestros días con motivo del II centenario de su nacimiento. Más fructífera fue su actividad en el campo estrictamente literario. En 1757 publicó la Rhetórica, que suponía la superación de la retórica renacentista y, basada en los ejemplos tomados de la literatura española, constituyó uno de los modelos del buen estilo en los escritores de la segunda mitad del XVIII.

Mayans siempre cuidó las relaciones culturales con los hombres de letras europeos y, desde Oliva, mantuvo abundante correspondencia. En algunos casos, continuó la ya iniciada durante sus años de residencia en Madrid. Éste es el caso de los portugueses Francisco de Almeida, censor de la Real Academia de Historia de Lisboa, y el conde de Ericeira. Ambos le apoyaron durante la persecución movida por el cardenal Molina, y de Almeida se valió para publicar las Disertaciones eclesiásticas de Mondéjar (Lisboa, 1747). Muertos en la década de 1740, Mayans inició nueva correspondencia con los colaboradores del ministro Pombal, entre otros, con Antonio Pereira, muy conocido en España por su Tentativa Theologica, de carácter acusadamente regalista, y con Manuel do Cenáculo Villas Boas, reformador de la Universidad de Coímbra y años después obispo de Beja. También continuó desde Oliva la correspondencia con Ludovico Antonio Muratori, de quien recibió De ingeniorum moderatione y De superstitione vitanda, que constituían el símbolo de la actitud del católico ilustrado, el equilibrio entre la razón y la fe. En cambio, Mayans ofreció a Muratori numerosas inscripciones latinas de la antigua Hispania, que el italiano publicó en sus Thesaurus novus veterum inscriptionum.

Pero también encontró, desde Oliva, nuevos corresponsales. El más importante de todos fue Gerardo Meerman, pensionario de Rotterdam, rico y con interés por conocer los grandes autores de la jurisprudencia española. De hecho, Meerman se convirtió en el eje por donde el valenciano entró en contacto con personalidades e instituciones europeas. Establecida la correspondencia en 1747, Mayans aportó las obras de los juristas españoles, impresas y manuscritas, que fueron impresas en Novus thesaurus Iuris civilis et canonici (7 vols., 1751-1753). Como Meerman dedicó la obra a Mayans en su Conspectus, que servía de programa de suscripción, la fama del erudito se difundió por Europa.

Además, el holandés se convirtió en el instrumento de conexión con personajes clave de la cultura europea. Con David Clement, editor de Hannover, que publicó Specimen bibliothecae hispano-maiansianae (1753), espléndido catálogo de los libros de los grandes humanistas que poseía en su biblioteca. También Meerman lo presentó a la Academia Latina de Jena, que lo nombró su socio. A su director, J. E. I. Walch envió Mayans un espléndido trabajo sobre las colecciones epigráficas, Introductio ad veterum inscriptionum historiam litterariam, recientemente publicado en 1999. Aunque es menester confesar que el trabajo exigido para hacer efectivo el nombramiento fue enviado a Jena por doble conducto (los embajadores del Imperio y del Reino Unido), no apareció en Alemania a causa de las turbulencias de la Guerra de los Siete Años. Vio la luz en Madrid, con el título Tractatus de hispana progenie vocis Ur (1779). Asimismo, fue Meerman quien puso a Mayans en relación con el editor ginebrino Gabriel Cramer. En su campaña de promoción de venta de sus libros, Cramer fue a Oliva y, si bien declinó imprimir las obras básicas de la cultura española, se convirtió en el intermediario para enviar los libros fundamentales de la Ilustración francesa: la Enciclopedia, el Espíritu de las leyes, entre otras. Y, en el caso concreto de Mayans, fue quien le puso en contacto con Voltaire. No sólo le envió las obras completas del señor de Ferney, sino que hizo de intermediario en la breve, pero curiosa, correspondencia cruzada entre Mayans y Voltaire, con un tema de fondo: la influencia de Calderón de la Barca en Corneille, en el contexto del valor del teatro español. Dos nuevos impresores suizos entraron en relación con Mayans: Samuel Tournes y Francisco Grasset. Uno de los miembros de la familia Tournes pasó por Oliva y se ofreció a publicar las obras de los grandes humanistas españoles del XVI. Como ya habían sido publicadas las de Vives y resultaba prácticamente imposible preparar una edición de Nebrija o de Pedro Juan Núñez, el autor escogido fue Sánchez de las Brozas. En efecto, en 1766 aparecía Opera omnia del Brocense (4 vols.), con la vida del autor escrita por Mayans, que lamentó que no incluyera la Minerva, que consideraba la obra básica del gran humanista. Y para finalizar la relación cultural con los impresores suizos, conviene aludir a Francisco Grasset, conocido por sus ediciones de Haller. Pasó por Oliva y se ofreció a cuanto deseara Mayans, pero sus promesas sólo llegaron en realidad a la publicación de unos discursos latinos de humanistas valencianos (Lausana, 1767).

Con la llegada al poder de los manteístas, y concretamente de Manuel de Roda a la Secretaría de Estado de Gracia y Justicia, Mayans encontró mejor acogida en el gobierno. También contribuyó a ello el nombramiento como presidente del Consejo de Castilla del conde de Aranda, a quien había conocido en Valencia. Así, en 1766, fue agraciado con el nombramiento de alcalde de Casa y Corte y una pensión vitalicia. En ese momento, con la decisión ya tomada de expulsar a los jesuitas, Roda le encargó la redacción de un plan de estudios para las universidades españolas. Así nació Idea del nuevo método que se puede practicar en la enseñanza de las universidades de España. El plan mayansiano nunca fue puesto en práctica. Los ministros —y el fiscal Campomanes— utilizaron las ideas que interesaban para sus fines concretos. Confiado en las palabras del gobierno de que se encargara de colaborar en los aspectos que considerase oportunos, redactó una Gramática latina (1768-1770), pero se vio inmerso en un mundo de intereses y rivalidades. Al final, cansado de tanta polémica en el campo pedagógico —en gran parte suscitada por el afán de ocupar el vacío dejado tras la expulsión de los jesuitas— abandonó el campo universitario. Pese a sus diferencias con el arzobispo Fabián y Fuero, aceptó la invitación para publicar Opera omnia de Juan Luis Vives (1782-1790). La muerte le impidió ver finalizada la gran empresa, que llevó a cabo su hermano Juan Antonio.

No se trata de una edición crítica, que él mismo nunca pretendió, sino de poner al alcance del estudioso un texto correcto del humanista. De hecho, fue una empresa que constituía el símbolo de su trabajo intelectual, como heredero del mejor humanismo español.

 

Obras de ~: Collectio propositionum legalium disputationi proposita a doctore D. Gregorio Mayans et Siscar meritorum faciendi gratia ad obtinendam Iustiniani Codicis Cathedram, 1723; Ad quinque Iurisconsultorum fragmenta commentarii. Et ad legem Si fuerit V, de legatis III, recitatio extemporalis, 1723; Vida de san Gil Abad, 1724; Oración en alabanza de las eloquentíssimas obras de Don Diego Saavedra Fajardo, 1725; Disputationum Iuris liber I, 1726; Vida de san Ilefonso, arzobispo de la Santa Iglesia de Toledo, Primada de las Españas, 1727; Oración que exhorta a seguir la verdadera idea de la eloquencia española, 1727; Systema disputationum legalium propugnandum publice a don Gregorio Mayans, 1730; “Nova literaria ex Hispania”, en Acta eruditorum, septiembre de 1731, págs. 432-440; Epistolarum libri sex, 1732; Anti-Madalena. Diálogo entre Sophronio i Sophobulo (seud. de Vigilancio Cosmopolitano); Chocolata, sive in laudem potionis Indicae, quam apellant Chocolate, 1733; El orador christiano, ideado en tres diálogos, 1733; Espejo moral con reflecciones christianas, 1734; Cartas morales, militares, civiles i literarias de varios autores españoles, 1734 (Incluye una Carta dedicatoria a José Patiño, que publicó aparte con el título de Pensamientos literarios, 1734); Vida de D. Antonio Agustín, Arzobispo de Tarragona, 1734; Disputatio de incertis legatis, 1734; Notae ad Io. Burc. Menckenii de Charlataneria eruditorum declamationes, 1734; E. Martini, ecclesiae alonsis decani, vita, 1735; Reflecciones de Dn. Gregorio Mayans i Siscar sobre las Reglas de Ortografía de Nebrija, 1735; Vita Don Ioannis Pugae et Feijoo, 1735; Orígenes de la lengua española, 1737; Conversación sobre el Diario de los literatos de España, pseudónimo de Plácido Veranio, 1737; Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, 1737; Ensayos oratorios, 1739; La edad de Christo, ms. 1739-1740; Idea y Constituciones de la Academia Valenciana, 1742; Prosodia compuesta por D. Gerónimo Grayas, 1742; Vida de Don Nicolás Antonio, 1742 (incluida en Censura de Historias Fabulosas); Chronicones impugnados, ms. 1742; “Prefación”, en M. de Mondéjar, Obras chronológicas, 1744; Carta a don Josef Berní [...], 1744; “Prefación”, en M. de Mondéjar, Advertencias a la Historia del P. Juan de Mariana, 1746; “Prefación”, en Corachán, Avisos de Parnaso, 1747; Advertencias de D. Miguel Sánchez dadas al Dotor Don Thomás Ferrandis de Mesa, seud., 1748; “Prefación y Vida de Miñana”, en Miñana, De bello rustico valentino, 1752; Disputationes Iuris, 1752; Francisci Ramos del Manzano Vita, I. Fernandez de Retes Vita,; Dissertatio qua Sacra Themidis Hispana Arcana et Bibliotheca Hispana historico-genealogica-heraldica vero suo auctori Io. Lucae Cortesio vindicantur, en Meerman, Novus thesaurus Iuris civilis et canonici, 1752 y 1753; Specimen bibliothecae hispano-maiansianae, 1753; Vita Thomae Vincentii Toscae, 1754; Institutionum Philosopiae Moralis libri tres, 1754; Gregorii Maaiansii, generosi valentini, vita, publicada a nombre de J. C. Strodtmann, 1756; Rhetórica, 1757; “Praefatio”, en Corachán, Mathesis sacra, 1757; Carta [...] escrita al dotor don Vicente Calatayud, 1760; “Prólogos”, en Esopo, Fábula, en Cicerón, Epístolas selectas, y en Terencio, Seis Comedias, 1760; Vida del maestro frai Luis de León [...], 1761; “Epistola Iosepho Finestresio et de Monsalvo”, en Finestres, Sylloge inscriptionum [...], 1761; Epistolae et scripta Elipandi illustrantes, en Froben, Alcuini opera, 1763; Epistola civitatis Valentiae ad [...] Clementeem XIII qua petit.ut [...] caussa beatificationis venerabilis Iosephi Oriol [...], 1763; Ad triginta Iurisconsultorum omnia fragmenta quae extant [...] commentarii, 1764; F. Sanctii Brocensis [...] Vita, 1766; Clarorum valentinorum [...] orationes selectae, 1767; Idea de un diccionario universal, egecutada en la Jurisprudencia civil, 1768; Idea de la Gramática de la lengua latina, 1768; Gramática de la lengua latina: Prosodia, Tullius, Mela, Apicius, Egemplos de las conjugaciones de los verbos, Terenciano, 1768-1770; Informe al tribunal de la Inquisición sobre Láminas de Granada, ms. 1770; Defensa del rei Witiza, 1772; “Carta al Sr. D. Antonio Valcárcel Pío de Saboya”, en Valcárcel, Medallas de las colonias [...], 1773; Cartas morales, 1773, 5 vols.; Organum rhetoricum et oratorium, concinnatum ex Arte rhetorica Aelii Antonii Nebrissensis cun notis, 1774; Vida de Publio Virgilio Marón, 1778; Tractatus de hispana progenie vocis UR, 1779; Orationes de algunos misterios de la Religión Christiana, 1779; Indice de libros de la Milicia Terrestre i Marítima, 1780; Idea editionis omnium operum I. L. Vivis valentini, 1780; I. L. Vivis valentini vita en Opera omnia, 1782; Concordato ajustado entre [...] Fernando VI y la Santidad de Benedicto XIV, en Semanario erudito, 1790; Arte de pintar, 1848 (las obras póstumas están incluidas en la edición crítica de todas las obras castellanas, en G. Mayans y Siscar, Obras completas, ed. de A. Mestre, Valencia, Publicaciones del Ayuntamiento de Oliva, 1983-1986, 5 vols.); “Idea del nuevo método que se puede practicar en las Universidades de España”, en M. y J. L. Peset, Mayans y la reforma universitaria, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1975; Abece español de Gregorio Mayans, ed. de M.ª J. Martínez Alcalde, Madrid, Arco Libros, 1991; Filosofía cristiana: apuntamientos para ella, ed. de S. Rus Rufino, Valencia-Oliva, Diputación de Valencia-Ayuntamiento de Oliva, 1998; Razonatoria, ed. de A. Mestre, con próls. de J. M.ª López Piñero, V. Navarro y J. J. Garrido, Oliva-Valencia, Ayuntamiento de Oliva-Diputación de Valencia, 1999; Introductio ad veterum inscriptionum historiam littterariam, ed. de L. Abad y J. M. Abascal, Madrid, Real Academia de la Historia, 1999.

Cartas: la mayor parte de la correspondencia de Mayans continúa inédita. Se han publicado hasta el momento: Cartas eruditas y críticas, en Semanario erudito, XVII (1789), que incluye correspondencia parcial con Blas Jover y con el conde de Aranda; Colección de cartas eruditas [...] a D. Joseph Nebot y Sans, por Jose Villarroya, 1791; Epistolario español, ed. de E. de Ochoa, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1870; Correspondencia literaria de D. Gregorio Mayans y Siscar, solamente con Cerdá y Rico, y no completa, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 9 (1905) y 10 (1906); Cartas familiares y eruditas de Fray Luis Galiana a don Gregorio Mayans y Siscar, ed. de V. Castañeda, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1923; Cartas de don Pedro Caro y Maza de Linaza, marqués de la Romana a don Gregorio Mayans y Siscar, ed. de A. Monzó, 1928; Inéditos de Gregorio Mayans y Siscar sobre el aprendizaje del Derecho, 1960, y Correspondencia de Gregorio Mayans y Siscar con Ignacio Jordán Asso del Río y Miguel de Manuel Rodríguez (1771-1780), que editó M. Peset Epistolario, 19 vols., que abarca médicos (entre otros Andrés Piquer), Burriel, M. Martí, Nebot, Pérez Bayer, Blas Jover, Juan Andrés, Cerdá y Rico, J. B. Muñoz, el canónigo J. B. Hermán, Martínez Pingarrón [...], y que continúa en curso. La edición ha sido preparada por V. Peset (1), A. Mestre (9), M. y J. L. Peset (1), Pere Molas (2), A. Alemany (1), V. León (2), P. Pérez García (3, en colaboración con A. Mestre); Epistolario de G. Mayans y el barón Schönberg, ed. de S. Aleixos y A. Mestre, Valencia, Departamento de Historia Moderna, Universitat de València, 2002.

 

Bibl.: M. Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Madrid, Imprenta de F. Maroto, 1880-1882, 3 vols.; Historia de las ideas estéticas, Madrid, Imprenta de A. Pérez Dubrull, 1883-1891, 8 vols.; M. Morel-Fatio, “Un erudit espagnol au xviiie siècle: D. Gregorio Mayans y Siscar”, en Bulletin Hispanique, XVII, 3 (1915), págs. 157-226; F. Lázaro Carreter, Las ideas lingüísticas en España durante el siglo xviii, Madrid, Revista de Filología Española, 1949 (anejo XLVIII); A. Mestre Sanchis, Ilustración y reforma de la Iglesia. Pensamiento políticoreligioso de don Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781), Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1968; Historia, fueros y actitudes políticas. Mayans y la historiografía del xviii, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1970; V. Peset, Gregori Mayans i la cultura de la Il.lustració, Barcelona-Valencia, Curial, 1976; F. López, Juan Pablo Forner et la crise de la conscience espagnole au xviiie siécle, Bordeaux, Institut d’Études Ibériques et Ibéro-américaines de l’Université de Bordeaux, 1976; L. Gil Fernández, “Estudios preliminar”, en G. Mayans, Emmanuelis Martini, ecclesiae alonensis decani, vita, scriptore Gregorio Maiansio, generoso valentino, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1977; A. Mestre Sanchis, El mundo intelectual de Mayans, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1978; M. Ruiz Veintemilla, “La polémica entre don Gregorio Mayans y el Diario de los literatos”, en Revista de Literatura, XLI, 82 (1979), págs. 69-130; D. Abbot, “Mayans and the Emergence of a Modern Rhetoric”, en Dieciocho, 4 (1981), págs. 155-163; VV. AA., Mayans y la Ilustración. Simposio Internacional en el Bicentenario de Gregorio Mayans y Siscar, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1981; A. Mestre Sanchis, Perfil biográfico de don Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781), Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1981; R. Lapesa, “Sobre los Orígenes de la Lengua Española de Gregorio Mayans”, en Estudios lingüísticos, literarios y estilísticos, Valencia, Universidad, 1987, págs. XI-XX; A. Mestre Sanchis, Influjo europeo y herencia hispánica. Mayans y la ilustración valenciana, Valencia-Oliva, Diputación-Ayuntamiento, 1987; F. López, “De La Celestine au Quichotte. Histoire et poétique dans l’oeuvre de Mayans”, en Bulletin Hispanique, CX, 1-2 (1988), págs. 215-249; A. Mestre Sanchis, Mayans y la España de la Ilustración, Madrid, Instituto de España, Espasa Calpe, 1990; J. Pérez Magallón, En torno a las ideas literarias de Mayans, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1991; P. Álvarez de Miranda, Palabras e ideas: el léxico de la Ilustración temprana en España (1680-1760), Madrid, Real Academia Española, 1992; M.ª J. Martínez Alcalde, Las ideas lingüísticas de Gregorio Mayans, Valencia, Ayuntamiento de Oliva, 1992; J. Pérez Magallón, “Introducción”, en G. Mayans y Siscar, Escritos literarios, Madrid, Taurus, 1994; A. Mestre Sanchis, Don Gregorio Mayans y Siscar, entre la erudición y la política, Valencia, Institución Alfons el Magnànim-Diputación de Valencia, 1999; (coord.), Actas del Congreso Internacional sobre Gregorio Mayans y Siscar, Oliva, Ayuntamiento, 1999; Mayans, proyectos y frustraciones, Oliva, Ayuntamiento, 2003; Mayans y Siscar y el pensamiento ilustrado español contra el absolutismo, León, Universidad, 2007.

 

Antonio Mestre Sanchis

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