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Alonso Cano y Nieto

Biografía

Cano y Nieto, Alonso. Mota del Cuervo (Cuenca), 23.I.1711 – Segorbe (Castellón), 7.IV.1780. Trinita­rio calzado (OSST), obispo, escritor, consejero real, redentor de cautivos, calificador del Santo Oficio, fi­lántropo.

Emparentado con el ilustre teólogo Melchor Cano, vino al mundo de Alonso Cano y María Gordo en Mota del Cuervo (Cuenca) el 23 de enero de 1711. Vistió el hábito trinitario el 7 de enero de 1726 y emitió los votos solemnes el 24 de enero de 1727 en el convento de Madrid. Estudió Filosofía en Burgos y Teología en el colegio de Alcalá de Henares. En 1736 se le confió la cátedra de Teología en el convento de Toledo y la de Sagrada Escritura en la Universidad de Toledo, donde ejerció la docencia durante dos años. Después enseñó Teología durante ocho años más en el colegio trinitario de Alcalá, y fue nombrado su ministro (9 de julio de 1744), cargo al que renun­ció en 1746. Sucesivamente fue nombrado primer prelado del colegio de Roma (1746-1751), de cuyo cargo tomó posesión el 15 de mayo, con dos encargos particulares: el de enseñar Teología escolástica en el colegio y el de supervisar las obras de construcción del nuevo edificio (convento e iglesia), que fuera trazado en 1741 por el arquitecto portugués Emanuel Rodri­gues Dos Santos. Buen conocedor de la arquitectura, constatando errores en la fábrica ya ejecutada, tras consultar a arquitectos de renombre, decidió confiar la dirección de los trabajos al arquitecto español José de Hermosilla. El resultado fue el magnífico edificio (en particular, la iglesia) del real convento de trini­tarios calzados de Castilla (Roma, en la céntrica via Condotti) que hoy, ya en poder de los dominicos, se puede seguir admirando. De vuelta en Madrid (marzo de 1752), fue nombrado administrador general de la redención y procurador de la provincia de Castilla. Finalmente, el 26 de abril de 1766 fue elegido minis­tro provincial de Castilla.

En 1768 participó en una redención conjunta con los trinitarios descalzos (Juan de la Virgen, definidor general) y los mercedarios calzados (Antonio Manuel de Artalejo, provincial) llevada a cabo en Argel, con el rescate de 1.402 cautivos. Fruto de esa experiencia será su escrito Nuevo aspecto de la topografía de Argel, conocido también como Topographia de Argel, obra aún inédita aunque conocida para los historiadores.

Debido a su talento y muchas letras, fue califica­dor de la Inquisición, censor de libros por Su Ma­jestad y por su Consejo de Estado, miembro nume­rario de la Real Academia de la Historia, teólogo de la real junta de la Inmaculada Concepción, examina­dor sinodal del arzobispado de Toledo y, ya obispo, miembro del Real Consejo. Dentro de su Orden fue maestro en Sagrada Teología. Fue amigo personal de Antonio Ponz, secretario de la Real Academia de San Fernando y autor de la célebre y grandiosa obra Viaje de España.

Carlos III lo presentó para el obispado de Segorbe el 22 de junio de 1770. El Papa expidió su bula el 10 de septiembre del mismo año. El 21 de octubre recibió la consagración episcopal en la iglesia de los trinitarios calzados de Madrid, siendo consagrante el inquisidor general, asistentes los obispos de Palencia y Coria y padrino el duque de Medinaceli. Tras tomar posesión de su diócesis mediante procurador (27 de octubre), hizo entrada en ella el día de la Inmacu­lada. Fue un obispo riguroso en lo moral, celoso en las cosas de culto, ilustrado en las construcciones ma­teriales, industrioso y desprendido en lo social, gene­roso con los sectores más desfavorecidos, solícito por el nivel cultural del clero y la instrucción de la juven­tud. Erigió el seminario conciliar (en el edificio del antiguo colegio de jesuitas), que fue inaugurado el 15 de septiembre de 1771. Suyas son las Constitucio­nes para el seminario (aprobadas por el Rey el 26 de mayo de 1771), así como el plan de estudios y del go­bierno interior del centro. Dotó también al semina­rio de rector y profesores y de una buena biblioteca. Ante la indigencia en que yacía su diócesis, solicitó varias ayudas y con ellas remedió las necesidades de las parroquias más pobres (repartió cuarenta mil rea­les). Ayudó con dotes especiales a doncellas pobres y a cincuenta y un labradores. En 1712 fundó un pó­sito para socorrer a los agricultores de la ciudad de Segorbe. En la misma ciudad erigió el hospicio y casa de Misericordia para los pobres desvalidos y restauró el hospital para alivio de los mendigos, ancianos y en­fermos. En 1776 instituyó una junta de caridad para dirigir la beneficencia, incluido el hospital y pósito. También pensó en una institución para lactar a los niños de padres pobres o enfermos.

Alivió los gastos en las visitas a la diócesis. Fueron cuatro las visitas pastorales que efectuó: la primera la inició el 1 de junio de 1771 y la terminó el 19 de no­viembre. En 1773 (septiembre y octubre) hizo la se­gunda. En 1775 y parte de 1776, la tercera. En 1777 y 1778, la cuarta. Con ocasión de las mismas eliminó numerosas fiestas profanas y remedió muchos abusos litúrgicos. Hizo colativas veintiuna vicarías para be­neficio de los fieles y trabajó mucho para desterrar la ignorancia, especialmente la religiosa, fomentando la creación de bibliotecas y escuelas; fundó diecinueve escuelas primarias, y tenía, a su muerte, proyectadas otras treinta y una que luego se fundaron con los re­cursos que dejó para ello. Formalizó y concluyó el plan beneficial de la catedral y del obispado. Planeó reformar y ensanchar la catedral, pero le sorprendió la muerte antes de realizar su proyecto, que tuvo su ejecución en los años de 1791 a 1795. Promovió la fábrica de nuevas iglesias en algunos lugares más ne­cesitados, por ejemplo, Higueras, Azuévar y Sot de Ferrer.

Fomentó la agricultura y la industria. Incentivó la implantación de olivares y la plantación de castaños y otros frutales. Trabajó por el reparto de tierras a los labradores pobres. Creó montepíos agrícolas y es­cuelas de hilazas y telas en Segorbe, Chelva e Hita­guas. Restableció la fábrica de paños y cordellates de Alpuente. Puso otras de trigo en Arcos, La Puebla, Segorbe. Destinó cantidades en Andilla y Arcos para comprar mulas en las ferias y darlas a los pobres la­bradores. Cuando el Rey pidió a los obispos ayuda económica para la guerra, respondió que nada podía dar porque sus rentas, que no eran muchas, tenían otro destino. Además en el palacio episcopal se vi­vía con estrechez. Obtuvo de la Real Audiencia de Valencia (22 de noviembre de 1776) una pragmática que prohibía trabajar los días festivos de precepto y celebrar cencerradas con ocasión de las segundas nup­cias. Y otro auto similar prohibiendo “las funciones de bacas, novillos, comedias, etc., con motivo de fies­tas de santos”. Vigiló por la observancia de la disci­plina eclesiástica, por el decoro de las celebraciones litúrgicas, por la vida honesta de los sacerdotes. Atajó costumbres populares que atentaban contra el de­coro en el culto de las imágenes religiosas. Prohibió la acumulación de velas en torno a las imágenes. Frenó el acceso de los seglares en los espacios reservados al clero. Prohibió los consumos de refrescos y chocolate en la sacristía. Recogió muchas monedas antiguas de entre las ruinas de Sagunto y las envió a la Real Aca­demia de la Historia (dos veces) y al arzobispo de To­ledo (una vez). Su afán ilustrado mereció el elogio de la Sociedad Económica de Amigos del País de Valen­cia (1777).

No se olvidó de su Orden trinitaria. Enriqueció la sacristía del colegio de Roma. Fundó una memoria en el convento de Tejeda para que sus religiosos diesen misiones en el partido de Ademuz; y presidió, ulti­mando, el proceso de un milagro obrado en Valencia por intercesión de san Simón de Rojas. En su condi­ción de obispo, eludió los coches y los criados. No bebía vino ni fumaba. Ahorraba el dinero para cubrir las necesidades de su diócesis, que a su muerte, acae­cida el 7 de abril de 1780, era una de las más ricas de toda España.

 

Obras de ~: Oración panegírica en la fiesta anual de la muy noble Congregación de Nacionales de Nueva España a la milagrosa imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe de México, Ma­drid, 1743; Oración panegírica hidrográfico-náutica en la fiesta de la aparición de la Virgen de Guadalupe, que dijo a su real Congregación en el convento de S. Felipe el Real de Madrid, Ma­drid, 1744; Panegírico funeral en el colegio mayor de Alcalá en honor del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, Alcalá, 1746; Aprobación al Tratado de arquitectura civil de J. de Hermosilla, Roma, 24 de agosto de 1750 (ed. en J. Bérchez, La renovación ilustrada de la catedral de Segorbe: del obispo Alonso Cano al ar­quitecto Vicente Gascó, Valencia, Fundación de la Comunidad Valenciana La Luz de las Imágenes, 2001, págs. 36-39); “No­ticia histórico-económica de la Cabaña Real o ganados tras­humantes de España [1762]”, en VV. AA., Biblioteca general de la historia, ciencias, artes y literatura, Madrid, Imprenta de la Biblioteca General, 1834; Oración fúnebre en las exequias hechas por la Real Academia de la Historia al señor D. Agustín de Montiano y Luyando, su Director primero y perpetuo, Ma­drid, 1765; Compendio histórico de la vida y virtudes y fama póstuma del beato Simón de Rojas, del Orden de la SS. Trinidad de Calzados, Madrid, Joaquín Ibarra, 1766; Método de estu­dios monásticos que debe observarse en la provincia de Castilla del Orden de la Santísima Trinidad de redentores calzados, Madrid, Joaquín Ibarra, 1767; Nuevo aspecto de la topografía de Argel: su estado, fuerzas y gobierno actual comparado con el antiguo, Biblioteca Pública de Toledo, 1778 (ms.); Constituciones de el Real Seminario “ad normam Concilii” de la ciudad y obispado de Segorbe, ed. de B. Monfort, Segorbe, 1771.

 

Bibl.: J. Villanueva, Viaje literario a las Iglesias de España, t. III, Madrid, Imprenta de Fortanet, impresor de la Real Aca­demia de la Historia, 1804, págs. 108-112; M. Denche, El hombre de mérito. Oración que en las honras celebradas en el con­vento de la SS. Trinidad, Redención de Cautivos, de esta Corte a [...] Fr. Alonso Cano, Obispo de Segorbe, dixo [...], Madrid, Joaquín Ibarra, 1780; A. de la Asunción, Diccionario de es­critores trinitarios de España y Portugal, t. I, Roma, Fernando Kleinbub, 1898-1899, págs. 127-141; B. Porres, “Cano y Nieto, Alonso”, en Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 334; P. Llorens Raga, Episcopologio de la diócesis de Segorbe-Castellón, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1973; F. A. Aguilar, Noticias de Segorbe y de su obispado, t. II, Se­gorbe, Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1983, págs. 553-578; M. J. Carbonell Boira y A. Díaz Borrás, “Alonso Cano, un obispo ilustrado: Del proyecto de renovación de la catedral de Segorbe a la Historia de Argel”, en Instituto de Cul­tura Alto Palancia, 3 (1996), págs. 87-96; B. Porres Alonso, Libertad a los cautivos, t. I, Córdoba-Salamanca, Secretariado Trinitario, 1997, págs. 65-66 y 418-420; J. Villanueva, Viaje literario a la Iglesia de Segorbe, ed. de P. Pérez García, Segorbe, Mutua Segorbina de Seguros a Prima Fija, 2001; J. Bérchez, La renovación ilustrada de la catedral de Segorbe: del obispo Alonso Cano al arquitecto Vicente Gascó, Valencia, Fundación de la Comunidad Valenciana La Luz de las Imágenes, 2001.

 

Juan Pujana Ascorbeitia, OSTD

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