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Francisco Antonio Zea Rodríguez

Biografía

Zea Rodríguez, Francisco Antonio. Medellín (Colombia), 23.XI.1769 – Bath (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte), 26.XI.1822. Científico, educador, periodista, diplomático y político (primer vicepresidente de la República de Colombia).

Este criollo, prototipo del ilustrado americano, nació en el seno de una familia de la nobleza colonial formada por de Pedro Rodríguez de Zea y Rosalía Díaz de Rodríguez. Las primeras letras las aprendió en su ciudad natal. Con el fin de completar su educación, sus padres, en 1782, lo encomendaron al notable educador José Félix Restrepo, uno de los principales introductores de la ideología ilustrada en la Nueva Granada, quien había sido designado director del Colegio Seminario de San Francisco de Popayán; allí culminó estudios de Filosofía y bajo la influencia de su maestro y tutor se aficionó a las Ciencias Exactas y al estudio de la naturaleza. En 1786 viajó a Santafé de Bogotá para ingresar al Colegio de San Bartolomé donde obtuvo la beca y cursó jurisprudencia y gramática. Entre 1787 y 1788 dictó clases particulares de latín, matemáticas, francés y ciencias naturales. En 1789 ganó las oposiciones y fue catedrático de Filosofía y Gramática en ese mismo establecimiento educativo. Como pedagogo buscó un espacio cultural moderno y trató de implantar un plan educativo enmarcado en la nueva filosofía; por ello fue crítico acerbo de los tomistas y de los directivos de los colegios mayores de Santafé.

En 1791 inició su actividad periodística en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá a través de tres escritos titulados: “Avisos de Hebephilo”, en los cuales comentaba la calidad de la educación impartida entonces y planteaba la necesidad de cambiar la enseñanza escolástica por cursos de buena filosofía, dictados de manera ecléctica, tanto en latín como en lengua castellana; además insistía en que se diese la debida importancia a la Física, la Química, las Matemáticas, la Botánica y la Historia Natural. Era importante que los jóvenes adquiriesen conciencia del suelo en que habitaban y de sus riquezas. La elite ilustrada, a la cual pertenecía Zea, buscaba la creación de una universidad pública donde los estudios estuviesen orientados hacia las Ciencias, las Artes, la Agricultura y el Comercio.

Paralelamente con los estudios de Jurisprudencia recibió enseñanzas de Botánica de José Celestino Mutis, promotor y director de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada (1783–1816). Por solicitud de Mutis, en 1791 el virrey José de Ezpeleta le designó agregado y subdirector de esta expedición con el fin de impulsar la Flora de Bogotá. Simultáneamente ingresó a la expedición, en calidad de agregado y sin salario, Sinforoso Mutis Consuegra, sobrino del director, con quien resultaría comprometido Zea en el movimiento de emancipación. En 1793 se estableció en Fusagasuga con el fin de buscar especies de quina, explotar sus cortezas y adelantar investigaciones botánicas. En forma paralela asesoraba a Antonio Nariño en sus negocios comerciales, especialmente en la exportación de cacao y cortezas de quina. Por entonces presentó un proyecto de Estanco de Quinas. En 1794 fueron publicados en forma clandestina los Derechos del Hombre; Zea fue procesado, junto con Nariño, autor de la traducción. De hecho, además de compartir negocios, asistía en casa de este a la tertulia literaria “El arcano de la filantropía”, una organización de tipo masónico donde se discutían novedades científicas, se comentaban e intercambiaban libros y se ventilaban ideas de emancipación e independencia inspiradas en la Constitución de los Estados Unidos de América y en la Revolución Francesa. Quienes asistían a las tertulias compartían vínculos políticos, académicos y comerciales, admiraban el enciclopedismo francés y anhelaban una nueva forma de administración virreinal con menos tributos y mayor libertad de comercio y de intercambio literario.

En 1795, Zea fue detenido en Fusagasuga y luego de tres meses de reclusión en Santafé de Bogotá fue expatriado con destino a Cádiz para ser juzgado por el Consejo de Indias. Durante el tránsito a Cartagena de Indias y La Habana se le manifestó un paludismo del cual nunca se restableció plenamente. En Cádiz estuvo detenido, en calidad de preso político, en el Castillo de San Sebastián. Pasado un año se le dio la ciudad por cárcel. En 1797 tomó un curso de botánica en el Hospital de esa ciudad y dio inició a una nutrida correspondencia con el botánico Antonio José Cavanilles. Merced a la influencia del ministro Mariano Luis de Urquijo, en 1799 fue declarado inocente y dejado en libertad. Tras ello, y gracias a su amistad con Cavanilles, se conectó con los círculos científicos y literarios de la metrópoli. Asentado en Madrid se ganó la confianza de su maestro, a quien sucedió en la dirección del Real Jardín Botánico y a quien apoyó en sus diferencias con Casimiro Gómez Ortega, quien le atacaba por ser un botánico de gabinete y por proponer géneros en exceso. Siempre se preocupó por publicar sus puntos de vista en revistas científicas y literarias, tanto de España como del resto de Europa donde divulgó sus diferencias con Hipólito Ruiz y José Pavón, integrantes de la Expedición al Perú y Chile. Esta actitud le sirvió para ganar prestigio y reconocimiento entre la comunidad científica, especialmente de Francia. En el campo político se alineó con los partidarios de Manual Godoy Álvarez, príncipe de la Paz, y contó con su apoyo de Pedro Cevallos y Zenón Alonso.

En 1800, por insinuación de Cavanilles, fue enviado a París con el aval de la Secretaría de Estado y el auspicio económico de Mutis para estudiar ciencias naturales. Allí trabó amistad con los más importantes naturalistas de la época como Pierre Ventenant, Antoine Laurent de Jussieu, Jacques Philippe Cels, Pierre Desfontaines y Jean Baptiste Lamarck y recibió el apoyo decidido del Instituto Nacional de Francia. En 1803 regresó a Madrid, donde fue designado “segundo profesor de Botánica” y redactor de periódicos oficiales como la Gaceta de Madrid y El Mercurio. En estas publicaciones, a través de artículos propios y de traducciones, dio a conocer su pensamiento científico y político. Ese mismo año contrajo matrimonio con Felipa Meilhon y Montemayor, dama gaditana, hija de padres franceses. De esta unión nacieron dos hijas, una muerta en la infancia, la otra, Philippine Antoniette Josephine Zea llegó a ser vizcondesa de Rigni.

Al morir Cavanilles, en 1804 fue designado director del Real Jardín Botánico de Madrid y pasó a ser redactor del Semanario de Agricultura y Artes, tal vez el principal medio de difusión de la Ilustración. Allí actuó como portavoz del ministro Godoy y como defensor de sus políticas. En sus escritos reiteradamente se destacan los avances alcanzados en el campo científico, al lado del cual deben llegar el progreso y el bienestar.

Eran sus objetivos los de aplicar y ayudar a propagar en España el método pedagógico de Enrique Pestalozzi, fomentar la educación popular, difundir la botánica aplicada a través de experiencias agrícolas y apoyar decididamente la Real Escuela de prueba que tuvo una vigencia de dos años, dado que, fue cerrada al caer Godoy en desgracia, luego de ser tildado de ateo, enemigo de la religión católica y de sus dogmas, polígamo e intrigante.

Como director del Jardín Botánico, Zea se distinguió por las políticas de difusión del conocimiento y por la organización interna que dio a esta casa. La enseñanza impartida en el Jardín, sin menoscabo de la investigación sistemática básica, se orientó hacia la botánica aplicada, la agricultura y la medicina, prestando especial atención a las plantas útiles. Es célebre su discurso sobre la utilidad de la botánica, el cual fue pronunciado el 14 de abril de 1805 con ocasión de la inauguración de la cátedra. De otra parte, trató de vindicar a Mutis en la polémica sostenida con Sebastián López Ruiz sobre el descubrimiento de las quinas en la Nueva Granada, y trató de demostrar en Cádiz y París que las cortezas de la Nueva Granada eran iguales o mejores que las provenientes de Loja. Esta polémica sirvió para garantizar el comercio de las quinas granadinas, merced al cual Mutis construyó el Observatorio Astronómico de Santafé, adquirió un gabinete de química, consiguió abundantes libros y sostuvo a varios de sus discípulos en Europa. Zea se empeñó en organizar un plan de difusión de la botánica aplicada mediante la creación de veinticuatro jardines botánicos regionales destinados a la aclimatación, propagación y comercio de plantas útiles americanas; estos jardines debían ser dirigidos por personal preparado en la casa central. Además, con el apoyo de Godoy organizó una escuela privada de botánica. En 1807 dejó la dirección del Jardín, la cual le fue asignada a Claudio Boutelou; un año después se alineó con los afrancesados.

Durante la ocupación napoleónica, desempeñó varios cargos públicos, e ingresó a la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid que entonces apoyaba a José I. En 1810 fue jefe de la Segunda División del Ministerio del Interior que tenía a cargo la instrucción pública, los establecimientos científicos, la cultura, la industria y la agricultura. En 1812 fue prefecto de Málaga. En recompensa recibió el título de caballero de la Real Orden de España.

Formó parte de la junta de notables establecida a raíz del movimiento de Aranjuez. En representación de Guatemala fue diputado de las Cortes de Bayona, llevó la vocería de las colonias americanas y firmó la nueva Constitución de la Monarquía. Tras la caída de José Bonaparte y dado su decidido apoyo a los franceses, a Zea le fueron confiscados sus bienes y en 1813 fue declarado traidor a la causa de Fernando VII y condenado a muerte, pero con la ayuda de los masones logró huir a París. Luego pasó a Londres donde residió por dos años. Allí se dedicó a obtener apoyo político y recursos económicos para llevar a cabo la revolución americana. En 1815 viajó a América pero su familia permaneció en París. Llegó a Santo Domingo de donde pasó a Jamaica y Haití. Allí, conoció a Simón Bolívar. En 1816 fue nombrado por éste intendente de Hacienda de los Estados de la Confederación de Nueva Granada y Venezuela. Participó en la Campaña de los Cayos de San Luis, estuvo presente en El Intrépido y combatió en El Juncal. De Barcelona (Venezuela) pasó a la Isla Margarita y Puerto Príncipe para regresar con Bolívar, de quien fue consejero.

En 1817 estuvo a la cabeza del Tribunal de Secuestros, organismo encargado de incautar los bienes de los partidarios del Rey, fue miembro de la Junta Provisional de Gobierno y dirigió El Correo del Orinoco un periódico de corte revolucionario editado en Angostura (Venezuela) del cual aparecieron ciento doce entregas, la primera el 27 de junio de 1818, la última el 4 de agosto de 1821 cuando la ciudad de Angostura dejó de ser capital de Venezuela. En el mismo se promovía la lucha por la independencia de España, se atacaba al general Pablo Morillo y se debatían las políticas del nuevo gobierno. En 1819 presidió el Congreso de Angostura y redactó la Constitución que sirvió como primera ley fundamental de la República de Colombia. Fue elegido vicepresidente de la nueva república. En 1820 fue designado ministro plenipotenciario en Europa, cargo que desempeñó hasta su muerte y que tenía como principal función obtener, de parte de las naciones del Continente, el reconocimiento político y demostrar suficiente confiabilidad para obtener empréstitos de ellas. Su principal residencia por tres años fue París. En 1821 regresó a Madrid y trató de promover una confederación entre España y América que fue rechazada por ambas partes. Fue pionero de los créditos internacionales en América al lograr el primer empréstito obtenido en Europa por un funcionario de un país americano. Su gestión permitió renegociar la deuda, unificar los acreedores y pactar los plazos y los intereses. A pesar del éxito alcanzado, la gestión de Zea fue duramente criticada y sus opositores consideraron excesivamente onerosos los intereses pactados y le acusaron de disponer de parte de los dineros sin la respectiva autorización del Congreso. Por ello le fueron limitadas sus funciones en el extranjero y se le ordenó el regreso inmediato a Colombia.

Paralelamente con su gestión diplomática tuvo a su cargo la selección de científicos para vincularlos al desarrollo de la nueva nación. En 1822 contrató al ingeniero mejicano José Maria Lanz con el fin de organizar un Colegio Militar y levantar las Cartas geográficas del territorio colombiano. Lanz había compartido con Zea la subdirección del Ministerio del Interior durante el gobierno de José I y contaba con una sólida formación científica y con experiencia ganada como coordinador de la comisión de Ciencias y Artes y como profesor de matemáticas en la Escuela de Ingenieros de Caminos y Puentes. Luego sería director del Observatorio Astronómico de Bogotá. Ese mismo año y por encargo del vicepresidente Francisco de Paula Santander, contribuyó a la organización de una misión científica permanente cuyas finalidades eran las de recrear los trabajos que había iniciado la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada y que quedaron interrumpidos en 1816 como consecuencia de la reconquista liderada por Morillo. Se trataba de contratar científicos para establecer un Museo de Ciencias Naturales con sus respectivos gabinetes, poner en marcha una Escuela de Minas y organizar en la universidad las cátedras de mineralogía, geología, química, zoología, botánica, matemáticas, física, astronomía, dibujo y agricultura. Con la asesoría de Humboldt y de Cuvier, Zea contrató Jean Baptiste Boussingault, Francois Desiré Roulin, Jaques Bourdon, Joustinne Marie Goudot y Mariano Rivero, científicos y técnicos que viajaron a Colombia en cumplimiento de su misión.

Zea constituye uno de los pocos casos en los cuales un criollo americano logra un notable ascenso en la metrópoli, tanto en las esferas políticas como científicas. Además, obtiene el reconocimiento de los más importantes naturalistas de su época. Siempre actuó al mismo nivel de sus colegas científicos, políticos o diplomáticos.

 

Obras de ~: Avisos de Hebephilo [...] o discurso previo a la juventud, Santafé de Bogotá, 1791; “Memoria sobre la quina según los principios del Sr. Mutis”, en Anales de Historia Natural, 2 (1800), págs. 196-235; Del Salto de Tequendama, Madrid, 1801; Remedio para la mordedura de culebras venenosas (el bejuco de Guaco), Madrid, 1802; Lecciones sobre la historia natural y la botánica, Madrid, 1803; Del cultivo y utilidad de la Palma de Coco, Madrid, 1805; Discurso acerca del mérito y utilidad de la botánica, Madrid, Imprenta Real, 1805; Reflexiones sobre los adelantamientos [...] de la Real Sociedad Patriótica de San Lúcar, desde que nombró por su director al Señor Príncipe de la Paz, Madrid, 1806; El nuevo método Pestalozziano, con notas de Zea, Madrid, 1806; La mediación entre España y América, Angostura, 1818-1819; Colombia: siendo una relación geográfica, topográfica, agricultural, comercial, política, &c. de aquel pays; adaptada para todo lector en general y para el comerciante y colono en particular, Londres, Baldwin, Cradock y Joy, 1822; Luminoso plan reorgánico de la Real Expedición Botánica propuesto desde la ciudad de París, Cartagena de Indias, 1917.

 

Bibl.: A. M. Barriga Villalba, El empréstito de Zea y el préstamo de Erick Bollman de 1822, Bogotá, Banco de la República, s. f.; R. Botero Saldarriaga, Francisco Antonio Zea, Bogotá, Ediciones del Concejo, 1945; T. Cadavid Restrepo, Francisco Antonio Zea, Biografía, Medellín (Colombia), Universidad Pontificia Bolivariana, 1966; E. Machado Rivero, “Informe sobre los orígenes del proyecto de reconciliación presentado por el doctor Francisco Antonio Zea a la monarquía española”, en Revista de la Sociedad Bolivariana (Caracas), 91 (1967), págs. 161-180; R. Botero Saldarriaga, Francisco Antonio Zea, Bogotá, Banco Popular, 1969; T. G[lick], “Zea, Francisco Antonio”, en J. M.ª López Piñero, Th. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Ediciones Península, 1983, págs. 452-453; L. C. Arboleda y D. Soto Arango, “Francisco Antonio Zea y la institucionalización de la ciencia en Colombia”, en Nacionalismo e Internacionalismo en Historia de las Ciencias y la Tecnología en América Latina (Memorias del IV Congreso Latinoamericano de Historia de las Ciencias y la Tecnología), Cali, 1997, págs. 259-276; D. Soto Arango, Francisco Antonio Zea, un criollo ilustrado, Aranjuez, Ediciones Doce Calles, 2000.

 

Santiago Díaz Piedrahita

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