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Casimiro Gómez Ortega

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Biografía

Gómez Ortega, Casimiro. Añover de Tajo (Toledo), 4.III.1741 – Madrid, 18.VIII.1818. Botánico, farmacéutico, médico y escritor.

Nacido en una familia modesta, fue sobrino carnal de José Hortega. Su tío, boticario, emigró de Añover a Madrid, hizo una boda afortunada e instaló farmacia en la calle de la Montera de la capital, en cuya rebotica tenía lugar la reunión que dio lugar a la Real Academia Médica Matritense. Desde 1738 se convirtió en boticario mayor de los Ejércitos, fue uno de los primeros profesores de Botánica en nuestro suelo y se le encomendó la tarea de establecer una Real Academia de Ciencias en España, para lo que viajó por Italia, Francia, Inglaterra y Holanda. Fue subdirector del recién creado Real Jardín Botánico (1755), en el Soto de Migas Calientes, y una especie de delegado gubernamental para la Botánica, al hacerse cargo de las instrucciones dadas al discípulo de Carlos Linneo, Pedro Löefling, al incorporarse a la expedición de límites (1754) capitaneada por José Iturriaga al Orinoco.

Se hizo cargo de la educación de su sobrino a partir de que cumplió los diez años. Le consiguió una beca en el colegio de los Infantes de Toledo, en donde estudió Gramática Latina. Entre 1753 y 1755 asistió a clase en las Escuelas Pías del Avapiés, regentadas en Madrid por los escolapios. A continuación viajó a Barcelona, al seminario de Cordelles de los jesuitas, posiblemente tutelado por el último de los botánicos de la saga de los Salvador, Jaume Salvador y Salvador, amigo de su tío. En septiembre de 1757 pasó a Bolonia, para estudiar Botánica, Medicina e Historia Natural, mediante una beca concedida por el Real Colegio de Cirugía de Cádiz. Hasta 1762 convivió con los botánicos Giusseppe Monti (1682-1760) y su hijo Caetano-Lorenzo (1712-1797), partidario de las más anticuadas teorías de Tournefort, el primero, y el hijo ya de las de Linneo. En verano de 1761 pasó a Venecia y Padua, en donde asistió a las clases de Giovanni Battista Morgani, el gran anatomo-patólogo italiano y del conservador botánico del jardín paduense, Giovanni Marsilli. Se doctoró en Filosofía y Medicina por la Universidad de Bolonia el 12 de enero de 1762.

Ese mismo año recibió un nombramiento como miembro de la Sociedad Botánica florentina y algo antes, el 10 de octubre de 1761, fue elegido miembro de número de la Real Academia Médica Matritense.

En Bolonia inició también sus escarceos literarios con la publicación de un largo poema destinado a hacer una elegía de Fernando VI y un panegírico de Carlos III.

Heredero universal de su tío, fallecido en 1761, volvió a Madrid y se examinó ante el Real Tribunal del Protomedicato para conseguir licencia de boticario y poderse hacer cargo del establecimiento familiar. La autorización la consiguió el 13 de agosto de 1762, pese a no cumplir muchos de los requisitos exigidos a los aspirantes, pues ni tenía veinticinco años, ni había practicado durante cuatro en botica abierta al público.

En 1763 comenzó su producción científica con la publicación del De Cicuta Comentarius y solicitó, sin éxito, el puesto de profesor honorario sustituto del Real Jardín Botánico. Al año siguiente, ante la muerte del cirujano y botánico Joseph Quer, se celebró una oposición que ganó el médico de cámara y botánico Miguel Barnades.

Los primeros contratiempos en su vida académica los solucionó mediante el apoyo del conde de Aranda, a través de su amistad con Nicolás Fernández Moratín. En esos años contrajo matrimonio con Teresa Lope de Aguilar, hija de Alfonso Lope, médico de cámara, necesariamente bien situado en la Corte.

En 1769 tradujo el Viage del Comandante Byron [...], acompañado del Resumen histórico del primer viaje [...], en donde se hizo eco de las vindicaciones históricas y territoriales españolas frente a las inglesas.

Hacia 1770 comenzó a frecuentar la tertulia de la Fonda de San Sebastián, en donde se prohibía hablar de política y las discusiones quedaban circunscritas al ámbito de la poesía, el teatro o los lances amorosos. Allí se reunían jóvenes de entre veinticinco y treinta y cinco años, reformistas, ilustrados y dispuestos a tomar el relevo de los ya difuntos Feijoo o Luzán o del anciano Mayans. Junto a Ortega estaban Moratín, Ignacio López de Ayala, Francisco Cerdá, Tomás Iriarte, José Cadalso, Vicente de los Ríos, Mariano Pizzi, Giovanni Battista Conti, a quien había conocido en Padua, Ignacio Bernascone y Pietro Napoli Signorelli.

Probablemente, debido a su fama de poeta y a la temprana pertenencia a la Real Academia de Medicina, fue nombrado miembro del tribunal encargado de dotar las primeras cátedras en el colegio imperial, sustituto del antiguo seminario de nobles de los jesuitas.

El 5 de octubre de 1770 le admitieron en la Real Academia de la Historia, regida entonces por Rodríguez Campomanes, en donde entró en su condición de “historiador natural”.

En 1771, ante la muerte de Barnades, fue elegido catedrático interino del Real Jardín Botánico de Madrid con el apoyo de Roda, Grimaldi y el sumiller de Corps, duque de Losada, pese a la enemistad del protomédico Mucio Zona. El 29 de julio de 1772 fue nombrado catedrático primero, después de superar unas pruebas de oposición cuya redacción se le había encomendado a él mismo. Nada más hacerse cargo de la cátedra, propuso el traslado del Real Jardín desde el Soto de Migas Calientes, al paseo del Prado Viejo, en donde Carlos III pensaba realizar una gran avenida como homenaje español a la razón y a las luces. La propuesta fue aceptada y, para plantar adecuadamente los vegetales, se le envió a París en 1775.

En los círculos científicos parisinos le introdujeron Eugenio Izquierdo, a quien el marqués de Grimaldi pidió que le presentara a los Jussieu y Adamson y al conde de Aranda, embajador por entonces en la capital francesa. Estudió con Jospeh Jussieu, conoció al jardinero mayor del Jardín del Rey, André Thouin y asistió a clases de Química con Roux y Mittöuard y de Historia Natural en los gabinetes de Sigaud de la Fond y Valmont de Bomare. Conoció también a Rouelle, D’Alambert y al conde de Buffon, lo más granado de la ciencia francesa y mundial.

En 1776 le autorizaron a continuar sus estudios en Inglaterra. Visitó los jardines botánicos de Kew, Chelsea y Oxford. Conoció a Ayton, jardinero mayor de Kew y a Forster, naturalista alemán compañero del capitán Cook en su segundo periplo y posiblemente a Sir Joseph Banks y Daniel Solander.

A París regresó por Holanda, en donde visitó los jardines de Ámsterdam y Leyden y desde la capital francesa volvió a España, tras visitar los jardines botánicos de Montpellier y Perpiñán.

A su regreso fue nombrado secretario perpetuo de la Real Academia Médica Matritense para la correspondencia extranjera. En su equipaje traía los nombramientos de miembro correspondiente de la Real Sociedad de Londres, de la Real Academia de Ciencias de París y de la de Medicina. A lo largo de su vida llegó a pertenecer a más de veinte de las más reputadas instituciones científicas españolas e internacionales.

Desde 1777 se encargó de la dirección facultativa de la expedición de Ruiz, Pavón y Dombey a Perú y Chile (1777-1788); posteriormente intervino en la de Sessé a México (1787-1803), en la de Cuéllar a Filipinas (1786-1806?) e incluso en la de Mutis a Nueva Granada (1783-1808) y en los aspectos botánicos de la de Malaspina (1789-1794), pues las Reales Órdenes de 18 de noviembre y 13 de diciembre de 1784, del Consejo de Indias, le otorgaron su representación para todo cuanto condujese al mejor y más seguro logro de los fines de las expediciones botánicas.

Su poder y el número de sus obligaciones alcanzaron cotas difíciles de entender cuando se sabe que desde 1772 era examinador de Farmacia del Real Tribunal del Protomedicato. Al dividirse en tres Audiencias (1780), formó parte de la de Farmacia.

Ortega se encargó de la educación de botánicos mediante la redacción del Curso elemental de Botánica; eligió a los expedicionarios entre sus mejores discípulos; redactó las instrucciones para los viajeros; dio a la imprenta un texto para explicar cómo debían transportarse las plantas vivas por mar desde territorios lejanos y unas hojitas con reglas para los carreteros peninsulares. Luego se ocupó, sin demasiado éxito, salvo en lo referente a la Flora Peruviana et Chilensis (1798), muy parcialmente, de la publicación de los manuscritos de los expedicionarios.

El reglamento del Real Jardín de 1783 le dio la oportunidad de nombrar corresponsales del mismo en España y en todo el mundo. Gracias a ello y a sus propias relaciones personales y científicas, tejió una malla de corresponsalías en España, Europa y América con fines distintos y convergentes al tiempo. Los corresponsales españoles, individuales o jardines botánicos como el de Cartagena, habían de servir para la aclimatación de plantas exóticas (Orotava en Canarias, Cádiz, Málaga...), para el estudio de la flora española y para la docencia de la Botánica en el caso de los jardines. Los corresponsales americanos y los jardines levantados en América (México, Manila...) deberían hacer más sencilla la labor investigadora de los expedicionarios; tenían también la misión de enseñar la Botánica y de ayudar a implantar las reformas borbónicas en el campo de la sanidad y de la explotación de la naturaleza de las colonias. A este efecto, en un informe enviado al duque de Losada en 1777, se recoge una bellísima frase sobre su nueva visión de la ciencia en la gobernación de España y en la colonización española en ultramar. Escribe: “Disimule Vuestra Señoría Ilustrísima si por corolario de este informe aprovecho la ocasión de exponerle, que vivo en la firme persuasión de que si el Rey pacífico y sabio a influjo de su Ministro, letrado e instruido manda examinar las producciones naturales de la Península, y de sus vastos dominios ultramarinos; doce naturalistas con otros tantos chymicos o mineralogistas esparcidos por sus estados, producirían por medio de sus peregrinaciones una utilidad incomparablemente mayor, que cien mil hombres combatiendo por añadir al Imperio Español algunas provincias, cuyos productos hayan de sepultarse en el olvido, como lo están por la mayor parte los que cría la Naturaleza en las que ya se poseen”.

Por último, un amplio grupo de correspondientes europeos esperaban ansiosos las noticias procedentes de América y actuaban como impulsores de la política expedicionaria española, lo que le hizo escribir a Alexander von Humboldt, en su Essai politique sur le Royaume de la Nouvelle Espagne (1811): “Ningún gobierno europeo ha invertido sumas mayores para adelantar el conocimiento de las plantas que el español”.

Ortega asumió su papel con gran fervor. Trató de gobernar las expediciones con mano de hierro, pese a las dificultades con Francia a raíz del regreso adelantado de Dombey y del intento de publicación de su herbario por L’Heritier. Se preocupó de investigar la quina, entonces el único febrífugo eficaz y otras plantas medicinales, tintóreas, alimenticias o destinadas a la construcción naval. Publicó libros de poemas.

En la Botánica contribuyó a la difusión de las ideas de Linneo o Tournefort, introdujo la silvicultura de Duhamel de Monceau, acabó la publicación de la Flora española de Quer, publicó el manuscrito de Francisco Hernández que se creía perdido y, pese a sus dificultades físicas —él mismo se llamaba “el gordo Ortega”—, dio a la imprenta algunos textos de investigación botánica. Escribió también sobre química, metalurgia, agricultura, farmacología e intervino en la redacción de las farmacopeas nacionales.

Su gran antagonista fue José Cavanilles, con quien mantuvo fuertes polémicas mediante personas interpuestas y que acabó sustituyéndole al frente del Real Jardín en 1801.

Entre tanto, había sido nombrado boticario mayor honorario (1784), primer examinador del Protomedicato (1796) y médico de cámara honorario (1798).

Durante el gobierno de José I Bonaparte fue miembro del Consejo Supremo de Sanidad. Pese a ello, el 16 de febrero de 1809 se negó a asistir a una recepción real, junto al resto de los académicos, aduciendo su enfermedad de gota. Al retorno de Fernando VII, le dedicó su Ensayo sobre la tortura, en donde le hacía grandes elogios. La suya es la biografía de un científico cortesano.

 

Obras de ~: Textos relacionados con las humanidades: De laudibus Caroli III potentissimi hispaniarum regis carmina, Bononiae, 1759; Tentamentum Poeticum sive de Laudibus Caroli III potentissimi Hispaniarum Regis, Bolonia, Ex typograph SS. Inquisition..., 1759; Ensayo poético en elogio del Rey Nuestro Señor Carlos III, Madrid, Francisco Nipho, 1769; Resumen histórico del primer viaje hecho alrededor del mundo, emprendido por Hernando de Magallanes, y llevado felizmente a término por el famoso capitán español Juan Sebastián el Cano, Madrid, Imprenta de la Gaceta, 1769; Epigramas latinos con su versión castellana, en celebridad del faustísimo nacimiento del infante, Madrid, Antonio Pérez de Soto, impresor, 1771; Elogio histórico de Don José Quer, Madrid, Joachim Ibarra, 1784; Ensayo acerca de la tortura o cuestión de tormento, Madrid, Joseph Collado, 1817. Textos de Botánica: folletos y artículos monográficos: De Cicuta Commenatarius, Joachim Ibarra, Matriti, 1763; Tratado de la naturaleza y virtudes de la cicuta, Madrid, Joaquín Ibarra, 1763; De nova quadam stirpe seu Cotyledonis Mucizoniae, Matriti, Joachim Ibarra, 1772; Índice de las plantas que se han sembrado en el Real Jardín Botánico en este año de 1772, s. l., s. f.; Advertencia que deberán observar los encargados y conductores para cuidar, regar y transportar las plantas que lleguen a los puertos de España, o se recojan por los correspondientes de la Península, con destino al Real Jardín Botánico de Madrid, s. l., s. f.; Descripción de un nuevo género de planta, consagrado a la Princesa de Asturias Nuestra Señora, y distinguido con su augusto nombre de Aloysia citrodora, Madrid, 1779; Historia Natural de la Malagueta, o pimienta de Tavasco, Madrid, Joaquín Ibarra, 1780; Exercicios públicos de Botánica que tendrán en la pieza de la enseñanza de las casas del Real Jardín Botánico, don Joseph Longinos, don Gregorio Bacas, don Vicente Cervantes y don Andrés de Cuéllar, Madrid, Imprenta Real, 1786; Exercicios públicos de Botánica que tendrán en la pieza de la enseñanza de las casas del Real Jardín Botánico, don Miguel Morago, don Joseph Sánchez, don Benito Pérez Valdés y don Ángel Gómez Ortega, Madrid, Imprenta Real, 1788; Elenchus plantarum horti regii botanici matritensis, s. l., 1796; Index seminum plantarum quae in R. Matr. H. Desderantur, 1800. Traducciones y adaptaciones de textos: Viaje del Comandante Byron alrededor del Mundo, Madrid, 1769; Segunda edición del viaje del Comandante Byron alrededor del Mundo en la que se añade el resumen histórico del viaje emprendido por Magallanes y concluido por Juan Sebastián el Cano, Madrid, Francisco Mariano Nipho, 1769; Disertación acerca de los métodos botánicos [...] de Duhamel de Monceau, Madrid, Joaquín Ibarra, 1772; Physica de los árboles [...] de Duhamel de Monceau, Madrid, Joaquín Ibarra, 1772; Tratado de la siembra y plantío de árboles y su cultivo [...] de Duhamel de Monceau, Madrid, Joaquín Ibarra, 1773; Tratado del cuidado y aprovechamiento de los montes y bosques [...] de Duhamel de Monceau, Madrid, Joaquín Ibarra, 1773; Tabulae Botanicae, in quibus classes, sectiones et genera plantarum in Institutionibus Tournefortianis tradita, Madrid, Imprenta Real, 1773; Continuación de la Flora Española o Historia de las plantas de España que escribía D. Jospeh de Quer, ts. V y VI, Madrid, Joaquín Ibarra, 1784; Francisci Hernandi, medici atque historici Philippi II hisp. et indiar. Regis, et totius novis archatri. Opera, cum edita, tum inedita, Matriti, 1790; Caroli Linnaei botanicorum principiis, Matriti, Joachim Ibarra, 1792; Compendio del tratado del célebre Duhamel de Monceau sobre siembras y plantío de árboles, Madrid, Imprenta Real, 1805; Libros originales: Tratado de las aguas termales de Trillo, Madrid, Joaquín Ibarra, 1778; Instrucción sobre el modo más seguro y económico de transportar plantas vivas, Madrid, Joaquín Ibarra, 1779; con A. Palau y Verdera, Curso elemental de Botánica teórico y práctico, Madrid, Imprenta Real, 1785; Curso elemental de Botánica teórico y práctico, Madrid, Viuda e hijo de Marín, 1795 (1.ª ed. México, 1788); Flora española selecta, Madrid, Plácido Barco López, 1791; Novarum aut rariorum plantarum Horti Reg. Botan. Matrit, Matriti, Joachim Ibarra, 1797-1800.

 

Bibl.: R. Roldán Guerrero, Diccionario Biográfico y Bibliográfico de autores farmacéuticos españoles, t. II, Madrid, Imprenta del PHOE, 1975, págs. 459-472; Marqués de Siete Iglesias, “Real Academia de la Historia. Catálogo de sus individuos. Noticias sacadas de su archivo”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CLXXV, cuad. I (enero-abril de 1978), págs. 57-58; J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Península, 1983, págs. 408-410; J. Puerto, La ilusión quebrada. Botánica, sanidad y política científica en la España Ilustrada, Barcelona, SERBAL/Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1988; Ciencia de Cámara. Casimiro Gómez Ortega (1741-1818) el científico cortesano, Madrid, CSIC, 1992; J. R. Bertomeu Sánchez, La actividad científica en España bajo el reinado de José I (1808-1813): un estudio de las instituciones, Valencia, Universidad, 1995.

 

Francisco Javier Puerto Sarmiento

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