Astarloa y Aguirre, Pablo Pedro de. Durango (Vizcaya), 29.VI.1752 – Madrid, 2.VI.1806. Filólogo y apologista de la lengua vasca.
Fue el menor de los siete hijos de una familia acomodada.
El padre de Pablo Pedro, Juan Bautista de Astarloa e Iturri, poseedor de un apreciable patrimonio como usufructuario de varios mayorazgos, ejercía el oficio de abogado y ocupó cargos políticos de relevancia, como el de alcalde de la villa de Durango y síndico procurador del Señorío de Vizcaya.
Astarloa quedó huérfano de padre con dos meses, por lo que su madre, María Ángela de Aguirre, se trasladó con sus hijos a Marquina, su pueblo natal. Estudió las primeras letras en esta población y en su niñez fue testigo directo de las convulsiones sociales de la época: la revuelta conocida como la “Matxinada” (1766) —los labradores se alzaron en contra de la reventa y acaparamiento de los granos por parte de los notables— y la expulsión de los jesuitas (1767), por la que dos hermanos de Pablo Pedro, aspirantes a entrar en la Compañía de Jesús, fueron expulsados a los Estados Pontificios.
Realizó estudios de Teología y Filosofía en el seminario de Larresoro (Francia), un prestigioso centro de régimen severo, situado en las cercanías de la frontera con España, al que acudían los hijos de las familias más notables de la zona vasco-francesa e, incluso, del otro lado de los Pirineos.
Eligió la carrera eclesiástica y, muy joven, recibió la primera tonsura; consiguió las rentas de dos capellanías en Marquina y se presentó a las oposiciones para obtener un beneficio vacante en el cabildo eclesiástico de Durango, beneficio que obtuvo en 1774.
En 1778, tras ser examinado y aprobado, recibió el grado de presbítero y, poco después, fue nombrado capellán de la cofradía del Rosario “por sus prendas apreciables de virtud, literatura y cristiandad”.
Son escasas las referencias a sus primeros años como investigador del vascuence. Él mismo, en una de sus obras publicada en 1803, nos revela el inicio de sus estudios: “[h]abrá veinte años, amados compatriotas que descubrí en nuestro nativo idioma cierta grandeza y sublimidad que arrastró toda mi atención”.
Dirigió su trabajo al estudio comparativo del vascuence con otras lenguas del mundo; primero lo comparó con el latín, el griego y el hebreo, para posteriormente, auxiliado por las gramáticas que amigos y estudiosos le conseguían, continuar con numerosas lenguas vivas; entre sus corresponsales contó con la inestimable ayuda de Lorenzo Hervás, quien, al tanto de su labor, le envió desde Roma los cinco tomos que tenía escritos sobre lenguas. Investigó el alfabeto, el silabario y el verbo del vascuence, del que mostró sus doscientas seis conjugaciones.
Fue amigo del fabulista Samaniego, que se tomaba con amistosa sorna sus investigaciones. El tesón que aplicó a sus trabajos fue reconocido y recompensado con la visita que en 1801 hizo Wilhelm von Humboldt, interesado en el vascuence como una de las lenguas más antiguas de Europa. Su estancia en Durango, la más prolongada con respecto a cualquier punto de su viaje, da idea del interés del científico prusiano.
Humboldt tomó numerosos apuntes de los trabajos y explicaciones de Astarloa, que con el tiempo sirvieron de base a dos libros sobre el vascuence, con los que despertaría en Europa el interés por la lengua vasca y, asimismo, divulgaría la teoría del “vascoiberismo”.
En 1802, Astarloa se trasladó a Madrid con el objeto de progresar en su carrera eclesiástica. La guerra de la Convención (1793-1795), en la que Astarloa participó como capellán de las compañías de paisanos armados de la villa de Durango, había dejado muy maltrecha la economía de Vizcaya y, sin duda, las rentas eclesiásticas del clero. Esta situación hizo que algunos de los beneficiados optaran por nuevos horizontes con más futuro. A esto habría que añadir, en el caso de Astarloa, la oportunidad que Madrid podría aportar a la difusión de sus investigaciones sobre el vascuence. Este viaje no pasa inadvertido, ya que Juan Antonio Moguel, cura de Marquina, dirige una misiva a José Vargas Ponce, residente por aquellas fechas en Guipúzcoa: “[...] debo decirle que un tal D. Pablo de Astarloa, hijo de este pueblo, pero Beneficiado establecido en el de Durango ha trabajado un nuevo Diccionario, que, si cumple lo que promete, llenará los deseos de Vmd. Ha pasado a Madrid con todo lo trabajado. Tratará con la Academia [...] Son cuatro sus trabajos: Diccionario del idioma, Diccionario Geográfico, Diccionario de apellidos y Arte Extenso.
Así nada queda para desear más. Yo conozco mucho a este sujeto; es hábil, ha hecho mucho estudio del idioma. Nada quiero quitarle de su talento y dones; pero no quiero ocultarle a Vmd. no gustará a los críticos de buenas narices su genio sistemático; su pasión acalorada, y que olvidará a Larramendi. Es demasiado metafísico, y será un galimatías mucha parte de su escrito [...]”.
En este mismo año de 1802, avalado por la Real Academia de la Historia, se publican los dos primeros volúmenes del Diccionario Geográfico Histórico de España.
Joaquín Traggia, autor de la entrada “Navarra” en dicho diccionario, arremetió contra la, hasta entonces, reconocida primitividad, antigüedad y excelencia del vascuence. Los vascos influyentes afincados en la Corte encargaron a Astarloa la respuesta a los reparos hechos a la antigüedad de la lengua vasca. Éste no tardó en preparar para la censura un borrador, que será publicado en 1803 con el título Apología de la lengua Bascongada o ensayo crítico filosófico de su perfección y antigüedad sobre todas las que se conocen: en respuesta a los reparos propuestos en el Diccionario Geográfico Histórico de España, Tomo segundo, palabra Nabarra. En esta obra, Astarloa argumenta sobre la perfección del vascuence ante los demás idiomas y le otorga el honor de ser la lengua primitiva de la humanidad. Otro aspecto del libro es el de las “etimologías”. En este terreno siguió el camino de Court de Gebelin, quien propagó la teoría del significado de las letras.
La Apología creó gran polémica en la Corte. El Diario de Madrid fue la tribuna principal que se utilizó para reflejar las posturas contrapuestas sobre el vascuence.
El ataque más directo lo recibió Astarloa por parte del miembro de la Real Academia de la Historia José Antonio Conde, quien, tras el seudónimo de Cura de Montuenga, publicó en 1804 la Censura Crítica de la pretendida excelencia y antigüedad del vascuence, contestada prontamente por la obra anónima Reflexiones filosóficas en defensa de la Apología de la lengua bascongada, que en realidad fue escrita por el propio Pablo Astarloa. Esta polémica será seguida con interés por Gaspar Melchor de Jovellanos, preso en el castillo de Bellver.
Astarloa proseguirá sus investigaciones y prometerá aclarar todas las dudas y acallar las críticas que la Apología había planteado en una nueva obra, titulada Discursos filosóficos. Pero su delicado estado de salud, resentido desde años atrás, los disgustos que estas polémicas le produjeron y su maltrecha economía, rayana en la pobreza, ralentizaron sus trabajos. Su muerte, cuatro años después de su llegada a Madrid, truncó la publicación de su nueva obra. En su testamento nombra albaceas al notario Juan Antonio Zamacola y a Juan Bautista Erro, con el encargo expreso de que los Discursos filosóficos vieran la luz. La complicada situación política de España en los siguientes años —ocupación napoleónica, Trienio Liberal, guerras carlistas, etc.— dificultó el cumplimiento de la última voluntad de Astarloa hasta casi ochenta años después de su muerte, cuando, en 1883, con la ayuda de la Diputación de Vizcaya, fueron editados.
En los Discursos Filosóficos se presenta en su totalidad el pensamiento de Astarloa; a pesar del mayor eco de la Apología, es su obra más importante. Insiste en probar que el vascuence es el idioma primitivo del mundo; para ello, hace una descripción exhaustiva de la gramática vasca, donde destaca el estudio de la articulación de los sonidos y un profundo análisis de su morfología.
Obras de ~: Apología de la Lengua Bascongada, o ensayo crítico filosófico de su perfección y antigüedad sobre todas las que se conocen: en respuesta a los reparos propuestos por el Diccionario Geográfico Histórico de España, tomo segundo, palabra Nabarra, Madrid, Imprenta Gerónimo Ortega, 1803; Reflexiones filosóficas en defensa de la apología de la lengua bascongada, o respuesta a la censura crítica del cura de Montuenga, Madrid, Imprenta de Cano, 1804; Carta de un Bascongado al Sr. D. Tomás de Sorreguieta, advirtiéndole varias equivocaciones que ha padecido en su obra, Madrid, Imprenta de Cano, 1804 (atrib.); Discursos Filosóficos sobre la lengua primitiva o Gramática y análisis razonada de la euskara o Bascuence, Bilbao, Imprenta de Pedro Velasco, 1883.
Bibl.: VV. AA., Diccionario Geográfico Histórico de España, Madrid, Real Academia de la Historia, 1802, 2 vols.; Cura de Montuenga, Censura de la pretendida excelencia y antigüedades del bascuence, Madrid, Imprenta Real, 1804; T. Sorreguieta, Semana hispano-bascongada, la única de la Europa, y la más antigua del orbe, Pamplona, Viuda e hijo de Longas, 1804; J. A. Zamacola, Perfecciones analíticas de la lengua bascongada, Bilbao, Imprenta de la Casa de Misericordia, 1822; Fr. J. M. Zavala, 103 conjugaciones del presente perfecto de indicativo en el dialecto bizcaino, o Muestra de los 206 presentes de indicativo, que da al bascuence Dn. Pablo Pedro de Astarloa, Bilbao, Euskera, 1922; J. Garate, La época de Pablo Astarloa y Juan Antonio Moguel, Bilbao, Imprenta Provincial de Vizcaya, 1936; G. de Humboldt, Primitivos habitantes de España y Lengua Vasca, Madrid, Minotauro, 1959; L. Michelena, Historia de la literatura vasca, Madrid, Minotauro, 1960; E. Amezaga, Los vascos que escribieron en castellano, vols. I y III, Bilbao, Etor, 1977; F. Castaños, Astarloa y la lengua vasca, Bilbao, Caja de Ahorros Vizcaína, 1978 (Temas Vizcaínos n.º 40); A. Tovar, Mitología e ideología sobre la lengua vasca, Madrid, Alianza, 1980; I. Laka, “Astarloaren hizkuntzalaritzaz”, en Anuario del Seminario de Filología Vasca (ASJU), XXIII-1 (1989), págs. 75- 86; X. Altzibar, Bizkaierazko idazle klasikoak. Mogeldarrak, Astarloatarrak, Frai Bartolome. Nortasuna, Idazlanak, Grafiak, Bilbao, Diputación Foral de Vizcaya, 1992; R. Gómez López, “El verbo en movimiento: una teoría sobre el verbo vasco de comienzos del XIX”, en M. Fernández Rodríguez, F. García Gondar y N. Vázquez Veiga (coords.), Actas del I Congreso internacional de la Sociedad Española de Historiografía Lingüística (La Coruña, 1997), Madrid, Arco Libros, 1997, págs. 347-360; J. M. Uriarte Astarloa, Pablo Pedro Astarloa (1752-1806) Biografía, Durango, Museo de Arte e Historia de Durango, 2002; B. Hurch, Die baskischen materialien aus dem nachlass Wilhelm von Humboldts, Schöningh, 2002; A. Astorgano et al., Astarloa en el II centenario de la “Apología de la lengua bascongada” (1803-2003), San Sebastián, Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, 2003.
José María Uriarte Astarloa