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Francisco de Paula Santander Omaña

Biografía

Santander Omaña, Francisco de Paula. Rosario de Cúcuta (Colombia), 2.IV.1792 – Bogotá (Colombia), 6.V.1840. Militar y político.

Fueron sus padres Juan Agustín Santander Colmenares y María Antonia de Omaña. Su progenitor era un acomodado terrateniente y su madre aportó bienes de fortuna como dote en su matrimonio. Sus primeros estudios fueron en una pequeña escuela de la villa del Rosario de Cúcuta. Por solicitud de su padre, su tío el presbítero Nicolás Mauricio de Omaña consiguió una beca para el joven Francisco de Paula en el Colegio Real Mayor y Seminario de San Bartolomé en Santafé de Bogotá. Allí estudió cinco años y obtuvo el grado de bachiller en Latinidad, Filosofía y Jurisprudencia.

En Bogotá, el 20 de julio de 1810, estalló la rebelión, para lograr la independencia de España; el virrey, Antonio de Amar y Borbón, fue expulsado de Bogotá y sus bienes embargados. Se creó una Junta Suprema de Gobierno presidida por José Miguel Pey.

Francisco de Paula Santander ingresó en el Batallón de Infantería de Guardias Nacionales con el grado de abanderado. En la guerra civil posterior entre federalistas y centralistas, ya con el grado de capitán, combatió del lado federalista.

Fernando VII fue restablecido en el Trono español en 1814. Nombró al general de división Pablo Morillo como jefe de una expedición militar para reconquistar los territorios insurgentes. Esta fuerza llegó a Venezuela y de allí pasó a Cartagena de Indias, donde encontró una fuerte resistencia. Morillo escogió al coronel Sebastián de la Calzada como jefe del ala norte del Ejército realista y las tropas comandadas por este oficial derrotaron en Cachirí a los patriotas donde se encontraba Santander. Se designó para regir los destinos de la maltrecha república al doctor José Fernández Madrid, que contaba entonces con veintisiete años de edad, y como general en jefe de las tropas de la república, a Manuel de Serviez, general colombiano de origen francés. Santander fue designado segundo comandante del Ejército de la naciente república.

Los restos del menguado Ejército republicano, al mando de Serviez y de Santander, se vieron obligados a retirarse a los llanos de Casanare. Allí Santander logró unirse, en la villa de Pao, con el jefe supremo de Venezuela, Simón Bolívar. Santander tomó parte en las campañas de 1817 y 1818 contra las fuerzas españolas, siendo ascendido al grado de general de brigada.

Bolívar le dio la orden de organizar las fuerzas patriotas dispersas en los llanos de Casanare, lo cual logró con gran éxito. El Libertador Simón Bolívar decidió emprender una campaña contra las fuerzas de la Corona que ocupaban la Nueva Granada. Nombró al general Santander como jefe de la vanguardia. El Ejército patriota que se encontraba en los llanos emprendió el avance hacia el altiplano y escogieron la ruta más difícil y tortuosa que atraviesa el Páramo de Pisva. El cuerpo de vanguardia derrotó a los españoles atrincherados en el castillo de Paya y logró despejar el camino para que las fuerzas revolucionarias lograran escalar la cordillera y finalmente enfrentarse al ejército realista, en ese momento al mando del comandante José María Barreiro, el 7 de agosto de 1819, en la Batalla de Boyacá, donde triunfaron los patriotas.

Al llegar a Bogotá, Francisco de Paula Santander fue promovido al grado de general de división y Bolívar lo nombró vicepresidente de las provincias libres de la Nueva Granada. El Libertador regresó a Venezuela y el 17 de diciembre de 1819, en Angostura, se reunió el Congreso que aprobó la ley fundamental que creaba la naciente República de Colombia integrada geográficamente por tres departamentos: los de Venezuela, Quito y Cundinamarca. Consolidada la independencia de Venezuela, el Libertador marchó hacia el sur para liberar a Quito y al Perú. Entretanto, desde Bogotá, el Gobierno presidido por Santander despachó gran cantidad de tropas y pertrechos para ayudar a la campaña. Mientras gobernaba Colombia, Santander estableció los tribunales y organizó la administración de justicia dirigiendo el Estado con una orientación eminentemente jurídica. Mejoró el sistema educativo y organizó las finanzas. En una proclama dada en 1821 expresó: “Si las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad”.

El general José Antonio Páez, comandante general de Venezuela, a principios de 1826 ordenó un reclutamiento violento de soldados para la milicia, lo cual desembocó en abusos, golpes y sangre. El intendente de Caracas, Juan de Escalona, primera autoridad civil del departamento y de la municipalidad de Caracas, denunció lo ocurrido ante el vicepresidente Santander, quien pensó que era mejor dejar pasar el tiempo para ver si se calmaban los ánimos.

Los congresistas opinaron lo contrario. El caraqueño Cayetano Arévalo solicitó al vicepresidente que le fueran enviados a la corporación los informes recibidos.

La Cámara resolvió que el general Páez debía presentarse ante el Senado para responder de estas acusaciones.

Bolívar regresó a Bogotá el 14 de noviembre de 1826 después de cinco años de ausencia. En la capital permaneció solamente once días. Luego partió hacia Venezuela dejando a Santander nuevamente encargado del poder ejecutivo. El 11 de enero de 1827, en Puerto Cabello, Bolívar dictó un decreto de amnistía para el general José Antonio Páez confirmándolo como jefe civil y militar de Venezuela. Páez de inmediato reconoció la autoridad de Bolívar como presidente de la República. La prensa de Bogotá, en su mayoría liberal, atacó la conducta de Bolívar frente a los acontecimientos ocurridos en Venezuela y la situación llegó al punto de que el Libertador le escribió a Santander pidiéndole que le ahorrara la molestia de recibir sus cartas pues ya no lo consideraba su amigo.

En una misiva fechada en Bogotá el 29 de abril de 1827 Santander respondió con dignidad y nobleza.

El Congreso de Colombia eligió al Libertador Simón Bolívar como presidente y al general Santander como vicepresidente. Mientras tanto, en Venezuela se habían reunido grupos de ex soldados y cuatreros para proclamar nuevamente al monarca español. El general Páez frustró rápidamente estos intentos. El Libertador, al mando del Ejército, se preparó para viajar a Venezuela y nombró un grupo importante de ciudadanos que debían encargarse de las funciones administrativas del Gobierno. De este consejo excluyó al vicepresidente constitucional Francisco de Paula Santander. El 12 de junio de 1827, el Parlamento colombiano convocó una asamblea nacional con el propósito de modificar la Carta Constitucional de Colombia, la cual debería reunirse en la ciudad de Ocaña el 2 de abril del mismo año. Con el resultado electoral se habían elegido la mayoría de los diputados entre los amigos de Santander. Los debates fueron largos y agitados. Vicente Azuero, del Grupo Santanderista, presentó un proyecto de constitución de tipo federalista que consistía en dividir Colombia en tres departamentos: la Nueva Granada, la capitanía de Venezuela y la presidencia de Quito. En cambio, los amigos de Bolívar, por intermedio del doctor José María del Castillo y Rada, eran partidarios de una Constitución centralista encabezada por un presidente elegido por períodos de ocho años, sin explicar si dicho funcionario podría continuar siendo reelegido indefinidamente. El 10 de junio, un grupo de diecinueve diputados partidarios de Bolívar, encabezados por el doctor Castillo y Rada, abandonaron la ciudad de Ocaña y los miembros de la convención se redujeron a cincuenta y cuatro diputados, es decir que faltaba un solo voto para que hubiera quórum reglamentario decisorio. Este hecho terminó con la gran convención nacional.

El 27 de agosto de 1828 el Libertador Simón Bolívar promulgó un decreto orgánico que llamó la “ley fundamental”, por medio del cual asumió una forma de gobierno dictatorial dejando sin vigencia la Constitución de 1821 que regía la organización política del país. Bolívar se dio el título de Libertador presidente.

El 25 de septiembre de 1828 se fraguó una conspiración para asesinar al Libertador presidente. Cuando los conspiradores llegaron a la casa en que habitaba el Libertador en Bogotá, su amante, Manuelita Sáenz, quien lo acompañaba esa noche, convenció a Bolívar de que saltara por una ventana para escapar de sus asesinos. Él se escondió debajo de la arcada del puente del Carmen. En la madrugada, cuando oyó que pasaba una patrulla que era del Batallón Vargas, salió del escondite y se dirigió a la Plaza Mayor de la ciudad capital, donde estaban reunidas las tropas de los batallones Vargas y Granaderos. Dirigían la conspiración el francés Agustín Hormet, de veintinueve años de edad, y el oficial venezolano Pedro Carujo, ardiente republicano. El general Santander se encontraba esa noche en la casa de su hermana Josefa Santander, esposa del coronel José María Briceño. Ella había dado a luz a uno de sus hijos. Al amanecer, el coronel Briceño entró al cuarto de Santander y le dijo que su hermana había oído descargas de fusil.

Santander se dirigió a la Plaza Mayor, donde se encontró con el general Rafael Urdaneta, quien le dijo que lo esperara en su casa. Santander permaneció allí hasta el medio día. Más tarde, el general Urdaneta, en su calidad de ministro de Guerra y Marina, ordenó que detuvieran a Santander y lo trasladaran preso a la Comandancia del Ejército. Este general fue nombrado por Bolívar para la ocasión como comandante general de Cundinamarca, lo que lo investía de inmediato en calidad de juez instructor de la causa contra los conspiradores. Urdaneta le ofreció a Pedro Carujo, jefe de los rebeldes, que le perdonaría la vida si revelaba algo que comprometiera a Santander. Carujo prefirió contestar que Santander nunca había participado en el atentado contra Bolívar. Además, el coronel Ramón Nonato Guerra dio una declaración, antes de ser fusilado, en que manifestó enfáticamente que Santander nunca había estado implicado en la conspiración. Francisco de Paula Santander y Nicolasa Ibáñez de Caro habían vivido una intensa pasión durante quince años. Compartieron gran afecto y lealtad. Ella, cuando se enteró de la acusación contra su amante, escribió una carta al Libertador pidiendo clemencia. La sentencia firmada por el general Rafael Urdaneta condenó a Francisco de Paula Santander, el 7 de noviembre de 1828, “a la pena de muerte y confiscación de bienes a favor del estado previa degradación de su empleo”. Al sentenciado no se le había permitido nombrar defensor ni actuar él personalmente en su propia defensa.

Dos ministros del Gobierno de Bolívar, José Manuel Restrepo y Nicolas M. Tanco, pusieron todo su empeño ante el consejo de ministros para salvar al “hombre de las Leyes”. El arzobispo de Bogotá y un grupo importante de la clerecía dirigieron un manifiesto a Bolívar en el que pedían “que V. E., se digne aliviar de la prisión y conceder la libertad al general Francisco de Paula Santander”. El preso fue visitado por un gran número de ciudadanos que por todos los medios posibles pedían salvar la vida de Santander.

Ante tanta insistencia, la pena capital le fue conmutada por la de destierro del territorio nacional, con la advertencia de que si regresaba sería fusilado. El preso fue enviado a Cartagena, donde permaneció retenido en las bóvedas del Castillo de San Felipe en pésimas condiciones sanitarias y humanas. Después de varios meses de prisión fue trasladado a Maracaibo, Venezuela, donde debería continuar detenido. Estando allí, el general José Antonio Páez se compadeció de su antiguo compañero de armas y resolvió otorgarle un pasaporte para que pudiera viajar a Europa.

El 27 de agosto de 1829, en el bergantín mercante María, zarpó de Puerto Cabello y después de cuarenta días de viaje la nave atracó en Hamburgo. Santander escribió cuidadosamente un diario donde relató sus impresiones sobre los personajes y los diversos países que visitó. Fue recibido, entre otras destacadas personalidades de la época, por el barón Alejandro de Humboldt, el general José de San Martín, el marqués de la Fayete, el rey Guillermo IV de Inglaterra y el rey Luis Felipe I de Francia.

La Unión Colombiana, sueño del Libertador, se desintegró. Ecuador y Venezuela se separaron de la Unión. En Bogotá, de acuerdo con la Constitución del 21 de noviembre de 1831, se reunieron el resto de las provincias de Colombia y crearon un Estado con el nombre de República de la Nueva Granada.

Domingo Caicedo, vicepresidente de la República, encargado del poder ejecutivo, decretó en Bogotá, el 10 de junio de 1831, que “el general Francisco de Paula Santander queda restituido en todos sus grados y honores militares que tenía antes de su injusta proscripción que solo ha sido y será un nuevo título de su gloria”.

Santander se embarcó en el puerto de El Habre el 22 de septiembre de 1831 con rumbo a Nueva York, adonde llegó el 10 de diciembre del mismo año. Se trasladó a la ciudad de Washington, donde tuvo oportunidad de visitar al presidente de la Unión, Andrew Jackson.

El 9 de marzo de 1832 la Convención Nacional de la República eligió al general Santander presidente de la Nueva Granada, quien regresó al país. El 7 de octubre de 1832 tomó posesión en Bogotá de la presidencia de la República. Se dedicó a organizar el régimen político y municipal de todas las provincias, a reglamentar la hacienda pública y el poder judicial. Puso especial énfasis en la educación de la población, fundando varios colegios, y fomentó las exportaciones de café y tabaco. Su administración fue fundamental para el desarrollo del país. El 15 de febrero de 1836 en la población de Soacha, cerca de Bogotá, el presidente Santander contrajo matrimonio con Sixta Tulia Pontón Piedrahita.

El 6 de mayo de 1840 se extinguió la vida de uno de los personajes más importantes de la historia colombiana.

Cuando estaba próximo a morir, simplemente dijo: “Ahora sí, adiós mis amados amigos”.

 

Obras de ~: Cartas y mensajes del general Santander, comp. de R. Cortázar, Bogotá, Talleres Editoriales de Librería Colombiana, 1953-1956; Escritos políticos y mensajes administrativos, 1820-1837, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1988; Escritos autobiográficos, 1820-1840, Bogotá, Fundación Francisco de Paula Santander, 1988; Santander en Europa. Diario de viaje. 1829-1830, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, Administración Virgilio Barco, 1989, 5 vols.; Santander en Europa, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1989, 5 vols.

 

Bibl.: J. M.ª Henao, Los últimos días del general Santander, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1915; M. Grillo, Santander, el hombre civil, el guerrero, Bogotá, Cortés, 1919; M. J. Forero, Santander, Bogotá, Librería de Bernardo Bermúdez, 1938; G. Camacho Montoya, Santander el hombre y el mito, Caracas, Cecilio Acosta, 1943; L. García Ortiz, Algunos estudios sobre el general Santander, Bogotá, [Imprenta Nacional], 1946; Á. F. Brice, Santander sentenciado por Urdaneta, Caracas, Élite, 1948; R. Cortázar (comp.), Correspondencia dirigida al general Santander, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1964-1968, 12 vols.; D. Bushnell, El régimen de Santander en la Gran Colombia, Bogotá, Universidad Nacional, Facultad de Sociología, 1966; L. Gómez, El mito de Santander, Bogotá, Revista Colombiana, 1966; R. Botero Saldarriaga, El Libertador-presidente, el intruso: República de la Nueva Granada, Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, 1969; A. Gómez Picón, Bolívar y Santander, Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, 1971; A. Cruz Santos, Santander, el militar, el gobernante, el político, Bogotá, Kelly, 1972; S. Camacho Roldán, Santander, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1978; L. E. Pacheco y L. Molina Lemus, La familia de Santander, Cali, Biblioteca Banco Popular, 1978; E. Acevedo Latorre, Colaboradores de Santander en la organización de la República, Bogotá, Fundación para la Conmemoración Bicentenaria del Natalicio y el Sesquicentenario de la Muerte del general Francisco de Paula Santander, 1988 (2.ª ed.); Á. Lozano Esquivel, Santander 1792-1840, Bogotá, Fundación Francisco de Paula Santander, 1988; A. Forero Benavides, Francisco de Paula Santander: el hombre de las leyes, Madrid, Anaya, 1988; H. Rodríguez Plata, Escritos sobre el general Santander, Bogotá, Fundación para la Conmemoración Bicentenaria del Natalicio y el Sesquicentenario de la muerte del general Francisco de Paula Santander, 1988; G. Mejía Pavony (present.), Proceso seguido al general Santander: por consecuencia del acontecimiento de la noche del 25 de septiembre de 1828 en Bogotá, Bogota, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1988; P. Moreno de Ángel, Santander, Colombia, Planeta Editorial Colombiana, 1989; M. Sáenz et al., Causas y memorias de los conjurados del 25 de septiembre de 1828, Bogotá, Fundación para la Conmemoración del Bicentenario del Natalicio y el Sesquicentenario de la muerte del general Francisco de Paula Santander, 1990, 3 vols.; L. H. López Domínguez (comp.), La Gran Colombia y los Estados Unidos de América: relaciones diplomáticas, 1810- 1831, Bogotá, Fundación para la Conmemoración Bicentenaria del Natalicio y el Sesquicentenario de la Muerte del general Francisco de Paula Santander, 1990, 2 vols.; H. Muñoz Bustamante, Santander: hombre de mundo, Bogotá, Biblioteca Colodos, 1990; M. Deas y E. Sánchez (comps.), Santander y los ingleses, 1832-1840, Santafé de Bogotá, Fundación para la Conmemoración Bicentenaria del Natalicio y el sesquicentenario de la Muerte del general Francisco de Paula Santander, 1991, 2 vols.; F. Hall, Santander y la opinión angloamericana: visión de viajeros y periódicos, 1821-1840, Santafé de Bogotá, Fundación para la Conmemoración Bicentenaria del Natalicio y el Sesquicentenario de la muerte del general Francisco de Paula Santander, 1991.

 

Pilar Moreno de Ángel

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