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Esteban de Arteaga

Biografía

Arteaga, Esteban de. ¿Moraleja de Coca? (Segovia), 26.XII.1747 – París (Francia), 30.X.1799. Estudioso de estética, teórico y crítico literario jesuita (SI).

De sus veinte primeros años, que fueron los que vivió en España, poco es lo que ha podido averiguar Miguel Batllori, que es quien mejor ha investigado la biografía de Arteaga. No obstante, dos fechas en este período serán determinantes para el resto de su vida: la de su ingreso en la Compañía de Jesús, el 23 de septiembre de 1763, y la de la expulsión de España dictada por Carlos III, el 2 de abril de 1767. Ese mismo mes zarpó del puerto de Salou junto a más de medio millar de jesuitas, los cuales, tras breves escalas en Mallorca y Civitavecchia, y ante la negativa inicial del Papa a aceptarlos en sus territorios, fueron desembarcados en Córcega. Después de un año de estancia en la isla, en penosas condiciones, fueron de nuevo embarcados, rumbo a Génova, para desde allí ser repartidos por distintas ciudades de los Estados Pontificios.

Bolonia fue el destino de los miembros de la provincia castellana, a la que pertenecía Arteaga. En 1769, el segoviano renunció a su pertenencia a la Compañía ante la posibilidad de que le fuera permitido el regreso a España, algo que, sin embargo, nunca ocurrió.

Aunque no llegó a ordenarse sacerdote, mantuvo simbólicamente el título de abate.

Italia fue su país de adopción, como el de otros muchos miembros de la Compañía, que desarrollaron una importante actividad intelectual en los más diversos campos. Para Arteaga, Italia fue el país donde vivió casi el resto de su vida, y también la razón de ser de su obra, en su mayor parte escrita en italiano y plenamente sumergida en la cultura literaria de aquel país. Sobre sus circunstancias personales en todos los años que vivió en Italia, poco o nada es lo que se sabe, por lo que únicamente sus escritos dan la pauta de su trayectoria vital. Arteaga siempre lamentó no haber podido regresar a España, ni haber podido dedicar su capacidad intelectual a cuestiones españolas: “avrei voluto, e l’avrei certamente voluto con quel zelo che l’amor nazionale ispira e giustifica, consecrar alla nostra comune dilettissima patria le mie fatiche” (Rivoluzioni, “Dedicatoria”, pág. vi).

El año 1773 puede ser considerado el inicio de su carrera intelectual; en dicho año está registrado su ingreso en la Facultad de Artes de Bolonia, para estudiar Filosofía, Ciencias y —cosa poco probable— Teología. En los años setenta vieron la luz sus primeros escritos, incursiones en la poesía laudatoria sin apenas interés. El primer escrito crítico, terreno en el que Arteaga dio lo mejor de su capacidad intelectual y erudita, data de 1782, y consistía en una reseña con la que salía en defensa de las ideas musicológicas del también jesuita expulso español Antonio Eximeno, en su obra Origine della musica (1774), frente a la crítica que le había formulado V. Olivieri.

Ya por entonces es presumible que estuviera escribiendo su obra más importante, Le rivoluzioni del teatro musicale italiano, cuyo primer volumen vio la luz al año siguiente en Bolonia. Pero la obra tuvo una publicación accidentada: en los cinco años que transcurren hasta la aparición del tercero, en 1788, se publicó en Venecia, con un nuevo editor, otra edición íntegra de la obra, notablemente ampliada y revisada, que fue la única que Arteaga consideró válida, ya que los dos últimos volúmenes de la edición boloñesa fueron publicados sin su consentimiento. Le Rivoluzioni es, fundamentalmente, una historia de la ópera, y, en general, de toda manifestación teatral-musical desde la Edad Media hasta su tiempo, al hilo de la cual hace, asimismo, distintos análisis en clave teórico-histórica: sobre la relación entre las distintas artes que concurren en la ópera, fundamentalmente la poesía y la música, pero también la decoración y la danza; sobre las aptitudes de las diferentes lenguas, principalmente la italiana y la francesa, para su acoplamiento con la música; y sobre las partes de que se compone una ópera: oberturas, recitativos y arias. Así se conformaba una historia del melodrama desde el punto de vista de sus componentes internos.

Pero el plan atendía también a otro enfoque, que analiza la relación de la ópera con otros géneros teatrales, la tragedia y la comedia; el papel que desempeñan las artes, siempre con especial énfasis en la poesía y la música, en la sociedad de su tiempo, comparado con el que desempeñaban en la Antigüedad griega, y, por último, el principio en torno al cual gira la creación artística: la imitación de la naturaleza, y con él, el concepto de belleza artística, reflexiones que, accesorias en las Rivoluzioni, constituyeron el tema principal de su otra gran obra, La belleza ideal. Atender a todas estas inquietudes exigía, como él mismo afirmaba, ser al mismo tiempo erudito, hombre de gusto, crítico y filósofo. Respondía así a su afán de no escribir una simple historia de hechos, nombres y fechas, sino una historia filosófica, como quiso subrayar empleando el dieciochesco término revolución.

La fama y el prestigio que obtuvo por la publicación de esta obra le abrieron las puertas para participar en la edición de obras completas del poeta Pietro Metastasio, recientemente fallecido, que se publicaba por entonces en Niza. Allí aportó Arteaga la reedición de una parte del capítulo que había dedicado al poeta, con el título Difetti del Signor Abate Metastasio, más otro ensayo sobre el melodrama Ruggiero. Pero las Rivoluzioni también fueron el origen de ásperas polémicas, en las que Stefano se demostró como un hábil polemista, aunque a veces con valoraciones teóricas y críticas inspiradas en un clasicismo ya desfasado.

La primera de ellas fue ya en 1783, con Pietro Napoli-Signorelli, sobre cuestiones relativas a la historia del teatro; la segunda, con el también jesuita expulso español Juan Andrés, sobre el origen árabe de la lírica provenzal, que Arteaga negaba. Esta polémica será retomada en 1791 con Dell’influenza degli arabi sull’origine della poesia moderna in Europa, ensayo al que respondió duramente Tiraboschi en su importante Storia della letteratura italiana. También polemizó con el musicólogo Manfredini, que refutaba la superioridad de la música antigua sobre la moderna, como defendía Arteaga. Y la cuarta polémica, quizá la más agria, fue con el poeta Ranieri de’ Calzabigi, quien respondió, en 1791, con un irónico ensayo en forma de novela satírico-picaresca, a los juicios poco favorables que Arteaga había formulado sobre su melodramaturgia.

Otra polémica también tuvo lugar en estos años, aunque su origen no estuvo en las Rivoluzioni. Ya en 1784 su precipitada salida de Bolonia y su establecimiento en Venecia habían sido la causa de las discrepancias mantenidas con el literato Francesco Albergati, que lo había contratado como preceptor de su hijo, y su círculo de amigos, sobre apreciaciones relativas a la literatura italiana. Las controvertidas ideas del segoviano fueron publicadas al año siguiente en forma de apostillas a un ensayo de Matteo Borsa, titulado Del gusto presente in letteratura italiana, en las cuales defendía una posición sobre la lengua literaria italiana sustancialmente coincidente con la que defendían en la época, entre otros, Cesarotti y los miembros del grupo literario denominado del Caffè. Las reacciones puristas que provocaron las notas de Arteaga fueron numerosas y virulentas: Andrea Rubbi, Giambattista de Velo, Clementino Vannetti, el jesuita español expulso Joaquín Millás y, sobre todo, Girolamo Tiraboschi, con quien ya había mantenido otra polémica.

En virtud de todos estos trabajos, el diplomático José Nicolás de Azara le venía procurando sucesivas mejoras de las prestaciones económicas que recibía del Gobierno español, lo cual favoreció la proximidad entre ambos, y una amistad, no exenta de cierta dependencia, que se mantuvo hasta el final de su vida. Ello fue la causa de que, siguiendo al diplomático, y para encargarse de su extensa biblioteca, Arteaga se estableciera en Roma en 1787. Ese año emprende una serie de trabajos de carácter más filológico: publica Lettere intorno la traduzione d’Omero dell’Ab. Cesarotti, presumiblemente en agradecimiento a la ayuda que este famoso filólogo le había prestado en su admisión como miembro de la Academia de Ciencias de Padua. Al año siguiente inicia la edición de la traducción de la Odisea que hiciera Gonzalo Pérez en el siglo xvi, la cual se conserva parcialmente manuscrita. Pero fue en 1789 cuando publicó en Madrid otra obra realmente de envergadura, las Investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal, un ensayo con el cual Arteaga pretendía difundir en España una teoría estética por entonces en boga en Italia (Winckelmann, Mengs, Milizia), aunque despojándola del neoplatonismo de estos estetas y aproximándola, al mismo tiempo, a otras corrientes estéticas del siglo xviii (Hutcheson, Batteux, Dubos y Diderot, entre otros).

La belleza ideal, según Arteaga, es el modelo perfecto que el artista imagina en su mente después de haber observado en la naturaleza diferentes objetos de la misma clase de aquel que quiere representar, y que, posteriormente, aspira a plasmar en una obra de arte, para lo cual debe ceñirse a las posibilidades que las características del arte elegido le permiten. Se trataba, por tanto, de una reproposición del aristotélico principio del arte como imitación de la naturaleza. Contemporánea a este tratado es la Carta a Don Antonio Ponz, en la que defiende la simbiosis entre filosofía y literatura.

En 1991 se ocupa, junto a Ennio Q. Visconti y Carlo Fea, de una edición para la prestigiosa imprenta Bodoni de las obras de Horacio. Este trabajo encontró una crítica desfavorable por parte del ya citado Vannetti, a quien Arteaga no dudó en rebatir en 1793.

En 1795-1796 deja manuscritos una serie de trabajos de gran interés, con los que aborda una serie de cuestiones musicológicas con el apoyo de la filología: Lettera prima [...] sulla dichiarazione di vari oscuri termini musicali che si trovano nella “Poetica” di Aristotile, así como Del ritmo sonoro y del ritmo muto nella musica degli antichi.

Los avatares políticos motivaron que, en 1796, ambos, Azara y Arteaga, tuvieran que trasladarse a Florencia, y que, tras una breve estancia en Roma en 1798, siguieran al desterrado papa Pío VI de nuevo a Florencia para, posteriormente, una vez que éste quedó confinado en Valence, establecerse en París. En esta ciudad murió Arteaga, enfermo, el 30 de octubre de 1799.

 

Obras de ~: Canción Pindárica, s. l., 1777; Ignatio Boncompagno Ludovisio Viro [...] Inuenti Studientium Universitas D.D.D., Bolonia, Lelio Volpe, 1778; “[Reseña de] Lettere di un accademico filarmonico [...] colle quali dimostra che la teoria musicale esiste nelle ragioni numeriche, contraddette da Antonio Eximeno nella sua opera Origine della Musica”, en Memorie enciclopediche, Bolonia, 1782; Le rivoluzioni del teatro musicale italiano dalla sua origine fino al presente, Bolonia, C. Trenti, 1783-1788, 3 vols. [2.ª ed., Venecia, C. Palese, 1784-1785; ed. facs., Bolonia, Forni, 1969; ed. crítica de F. Molina Castillo, Sevilla, 1998 (tesis doctoral inéd.); Geschichte der italiänischen Oper [...], trad. al. de J. N. Forkel, Leipzig, Schwickertschen V., 1789, 2 vols.; Les révolutions du theatre musicale en Italie [...], trad. fr. parcial de L. de Rouvron, Londres, Nardini, 1802]; “Osservazioni sopra il Ruggiero”, en Opere del signor abate Pietro Metastasio, vol. II, Niza, Società Tipografica, 1785, págs. 75-120; Del gusto presente in letteratura italiana. Dissertazione di [...] Matteo Borsa [...] accompagnata da copiose osservazioni [...] da Stefano Arteaga, Venecia, C. Palese, 1785; Lettere al signor G. B. C. intorno la traduzione d’Omero dell’ab. Cesarotti, s. l., 1787; Breve noticia de Gonzalo Pérez, 1788 (en M. Salvá y P. Sainz de Baranda, en Colección de documentos inéditos para la historia de España, t. XIII, Madrid, Viuda de Calero, 1848, págs. 531-549; M. Batllori, Obra castellana completa, Madrid, Espasa Calpe, 1972, págs. 163-181); Investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal, considerada como objeto de todas las artes de imitación, Madrid, A. de Sancha, 1789 (M. Batllori, op. cit., págs. 3-154; ed. de F. Molina Castillo, Madrid, Tecnos, 1999; La bellezza ideale, trad. it. de E. Carpi Schirone y P. d’Angelo, Palermo, Aesthetica, 1993); Carta a Don Antonio Ponz [...] sobre la filosofía de Píndaro, Virgilio, Horacio y Lucano, Madrid, Viuda de Ibarra, 1789 (M. Batllori, op. cit., págs. 183-228; ed. de F. Molina Castillo, op. cit., págs. 225-262); In funere Caroli III, Hispan. Regis [...], Roma, Pagliarini, 1789; con E. Quirino Visconti y C. Fea, Q. Horatii Flacci Opera, Parma, 1791 (2.ª ed., Parma, 1793); Della influenza degli arabi sull’origine della poesia moderna in Europa, Roma, Pagliarini, 1791; “Lettera a monsignore Antonio Gardoqui intorno il Filippo”, en Anthologia Romana (Roma), XVIII (1792); Lettera a Gio. Battista Bodoni intorno alla censura pubblicata da Clementino Vannetti [...] contro l’edizione parmense dell’Orazio del 1791, Crisopoli, 1793; Lettera [...] sulla dichiarazione di varj oscuri termini musicali che si trovano nella “Poetica” di Aristotile, s. l., c. 1795 (inéd.), y Del ritmo sonoro e del ritmo muto nella musica degli antichi, c. 1796 (inéd.) (I. Lettere musico-filologiche II. Del ritmo sonoro e del ritmo muto nella musica degli antichi, ed. y est. prelim. de M. Batllori, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1944); Lettera alla signora Isabella Teotochi Albrizzi intorno la “Mirra”, s. l., s. f. (inéd.) [ed. de I. Teotochi Albrizzi, Ritratti, Padua, 1808 (2.ª ed.)].

 

Bibl.: J. Andrés y Morell, Dell’origine, progressi e stato attuale di ogni letteratura, vol. II, Parma, Stamperia Reale, 1782-1799, pág. 48n; A. Rubbi, Dialoghi tra Stefano Arteaga e Andrea Rubbi in difesa della letteratura italiana, Venecia, A. Zatta, 1786; J. Millás, “Sopra certa pusillanimità e poca fecondità attribuita alla lingua ed allo stile letterario d’Italia diretta al Sig. Arteaga”, en Sopra il disegno e lo stile del sermon poetico italiano, Verona, 1786; G. Tiraboschi, Storia della letteratura italiana, vol. III, Módena-Florencia, 1787- 1794 (2.ª ed.), págs. xix -xlii ; V. Manfredini, Difesa della musica moderna e de’ suoi celebri esecutori, Bolonia, C. Trenti, 1788; C. Vannetti, “Osservazioni indirizzate all’ab. Bettinelli sopra l’Orazio bodoniano del 1791”, en Osservazioni intorno ad Orazio, Rovereto, Marchesani, 1792; R. de Calzabigi, Risposta [...] alla critica ragionatissima delle poesie drammatiche de C. de’ Calsabigi fatta da [...] Stefano Arteaga [...], Venecia, Curti, 1790 (ed. de A. L. Bellina, Scritti teatrali e letterari, Roma, Salerno, 1994, págs. 360-550); M. Menéndez y Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, vol. III, Madrid, Pérez Dubrull, 1883 [vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1974, passim (4.ª ed.)]; M. Batllori, “Esteban de Arteaga. Itinerario biográfico”, en Analecta Sacra Tarraconensia, XIII (enero-junio de 1940), págs. 203-222; “Filosofía, ciencia y arte, según Esteban de Arteaga”, en Revista de ideas estéticas, XI-III (julio-septiembre de 1945), págs. 387-393; A. González Palencia, “Posición del P. Arteaga en la polémica sobre música y poesía arábigas”, en Al-Andalus, XI (1946), págs. 241-245; M. Olguín, “The Theory of Ideal Beauty in Arteaga and Winckelmann”, en Journal of Aesthetics and Art Criticism, VIII (1949), págs. 12- 33; R. Allorto, “Stefano Arteaga e Le rivoluzioni del teatro musicale italiano”, en Rivista musicale italiana, LII (1950), págs. 124-147; R. Giazotto, Poesia melodrammatica e pensiero critico nel Settecento, Milán, Bocca, 1952, págs. 108- 138; V. Borghini, Problemi d’estetica e di cultura nel Settecento spagnolo (Feijoo-Luzán-Arteaga), Génova, Opera SS. V. di Pompei, 1958, págs. 179-281 y 285-296; M. Batllori, La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, Madrid, Gredos, 1966, págs. 29-33 y 133-199; G. C. Rossi, Estudios sobre las letras del siglo xviii, Madrid, Gredos, 1967, págs. 248-301; E. M. Rudat, Las ideas estéticas de Esteban de Arteaga. Orígenes, significado y actualidad, Madrid, Gredos, 1971; F. J. León Tello, La teoría española de la música en los siglos xvii y xviii, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1974, págs. 348-373; F. J. León Tello y M. V. Sanz Sanz, Tratadistas españoles del arte en Italia en el siglo xviii, Madrid, Universidad Complutense, 1981, págs. 83-120; M. Eusebi, “Andrés, Arteaga, Tiraboschi e il contrasto sulle origini della poesia rimata”, en F. Baasner (ed.), Spanische Literatur. Literatur Europas. Wido Hempel zum 65. Geburtstag, Tübingen, Max Niemeyer, 1996, págs. 332-336; F. Molina Castillo, “Esteban de Arteaga y la polémica sobre el gusto presente en la literatura italiana”, en Studi Ispanici (1997-1998), págs. 103-119; Arteaga (1747- 1799), Madrid, Del Orto, 1998; “Esteban de Arteaga, crítico de Metastasio”, en Dieciocho. Hispanic Enlightenment, 22.1 (1999), págs. 61-75; “Lo bello y lo sublime en la estética de Esteban de Arteaga”, en Cuadernos sobre Vico (1999), págs. 235-251; “Bibliografía razonada y comentada de Esteban de Arteaga y de los estudios sobre su obra”, en Boletín de la Biblioteca Menéndez Pelayo, LXXV (1999), págs. 113-145; N. Bietolini, “La belleza ideale. Immagini e riflessi della teoria e della prassi letteraria italiana nei trattati di estetica del Settecento spagnolo”, en Quaderni ibero-americani, 91 (2002), págs. 5-24; J. Checa Beltrán, Pensamiento literario español del siglo xviii. Antología comentada, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, passim.

 

Fernando Molina Castillo

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