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Francisco José de Caldas y Thenorio

Biografía

Caldas y Thenorio, Francisco José de. Popayán (Colombia), c. 4.X.1768 – Bogotá (Colombia), 30.X.1816. Naturalista, astrónomo, cartógrafo, periodista político y militar.

Nació en el seno de una familia numerosa y acomodada; fueron sus padres José de Caldas, capitán de milicianos y regidor perpetuo del cabildo de Popayán, y Vicenta Thenorio Arboleda, dama de ascendencia castellana. Los estudios básicos los realizó en el Real Colegio seminario de San Francisco de su ciudad natal; sus maestros, José Félix de Restrepo y Mariano Grijalva, ejercieron una fuerte influencia sobre él y marcaron su vocación de investigador en los campos de las ciencias exactas, físicas y naturales. En 1788, se trasladó a Santafé de Bogotá, donde cursó estudios de Derecho en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Obtenido el título de bachiller en Derecho, en 1791 regresó a Popayán, donde, por breve tiempo, y como parte del período de prácticas, ejerció como jurisconsulto y actuó como padre general de menores.

Al verse afectada su salud, se le ordenó abandonar el trabajo intelectual, dejar de lado la lectura y renunciar a la cátedra y a la práctica ante los tribunales. Por ello debió dedicarse al comercio de telas en los diferentes mercados de la región A pesar de la prohibición médica continuó leyendo libros, especialmente de astronomía y de botánica; la actividad comercial le obligaba a viajar en forma permanente y a cruzar la cordillera. Durante los sucesivos ascensos y descensos de los Andes notó cómo, según los distintos niveles de altitud, cambiaba la vegetación y logró fijar con precisión los límites de las distintas formaciones vegetales y determinar las especies que las conforman.

Así tipificó la selva tropical, las distintas franjas del bosque andino y los páramos que coronan la cordillera.

Aparte de observar la vegetación y de recolectar plantas para conformar un herbario, tomaba notas sobre la vida animal y sobre las variaciones del clima; durante las noches realizaba observaciones y anotaba las efemérides astronómicas; con base en estos datos elaboraba mapas. Para mejorar la calidad de sus observaciones consiguió varios instrumentos y con base en la información de algunas enciclopedias fabricó y adaptó otros. Adicionalmente, con la colaboración de sus amigos consiguió algunos libros que le permitieron profundizar en los temas de su interés.

En ese tránsito del comercio a la astronomía y a la historia natural, además de la observación directa de la naturaleza, influyó la lectura de los informes relativos a la expedición dirigida por Charles Marie de Lacondamine (matemático y geodesta), quien con sus colaboradores había establecido la medida del arco meridiano en inmediaciones de la línea ecuatorial.

Esta medida, plenamente confiable, permitía una mayor exactitud cartográfica. En La figure de la Terre de Pierre Bouger aprendió a calcular altitudes mediante lecturas barométricas; en Mens des trois degrees y en Introduction Historique de Lacondamine y en las Observaciones Astronómicas de Jorge Juan y Santacilia aprendió a determinar posiciones mediante medidas astronómicas. Observar la naturaleza, determinar efemérides astronómicas y asociar los datos obtenidos con lecturas calificadas le permitió comprender que la geografía requería de la astronomía y de la botánica como bases. La vegetación requería de los suelos para desarrollarse y servía de soporte a la fauna; los seres organizados recibían la influencia del clima y esto se reflejaba en su distribución espacial. Estas deducciones se fueron reflejando en sus escritos.

En 1796 Caldas viajó a Santafé de Bogotá con fines mercantiles, pero aprovechó esta circunstancia para conseguir nuevos libros de historia natural y de astronomía, así como instrumentos necesarios para adelantar su trabajo científico. Durante su estancia en la capital virreinal calculó la altura de Guadalupe, uno de los cerros tutelares de la ciudad y escribió una pequeña memoria sobre este tema; con ella, en 1801, ganó un concurso convocado por El Correo Curioso Erudito, Económico y Mercantil de la ciudad de Santafé de Bogotá; este escrito le abrió las puertas del ámbito científico y, merced a él, el naturalista gaditano José Celestino Mutis (1732-1808) supo de su existencia y le invitó a incorporarse como adjunto de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada.

Caldas regresó a Popayán cargado de libros, con algunos instrumentos y con una nueva óptica: la del científico que logra materializar sus ideas. Entonces incrementó sus observaciones astronómicas y entre 1797 y 1798 se dedicó a levantar una carta de la parte meridional del virreinato. En forma paralela profundizó en el terreno de la botánica y en 1801 hizo un primer envío de muestras de plantas a Mutis. Durante un ascenso al volcán nevado de Puracé, hizo un importante descubrimiento; notó cómo el punto de ebullición variaba con la presión atmosférica y dedujo cómo la altura de las montañas podía calcularse mediante la temperatura de ebullición del agua, un método que hasta entonces nadie había utilizado a pesar de conocerse fórmulas que podían aplicarse a tal deducción.

Para aplicar su método utilizó un termómetro sensible calibrado con la temperatura del hielo fundente (0° C) y la del agua en ebullición a la altura de Popayán (80° C), es decir, un hipsómetro, instrumento que le permitía deducir la presión atmosférica y determinar indirectamente la altitud con la ayuda de un coeficiente.

Tal sistema era novedoso, práctico y cómodo y hacía innecesario el batómetro. Este método, deducido por Caldas en forma independiente, fue utilizado para verificar datos relativos a la nivelación de las plantas, otra de sus deducciones originales.

Un pleito familiar que se ventilaba en los estrados de la Audiencia de Quito le llevó a territorio ecuatoriano.

Además de asumir como abogado se dedicó al estudio de la botánica y empezó a formar un rico herbario. Al enterarse de que el geólogo y naturalista alemán Alexander von Humboldt y el médico y botánico francés Aimée Bonpland recorrían la Nueva Granada y que en pocos meses llegarían a Ecuador, decidió viajar a Ibarra con el fin de esperarlos. El encuentro con los viajeros europeos se produjo el 31 de diciembre de 1801 y Caldas se les unió con la intención de acompañarles en el resto de su viaje. Con ellos fue a la Hacienda de Chillo, les acompañó en el ascenso al Antisana y estuvo a su lado durante dos meses. Al lado de Bonpland participó en las herborizaciones, discutió los caracteres de las plantas y con la ayuda de sus libros ayudó a determinar los ejemplares que ingresaban al herbario, perfeccionando sus conocimientos en botánica. La estancia en Quito la aprovechó para tomar cuantiosos apuntes de sus libros y consolidar sus conocimientos.

Humboldt descartó la posibilidad de llevar a Caldas como compañero de viaje y tuvo con él algunos roces en relación con dos conceptos —la geobotánica y el método de medir las montañas por medio del termómetro— que ambos manejaban de forma independiente.

En relación con la geobotánica, el alemán dio a conocer sus ideas en su Geografía de las Plantas en tanto que el granadino dejó incompleta e inédita su Nivelación de las plantas; en cuanto al método del hipsómetro, el barón se mostró un tanto desconcertado y confuso, al punto de descartarlo como algo útil.

Superada la frustración de sentirse rechazado por Humboldt, Caldas se dedicó de lleno a la actividad botánica a lo largo del Ecuador. Formó un importante herbario, hizo dibujos de plantas, elaboró mapas y tomó importantes datos sobre las distintas especies de quina y sobre su distribución. Aspiraba a levantar un mapa político del reino y elaborar el mapa botánico de la Nueva Granada, el cual debería aparecer como prefacio de la Flora de Bogotá; con tal fin allegó abundantes datos. Durante 1802 recorrió los alrededores de Quito, Otavalo e Ibarra; en 1803 viajó al Pacífico por el llamado camino de Malbucho y fue a Intac; en 1804 recorrió la zona de Riobamba, Barnuevo, Tagualó, Cuenca y Loja y en 1805 inició el regreso a la Nueva Granada viajando a Popayán y Cali.

La labor de Caldas en Ecuador dio como resultado un herbario con cerca de seis mil especímenes, dos volúmenes con descripciones de plantas y observaciones de historia Natural y un álbum con veintisiete diseños de plantas, además de varios mapas relativos a la distribución de las especies. Estos elementos se incorporaron a los materiales acopiados por la Expedición Botánica de la Nueva Granada.

El viaje a Loja en 1805 y los estudios sobre las quinas ecuatorianas estuvieron motivados en buena parte por la necesidad de tomar la delantera al farmacéutico Juan José Tafalla y al naturalista Juan Agustín Manzanilla, agregados de la Expedición del Perú (empresa dirigida por Hipólito Ruiz y José Pavón entre 1788 y 1798), quienes habían viajado en 1799 desde Lima en busca de plantas útiles y de cortezas de quina. En Guayaquil se les unió Xavier Cortés y Alcocer, pintor quiteño que había trabajado ocho años para Mutis y que dominaba la técnica de la acuarela atemperada. Para Caldas, las quinas eran tema de propiedad de Mutis y como tal se esmeró en obtener los datos antes que sus rivales. Si bien llevó la delantera, sus rivales lograron, en un lapso de cinco años adelantar un importante trabajo relativo a la Flora de Guayaquil. Infortunadamente para la ciencia, tanto el trabajo solitario de Caldas como el de Tafalla y sus colaboradores permanecieron inéditos por muchos años y perdieron su vigencia.

En el curso de sus recorridos, Caldas dedujo el concepto de la “fitografía” o geografía de las plantas ecuatoriales, el cual le permitía definir los rangos en altitud y los límites longitudinales de las distintas especies y establecer su distribución, hipótesis que no alcanzó a concluir. Sus planteamientos sobre la nivelación de las plantas son un antecedente interesante de la Geografía de las Plantas propuesta por Humboldt, pero no equivalen exactamente a la geobotánica.

Mutis había hecho construir en 1802 el Observatorio Astronómico de Santafé de Bogotá y Caldas viajó en diciembre de 1805 para incorporarse a la Expedición y asumir el cargo de director del Observatorio; en sus instalaciones investigó las mareas astronómicas y adelantó el estudio detallado de la geografía y la topografía del territorio, trabajo conducente a la elaboración de una carta geográfica del virreinato; paralelamente continuó estudiando las colecciones botánicas realizadas en Ecuador.

Dirigido por Caldas, el 8 de enero de 1808 apareció el primer número del Semanario del Nuevo Reino de Granada, un periódico de tipo científico que se editó hasta 1811 y que llegó a ser el más importante órgano de expresión del pensamiento criollo. Allí, a través de “memorias”, tuvieron cabida todas las disciplinas científicas relacionadas con la naturaleza y se dieron a conocer algunas novedades de historia natural.

El 13 de mayo de 1810 contrajo matrimonio con María Manuela Barahona. De esta unión nacieron Liborio María, Ignacia, Juliana y Ana María, dos de ellos muertos en la primera infancia.

Caldas tomó parte activa en el movimiento del 20 de julio de 1810 que generó la independencia de Colombia. A tal efecto facilitó las instalaciones del Observatorio para realizar reuniones secretas y se involucró de lleno en la política. Fue codirector del Diario Político de Santafé de Bogotá, un periódico nacido al calor del movimiento independentista y promovido por la Junta Suprema de Gobierno, cuya meta era la de ayudar a mantener la revolución y dar a conocer sus alcances políticos; suspendido el periódico luego de cuarenta y seis entregas, Caldas pasó a la vida militar activa durante las guerras civiles que protagonizaron quienes defendían un gobierno central y quienes abogaban por una federación. Estas actividades le apartaron definitivamente de la investigación botánica, la astronomía y la cartografía. Con el grado de capitán del ejército del Estado de Cundinamarca y como responsable del Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos participó en la campaña contra las provincias del norte de Santafé que se oponían al centralismo y de paso trataban de neutralizar la amenaza realista proveniente de Maracaibo. Caldas rompió con Antonio Nariño y pasó al bando federalista con el grado de teniente coronel. Las huestes federalistas marcharon contra la capital y tras varios combates sitiaron la ciudad defendida por Nariño y por las fuerzas centralistas.

El ataque se produjo el 9 de enero de 1813.

Los defensores lograron una fácil victoria. Al ser derrotado su bando, Caldas se refugió en Antioquia, donde se puso al servicio de Juan del Corral. Su primera misión al servicio de la República de Antioquia —luego fue designado “Ingeniero General y Director del Cuerpo de Ingenieros”— fue la de construir fortificaciones en los pasos de Bufú y La Cana sobre el río Cauca para proteger la provincia; luego en Rionegro organizó una Escuela Militar de Cuerpos Facultativos que inició labores en agosto de 1814 y donde se empezaron a formar oficiales para defender la naciente república. La Escuela se trasladó a Medellín y allí Caldas, además del levantamiento de planos estratégicos, instaló un molino de pólvora y una planta de fundición con un taladro para fabricar fusiles; además, como director de la Casa de Moneda mejoró y aceleró el proceso de acuñación de monedas.

El 6 de diciembre de 1815, luego de prolongado asedio, el general Pablo Morillo se tomó a Cartagena de Indias, inició una exitosa invasión hacia el interior y avanzó hasta Santafé, que fue tomada el 6 de mayo. Ante la fuerte acometida de las fuerzas de reconquista las huestes patriotas se desbandaron y sus miembros huyeron hacia el sur o hacia los llanos de Casanare. Caldas buscó refugio en su tierra natal, donde fue capturado por las fuerzas comandadas por Juan Sámano.

Juzgado en forma sumaria, fue condenado a muerte por su participación decidida en la rebelión contra el Rey a través de planes militares y de escritos injuriosos y subversivos. Caldas argumentó en su defensa la necesidad de organizar sus materiales científicos y concluir varias obras, como la Phitographia Aequatorialis, la Chinchografía y la Zoographia, además de completar los textos de la Flora de Quito y de la Flora de Bogotá, actividades que requerían varios meses de trabajo permanente y que al publicarse daría gloria a España. Tales argumentos no fueron suficientes para alcanzar un indulto del Consejo de Guerra. La sentencia se aplicó de forma inmediata y junto con varios compañeros, en la plazuela de San Francisco de Santafé de Bogotá, fue pasado por las armas por la espalda y sus bienes fueron confiscados.

 

Obras de ~: Carta del río Magdalena, Popayán, 1797; Observación sobre la verdadera altura del Cerro de Guadalupe que domina esta ciudad, Santafé de Bogotá, Correo Curioso, 1801; Semanario de la Nueva Granada. Miscelánea de Ciencias, Literatura, Artes e Industria, publicada por una Sociedad de Patriotas Neogranadinos, París, Librería Castellana, Lesserre, 1849; Obras de [Francisco José de Caldas], Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1849 (Biblioteca de Historia Nacional, vol. 9); Cartas de [Francisco José de Caldas], Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1849 (Biblioteca de Historia Nacional, vol. 15); Nivelación de 30 especies de plantas puestas sobre la vista occidental de Imbabura, montaña de las cercanías de Ibarra, Bogotá, 1991; Diseños de Plantas, comp. y ed. de S. Díaz Piedrahita, Bogotá, Molinos Velásquez, 1994.

 

Bibl.: D. Mendoza, Expedición Botánica de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada y memorias inéditas de Francisco José de Caldas, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1909; J. Paredes, Caldas, Bogotá, Librería Siglo XX, 1946; L. Pombo, Francisco José de Caldas, biografía del sabio, Bogotá, Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1958; J. Batemán, Francisco José de Caldas, síntesis biográfica, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1969 (Bolsilibros, vol. 2); T. G[lick], “Caldas, Francisco José de”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotóns y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. I, Barcelona, Ediciones Península, 1983, págs. 152-154; H. A. Schumacher, Caldas, un forjador de cultura, Bogotá, Eopetrol, 1986; J. W. Appel, Francisco Jose de Caldas. A Scientist at Work in Nueva Granada, Philadelphia, Transactions of the American Philosophical Society, 1994; VV. AA., Francisco José de Caldas, Bogotá, Molinos Velásquez Editores, 1994; S. Díaz Piedrahita, Nueva aproximación a Francisco José de Caldas, episodios de su vida y de su actividad científica, Bogotá, Academia Colombiana de Historia, 1997 (Biblioteca de Historia Nacional, vol. 149); A. D. Batemán, Francisco José de Caldas, el hombre y el sabio, Bogotá, Planeta, 1998.

 

Santiago Díaz Piedrahita

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