Ridruejo Jiménez, Dionisio. El Burgo de Osma (Soria), 12.X.1912 – Madrid, 29.VI.1975. Poeta y político.
Hijo de un comerciante y banquero, pasó sus primeros años en El Burgo de Osma, una villa episcopal de unos cuatro mil habitantes. Gracias a su abuela, Justa Ridruejo Marín, que se sabía de memoria, con sus sones antiguos, varios romances viejos y nuevos, descubrió la dimensión poética y empezó a escribir versos. A los nueve años, inauguró la época de los internados, primero en Segovia, con los maristas, y después con los jesuitas, en Valladolid y luego Chamartín de la Rosa, donde terminó su bachillerato en 1927. En estos internados recibió la impronta de un catolicismo dogmático, poco compatible con el de su madre, mucho más dulce, y con el toque liberal que se asociaba al recuerdo de su padre.
En enero de 1928 se matriculó en el Real Colegio o Universidad de María Cristina, de El Escorial, donde estudió Derecho bajo la tutela de los agustinos. Fue un alumno mediocre. Decidió ante sí mismo que era, sobre todo, un escritor, y lo hizo en un ambiente de creciente sobreexcitación política. Descubrió a Proudhon y a Marx, y se puso del lado de la República, enfrentándose a sus maestros y a su familia. Después entró, desilusionado, en una fase de apatía política, hasta que, excitado por el Manifiesto futurista de Marinetti y por la lectura de Genio de España, de Giménez Caballero, se sintió atraído por el fascismo. En 1933, se afilió a Falange Española, un movimiento “poético”, según su fundador, José Antonio Primo de Rivera. Le pareció un partido a su medida: “Ni derechas ni izquierdas, sino todo junto: sagradas tradiciones y revolución igualitaria”. Tenía veintiún años.
En 1935 se vio introducido en el selecto círculo de José Antonio Primo de Rivera. Participó en la creación del himno del partido, con dos versos: “Volverán banderas victoriosas / al paso alegre de la paz [...]”. El golpe militar de julio de 1936 lo sorprendió en Segovia. Se convirtió enseguida, a los veinticuatro años de edad, en un jerarca falangista, en gran medida por ser un orador brillante. (“Entré en la política de gestión cogido por mi propia palabra”). A finales de 1936, Manuel Hedilla —el sucesor de José Antonio Primo de Rivera, ejecutado en Alicante— lo nombró jefe de la Falange vallisoletana, en sustitución de Andrés Redondo.
El 19 de abril de 1937, Franco firmó el decreto de Unificación: las organizaciones políticas se fundían en un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, bajo su mando. Ridruejo se encontraba en casa de Hedilla cuando éste fue detenido por haber tratado de imponer algunas condiciones, y se enfrentó con Franco a continuación, diciendo, en su presencia, que la detención de Hedilla había sido un acto de irresponsabilidad política. Y fue más lejos, al decirle a Franco que la Unificación, tal como la había planteado, por decreto, implicaba un “golpe de Estado a la inversa” y que, en definitiva, había creado un “monstruo” — el partido único— matando para ello dos fuerzas vivas, el falangismo y el tradicionalismo... Al final, gracias a Serrano Suñer, Franco se avino a “negociar” con los falangistas “puros”, cuya representación recayó en Ridruejo. Éste acabó aceptando el razonamiento de Serrano Suñer: primero había que ganar la guerra, luego vendría la revolución nacional-sindicalista, desde arriba. Y actuó sobre el supuesto de que Franco —de alguna manera— había prometido esa revolución.
Fue nombrado jefe de Propaganda, y se rodeó de un equipo en el que se encuadraron, entre otros, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, J. Pla, Ignacio Agustí y Pedro Laín. Como jefe de Propaganda, Ridruejo dejó su impronta en algunos ceremoniales del Estado naciente, pero no consiguió que Franco se sometiese al Partido.
Al término de la Guerra Civil, fundó, con Pedro Laín Entralgo, la revista Escorial, una publicación falangista de difícil acomodo en las coordenadas oficiales.
Escorial rescató la figura de Antonio Machado y acogió a intelectuales que, por sus antecedentes, parecían condenados al silencio (Marañon, Menéndez Pidal, Marías, Zubiri). A continuación, Ridruejo se alistó en la División Azul. Se suponía que un triunfo de los alemanes podía favorecer la causa de la revolución falangista, pero no se hacía demasiadas ilusiones.
Como soldado raso, luchó en el frente del Este. La experiencia, a sesenta grados bajo cero, fue durísima. Según propia confesión, volvió de Rusia “deshipotecado”, libre para disponer de sí mismo.
Ya convencido de que Franco no tenía el propósito de apadrinar una revolución nacional-sindicalista, Ridruejo, sin esperar el resultado de la contraofensiva alemana de 1942, le escribió una carta en que renunciaba a todos sus cargos (consejero nacional, miembro de la Junta Política...). A su juicio, el Régimen no era más que un simulacro falangista, y Franco no debía considerarlo uno de sus incondicionales. La policía lo detuvo. Le esperaban cinco años de confinamiento, primero en Ronda y luego en Cataluña, en muy precarias condiciones materiales (su familia se había arruinado). Fue un período de reflexión y de autocrítica, favorecida ésta por el trato asiduo con el grupo aliadófilo de la revista Destino. En julio de 1944, contrajo matrimonio con Gloria de Ros Ribas.
En noviembre de 1948, llegó a Roma, como corresponsal de la agencia Pyresa. La experiencia italiana fue decisiva, por cuanto le permitió familiarizarse con el potencial de la democracia y convertirse —de la mano de Benedetto Croce— al liberalismo. En 1950 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, por su libro En once años. Se le ofrecía una oportunidad de reconciliarse con el Régimen. Tomó varias decisiones: regresaría a España, no aceptaría ningún cargo oficial, y trabajaría con la vista puesta en la democracia.
Sus primeros pasos en sentido aperturista coincidieron con los de Martín Artajo y Joaquín Ruiz Giménez, ambos respaldados por el propio Franco, entonces deseoso de complacer a las cancillerías occidentales con aires de liberalización; pero muy pronto desbordó ese proyecto oficial.
En 1952, con el apoyo del industrial catalán Alberto Puig Palau, sacó en Barcelona Revista, en la que publicó, entre otros, un artículo titulado “Excluyentes y comprensivos”, que venía a alentar el intento de apertura impulsado por el ministro Ruiz-Giménez. En junio del mismo año, fue uno de los organizadores del Primer Congreso de Poesía celebrado en Segovia, bajo el patrocinio de Joaquín Pérez Villanueva, director general de Enseñanza Universitaria, y al que asistieron figuras tan relevantes como los catalanes Carles Riba, Foix, Perucho, Marià Manent, Teixidor o Permanyer, que establecieron diálogo y relación con Gerardo Diego, Aleixandre, Laín, el propio Ridruejo, Rosales, Cano, Panero, Vivanco, Valverde... Fue también significativa la presencia de extranjeros: Ungaretti, Roy Campbell, Charles Davis Ley, Vandercammen, Ferreiro da Cunha..., así como la de poetas hispanoamericanos residentes en Madrid. En años sucesivos, el Congreso de Poesía se celebró en Salamanca y Santiago.
En 1956 apadrinó en la Universidad Complutense de Madrid un movimiento de recogida de firmas a favor de la democratización y la liberalización del Sindicato Español Universitario (SEU). Los inmovilistas salieron violentamente al paso de ese movimiento estudiantil.
Ridruejo fue encarcelado por un mes, perdió su trabajo (había sido director de Radio Intercontinental, una emisora privada) y ya no se volvió a hablar de él como candidato a ocupar un sillón de la Real Academia Española. Se consumaba su segunda ruptura con el franquismo. Fundó el Partido Social de Acción Democrática y no tardó en volver a la cárcel de Carabanchel, esta vez por unas declaraciones a la revista Bohemia, de La Habana: “Muchos de los que fuimos vencedores nos sentimos vencidos. Queremos serlo”. El falangista se había convertido en un socialdemócrata. Nunca había sido monárquico, pero ahora aceptaba la Monarquía, a condición de que ésta restaurase la democracia como primera medida.
Fue uno de los organizadores del llamado “Contubernio de Múnich” (1962), por el cual se condicionó el ingreso de España en la Comunidad Europea a un restablecimiento de las libertades. Privado de pasaporte, tuvo que cruzar clandestinamente los Pirineos para acudir a la cita de la oposición en Múnich. Después, permaneció exilado en París. Regresó a España en 1964, cruzando la frontera a pie, furtivamente. La policía lo detuvo cerca de Bilbao y, a punta de pistola, lo devolvió a Francia, pero regresó al día siguiente y logró llegar a su casa de Madrid. Acabó en la cárcel, acusado de propaganda ilegal, por lo de Múnich, por haber condenado la ejecución de Grimau y por su libro Escrito en España. Fue condenado a seis meses de prisión. Quedó en libertad condicional: para el Régimen era un prisionero muy incómodo (su situación despertaba la solidaridad de los intelectuales, desde Sartre a Dos Passos).
En enero de 1965, se publicó en París el primer número de la revista Mañana, promovida por Dionisio Ridruejo. En la cabecera, junto al título, se indicaba que la revista “se edita en París porque no puede editarse todavía en Madrid”.
Este demócrata que se expresaba como tal sin ningún miedo a las consecuencias, abrió vías de comunicación entre las diversas corrientes de la oposición, llevando su mensaje liberalizador a las entrañas del propio Régimen, donde no faltaron las personas que, de tapadillo, prestaron atención a sus razonamientos. Fue, desde luego, uno de los principales adelantados de la Transición. Sin embargo, por encontrarse en la penumbra de la semiclandestinidad, el Ridruejo maduro, el demócrata, no es un personaje bien conocido por los españoles, que tienden a recordar exclusivamente al falangista. Y lo que ha sucedido con el político maduro ha sucedido también con el poeta.
Todavía hoy se recuerdan sus sonetos de cuando era el poeta oficial del Régimen, y es práctica habitual encerrarlo en la generación de 1936. Ha dejado más de ochocientos poemas. Los primeros (Plural y sus continuaciones) son poemas de adolescencia. Después vinieron sus poemas formalistas o de juventud, por los que fue muy conocido (Primer libro de amor, Sonetos a la piedra). La experiencia en el frente del Este quebró la línea formalista (Cuadernos de Rusia), inaugurándose la etapa existencial que él consideró de “primera madurez”, continuada por los poemas escritos en tiempos de su confinamiento (En la soledad del tiempo, Elegías). Luego vinieron sus poemas de “segunda madurez” — memorias, aforismos, notas de pasaje, figuraciones—, escritos con gran libertad formal (Los primeros días, Cuaderno catalán, Casi en prosa, En breve).
Obras de ~: Plural (1929-1934), Segovia, El Adelantado, 1935; Primer libro de amor (1935-1939), Barcelona, Editorial Yunque, 1939; Poesía en armas, Madrid, Editorial Jerarquía, 1940; Fábula de la doncella y el río (1940), Madrid, Editora Nacional, 1943; Sonetos a la piedra (1934-1942), Madrid, Editora Nacional, 1943; Poesía en armas (“Cuadernos de Rusia”), Madrid, Afrodisio Aguado, 1944; En la soledad del tiempo (1940- 1944), Barcelona, Montaner y Simón, 1944; La fundación del reino (1944), drama (inéd.); El hijastro del tiempo (1944), drama (inéd.); El pacto con la vida (1945), Madrid, Revista Fantasía, número 17 (julio de 1945); Don Juan, Madrid, Editora Nacional, 1945; Elegías (1943-1946), Madrid, Adonais, 1948; En once años (1935-1945), Madrid, Editora Nacional, 1950; Los primeros días (idilios de la hija reciente), Palma de Mallorca/Madrid, Papeles de Son Armadans, julio de 1958; Dentro del tiempo, ilustraciones de B. Palencia, Barcelona, Ediciones Arión, 1959; En algunas ocasiones (1943-1945), Madrid, Aguilar, 1960; Hasta la fecha (1934-1959), introd. de L. F. Vivanco, Madrid, Aguilar, 1961; Escrito en España, Buenos Aires, Losada, 1962 (ed. de J. Gracia, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2008); Cuaderno catalán, Madrid, Revista de Occidente, 1965; 122 poemas, Buenos Aires, Losada, 1967; Roma, Madrid, SEDE, 1968; Diario de una tregua (segunda edición de Dentro del tiempo), Barcelona, Destino, 1972; Casi en prosa, Madrid, Revista de Occidente, 1972; Entre literatura y política, Madrid, Seminarios y Ediciones, 1973; Castilla la Vieja, Barcelona, Destino, 1974, 2 vols.; Cuadernillo de Lisboa, Santander, Peñalabra, 1974; En breve (Hojas de un cancionero inédito), Málaga, Revista Litoral, 1975; Poesía, antología preparada por L. F. Vivanco, pról. de M. Manent, Madrid, Alianza Editorial, 1976; Primer libro de amor, Poesía en armas, Sonetos, ed. de D. Ridruejo, Madrid, Castalia, 1976; Casi unas memorias, pról. de S. de Madariaga, ed. de C. A. Gómez, Barcelona, Planeta, 1976 (ed. [aumentada] al cuidado de J. Amat, Barcelona, Ediciones Península, 2007); Sombras y bultos, ed. de C. A. Gómez, Barcelona, Destino, 1977; Los cuadernos de Rusia, ed. de G. de Ros y C. A. Gómez, Barcelona, Planeta, 1978; Cuadernos de Rusia, En la soledad del tiempo, Cancionero en Ronda, Elegías, ed. de M. Penella, Madrid, Castalia, 1981; Memorias de una imaginación (Papeles escogidos e inéditos), ed. de M. Penella, Madrid, Clan, 1993; Materiales para una biografía, selecc. y pról. de J. Gracia, Madrid, Fundación Central Hispano, 2005; El valor de la disidencia. Epistolario inédito de Dionisio Ridruejo, ed. de J. Gracia, Planeta, 2007; Ecos de Munich. Papeles políticos escritos en el exilio, ed. de J. Amat, pról. de J. Martínez Reverte, Barcelona, RBA, 2012; Cartas íntimas desde el exilio (1962-1964), ed. y pról. de J. Amat y J. Gracia, Madrid, Fundación Banco Santander, 2012; Segovia, Gadir, Madrid, 2012; Cuadernos de Rusia (diario 1941-1942), ed. de J. M. Núñez Seixas, pról. de Jordi Gracia, Fórcola, Madrid, 2013.
Bibl.: C. D. Ley, “Neoclassicism”, en Spanish Poetry since 1939, Washington, The Catholic University Press, 1962; L. F. Vivanco, “El desengaño del tiempo en la poesía de Dionisio Ridruejo”, en Introducción a la poesía española contemporánea, Madrid, Guadarrama, 1971; H. P. Schmidt, Dionisio Ridruejo. Ein Mitliegt der spanischen “generación” von 36, Bonn, Universidad de Bonn, 1972; J. Benet, R. Serrano Suñer, M. Manent, J. Gorkín, R. Gullón, F. Solana, P. Laín Entralgo, J. L. López Aranguren, J. M. Gil Robles, C. J. Cela, L. Rosales et al., Dionisio Ridruejo, de la Falange a la oposición, Madrid, Taurus, 1976; M. Penella, Dionisio Ridruejo, poeta y político. Relato de una existencia auténtica, Salamanca, Caja Duero, 1999 (reed., Dionisio Ridruejo. Biografía, Barcelona, RBA, 2013); J. Gracia, La resistencia silenciosa: fascismo y cultura en España, Barcelona, Anagrama, 2004; J. M. Reverte (dir.), La forja de un demócrata, (documental), RTVE, 2005; F. Morente, Dionisio Ridruejo. Del fascismo al antifranquismo, Madrid, Editorial Síntesis, 2006; M. Penella, La Falange teórica. De José Antonio Primo de Rivera a Dionisio Ridruejo, Barcelona, Planeta, 2006; M. Penella, “Recordando a Dionisio Ridruejo”, en ABC, 22.IX.2006; J. Amat, Las voces del diálogo. Poesía y política en el medio siglo, Barcelona, Península, 2007; J. Gracia, La vida rescatada de Dionisio Ridruejo, Barcelona, Anagrama, 2008; M. Penella, Dionisio Ridruejo: Biografía, Barcelona, RBA, 2013.
Manuel Penella