Torre Ballesteros, Guillermo de. Madrid, 27.VIII.1900 – Buenos Aires (Argentina), 15.I.1971. Escritor, editor y mediador cultural.
Nació en el seno de una familia acomodada. Su padre, el notario Guillermo de Torre Molina, había contraído matrimonio con la joven madrileña María Luisa Ballesteros a finales de 1899. Dentro de la familia existía cierta simpatía hacia las letras: su abuelo materno, Luis Ballesteros Robles, maestro de profesión, escribió varios libros de su especialidad además de un Diccionario biográfico matritense (Madrid, Imp. Municipal, 1912), mientras su padre colaboraba de vez en cuando en periódicos como La Correspondencia de España. Dada la profesión del padre, la infancia del pequeño Guillermo y de su hermana María Luisa transcurrió por destinos como Maeztu (Álava), Pola de Gordón (León) o Fonz (Huesca). Lector precoz y voraz, pronto despertó en él su vocación literaria. En 1915 publicó su primera narración en las páginas de la revista madrileña El defensor de la juventud. Poco después colaboró en periódicos y revistas culturales y universitarias como Paraninfo (Zaragoza), Atenea (Valencia), Nosotros (Valladolid), La Crónica de Aragón o Diario de Huesca. Se trata de trabajos primerizos en los que resulta ostensible la huella de sus maestros (Azorín, Unamuno, Noel) y en los que cultivaba todo tipo de géneros: poesía, narrativa, crítica literaria, crónica periodística, etc.
Tras finalizar sus estudios de bachillerato se trasladó a Madrid para empezar Derecho. Pesaba en él el deseo de complacer a su padre y la necesidad de alcanzar una posición acomodada desde la que cultivar su auténtica pasión: la escritura. Sus años universitarios fueron decepcionantes, ya que a su escaso interés se sumaba la apatía del profesorado. Se le resistirá una asignatura, Hacienda Pública, que logrará superar en 1923 en Granada al lado de su amigo Federico García Lorca. Ese mismo año se matriculó en Madrid en el Instituto Diplomático y Consular Español pues, amante de los viajes al extranjero, deseaba orientar su trayectoria hacia el desempeño de algún cargo en embajadas.
Durante sus años universitarios desplegó también una activa vida literaria. Antes incluso ya había entablado relación con Rafael Cansinos Assens y con Ramón Gómez de la Serna. De su mano empezó a colaborar en publicaciones que orbitan en torno al modernismo epigonal (Cervantes, Los Quijotes). La llegada a Madrid en 1918 de Vicente Huidobro y de los pintores Sonia y Robert Delaunay despertó en varios jóvenes, que se reunían en el Café Colonial en torno a Cansinos, la necesidad de trasplantar el vanguardismo europeo al suelo español. Surgió de este modo un movimiento, el Ultraísmo, acaudillado por Cansinos y con Guillermo de Torre como principal escudero. Su participación dentro de él será capital: impulsará revistas como Reflector; introducirá, mediante traducciones, a buena parte de los vanguardistas europeos en España; dotará al movimiento de sustancia teórica; historiará de forma simultánea su desarrollo; compondrá poemas vanguardistas, etc. Recogerá algún tiempo después su producción poética de aquellos años en un lujoso volumen titulado Hélices (1923), el más representativo de aquella corriente. Un poco más tarde recopilará su labor crítica en Literaturas europeas de vanguardia (1925), libro que constituirá una especie de biblia vanguardista para los jóvenes españoles e hispanoamericanos de la época.
Uno de los rasgos que caracterizarán al Torre ultraísta será el uso de una abstrusa jerigonza que convertirá su estilo en motivo de chanza entre sus contemporáneos. Consciente de sus excesos no tardará en depurar su prosa, lo cual le permitirá comenzar a publicar en revistas más prestigiosas como la orteguiana Revista de Occidente, en donde se encuentra su firma en 1924. En este periodo se dio cuenta también de que sus aptitudes poéticas y novelísticas eran limitadas; en cambio, en el campo de la crítica literaria y del arte se le abrió un futuro mucho más halagüeño. A partir de este momento su labor intelectual se centrará en estos campos.
1926 fue un año de gran importancia en su trayectoria pues en compañía de Ernesto Giménez Caballero proyectó la aparición de La Gaceta Literaria, cuyo primer número vio la luz en enero de 1927. Torre ejerció como secretario y se ocupó especialmente del contenido internacional e hispanoamericano de la publicación, además de completar sin firma infinidad de artículos. En septiembre de este último año decidió partir hacia Buenos Aires pues en el Madrid ultraísta había conocido a una joven, la pintora Norah Borges (hermana de Jorge Luis), de la que se había enamorado. Antes de partir, publicó, sin firma, un artículo que causó una enorme polémica a uno y otro lado del Atlántico: “Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica”.
En la capital porteña inició rápidamente una potente labor cultural: se convirtió en redactor de La Nación, introdujo a autores como Benjamín Jarnés o Gómez de la Serna en sus páginas, dictó conferencias tan importantes como “Examen de conciencia” en la Facultad de Humanidades, se involucró, de la mano de Julián Urgoiti, en diversas empresas editoriales, ayudó a Victoria Ocampo a fundar Sur en donde, una vez más, actuó como secretario, y consiguió hacer efectivo su deseo de casarse con Norah el 17 de agosto de 1928.
Pese a su vida regalada e intelectualmente exitosa, echaba de menos el bullicio de su Madrid natal. La proclamación de la Segunda República, con la que, desde propuestas liberales, simpatizó, le animó a regresar a España. En marzo de 1932 ya residía en un inmueble madrileño ubicado en la calle Lagasca nº 62.
No tardaron ambos cónyuges en involucrarse en la incitante vida cultural que les ofrecía la capital. Norah era una reputada pintora que colaboraba regularmente en publicaciones y que realizaba exposiciones. Torre paseará su firma por periódicos y revistas como El Sol, Luz, Diario de Madrid, Crisol, Diablo Mundo o Revista de Occidente. También colaboraba, junto a Pedro Salinas, en el Centro de Estudios Históricos y su revista Índice Literario. Se involucró igualmente en empresas artísticas como la Sociedad de Artistas Ibéricos (SAI) con quienes fundó la revista Arte. Posteriormente colaboró con ADLAN en la organización de varias exposiciones, entre ellas la primera retrospectiva de Picasso en Madrid en 1935. Torre se encargó de la redacción del catálogo. Ese mismo año se publicaba el Almanaque Literario 1935, obra coordinada por Torre con la ayuda de Esteban Salazar Chapela y Miguel Pérez Ferrero.
Lleno de proyectos y ajeno al encrespamiento político prosiguió a comienzos de 1936 su labor periodística en las páginas de El Sol en donde, el mismo 18 de julio, aparecía su artículo “Entre el film y el libro”. Pese a ser un hombre de ideas republicanas vio peligrar su vida en Madrid por lo que en septiembre de 1936 decidió, en compañía de su esposa, trasladarse eventualmente a París. Intentó, infructuosamente, trabajar como corresponsal de algún periódico en París o en Londres. Desde México se le abrieron también las puertas, pero finalmente el matrimonio se decantó por volver a Argentina, donde contaba con la ayuda de la familia Borges. En París nació, en este intervalo, su primer hijo, Luis Guillermo (13.I.1937). Su segundo hijo, Miguel Jorge, nacerá ya en Buenos Aires el 1 de marzo de 1939.
Su vuelta a tierras argentinas no supuso una merma en su actividad cultural. Comenzó entonces a desplegar una importante actividad editorial: primero en Espasa-Calpe Argentina en donde echó a andar en septiembre de 1937 la longeva colección Austral que se inauguró, por su deseo, con La rebelión de las masas de su admirado Ortega; después en Losada, en cuya fundación jugará junto al propio Gonzalo Losada un papel muy destacado. Torre se encargará allí de diversas colecciones como la “Biblioteca Contemporánea” formada por libros de bolsillo al modo de Austral con los que se pretendía luchar contra la extendida piratería o “La Pajarita de Papel”, para la que escribirá infinidad de prólogos. Ayudará también a numerosos expatriados proporcionándoles traducciones que les ayudasen a subsistir o publicando sus obras (Rafael Alberti, Juan Ramón Jiménez, Francisco Ayala, Arturo Barea, etc.). Empezó también a publicar, por primera vez, las Obras Completas de Federico García Lorca, labor que se prolongó por espacio de ocho años (1938-1946) y que dio como resultado siete volúmenes. A finales de 1938, el embajador republicano en Argentina, Ángel Ossorio y Gallardo, lo nombró agregado cultural, cargo que desempeñará durante un breve periodo.
Tras varios años en los que, pese a publicar continuamente en periódicos y revistas, apenas editó libros, a partir de 1943, en que aparecen simultáneamente La aventura y el orden y Menéndez Pelayo y las dos Españas, su bibliografía crece de manera exponencial. Sus intereses serán a partir de este momento múltiples. Además de las vanguardias, entre cuyos trabajos destaca especialmente su monumental Historia de las literaturas de vanguardia, libro en el que ofrece una solvente panorámica de dicho fenómeno, esta vez ejerciendo, en sus palabras, como fiscal y no como abogado defensor, también se ocupa con contrastado rigor y amenidad de la rica tradición literaria española e hispanoamericana. Otro de los asuntos que también le ocuparon tuvo que ver con el arte al que dedicó diversas monografías.
En 1947 prosiguió con su labor periodística con la fundación al lado de Francisco Ayala y Lorenzo Luzuriaga de la revista Realidad, en donde colaborará regularmente. En 1951 publicará una de sus mejores obras, Problemática de la literatura, en la que alerta sobre los peligros que, desde su propio seno, acechan a la literatura. En 1954 empezó a colaborar con el Congreso por la Libertad de la Cultura a través de ponencias y desde las páginas de su revista Cuadernos. Su pluma se desplegó por buena parte de la prensa cultural más prestigiosa de Hispanoamérica en estos años. En 1955 alcanzó la universidad, primero como profesor de Estética en la Universidad de Rosario y dos años más tarde como profesor de Literatura Española en la Universidad de Buenos Aires. Tales cargos rebajaron su actividad en Losada.
Pese a la distancia de España y de haber asumido en 1942 la nacionalidad argentina, Torre se sintió siempre español. Se preocupó en todo momento de que su obra se publicara en su país y por ello estableció vínculos con editoriales como Taurus, Gredos o Guadarrama para darse a conocer entre sus compatriotas. Colaboró también regularmente en periódicos como Abc y en revistas como Papeles de Son Armadans, Ínsula o Índice de las Artes y las Letras. En 1951 regresó por primera vez a España y, a partir de ese momento, fueron numerosas las temporadas que pasó en su querido Madrid, aunque sin asentarse nunca de manera definitiva.
Al poco de partir al exilio comenzó a cartearse con la intelectualidad española menos sectaria. Propulsó la creación de una revista llamada El Puente, en la que participarían escritores de talante liberal de uno y otro lado del Atlántico (José Luis López Aranguren, Julián Marías, Dionisio Ridruejo, Ángel del Río, Francisco Ayala, etc.). Aunque el proyecto fracasó, se convirtió en el germen de una colección editorial que, con el mismo nombre y bajo la dirección de Torre, echó a andar en Edhasa en 1963 y que llegó a publicar 28 volúmenes.
La última visita de Guillermo de Torre a España se produjo en mayo de 1970. Aquejado por aquel entonces de una dolencia ocular que después se agravó con otra cardiaca, el escritor madrileño hubo de cancelar su estancia en la capital para regresar apresuradamente a Buenos Aires. Falleció en su vivienda de la porteña calle Suipacha en la madrugada del 15 de enero de 1971.
Obras de ~: Hélices. Poemas (1918-1922), Madrid, Mundo Latino, 1923 (ed. de J. María Barrera López, prelim. de M. de Torre Borges, Málaga, Centro Cultural del 27, 2000); Literaturas europeas de vanguardia, Madrid, Caro Raggio, 1925 (ed. de J. Mª. Barrera López, prelim. de M. de Torre Borges, Sevilla, Renacimiento, 2001; ed. de J. Luis Calvo Carilla, Pamplona, Urgoiti, 2002); Itinerario de la nueva pintura española, Montevideo, 1931; con E. Salazar Chapela y M. Pérez Ferrero, Almanaque Literario 1935, Madrid, Editorial Plutarco, 1935 (ed. de R. Virtanen, Renacimiento, Sevilla, 2015); Menéndez Pelayo y las dos Españas, Buenos Aires, Patronato Hispano-Argentino de Cultura, 1943; La aventura y el orden, Buenos Aires, Losada, 1943; Guillaume Apollinaire: su vida, su obra y las teorías del cubismo, Buenos Aires, Poseidón, 1946; Tríptico del sacrificio. Unamuno, García Lorca, Machado, Buenos Aires, Losada, 1948; Valoración literaria del existencialismo, Buenos Aires, Ollantay, 1948; Problemática de la literatura, Buenos Aires, Losada, 1951; ¿Qué es el superrealismo?, Buenos Aires, Columba, 1955; Las metamorfosis de Proteo, Buenos Aires, Losada, 1956; Claves de la literatura hispanoamericana, Madrid, Taurus, 1959; El fiel de la balanza, Madrid, Taurus, 1961; Escalas en la América Hispánica, Buenos Aires, Perrot, 1961; La aventura estética de nuestra edad y otros ensayos, Barcelona, Seix Barral, 1962; Minorías y masas en la cultura y el arte contemporáneos, Barcelona, Edhasa, 1963; Tres conceptos de la literatura hispanoamericana, Buenos Aires, Losada, 1963; Historia de las literaturas de vanguardia, Madrid, Guadarrama, 1965 (Madrid, Guadarrama, 1971, 3 vols.; Madrid, Visor Libros, 2001); La difícil universalidad española, Madrid, Gredos, 1965; Al pie de las letras, Buenos Aires, Losada, 1967; Apollinaire y las teorías del cubismo, Barcelona, Edhasa, 1967; El espejo y el camino, Madrid, Editorial Prensa Española, 1968; Ultraísmo, existencialismo y objetivismo en literatura, Madrid, Guadarrama, 1968; Del 98 al Barroco, Madrid, Gredos, 1969; Vigencia de Rubén Darío y otras páginas, Madrid, Guadarrama, 1969; Nuevas direcciones de la crítica literaria, Madrid, Alianza, 1970; Doctrina y estética literaria, Madrid, Guadarrama, 1970; De la aventura al orden, Madrid, Fundación Banco Santander, 2013.
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Pablo Rojas