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Antonio Amat Maíz

Biografía

Amat Maíz, Antonio María. Vitoria (Álava), 18.IV.1919 – En las aguas entre Barcelona y Palma, 19.XII.1979. Político vasco.

Tras el asesinato en la Dirección General de Seguridad del dirigente socialista Tomás Centeno, en febrero de 1953, Rodolfo Llopis, a través de Juan Iglesias, encargó a Amat actuar de enlace entre ellos y el interior. Sin embargo, este se convirtió en “alma, motor y nervio” del socialismo español en esa década al reorganizar diversos núcleos del Partidos Socialista Obrero Español (PSOE). Era hijo único, de una familia de clase media. El padre, Eladio, un marino mercante portugalujo, fue tesorero de la Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS) alavesa en 1940; su madre, Carmen, una mujer de la entonces católica Vitoria. Estudió en los Marianistas, donde en 1936 publicó la revista Estudiantina junto a la pareja Gutiérrez-Fraile, luego jefes falangistas locales. Durante la guerra fue alférez de complemento y vigiló presos republicanos en el campo de Nanclares de Oca, protagonizando alguna situación por la que fue sancionado. Había comenzado sus estudios universitarios, pero no parece que acabara Derecho y es seguro que nunca ejerció. Estuvo preso entre octubre y Navidad de 1944, y el 19 de enero siguiente fue detenido en Ondárroa cuando intentaba pasar a Francia y “alistarse en las unidades subversivas militarmente organizadas por malos españoles y extranjeros”. Cumplió seis años entre Burgos y Vitoria. Aquí encabezó un motín (24 de septiembre de 1945) tratando de evitar la ejecución de un jefe del maquis. Al salir en libertad, en junio de 1950, todavía purgó sendas penas de seis meses de prisión en Huesca y otros tantos de destierro en Madrid por intervenciones a favor de los presos. Durante un tiempo se refugió donde unos contrabandistas en Vera de Bidasoa (Navarra), que trabajaban para la red de pasos de frontera de Iglesias (El Manco), y estableció también contacto con socialistas vizcaínos. Al volver a Vitoria paraba en el restaurante de los Aguiriano, convertido ya en estafeta clandestina, y mantenía informado a Martínez Barahona tras la detención de este en la huelga de 1951. Fue él quien le presentó a Iglesias en el verano de 1953 y en noviembre asistió con El Manco al Congreso de la Unión General de Trabajadores (UGT) en Toulouse, donde recibió el plácet de Llopis. Desde entonces y desde la tranquila Vitoria, caracterizado como un soltero borrachín junto a su cuadrilla local socialista para no despertar el interés policial, que ya le tenía fichado, empezó a realizar viajes a Francia y por toda España reorganizando el partido y estableciendo contactos, oculto bajo seudónimos como GuridiEl CiclistaEl FrancésTomásSorozábalEl MañoEl VascoEl León de Vitoria o El Coronel. Así fue en Santander (con Basilio Rodríguez), Oviedo (Requena, Iglesias, Suárez y Fernández), Valencia (Martínez Amutio), Barcelona (Raventós, del Moviment Socialista de Catalunya), Sevilla (Fernández Malo, padre de Fernández Torres, Francisco Román y los antiguos democristianos Giménez Fernández y Aguilar Navarro), Zaragoza, Madrid (con la Agrupación Socialista Universitaria de Bustelo y Kindelán, con los abogados Villar y J. Federico de Carvajal o con Tierno Galván y Dionisio Ridruejo), San Sebastián (los médicos Luis Martín Santos y Vicente Urcola) …, con resultados diversos. Pero Amat no se limitó a organizar, sino que desplegó ideas propias acerca de qué debía hacer el PSOE entonces, lo que le acabó enfrentando a la Ejecutiva de Llopis. Apostó por un antifranquismo militante, pragmático y unitario, superador del anticomunismo de los socialistas, partidario incluso del oportunismo revolucionario y de todo tipo de tácticas (del entrismo para aprovechar espacios del franquismo hasta la agitación sistemática y la provocación del descontento, sin mirar el carácter de sus integrantes, incluidos falangistas disidentes), acercándose a elementos políticos de todo tipo (democristianos, comunistas, monárquicos, nacionalistas vascos, anarquistas…) que pudieran aportar algo en contra de la dictadura, asumiendo estrategias de estos (del federalismo al recurso controlado a la violencia “antibiótica”, como la llamaba) y ligando el desarrollo del partido a su penetración en el movimiento obrero y al refuerzo de la UGT (y de las Juventudes Socialistas). Un oportunismo que no reparaba en los medios, determinado por la urgencia vital de acabar con el régimen. “Lo único que se hunde son nuestras vidas”, se lamentaba. A partir de 1957 pidió su relevo a Toulouse, pero a la vez empezó a organizar reuniones en el interior propiciando un Comité Central Socialista (y hasta un Frente Nacional Antifranquista con otras fuerzas), en clave “movimentista” y en abierta oposición al Exilio. Incluso presentó documentos orgánicos a los congresos del PSOE de 1958 y 1961, todos rechazados, pero que anticipaban la renovación socialista que se produjo a comienzos de los setenta. El “cartero” pensaba por sí mismo: en abril de 1954 Toulouse ya le recordó los límites de su función. Finalmente, el 9 de noviembre de 1958 la policía resolvió el “enigma Guridi” y, tras capturar a los jóvenes de la Agrupación Socialista Universitaria (ASU), desmanteló toda su red (hubo casi cien detenidos). Salió de la cárcel el último de todos, a mediados de 1961. Allí conoció a Luis Goytisolo, Sánchez Montero, Julio Cerón, Marcos Ana o Enrique Múgica (a quien del comunismo empujaría hacia el socialismo). Gracias al empeño de sus abogados (Josefina Arrillaga), consiguió movilizar a destacadas personalidades internacionales: su caso fue reseñado por el abogado laborista británico Peter Benenson –a quien había conocido en 1954 en Vitoria en el juicio por la huelga de mayo del 51– en un artículo publicado en The Observer (28 de mayo de 1961) titulado “Los presos olvidados”, que se considera el llamamiento fundacional de Amnistía Internacional. A su regreso a Vitoria fue entrevistado por Rossana Rossanda para una mirada colectiva sobre la situación española (luego publicado en el libro Un viaggio inutile, 1981). En diciembre de 1962, en una aparente vida de retiro en su ciudad natal –en realidad convertida por su activismo en “capital de la resistencia” –, rechazó encabezar finalmente un movimiento contra Llopis alentado por Antonio Villar Massó y participó en diferentes reuniones y congresos, hasta el Comité de Coordinación que presidió en 1970, que incrementó la representación del Interior. También enlazó entre 1969 y 1970 con una nueva generación de militantes socialistas a los que pasó el testigo de la organización local. La llegada de la democracia desplazó a este tipo de activistas que habían puesto extraordinarias expectativas en el cambio político. Renunció a diversos cargos institucionales que se le ofrecieron (senador, consejero vasco) y, carcomido por la decepción, el cáncer y el alcohol, decidió poner fin a su vida arrojándose por la borda del Ciudad de Badajoz que de Barcelona le llevaba a Palma.

 

Bibl.: J. A. y L. Martínez Mendiluce, Historia de la resistencia antifranquista en Álava (1939-1967), San Sebastián, Txertoa, 1978; S. Vilar, Historia del antifranquismo (1939-1975), Barcelona, Plaza & Janés, 1984; R. Gillespie, Historia del Partido Socialista Obrero Español, Madrid, Alianza, 1991; F. Jáuregui y M. A. Menéndez, El hombre que pudo ser FG. Pasión y muerte de Antonio Amat ‘Guridi’ y otros ‘malditos’ del PSOE, Madrid, Temas de Hoy, 1994; C. Martínez Cobo, La travesía del desierto III (1954-1970), Madrid, Pablo Iglesias, 1995; M. Peciña, “Antonio Amat Guridi (1919-1979), un mito socialista olvidado”, en Historia Contemporánea, 12 (1995), págs. 384-391; S. Juliá, Los socialistas en la política española (1879-1982), Madrid, Taurus, 1996; F. Jáuregui, La cuarta carpeta (novela), Madrid, Foca, 1999; B. Vargas, Rodolfo Llopis (1895-1983): una biografía política, Barcelona, Planeta, 1999; A. Rivera, La utopía futura. Las izquierdas en Álava, Vitoria, Ikusager, 2008; A. Rivera, “Amoldados, disidentes y opositores. Antifranquistas en territorio leal”, en A. Rivera (ed.), Dictadura y desarrollismo. El franquismo en Álava, Vitoria, Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, 2009, págs. 291-358; A. Mateos, “Antonio Amat. Un activista y conspirador socialista”, en Anatomía de la historia (2015) (http://anatomiadelahistoria.com/2015/09/antonio-amat-un-activista-y-conspirador-socialista/); L. Avinareta, Una ciudad ‘Vitoria’. Un lugar ‘Las Dos Hermanas’. Un personaje ‘Antonio Amat’, Almería, Círculo Rojo, 2018; M. Peciña, “Antonio Amat”, en Enciclopedia Auñamendi [en línea], disponible en http://aunamendi.eusko-ikaskuntza.eus/eu/amat-maiz-antonio/ar-18770/; “Antonio Amat”, en Fundación Pablo Iglesias [en línea], disponible en http://www.fpabloiglesias.es/archivo-y-biblioteca/diccionario-biografico/biografias/1509_amat-maiz-antonio-maria-sebastian.

 

Antonio Rivera