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Antonio de Marichalar y Rodríguez Monreal de Codes

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Biografía

Marichalar y Rodríguez Monreal de Codes, Antonio. Marqués de Montesa (X). Logroño (La Rioja), 3.IX.1893 – Madrid, 6.VIII.1973. Crítico literario, ensayista e historiador.

Perteneciente a una familia aristocrática vinculada al derecho y la política de la Restauración, Antonio Marichalar siguió estudios de Leyes, aunque heredó de su padre Luis Marichalar Monreal, vizconde de Eza, el gusto por el arte. Antes de 1920 inició su colaboración en la prensa en Los Lunes de El Imparcial y en revistas como Arte Español o La Esfera; asistió a la tertulia que mantenía Ramón Gómez de la Serna en Pombo y, en 1921, colaboró en la revista Índice de Juan Ramón Jiménez. Ese mismo año entabló amistad con Valery Larbaud, quien a su vez le puso en contacto con el poeta Thomas Stearns Eliot y le descubrió la obra de James Joyce, al que dedicó un importante artículo. Eliot le invitó a colaborar en The Criterion, la revista que fundó en 1923, a la que Marichalar contribuyó con artículos sobre la actualidad literaria española hasta 1938. Al mismo tiempo, Larbaud le encargó la preparación de un número de la revista Intentions dedicado a la joven literatura española, que se publicó en la primavera de 1924. En él ofrecía el español la primera antología de la Generación del 27 en la que figuraban Antonio Espina, Pedro Salinas, Jorge Guillén, José Bergamín, Federico García Lorca, Juan Chabás, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Rogelio Buendía, Fernando Vela, Adolfo Salazar y él mismo.

Casi de manera simultánea a su difusión en Europa, con artículos en La Vie des peuples o Le Mouton blanc y comentarios elogiosos sobre su obra en la Nouvelle Revue Française o Mercure de France, en 1923 Ortega y Gasset lo reclutó para su Revista de Occidente en calidad de experto en letras francesas y anglosajonas. El papel de Marichalar como intérprete de las últimas corrientes y de los principales autores modernos fue determinante para dar a la revista el tono internacional al que aspiraba. Sus trabajos sobre Joyce, William Faulkner, Hart Crane, Paul Valéry, George Santayana o Henry de Montherlant, entre otros, fueron pioneros en España. Con muchos de estos autores, además, tuvo relación personal y epistolar. Además se interesó por establecer las normas que debían regir la crítica de arte y las enunció en Palma (1923), opúsculo que conoció una notable repercusión entre los críticos jóvenes.

Asimismo reflexionó sobre las características de la estética de vanguardia en otro opúsculo, Girola (1926), y participó en las actividades en homenaje a Góngora de 1927, negociando con Revista de Occidente la edición de los volúmenes proyectados por Gerardo Diego.

En 1926 había ingresado como vocal en la junta directiva de la Sociedad de Cursos y Conferencias, mientras continuaba con su colaboración en numerosas revistas literarias españolas y extranjeras y creció su prestigio de crítico informadísimo y ensayista elegante. Melchor Fernández Almagro lo llamó “Cónsul de las más entonadas Repúblicas literarias”, Juan Ramón Jiménez le dedicó un retrato lírico en el que destaca su “capacidad de asimilación májica”, su estilo y coherencia, y en 1928 José Bergamín esboza un libro sobre la joven literatura en el que consagró todo un capítulo a “La crítica recreativa de Antonio Marichalar”. Por entonces, el crítico dedicó varios excelentes artículos a la moda europea de las biografías noveladas y poco después él mismo redactó una de esas biografías: Riesgo y ventura del duque de Osuna (1930), que fue traducida al inglés en 1932. Este año asesoró a la Biblioteca Nacional en la adquisición de bibliografía moderna, cooperó en la creación de la revista Arte de la Sociedad de Artistas Ibéricos e integró, con Jorge Guillén, Rafael Alberti, Dámaso Alonso, Federico García Lorca y Gerardo Diego, el selecto grupo de escritores que, distanciándose de la creciente politización del arte, promovieron una revista sólo literaria que será Los Cuatro Vientos (1933), a la que se añadieron Fernández Almagro, Claudio de la Torre y José Bergamín.

Ese mismo año publicó Marichalar el libro Mentira desnuda (Hitos), donde reunió algunos de sus ensayos, entre otros el excelente “Poesía eres tú” a propósito de la Antología de Gerardo Diego, si bien en el prólogo Marichalar marcaba un moderado distanciamiento de la estética deshumanizada de los años de las vanguardias.

La creación en 1933 de la revista de inspiración católica Cruz y Raya por parte de su amigo José Bergamín le proporcionó una plataforma para manifestar unas inquietudes espirituales que habían permanecido acalladas. No obstante, mantuvo su interés por la novela moderna y empezó a escribir un ensayo sobre el tema, aunque no llegó a concluirlo y el material redactado lo publicó en forma de artículos y fue la base del curso “La novela” que dictó en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el verano de 1934.

Días después de la sublevación militar del 18 de julio de 1936, Marichalar firmó un manifiesto de adhesión a la República junto a nombres como los de Ortega, Marañón, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Menéndez Pidal o Ramón Pérez de Ayala.

Poco después salió del país y se instaló en la población francesa de San Juan de Luz, donde mantuvo una colaboración estable en Le Courrier de Bayonne, en la sección “Correo espagnol”, a través de la que expresó su simpatía por el bando franquista. Entre 1936 y 1939 colaboró en el diario La Nación de Buenos Aires, donde llevó la sección “Rapto de Europa”, de contenido esencialmente cultural. Una vez acabada la guerra, regresó a Madrid no sin alguna dificultad y, en 1940, fue incorporado por Dionisio Ridruejo al equipo directivo de la revista Escorial, en el que ejerció de secretario de redacción.

Replegado en sí mismo, el marqués de Montesa abandonó paulatinamente su dedicación a las letras modernas para inclinarse por los estudios históricos, con preferencia por el siglo xvi. Así, en 1942 preparó una edición de El cortesano de Castiglione en la traducción de Juan Boscán; investigó en la vida del poeta Garcilaso de la Vega (su conferencia “Garcilaso de la Vega, embajador de Felipe II”, en 1949, fue memorable), y elaboró, con impresionante aparato documental, la biografía Julián Romero (1952), sobre el célebre militar de Carlos V. Un año después, el 23 de octubre de 1953, fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia. La toma de posesión tuvo lugar el 15 de abril de 1956, en la que leyó un excelente trabajo: Los descargos del emperador. Con anónima laboriosidad se dedicó en los años siguientes a la investigación histórica sin alejarse de los hechos y figuras de la España del Quinientos. En testamento otorgado en marzo de 1965 legó toda su biblioteca y papeles personales a la Real Academia de la Historia, donde se encuentran. Falleció en Madrid en el verano de 1973, con la misma discreción con que vivió.

 

Obras de ~: Palma, Madrid, Gráficas Reunidas, 1923; Girola, Madrid, 1926; Riesgo y ventura del duque de Osuna, Madrid, Espasa Calpe, 1930; Mentira desnuda (Hitos), Madrid, Espasa Calpe, 1933; Garcilaso de la Vega, embajador de Felipe II, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1949; Julián Romero, Madrid, Espasa-Calpe, 1952; Los descargos del emperador: discurso leído ante la Real Academia de la Historia en el acto de su recepción pública, el día 15 de abril de 1956, por ~ y contestación de Agustín González de Amezúa y Mayo, Madrid, S. Aguirre, imp., 1956; Ensayos literarios, ed. de D. Ródenas de Moya, Madrid, Fundación Santander, 2002.

 

Bibl.: A. González de Amezúa y Mayo, “Contestación”, en A. Marichalar y Rodríguez Monreal de Codes, Los descargos del emperador, op. cit., págs. 57-72; J. Pabón y Suárez de Urbina, “Excelentísimo Señor Don Antonio Marichalar, Marqués de Montesa: 1893-1973”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CLXX, cuad. III (septiembre-diciembre de 1973), págs. 421-445; D. Ridruejo, “Despedida a Antonio Marichalar”, en Sombras y bultos, Barcelona, Destino, 1977, págs. 128-132; M. Gallego Roca y E. Serrano Asenjo, “Un hombre enamorado del pasado: las crónicas de Antonio Marichalar en la revista The Criterion”, en Nueva Revista de Filología Hispánica, 46 (1999), págs. 67-96; D. Ródenas de Moya, “Antonio Marichalar, el embajador europeo de la generación del 27”, “Tangentes de dos modernos: James Joyce y Antonio Marichalar” e “Intentions: la Joven Literatura ante la ‘petite chapelle’ francesa”, en Travesías vanguardistas. Ensayos sobre la prosa del Arte Nuevo, Madrid, Devenir, 1999, págs. 141-188, 189- 204 y 205-236, respect.; E. Serrano Asenjo, Vidas oblicuas: Aspectos teóricos de la nueva biografía en España (1928-1936), Zaragoza, Prensas Universitarias, 2002; J. M. Pozuelo Yvancos (dir.), Historia de la literatura española, 8. Las ideas literarias, 1214-2010, Barcelona, Crítica, 2011, págs. 602-608.

 

Domingo Ródenas de Moya

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