Alfonso Pimentel, Rodrigo. Conde de Benavente (IV) y duque de Benavente (I). ?, 1440 – 28.VIII.1499. Noble.
Hijo primogénito de Alfonso Pimentel, III conde de Benavente, y de su esposa María de Quiñones, que habían contraído matrimonio en 1439; desde que se hizo cargo del condado, a la muerte de su padre, en febrero de 1461, se propuso recuperar la totalidad del mismo, parcialmente entregado a sus hermanos, Juan, Pedro y Leonor, por decisión paterna, a pesar de que contravenía lo dispuesto por el segundo conde en la constitución de mayorazgo.
A mediados de 1463, Enrique IV, tras su fracasada participación en la revolución catalana, optaba por una vía de autoridad y entregaba el poder a los Mendoza; la respuesta nobiliaria es la formación de una liga (mayo de 1464); en su programa, perfilado en septiembre de este año, se afirmaba que Juana no era hija del Rey y se reclamaba el reconocimiento de Alfonso como heredero. Don Rodrigo se halla en ese grupo nobiliario: desde abril de este año está casado con María Pacheco, hija de Juan Pacheco, marqués de Villena, una de las cabezas visibles de la Liga. Del matrimonio nacen cuatro hijos: Luis, fallecido en 1493, Alfonso, que heredará el ducado, María y Beatriz.
Las vacilaciones del Monarca respecto a los nobles deciden a éstos a tomar la decisión de deponerle: es la inaudita ceremonia, “farsa de Ávila” (5 de junio de 1465), en la que tras el destronamiento de Enrique IV era proclamado Rey su hermanastro Alfonso.
El conde de Benavente se encargó en aquella ceremonia de arrebatar el cetro al muñeco que representaba a Enrique IV. Su parcialidad hacia don Alfonso fue recompensada con diversas mercedes, entre las más importantes, Puebla de Sanabria, Portillo, o el cargo de canciller mayor del sello de la puridad.
En abril de 1466 mantiene algunos contactos con Enrique IV, retribuidos por éste; es el momento en que se baraja una posible división del reino y el matrimonio de Alfonso y Juana. Dos años después, a comienzos de abril de 1468, vuelve a la fidelidad al Monarca cuya suerte política mejoraba claramente desde comienzos de este año; hay que contar también con un severo distanciamiento del conde de Benavente y su suegro. De esta fecha data la cesión de la villa de Castromocho.
Don Rodrigo estará entre aquellos que, situados al lado del Rey, defienden el acuerdo con su hermanastra Isabel; desempeña un papel importante en las negociaciones previas a la reconciliación de ambos en los Toros de Guisando (19 de septiembre de 1468), y forma parte, con Pacheco, Estúñiga y Fonseca, del equipo de confianza del Monarca formado a raíz de esos acontecimientos; naturalmente recibe la confirmación de Portillo y la merced de Vivero, enseguida sustituida por otras compensaciones. Recibe también la donación de Villalba de los Alcores, tomada por el conde a Inés de Guzmán, en abril de 1469, en el escenario de la luchas de los bandos que se disputan el poder, y, al año siguiente, importantes donaciones en el norte de León (Sajambre y Valdeón), y la tenencia de Valladolid, que, al hacerse efectiva (septiembre de 1470), imposibilitaba la permanencia en la ciudad de Isabel y Fernando, que en ella habían contraído matrimonio (octubre de 1469).
Prosigue junto al Rey cuando, bajo la dirección de Pacheco, se pretende deshacer lo hecho en Guisando (Valdelozoya, 25 de octubre de 1470) y reconocer de nuevo a doña Juana; para ello se prodigan las promociones de los nobles adeptos, aunque el desorden y la quiebra de autoridad de la Monarquía hace que algunos linajes vayan acercándose a Isabel, en particular los Mendoza.
Por el momento don Rodrigo se mantiene dentro del grupo enriqueño, aunque la suerte de Isabel y Fernando se hace progresivamente más favorable, en especial desde mediados de 1472. Como una acción más de la lucha contra sus oponentes, el Rey le otorga el título de duque (23 de septiembre de 1473), como antes hiciera con Estúñiga y Alba, y le entrega el condado de Carrión, que los Manrique y los Mendoza tenían como propio. El asunto estuvo a punto de convertirse en el primer episodio de la guerra civil, en el que participaron fuerzas mandadas por el príncipe Fernando.
Intervino finalmente el Monarca (mayo de 1474), que compensó a los nobles por los gastos habidos en la confrontación y especialmente al duque de Benavente por su renuncia a Carrión. Los acontecimientos se entienden mejor si se tiene en cuenta que, en diciembre de 1473, ha tenido lugar, en Segovia, la reconciliación de Enrique IV e Isabel, por los buenos oficios de Beatriz de Bobadilla con la que don Rodrigo había mantenido contactos, lo que resolvía pacíficamente la sucesión a favor de Isabel. Pocos días después los príncipes garantizaban a don Rodrigo el matrimonio de doña Juana con Enrique Fortuna, hijo del homónimo infante de Aragón y sobrino del duque de Benavente.
Está entre los fieles de primera hora a Isabel y Fernando cuando se produce la invasión portuguesa, y es el duque de Benavente quien, con sus tropas, cierra el paso a Alfonso V en su intento de socorrer el castillo de Burgos, en Baltanás (18 de septiembre de 1475). La batalla se salda con la derrota y prisión del duque; su esposa, María Pacheco, depositó todos sus bienes en manos de los Reyes como garantía de lealtad, que algunos ponían en duda. No sólo no aceptaron aquella entrega sino que negociaron la liberación del preso, lograda a cambio de un duro sacrificio: la entrega al enemigo de tres importantes fortalezas del duque, Mayorga, Portillo y Villalba de los Alcores, que venían a reforzar peligrosamente el núcleo juanista, y la entrega en rehenes del heredero, Luis, que permanecerá en Portugal hasta 1479. El duque fue recibido en Valladolid con honores de héroe; redondeó su fama en la toma de Zamora y en la batalla de Toro (1 de marzo de 1476).
Recibe varias donaciones, entre ellas La Coruña, cuya resistencia a abandonar el realengo implica al duque en el complejo mundo nobiliario gallego, y la que habrá de renunciar a cambio de otras compensaciones; o Puebla de Sanabria, fuente también de importantes tensiones sólo plenamente resueltas en 1492. Hubo de entregar, sin embargo, la tenencia de la fortaleza de Valladolid, bien compensada económicamente y, además, con la merindad de la villa.
Participa en la guerra de Ganada, en concreto en la campaña de 1485, en que se tomaron Cártama y Coín (abril), y Ronda (mayo), y en la durísima acción sobre Baza, entre junio y diciembre de 1489. Aportó también recursos económicos para la guerra, al menos en 1487 con ocasión del gran esfuerzo que supuso el cerco de Málaga. Una parte de la retribución serán Monteajaque y Benaoján, dos concesiones de los Reyes, pero también pesado cargo en la gobernación de las tierras recién conquistadas.
El nombramiento vitalicio del que sería heredero, don Alfonso, como Adelantado mayor del reino de León venía a reforzar la importancia política de la casa.
Bibl.: M. I. del Val Valdivieso, Isabel la Católica, princesa (1468-1474), Valladolid, Instituto Isabel la Católica de Historia eclesiástica, 1974; M. D. C. Morales Muñiz, Alfonso de Ávila, rey de Castilla, Ávila, Diario de Ávila, 1988; I. Beceiro Pita, El condado de Benavente en el siglo xv, Salamanca, Centro de Estudios Benaventanos, 1998; L. Suárez Fernández, Isabel I, Reina, Barcelona, Ariel, 2000; Enrique IV de Castilla, Barcelona, Ariel, 2001; Nobleza y Monarquía. Entendimiento y rivalidad. El proceso de la construcción de la Corona Española, Madrid, La Esfera, 2003.
Vicente Ángel Álvarez Palenzuela