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Gómez Manrique

Biografía

Manrique, Gómez. Amusco (Palencia), 1412 – Toledo, c. 20.XI.1490. Poeta, político y guerrero.

Cuarto hijo varón del matrimonio formado por Pedro Manrique, VIII señor de Amusco, y Leonor de Castilla, nació en Amusco, seguramente en el verano de 1412. Armas y letras, distintivos ya del caballero prerrenacentista, se unen en Gómez Manrique, pues las primeras, como declara en la introducción a su cancionero “demás de lo auer mamado en la leche, oý desde mi moçedad en el escuela de vno de los más famosos maestros que, commo vuestra merçed bien sabe, ouo en nuestros tienpos, que fue mi señor e mi hermano don Rodrigo Manrrique, maestre de Santiago, digno de loable memoria”; y para las segundas, contó con el magisterio de Garçi Fernandes del Castillo, al que Leonor llama “maestro de mis hijos”, y con el de su tío, Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, quien despertó su vocación poética y lo animó a cultivar la gaya ciencia en la escuela que lideraba junto a Juan de Mena.

Su actividad marcial y política estuvo ligada durante los desastrosos reinados de Juan II y Enrique IV a los avatares que sufrió su levantisca familia, opuesta a la política de ambos Reyes y sus validos. Junto a Rodrigo, conquistó Huéscar a los árabes el 6 de noviembre de 1434, según relata Pedro Carrillo de Huete.

Participó en las conversaciones de Tordesillas de 1439, que concluyeron con el destierro temporal de Álvaro de Luna. Desde principios de 1440 acompañó, junto a Rodrigo Manrique, al infante Enrique de Aragón por Toledo. Desde allí, se dirigieron a Valladolid para recibir a la princesa Blanca de Navarra, prometida del infante, futuro Enrique IV. Sin embargo, estas bodas se tiñeron de luto para la familia Manrique, pues en la noche del miércoles 21 de septiembre de 1440 murió el adelantado Pedro Manrique. En su testamento, fundó mayorazgo para su hijo Gómez con siete lanzas, pasando a titularse señor de Villazopeque, Belbimbre y Matanza, más tarde, en virtud de los acuerdos con sus vecinos, también de Cordovilla.

Continuó en el ejército de Enrique de Aragón, maestre de Santiago, hasta la muerte de éste en Calatayud, a consecuencia de la herida recibida en la batalla de Olmedo en 1445. Muerto el infante, Rodrigo se autoproclamó maestre de Santiago frente a Álvaro de Luna, elegido por los treces a petición de Juan II.

Los Manrique se afanaron por poner bajo su mandato las villas, castillos y lugares de la Orden en el sur de la Península. Desde su base de operaciones en Molina de Segura, de la que era comendador Rodrigo, tomaron la ciudad de Murcia en febrero de 1448. Tras una breve tregua, y con el apoyo del rey Juan de Navarra, el 25 de febrero de 1449, Gómez Manrique, junto a los hijos de Diego Hurtado de Mendoza y Alfonso, hijo del rey navarro, intentó conquistar Cuenca. Sólo se resolvió el conflicto tras el acuerdo con Álvaro en 1452, por el cual se les restituían a los Manrique sus estados y a Rodrigo se le concedía el título de conde de la villa de Paredes de Nava. Juan II lo refrendó el 10 de mayo de 1452.

Con la llegada de Enrique IV al poder en 1454, Gómez Manrique fue nombrado corregidor de Salamanca, cargo en el que permaneció hasta finales de 1457. Participó en la campaña guerrera de 1458 por Andalucía, recorriendo las comarcas de Baza y Guadix.

En una de las constantes escaramuzas murió el joven Garcilaso de la Vega, cuñado de Rodrigo, a quien el señor de Villazopeque dedicó la primera de sus elegías, Defunsión del noble cauallero Garçía Laso de la Vega, en versos de arte mayor; pues la segunda, Planto de la Virtudes e Poesía por el magnífico señor D. Íñigo López de Mendoza [...], también este mismo año, la dedicará al recuerdo y alabanza de su maestro. Año aciago éste, pues también muere su hermano Diego Gómez, adelantado de León y conde de Treviño, poco después de que Leonor y sus hijas se trasladaran del convento de Amusco al de Calabazanos, donde a la postre se mandaría enterrar el personaje.

La alianza de los Manrique con Alonso Carrillo, arzobispo de Toledo, contra la política real, determinó que Gómez Manrique entrara a formar parte de la casa de este prelado entre 1458 y 1460. En la Corte toledana se había aglutinado un grupo de estudiosos y poetas que formaban el que quizás fuera el más importante círculo cultural de la segunda mitad del siglo XV. El mecenas unía a su gusto por la guerra el de las letras y la alquimia y reunió en su Corte hombres de ciencia y cultura, cuya labor poética parece recogerse parcialmente en el manuscrito 4114 de la Biblioteca Nacional de Madrid, compilado por Pero Guillén de Segovia. Junto a Gómez Manrique, considerado cabeza del mismo, aparecen Pero Guillén, Juan Álvarez Gato, Alonso de Palencia, Pedro Díaz de Toledo, Juan de Mazuela, Jorge Manrique y Sancho de Rojas entre otros.

Apoyó la confederación de nobles celebrada en Yepes en 1460, que repite las recomendaciones dirigidas al Rey en 1457: escoger personas nobles y experimentadas para el Consejo, hombres íntegros en la recaudación de tributos y que nombrase heredero a su hermano Alfonso y liberase a la infanta Isabel. Para dar más fuerza a sus peticiones firmaron una confederación con el rey Juan II de Aragón. De las negociaciones entre el rey castellano y los nobles nació el tratado de 26 de agosto de 1461, del que hicieron pleito homenaje en manos de Gómez Manrique. A pesar del plazo establecido de cuatro meses, la sentencia no se pronunció hasta el 22 de marzo de 1462, en que firmó como primer testigo Gómez Manrique, presente igualmente en la confirmación por parte del Rey el día 30 de abril. Participó, asimismo, en las negociaciones entre Enrique IV y Luis XI de Francia en San Juan de Luz el 24 de abril de 1463. A finales de este año, el día 30 de diciembre de 1463, tomó posesión como corregidor de la ciudad de Burgos. El motivo del nombramiento fue la lucha abierta entre la ciudad y el castillo. Precisamente en Burgos (24 de septiembre de 1464) se reunió la junta de nobles y redactó un pliego de cargos en el que se criticaba que se hubiera dado el Maestrazgo de Santiago a Beltrán de la Cueva en perjuicio de Alfonso y que hubiera nombrado a Juana heredera sabiendo que no era hija suya. Disgustado Enrique IV con la ciudad de Burgos, alargó el cargo de Gómez Manrique otro año.

El 3 de enero de 1465 llegó al Cabildo la carta real, nombrándolo asistente real por tiempo indefinido.

Sin embargo, su nombramiento acabó pronto, pues el 19 de marzo tomó posesión de la ciudad Pedro Fernández de Velasco con poderes extraordinarios por temor a los confederados. Gómez Manrique pasó otra vez a la casa de Alonso Carrillo. Los confederados se dirigieron entonces a Ávila, en posesión del arzobispo y de Gómez Manrique, y allí se representó la denominada farsa de Ávila. Con ello, Gómez Manrique volvió a ejercer como corregidor, ahora de Ávila, ciudadcorte durante el seudorreinado de Alfonso. Según Salazar y Castro, ya era corregidor el 20 de octubre de 1465. Durante estos años y hasta la repentina muerte del joven Rey en 1468, participó en las acciones guerreras de Peñaflor, Simancas, Huete, Valladolid y Olmedo y acompañó al infante en su periplo. Su aureola poética movió al rey de Portugal a solicitarle infructuosamente, dada la exagerada modestia del señor de Villazopeque, un cancionero de sus obras, y a Isabel, a encargarle una composición (Tratado para unos momos) para celebrar el cumpleaños de Alfonso (15 de noviembre de 1467).

Con la muerte del joven pretendiente, los nobles declararon heredera a Isabel en perjuicio de Juana.

Enrique IV convocó de inmediato una entrevista entre Cadalso y Cebreros. Antes de celebrarse las vistas el día 19 de septiembre en la venta de los Toros de Guisando, Isabel firmó un acuerdo con Alonso Carrillo y Gómez Manrique ofreciéndoles seguridad para sus personas, familiares y vasallos y la devolución de sus bienes.

Participó después activísimamente en el matrimonio de Isabel, pues, tras el acuerdo logrado por el arzobispo y los nobles con la princesa a finales de 1468, Fernando lo firmó e hizo pleito homenaje de cumplirlo ante Gómez Manrique en Cervera, el 7 de marzo de 1469. En virtud de estos acuerdos, el príncipe acudió a Castilla de incógnito, acompañado del cronista Alonso de Palencia. En Hortezuela se unió a ellos Gómez Manrique con hombres del arzobispo y en Osma, Pedro Manrique, conde de Treviño. Desde allí, pasaron a Gumiel de Mercado, villa de Juana Manrique, hermana de Gómez Manrique, a quien dirigió una de sus Consolatorias, y a Dueñas, adonde llegaron el día 9 de octubre. El 18 se celebraron los desposorios en la casa de Juan Vivero, en Valladolid y al día siguiente, la ceremonia religiosa.

Curiosa por desconocida es la faceta de Gómez Manrique como confidente de Juan II de Aragón en estos años. Parece ser, por el comienzo de una carta que transcribe Antonio Paz y Meliá (El cronista Alonso de Palencia...), que esta correspondencia era frecuente: “Lo que después que el otro día escriuí á sucedido es esto”. Gómez Manrique y los seguidores de los príncipes multiplicaron su quehacer diplomático en favor de los jóvenes pretendientes. Así, cuando el 12 de diciembre de 1474 murió Enrique IV, acabada la ceremonia fúnebre, se procedió a la coronación de Isabel, aunque Carrillo, defraudado con el nuevo gobierno, se unió al bando del rey de Portugal, que defendía los derechos de su sobrina Juana. Gómez Manrique, sin embargo, permaneció al lado de los jóvenes Reyes.

Finalizada la guerra con el rey de Portugal, procedía controlar las ciudades y eligieron a Gómez Manrique en los primeros días de febrero de 1477 como corregidor de Toledo, en cuyo cargo permaneció hasta su muerte acaecida hacia el 20 de noviembre de 1490.

Es muy probable que en la década de 1430 se casara con Juana de Mendoza, mujer culta, aficionada a la literatura y amiga de escritores y poetas como Teresa de Cartagena o fray Íñigo de Mendoza. Fruto del matrimonio fueron los hijos Luis, Catalina y María Manrique. Juana falleció el 29 de mayo de 1493 en Barcelona y fue enterrada, junto a su marido, en el convento de Calabazanos.

Como uno de sus modelos clásicos, Julio César, de quien declara en la introducción al cancionero enviado al conde de Benavente, “que no menos andaua çercado de libros que de armas, y que nunca el trabajo de los días le enpachaua el estudio de las noches”, reparte su actividad entre el cultivo de las armas y de las letras. Compone la denominada poesía cancioneril, entendida aquí en un sentido amplio, como manifestación poética de la época, recogida en cancioneros.

No sólo escribe, pues, poemas de amor cortés, sino que se prodiga en las diversas manifestaciones de esta poesía cortesana: política, didáctico-moral, elegíaca, satírica, de debate, religiosa, incluso en el teatro.

En su trayectoria poética se pueden distinguir tres etapas. La primera se extendería hasta 1458, fecha de la muerte del marqués de Santillana. Pronto formó parte del círculo literario de su tío y compuso en estos años muchas de sus canciones y decires amorosos, la Consolatoria a doña Juana Manrique (1457), la Defunsión de Garçía Laso de la Vega (1458) y el Planto de las Virtudes e Poesía por D. Íñigo López de Mendoza (1458). Entre este año y el de 1460 entró en la casa del arzobispo Carrillo y en el cenáculo que allí se había formado. Como integrante del mismo, en consonancia con la línea paulinista y senequista, se preocupa ahora más por la poesía moral y política, y por el debate poético. Producto de la actividad intelectual del círculo parece ser la continuación de las Coplas contra los pecados mortales de Juan de Mena, con la que tanto Gómez Manrique como Pero Guillén de Segovia pretenden concluir la labor iniciada por el cordobés. Es su etapa de madurez y de mayor producción: Esclamaçión e querella de la gouernaçión, Coplas a Diego Arias de Ávila, Regimiento de príncipes.

También compuso, quizás viera representadas, sus obras dramáticas, especialmente la Representaçión del nasçimiento de Nuestro Señor. Con el corregimiento de Toledo y las obligaciones políticas y administrativas parece abandonar la poesía. El primer poema de esta tercera etapa puede ser el dedicado al rey Fernando, que le había prometido un halcón (“Alto rey esclarecido”), claramente de circunstancias. Serán el dolor por la muerte de sus hijos Luis y Catalina entre junio y octubre de 1480 y el amor a su esposa los resortes que muevan su estro. Producto de esta emoción son tres obras dedicadas a Juana de Mendoza: la Consolatoria, compuesta entre 1480 y 1485, la esparsa (“Viéndovos tanto penada”), y la estrena (“Amada tanto de mí”).

Su obra se recoge en numerosos cancioneros y fuentes impresas de la época. Se conservan dos cancioneros manuscritos mandados confeccionar por el autor: el Cancionero de la Biblioteca Nacional de Madrid numerado como ms. 7817 y el Cancionero de la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, signado con el número 1250. El primero de ellos se encuentra mutilado al haberle sido arrancadas un número importante de las vitelas que envolvían los cuadernillos; el segundo es un extraordinario manuscrito de doscientos sesenta y nueve folios en papel y pergamino, obra de copista, cuidadosamente ornado.

 

Obras de ~: Regimiento de príncipes, Zamora, Centenera, 1482; “Poesías”, en El Trovador Español, Madrid, 1841; “Poesías”, en El Bibliotecario, Madrid, 1841, págs. 13-14, 21-22, 31, 35-36, 45-46, 55, 64, 67-68 y 78-79; Cancionero, edic. y notas de A. Paz y Meliá, Madrid, Colección de Escritores Castellanos XXXVI y XXXIX, 1885, 2 ts. (crítica a la ed. en Revista Contemporánea [Madrid], LXI [1885], pág. 221, y LXIII [1886], págs. 332-333; reimpr. facs. Palencia, Diputación, 1991, 2 vols.); R. Foulché-Delbosc, Cancionero castellano del siglo XV, Madrid, Casa Editorial Bailly-Bailliére, 1912 y 1915 (Nueva Biblioteca de Autores Castellanos, 19-22); Poesías, selec. y pról. de T. Ortega, Valencia, Editorial Tipografía Moderna, 1941; M. Menéndez y Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1944, 10 ts., especialmente el t. V; P. Badanelli, “Poesías de Gómez Manrique”, en Lírica Ibérica, Buenos Aires, Editorial Penser, 1945; “Representación del Nacimiento de Nuestro Señor a instançia de Doña María Manrrique, vicaria en el Monasterio de Calabaçanos, hermana suya”, en Mundo Hispánico, año II (1949), n.º 21, págs. 12-13; F. Sainz de Robles, “Gómez Manrique”, en Hojas de Cultura Popular Colombiana, Bogotá, 1951, pág. 12; J. de Entrambasaguas, Los Manriques, poetas del siglo XV, Zaragoza, Ebro, 1974; Regimiento de príncipes y otras obras, prólogo, selec. y vocab. de A. Cortina, Buenos Aires, Espasa Calpe (col. Austral, n.º 665), 1974; Cancionero, edic. de F. Vidal González, Madrid, Cátedra, 2003.

 

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Francisco Vidal González