Álvarez Osorio, Pedro. Marqués de Astorga (II), conde de Trastámara (III). Astorga (León), 1462 – VII.1505. Noble, alférez mayor.
Hijo de Álvaro Pérez Osorio y de Leonor Enríquez, hija del Almirante de Castilla, con sólo nueve años accede al marquesado, por fallecimiento de su padre en 1471. Éste, en su testamento suscrito el 1 de octubre en Sarria, dejó asegurado el mayorazgo para Pedro.
Le transmite el marquesado de Astorga, el condado de Trastámara, los señoríos de Villalobos (origen de los Osorios), de Castroverde, Valderas, Villamañán con sus siete villas, la Tierra y castillo de Cepeda, Turienzo de los Caballeros con su valle; Sarria, Meira, Chantada y los pueblos de Triacastela, Deade y San Julián en Galicia, con otras muchas propiedades. Ello hace al marqués-niño uno de los nobles más ricos e influyentes, codeándose con los condes de Lemos, Benavente o los poderosos Enríquez, todos ellos sus parientes.
Su padre dejó mandado, también, que la tutoría de su hijo fuera ejercida, conjuntamente, por su esposa Leonor y por su hermano Luis Osorio, el frustrado arzobispo de Santiago. Éste que había logrado una canonjía en León, en 1478 era deán, así como la canonjía de Arcediano del Páramo en la catedral de Astorga, dedicó sus esfuerzos a la casa marquesal, pues también fue rechazado como obispo de León. Luis, como tutor, atendía con más celo a los intereses de su sobrino que a los de la iglesia astorgana de cuyo cabildo formaba parte. Los enfrentamientos de éste con el marquesado se agudizaron por el dominio de la ciudad, cuyo regimiento acogía dos miembros del cabildo.
En ese mismo año de 1471, al hacerse cargo de la tutoría, concede franquicia al mercado que los martes se celebra en la ciudad, con exenciones de todo tributo, alcabala, portazgo, etc., tanto a vendedores como a compradores que llegaran a Astorga en ese día.
Concierta el matrimonio de su sobrino con Leonor de Acuña, hija del conde de Valencia de Don Juan y el de Isabel Osorio (hermana del marqués), con Enrique de Acuña, heredero del condado de Valencia.
Matrimonio doble desbaratado, entre otras razones, porque los Acuña se alinearon con la Beltraneja y los astorganos eran fieles seguidores de Fernando e Isabel.
Luis, con las mesnadas de su sobrino, tomó parte destacada en el cerco de Zamora y en la batalla de Toro de 1476.
Con quince años, Pedro Álvarez Osorio releva en el gobierno marquesal a su tío, que es nombrado capellán mayor del príncipe Juan; accede —por fin— al obispado de Jaén y está presente en la toma de Granada.
Muere en Flandes en 1496, mientras acompañaba a Juana la Loca.
El joven marqués sostiene algunos enfrentamientos, se podía decir burocráticos, con la Corona a causa de la percepción de ciertas tercias; mantiene la política de expansión de su poder e influencia en su territorio, y en la ciudad de Astorga frente al obispo García de Toledo, concediendo franquicias y ventajas a los que se avecindaran en sus lugares. En 1480, sobre el viejo monasterio de San Dictino, en el arrabal de Puerta de Rey, funda y dota espléndidamente el convento de Santo Domingo.
En política familiar busca el acercamiento a los eternos rivales, los Pimentel y Quiñones; no cumple el compromiso matrimonial con los Acuña (aunque sí retiene la fortaleza de Villaornate y la aldea de Castrillino, prendas de aquel contrato) y el 15 de enero de 1481 contrae matrimonio con Beatriz Quiñones.
Poco duró ese pacto de familia, pues en 1485 renacen las luchas intestinas por la herencia del conde de Lemos, llamado también Pedro Álvarez Osorio. Todos los grandes nobles de León y Galicia entran en liza teniendo que intervenir el propio rey Fernando con sus tropas, quien arrebata Ponferrada y su castillo al de Lemos tornándolo a la Corona. Tuvo serios y violentos enfrentamientos con su suegro, Fernández de Quiñones, en los que actuaron de moderadores los Reyes Católicos que propusieron y lograron el matrimonio de Isabel Osorio (hermana del marqués) con Bernardino de Quiñones, sin que ello sirviera para apaciguar las diferencias. Apaciguamiento que llegó con la muerte prematura de su cuñado Bernardino, el conde de Luna, y el acercamiento de su hermana buscando su protección. Pero de inmediato el vehemente Osorio buscó otro frente con el conde de Benavente; y de nuevo el poder real consiguió un arreglo entre ambos magnates; no sin cierto beneficio para la Corona, pues debilitaba el poder de los nobles, entrando con el siglo en una nueva era política.
La nobleza de finales del siglo xv, con la nueva orientación dada por los Reyes Católicos, se hace más cortesana y se implica más en las tareas reales; la guerra y la campaña de Granada aglutinan a los nobles en torno a la Monarquía, si bien el marqués de Astorga fue uno de los más remisos en acudir a la llamada real, aunque sí envió tropas al cerco de Alora en 1484 y al de Vélez Málaga en 1487. Sí actúa personalmente en el cerco de Baza, en 1489, con una hueste propia compuesta por 166 jinetes y sesenta peones. La implicación personal del astorgano es absoluta y directa en el cerco de Granada, desde el primer día, siendo uno de los nobles que reciben a la reina Isabel cuando ésta se incorpora al campamento. Figura Pedro Álvarez Osorio entre los confirmantes de las capitulaciones con Boabdil y parece que intervino en la solemne entrada en la ciudad al mando de cincuenta de sus caballeros.
En 1493 el rey Fernando acude a León a la deposición de los restos de san Marcelo, recién traídos de Ceuta; el marqués de Astorga concurre a los actos celebrados y los días que éstos duran el Rey y el marqués ocupan sendas sillas en la catedral como canónigos seglares de la misma. La silla del Osorio se debía a un privilegio concedido al alférez real de Ramiro I, Luis Osórez —su antecesor— por la legendaria batalla de Clavijo.
Aunque siguió gozando del favor real —hay que tener en cuenta que el rey Fernando y Pedro Osorio eran primos carnales, Juana y Leonor Enríquez, sus respectivas madres, eran hermanas— finalizada la conquista de Granada, el marqués de Astorga se recluye en su ciudad, Astorga.
Firma pactos con sus vecinos los Quiñones, Lemos y Pimentel e intenta solucionar los muchos conflictos que tiene en sus posesiones de Galicia, especialmente con el obispo de Mondoñedo y el abad de Montederramo; lleva en su alcázar-castillo de Astorga una vida pacífica que se trunca entre el 7 de julio de 1505, que redacta su testamento, y el 12 de agosto, fecha que ya se menciona como marqués a su hijo Álvaro. Según tenía dispuesto fue sepultado en la capilla mayor de la catedral, ordenando que se cumpliera lo acordado con el cabildo para su enterramiento. La nueva fábrica catedralicia había comenzado a construirse hacía solamente treinta y cuatro años, en 1471, el mismo año en que Pedro Álvarez Osorio había heredado el marquesado.
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Martín Martínez Martínez