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Juan Pacheco

Biografía

Pacheco, Juan. Marqués de Villena (I), duque de Escalona (I), conde de Xiquena (I). Belmonte (Cuenca), 1419 – Santa Cruz de la Sierra (Cáceres), 4.X.1474. Noble castellano, adelantado mayor, maestre de Santiago, privado real.

Juan Pacheco —noble castellano que dominó la evolución política de Castilla durante el reinado de Enrique IV y que llegó a ser maestre de la Orden Militar de Santiago entre los años 1467 y 1474— fue el primero de los hijos del matrimonio compuesto por Alfonso Téllez Girón y María Pacheco. Su padre era señor de Belmonte. Además, también era un personaje de mediana importancia en la Corte castellana. Formaba parte del Consejo Real y figuraba entre los partidarios de Álvaro de Luna, privado del entonces rey Juan II de Castilla. En cuanto a su abuelo, era Juan Fernández Pacheco, noble portugués que había emigrado a Castilla durante el reinado de Enrique III. La infancia de Juan Pacheco transcurrió en Belmonte al cuidado de su madre. En 1436, al alcanzar la edad de diecisiete años, se trasladó a la Corte castellana junto con su hermano menor, Pedro Girón, y entró directamente al servicio del príncipe heredero, Enrique, como su doncel o paje a instancias del propio Álvaro de Luna. Rápidamente supo ganarse el favor del príncipe, lo que facilitó su vertiginoso ascenso social.

Ya en el mismo año de 1436, Juan Pacheco se casó con Angelina de Luna, prima del valido del Rey, Álvaro de Luna. En 1440 recibió el privilegio de tener el cuchillo de la mesa del príncipe Enrique. Al año siguiente aparece como miembro del Consejo Real. En 1442 era camarero mayor. Ese mismo año, Juan Pacheco obtuvo la nulidad de su primer matrimonio y se casó con María Portocarrero. Ésta era hija de Pedro Portocarrero, señor de Moguer, y de Beatriz Enríquez, quien a su vez era hija del almirante de Castilla, Alonso Enríquez. Finalmente, en 1445, Juan Pacheco fue nombrado marqués de Villena, título que llevaba anejo un importante señorío. Se trataba de un extenso territorio ubicado en su mayor parte en las actuales provincias de Albacete y Cuenca, y que además se encontraba estratégicamente situado junto a la frontera aragonesa. De esta forma, llegó al primer plano de la política castellana.

Durante el resto del reinado de Juan II, Pacheco siguió acumulando otras posesiones y dignidades. En 1448 fue poseedor de las tercias del príncipe y en 1451 se le nombró adelantado mayor de Castilla, cargo al que renunció siete años más tarde. Finalmente, en 1454 compró el señorío de Villarrobledo al linaje nobiliario de los Manrique.

En esta época, Juan Pacheco era el principal consejero del príncipe Enrique, cuya actividad política controlaba en buena parte. No obstante, ya en 1450 el marqués de Villena mantuvo un fugaz desacuerdo con el príncipe. En líneas generales, Pacheco condujo al príncipe a un gradual enfrentamiento con el privado del rey Juan II, Álvaro de Luna. Precisamente, la hostilidad del príncipe terminó siendo una de las causas de la caída en desgracia y subsiguiente ejecución de Álvaro de Luna en 1453. De esta forma, cuando Juan II falleció y el príncipe le sucedió en el Trono como Enrique IV en 1454, Juan Pacheco se había convertido en el noble más poderoso de Castilla.

Sin embargo, Juan Pacheco no conservó la privanza de Enrique IV durante mucho tiempo. El Monarca pronto tuvo otros favoritos (Miguel Lucas de Iranzo, Juan de Valenzuela, Beltrán de la Cueva) que desplazaron al marqués de Villena del favor del Rey. Paulatinamente, Juan Pacheco se distanció de Enrique IV y pasó a asumir el liderazgo de la nobleza castellana enfrentada al poder real. A diferencia de Álvaro de Luna, con el que se le ha comparado en numerosas ocasiones, no buscó el reforzamiento del poder regio, sino sólo su propio provecho personal. No obstante, su habilidad política le permitió convertirse en el personaje más relevante del reinado de Enrique IV en Castilla, llegando a oscurecer la figura del propio Rey. Al principio del reinado, Pacheco mantenía toda su influencia sobre el Monarca. Entre 1455 y 1457 participó en las campañas militares emprendidas por Enrique IV contra el Reino musulmán de Granada. Además, desde 1457 hasta 1461, el marqués de Villena fue el verdadero amo del gobierno castellano. Durante este período siguió acumulando títulos y cargos. Ya era justicia de Segovia y mariscal del Reino cuando en 1460 recibió el título de conde de Xiquena y marqués de Los Vélez en la zona de Murcia. Finalmente, en 1461 fue nombrado alcaide mayor de Asturias.

Cuando Enrique IV empezó a tener otros favoritos que desplazaron a Juan Pacheco de su influencia sobre el Monarca, el marqués de Villena inicialmente disimuló pero enseguida empezó a conspirar con otros nobles contra el Rey. Incluso comenzó a jugar a dos bandas. Enrique IV se terminó dando cuenta y en 1460 estuvo a punto de hacer arrestar a Juan Pacheco en Valladolid. Al final, el marqués evitó la detención e incluso aparentemente se reconcilió con el Monarca. Sin embargo, fue ya un primer aviso de un choque directo con el Rey que posteriormente se repetirá.

En efecto, Pacheco no se fió de la reconciliación con Enrique IV, abandonó su servicio y se alió con los principales representantes de la alta nobleza del Reino en contra del Monarca a partir de 1461-1462. La excusa alegada fue la excesiva influencia del entonces favorito del Rey, Beltrán de la Cueva, sobre Enrique IV. En realidad se trataba de un enfrentamiento entre la nobleza y la Monarquía por el control del gobierno del Reino. En 1464 la nobleza castellana, liderada por Juan Pacheco, logró imponer a Enrique IV un esbozo de gobierno aristocrático. Sin embargo, Enrique IV pronto se volvió atrás y pretendió recuperar la plenitud de sus poderes. La respuesta fue una masiva rebelión de la nobleza castellana dirigida por Pacheco en contra del Monarca en 1465.

En este caso, la alta aristocracia se atrevió a dar un paso más y procedió a destronar a Enrique IV en Ávila, proclamando Rey en su lugar a su hermano, el infante Alfonso. En toda esta importante iniciativa, Juan Pacheco desempeñó un destacado papel. El resultado fue el desencadenamiento de una abierta guerra civil en Castilla. Inicialmente la nobleza sublevada llevó la mejor parte y llegó a controlar la mayor parte del territorio castellano. Detrás del infante Alfonso, que era prácticamente un niño, quienes realmente dirigían el bando nobiliario eran Juan Pacheco y su hermano, el maestre de Calatrava Pedro Girón. Sin embargo, los partidarios de Enrique IV poco a poco empezaron a rehacerse y se comenzaron a volver las tornas. Un primer paso en este sentido fue el repentino fallecimiento en 1466 del hermano de Pacheco, el maestre Pedro Girón. El marqués de Villena tuvo entonces que asumir la tutoría de sus sobrinos, los hijos de Pedro, mientras fueran menores de edad. En su condición de tal tutor se hizo cargo del gobierno del maestrazgo de Calatrava en nombre de su sobrino y nuevo maestre, Rodrigo Téllez Girón, hasta 1474.

Dentro de este contexto de guerra civil fue como Pacheco también logró hacerse con el maestrazgo de la Orden de Santiago. Se trataba de una de las dignidades más importantes del Reino, ya que llevaba consigo una serie considerable de rentas y señoríos. En concreto, era el segundo o tercer puesto más relevante de la Castilla de la época, después del propio Monarca y del arzobispo de Toledo. Hasta entonces, la administración del maestrazgo había correspondido al infante Alfonso, pero al ser éste proclamado Rey había quedado vacante. Juan Pacheco aprovechó la oportunidad. En 1467 hizo que los trece miembros electores de la Orden lo eligieran maestre en Ocaña. Algunos alcaides de los castillos santiaguistas intentaron resistirse a entregarle sus fortalezas, pero Pacheco al final logró apoderarse de ellas.

No obstante, mientras estaba ocupado en la cuestión del maestrazgo de Santiago, tuvo lugar la importante batalla de Olmedo en su ausencia. En ella, los partidarios de Enrique IV lograron una importante victoria frente al bando del infante Alfonso. Además, el propio infante falleció súbitamente en 1468. De esta forma, la rebelión nobiliaria contra Enrique IV quedó descabezada. Juan Pacheco pretendió recurrir entonces a la infanta Isabel, hermana del Monarca. Sin embargo, ésta se negó a proclamarse reina y se redujo a intitularse princesa heredera. En estas condiciones, el marqués de Villena y el resto de los rebeldes tuvieron que aproximarse a Enrique IV, ofreciendo volver a su obediencia con la condición de que el Monarca reconociera a la infanta Isabel como la futura heredera del Trono en lugar de su hija Juana. Enrique IV aceptó la propuesta a través del Pacto de los Toros de Guisando en 1468.

De esta manera, Juan Pacheco volvió a entrar al servicio de Enrique IV. De hecho, entre 1468 y 1469 volvió a intentar controlar el gobierno castellano. Además, consiguió que el Monarca le confirmase en la posesión del marquesado de Villena y del maestrazgo de Santiago. Juan Pacheco también logró por entonces la concesión del castillo y la villa de Escalona por parte de Enrique IV. En 1472 obtuvo el ducado de Escalona. Finalmente, también es interesante destacar que, debido a su comportamiento durante la guerra civil, el marqués de Villena había sido excomulgado. Sin embargo, logró la absolución de dicha pena eclesiástica también en 1472.

En 1469 la princesa Isabel se casó con el príncipe Fernando de Aragón. El matrimonio no fue del agrado de Juan Pacheco, pues temía que Fernando le quitase el marquesado de Villena si alguna vez llegaba a acceder al Trono castellano. El motivo era que el marquesado había pertenecido antes al padre de Fernando, el rey Juan II de Aragón, y su hijo podía reclamarlo. Por eso Pacheco dejó de apoyar a Isabel como futura sucesora de Enrique IV y empezó a defender la candidatura de la hija del Monarca, Doña Juana. El marqués de Villena proyectaba casar a ésta con el rey Alfonso V de Portugal para, de esa forma, poder conservar el extenso patrimonio señorial que había acumulado a lo largo de su carrera política. En cualquier caso, en 1470 logró que Enrique IV, en Valdelozoya, dejara de reconocer como heredera a la princesa Isabel y nombrara sucesora a Juana. No obstante, Pacheco ya sentía que su muerte estaba próxima y redactó testamento en ese mismo año. En él aseguraba el futuro de su mujer después de su fallecimiento y fundaba tres mayorazgos para sus tres hijos varones con el extenso patrimonio que había acumulado. Además, también asignaba fondos para crear un hospital en Belmonte.

En 1472 falleció la segunda mujer de Juan Pacheco, María de Portocarrero. El marqués se volvió a casar entonces con una hija del conde de Haro, Pedro Velasco. Además, en ese mismo año redactó un segundo testamento, obligado por la muerte de su anterior mujer. En él se limitó a repetir el contenido del primero con la única salvedad de que desaparecían las cláusulas relativas a María de Portocarrero. También en 1472 el marqués logró que Enrique IV le hiciera donación de la importante villa de Trujillo. No obstante, la concesión tardó en hacerse efectiva porque suscitó numerosas resistencias. Finalmente, en 1474, Juan Pacheco viajó a Extremadura para tomar posesión efectiva de Trujillo. Tras conseguirlo, falleció en Santa Cruz de la Sierra el día 4 de octubre de ese año. Sus restos fueron inicialmente sepultados en el cercano Monasterio de Guadalupe, pero después fueron trasladados al panteón que había ordenado construir en el Monasterio segoviano de Santa María del Parral.

Al final de su vida, Juan Pacheco había acumulado un patrimonio señorial impresionante. Sólo el marquesado de Villena abarcaba numerosas poblaciones: Belmonte, Villena, Alcarcón, Garcimuñoz, San Clemente, Villarejo, Yecla, Sax, Jumilla, Almansa, Jorquera, Munera, El Bonillo, etc. Además, en el territorio murciano Pacheco poseía Los Vélez y Xiquena. En Extremadura también había logrado el señorío sobre Villanueva de Barcarrota, Salvatierra, Salvaleón, Medellín y Trujillo. Finalmente, ya de forma más dispersa, el marqués disponía de posesiones en otras regiones de la Corona de Castilla, tales como Logroño con todas sus torres y alcázares, Atienza en La Alcarria, y Écija, Carmona y Estepona en Andalucía. A todos estos señoríos hay que añadir, además, los que controlaba en su condición de maestre de la Orden de Santiago. No es de extrañar que su linaje, el de los Pacheco, que hasta entonces había pertenecido a la mediana nobleza, se convierta en lo sucesivo en una familia de la alta aristocracia.

Como se ha mencionado, Juan Pacheco se casó en tres ocasiones y tuvo diecinueve hijos, entre legítimos y bastardos. Su primogénito, Diego López Pacheco, fue quien heredó el marquesado de Villena y continuó la política de su padre de oposición inicial al acceso al Trono castellano de los príncipes Fernando e Isabel, futuros Reyes Católicos.

 

Bibl.: F. de Rades y Andrada, Chrónica de las tres Órdenes y Cavallerías de Sanctiago, Calatrava y Alcántara, Parte Chrónica de Sanctiago, Toledo, Imprenta de Juan de Ayala, 1572, fols. 65r.-66; P. León Tello, Inventario del Archivo de los Duques de Frías. II. Casa de Pacheco, Madrid, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1967; J. Aguado González y R. Morán Martín, “Papel del marqués de Villena en la formación del señorío de Osuna”, M. A. Castellano Huerta, “Algunos aspectos de la personalidad de Juan Pacheco, marqués de Villena” y A. Franco Silva, “Los testamentos de Juan Pacheco (1470-1472)”, en Congreso de Historia del señorío de Villena, Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 1987, págs. 19-26, 95-105 y 157-174, respect.; M. D. Morales Muñiz, Alfonso de Ávila, rey de Castilla, Ávila, Institución Gran Duque de Alba, 1988; A. Castellano Huerta, “El señorío de Juan Pacheco en el siglo xv castellano-manchego”, en VV. AA., I Congreso de Historia de Castilla-La Mancha. Vol. 6. Campesinos y señores en los siglos xiv y xv; Castilla-La Mancha y América, Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, págs. 75-80; I. Frías Ponce, Don Juan Pacheco, Marqués de Villena (1419-1474), tesis doctoral, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1989; P. A. Porras Arboledas, La Orden de Santiago en el siglo xv, Madrid, Dykinson, 1997, págs. 26-27; L. Suárez, Enrique IV de Castilla, Barcelona, Ariel, 2001, págs. 103-105, 189-201, 222-225, 343-366, 407-409, 415-433, 453-455, 521-522 y 525-526; J. L. Martín, Enrique IV, Fuenterrabía, Nerea, 2003, págs. 30, 40, 46, 50, 84, 98, 135, 185, 228, 275 y 307; L. Suárez Fernández, Nobleza y monarquía. Entendimiento y rivalidad. El proceso de la construcción de la corona española, Madrid, La Esfera de los Libros, 2003, passim.

 

Carlos Barquero Goñi

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