Alfonso V de Portugal. El Africano. Sintra (Portugal), 15.I.1432 – 28.VIII.1481. Rey de Portugal.
Nació Alfonso V en Sintra el día 15 de enero de 1432, hijo del rey Duarte y de Leonor de Aragón, cuyo padre fue el rey de Aragón Fernando I. Alfonso apenas tenía seis años cuando su padre, el Rey, falleció el 9 de septiembre de 1438. Proclamado Monarca en las Cortes de Lisboa de 1439, hubo que aguardar a que cumpliese catorce años para que, en conformidad con el derecho sucesorio, pudiese ejercer las funciones de monarca. Su niñez es perturbada por los conflictos entre su tío Pedro y su madre Leonor, a quien cumplía, de acuerdo con el testamento del fallecido monarca, ejercer la regencia del reino. A ello se opuso Pedro que apoyado por una parte de la nobleza y de los ciudadanos de las principales ciudades del reino alcanzó el poder. Refugiada Leonor en el priorazgo del Crato, no pudo resistirse a la acción militar de Pedro y de sus hermanos, los infantes Enrique y Juan, viéndose obligada a refugiarse en Castilla el 29 de diciembre de 1440.
Encargado de la educación del Rey, el regente Pedro le proporcionó una formación esmerada. Entre sus maestros figuran los nombres de Mateus Pisano, Esteban de Nápoles y fray Gil, un sabio teólogo y confesor del Rey. Alfonso V apreciaba los libros y fue autor de un tratado militar, actualmente desaparecido, que mereció el elogio del científico judío Zacuto Lusitano. Más tarde en plenas funciones de monarca mandó venir de Italia a fray Justo Baldino, sabio dominicano, doctor en Derecho Canónico y Civil, a quien encargó la traducción al latín de las crónicas de los reyes de Portugal.
Al cumplir los catorce años, el 15 de enero de 1446, las Cortes, reunidas en Lisboa, declararon que a partir de ese momento pertenecería al Rey gobernar in solido, lo que significaba el cese de su tío Pedro en las funciones de regente. Temeroso de las consecuencias, Pedro influyó para que el monarca expidiese una carta de loor fechada en el mismo día del cumpleaños del Rey. Los años que siguieron hasta el día 11 de julio de 1448 resultaron difíciles en lo tocante a las relaciones entre el Rey y Pedro. Éste fue acusado por sus enemigos de favorecer a sus partidarios y perseguir a los exilados que se habían refugiado en Castilla y seguían siendo fieles a Leonor, madre del Rey que entretanto había fallecido en Toledo el 25 de febrero de 1445. Los enemigos de Pedro pronunciaron la acusación de que fuera él el autor moral del supuesto envenenamiento de la Reina, lo que carece de fundamento histórico.
Durante el período enturbiado de las relaciones entre Pedro y el Rey se realizaron las bodas de Isabel, hija del regente y prima del Rey, con Alfonso, en Lisboa el día 6 de mayo de 1447. A partir de ese momento, finales de julio de 1448, en que Pedro, duque de Coimbra, se retiró a sus tierras ducales, fueron múltiples los episodios de ataques dirigidos al suegro del Monarca. Apenas restaron pocas voces que lo defendieran, como el caso del conde de Arraiolos, de Álvaro Vasques de Almada y del infante Enrique que sufría amenazas. El desenlace ocurrió en la batalla de Alfarrobeira, en donde se enfrentaron los bandos del Rey y de su suegro, y en la que éste muere el 20 de mayo de 1449. Al trágico acontecimiento se siguen persecuciones de los partidarios de Pedro, a los que les fueron confiscadas sus haciendas y fueron privados de sus derechos civiles y políticos.
Después de Alfarrobeira, la Monarquía quedó desacreditada en el concierto internacional. Tanto el Papado como Flandes, donde gobernaba Felipe el Bueno, casado con Isabel de Portugal, tía de Alfonso V, reprocharon la conducta del monarca portugués.
Un clima de guerra civil se instaló en Lisboa cuando el pueblo amotinado procedió al saqueo de la judería grande de la capital, en diciembre de 1449, en la época de la Navidad. Desde Évora, donde se encontraba, se desplazó Alfonso V dispuesto a restaurar el orden público, aunque sus esfuerzos resultaron infructuosos y se vio obligado a regresar a la ciudad alentejana cuando campeó el tumulto de la turba.
Más tarde, fue cuando los mecanismos de la justicia actuaron contra una buena parte de los autores y agentes de las prácticas delictivas.
En la década de los cincuenta fueron múltiples los acontecimientos que imprimieron huella en este reinado.
La muerte de Isabel, mujer del Rey y madre del príncipe heredero Juan, ocurrida en diciembre de 1455; el regreso del condestable Pedro, primo de él, y su cuñado, que se encontraba exilado en Castilla y cuyo retorno a Portugal ocurrió en febrero de 1456; la preparación de una cruzada contra los turcos en plena sintonía con el llamamiento del papa Calixto III, en la secuencia de la caída de Constantinopla, durante el año 1453, que, debido a la débil resonancia en los reinos cristianos, se transformó, en Portugal, en la organización de una expedición comandada por el Rey, que llevó a la conquista, en el año de 1458, del fuerte marroquí de Alcácer Ceguer. Con esta ocupación se dio inicio a una política que se encontraba interrumpida desde 1437, debido al desastre militar de Tánger ocurrido en el reinado de Duarte.
Son múltiples los intentos desencadenados por Alfonso V con el objetivo de la ocupación de Tánger.
Una buena parte de ellos fracasa. La toma de Tánger apenas se vuelve posible después de la conquista de la plaza fuerte de Arzila, el 25 de agosto de 1471, que siguió a la rendición del fuerte de Larache sin combate.
La política de expansión africana sufre una interrupción debido a la interferencia de Alfonso V en los problemas sucesorios de Castilla, a raíz de la muerte de Enrique IV, ocurrida el 11 de diciembre de 1474.
Isabel la Católica, que se había casado con Fernando de Aragón, se preparó de inmediato para asumir el trono castellano. Para ello, sentía que disponía del apoyo de gran parte de la nobleza castellana, que se había mostrado contraria a las pretensiones de Juana la Beltraneja. Dando continuidad a ese propósito, Isabel la Católica fue proclamada, aún en vida de su hermano el Rey, el 19 de septiembre de 1469, lo que contrariaba los planes de Enrique IV. Frente a la determinación de Isabel, se concertó el enlace entre Alfonso V y Juana, lo que ocurrió en Plasencia. Abiertas las hostilidades, se asistió a una larga guerra entre Alfonso V y los Reyes Católicos. La batalla de Toro, el 2 de marzo de 1476, representó un duro golpe en las pretensiones del rey portugués. Las incursiones fronterizas se prolongaron desde ese año y hasta 1479.
El viaje de Alfonso V a Francia, en junio de 1476, fue parte de la tentativa desesperada del Monarca para obtener el apoyo de Luis XI a favor de su causa.
Resultó in gloria la pretensión. El 9 de octubre se efectuaba en San Juan de Luz un tratado de amistad entre los Reyes Católicos y el rey de Francia. Desilusionado, sólo restaba a Alfonso V celebrar la paz con Isabel y Fernando. Ésta fue acordada en Alcáçovas el 4 de septiembre de 1479. A Juana, conocida en Portugal como la Excelente Señora, le restó profesar como religiosa en el monasterio de Santa Clara en Santarém y Coimbra, acabando sus días en Lisboa en el palacio de la Alcáçova en 1530. Alfonso V falleció en Sintra el 28 de agosto de 1481, dominado por una enorme desdicha y melancolía.
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Humberto Baquero Moreno