Juan II de Portugal. El Príncipe Perfecto. Lisboa (Portugal), 3.V.1455 – Alvor (Portugal), 25.X.1495. Rey de Portugal.
Hijo de Alfonso V y de Isabel, fue bautizado en la seo de la capital portuguesa el 28 de mayo de 1455. Fue proclamado Rey en los pazos reales de Lisboa el 25 de junio del mismo año en que nació. Sucedió a su tío el infante Fernando como administrador del maestrazgo de Avís, función en la que fue confirmado por la bula del papa Pablo II del 10 de septiembre de 1464. Dos años más tarde, el 30 del mencionado mes, su padre le hizo donación de la ciudad de Coímbra y de las villas de Montemor-o-Velho, Tentúgal, Buarcos, Rabaçal, Vila Nova de Ançós y Mira, con el gobierno de sus castillos.
El 12 de enero de 1471 recibió como esposa a Leonor, por palabras presenciales, habiendo sido firmado el matrimonio en la capital el 16 de septiembre de 1473. Acompañó al Rey, su padre, en la expedición militar a Arzila en 1471, siendo armado caballero en esa plaza con quince años. Obtuvo, también, de su padre, el 4 de mayo de 1474, las villas de Viana do Lima, Caminha, Valença, Monção, la tierra de Valadares, la villa de Lagos con su castillo y el castillo de Lapela. Recibió el príncipe el 12 de abril de 1473 las tierras de Ovoa, Barreiro e Senhoriz, localizadas en la región de Beira.
Antes de que su padre, Alfonso V, iniciara su campaña militar en Castilla en su disputa de la Corona con Isabel la Católica, el Rey tomó la decisión de entregar el gobierno de Portugal a su hijo, lo que ocurrió el 25 de abril de 1475. Su padre le entregaba en particular la administración y la defensa del reino. El 25 de enero del año siguiente recibió instrucciones de su padre para que formase un ejército con el cual entraría en Castilla en su auxilio, debiendo en este caso entregar la regencia del reino a su mujer, la princesa Leonor. En Castilla tuvo un papel preponderante en el cerco de Zamora y enseguida destacó en la batalla de Toro cuando se enfrentó con Fernando el Católico.
Su padre le concedió, el 27 de agosto de 1476, la villa de Elvas, como recompensa y reconocimiento de su actuación en Toro. En ese mismo día su padre Alfonso V, que tomó la decisión de partir para Francia en demanda de auxilio de Luis XI a favor de su causa, le designó regente del reino mientras durase su ausencia.
Durante la estancia de Alfonso V en Francia, el príncipe continuó la guerra con Castilla. Se hizo aclamar rey de Portugal el 27 de septiembre de 1477, al tener conocimiento, a través de una carta, de que su padre se encontraba dispuesto a hacerse religioso y a renunciar al cargo de monarca de Portugal. El regreso inesperado de su padre el Rey, que entre tanto había cambiado de opinión, se tradujo en una realeza efímera del príncipe. Con el propósito de halagar al príncipe, su padre le concedió las rentas de la aduana de Lisboa con inicio en el año de 1478, para enseguida hacer lo mismo con los réditos de la aduana de Setúbal. Nuevas concesiones le otorgó el Monarca. El 3 de julio de 1478 le hizo concesión de la villa y del castillo de Penamacor y el 16 de agosto de ese año le adjudicó la villa y el castillo de Mourão. Tres días más tarde le otorgó las villas y los castillos de Portalegre y Alegrete. El 28 de noviembre de 1479 su padre le concedió las rentas de las tierras conquistadas en el Atlántico, a las que añadía, el 7 de diciembre, los tributos pagados por las comunidades musulmanas del Algarbe y de Marruecos sometidas al dominio portugués.
Además de estas concesiones, obtuvo de su padre, el 4 de mayo de 1481, la renta del comercio de la Guinea. La última concesión de Alfonso V a su favor, unas escasas semanas antes de su fallecimiento, ocurrió el 10 de agosto de ese año y consistió en la entrega de las villas de Aldea Galega e Aldea Gavinha. Al morir Alfonso V el 28 de agosto de 1481, le sucedió en el Trono. Aclamado Rey en Lisboa el 1 de septiembre, convocó Cortes, que se celebraron en Évora el 12 de noviembre de ese año. Desde el comienzo de los trabajos se registró un incidente sobre el modo en cómo la nobleza debía presentar su homenaje al nuevo Monarca. Al frente de los contestatarios estaba el duque de Braganza. Este noble invocó sus privilegios enviando a Vila Viçosa a Juan Alfonso para que le recogiese los títulos de sus concesiones. En esta tarea el enviado se hizo acompañar de Lopo Figueiredo, escribano de la hacienda del duque. Por casualidad este funcionario encontró cartas comprometedoras enviadas al duque por Fernando el Católico y, a su vez, de este hidalgo para el rey de Castilla. Impresionado por el hecho, Lopo Figueiredo dio conocimiento del contenido de las cartas al Rey, que las mandó copiar, y colocar los originales en la caja fuerte del duque. En los capítulos de Cortes, los representantes de los concejos criticaban el estado de anarquía en que se encontraba la administración y los actos de violencia de los nobles sobre el pueblo. Solicitaban al Monarca que requiriese a los hidalgos los títulos de posesión de sus bienes. En conformidad, Juan II ordenó a todos los poseedores de patrimonio de la Corona que justificasen su legalidad, dando para el efecto instrucciones a los corregidores para que entrasen en esas tierras que gozaban de inmunidad. El odio del duque de Braganza a Juan II se remontaba a 1480, según el testimonio de una carta enviada por aquel hidalgo a los Reyes Católicos, en que se disponía a darles informes sobre todo lo que ocurriese en Portugal. Cómplice del duque de Braganza era su hermano Juan, marqués de Montemor. Éste, a su vez, actuaba, junto con los Reyes Católicos, acusando a Juan II de que se proponía entrar en guerra con Castilla, manteniendo el acuerdo con algunos Grandes de ese reino en desacuerdo con la causa de la reina Isabel. Afirmaba el marqués que Portugal era pertenencia de Fernando I y no de Juan II.
Enterado el Monarca de la dimensión de la conjura, ordenó la detención del duque de Braganza en 1483 y fue juzgado por un tribunal de diecinueve jueces que, por unanimidad, lo condenaron a la pena capital. La sentencia fue ejecutada el 28 de agosto de 1484. El marqués de Montemor consiguió huir del reino. El conde de Faro, hermano del duque, igualmente condenado a muerte, murió antes de que se le aplicase la sentencia. Otro de los conjurados, Diego, hermano de la Reina, fue indultado en atención a ella. A pesar de la clemencia real entró en una nueva conjura con el propósito de asesinar al Rey. Los conjurados al mando del duque se disponían a asesinar al Rey cuando éste llegase a Setúbal. Enterado de lo que se urdía, el Monarca le preparó una emboscada y lo apuñaló con sus propias manos el 27 de agosto de 1484.
Durante su reinado se procedió al descubrimiento del reino del Congo. En 1482 Diego Cão, caballero de la casa del Rey, entró en el río Zaire. En 1486 Juan Alfonso de Aveiro descubrió el reino de Benin, no muy distante de la fortaleza de San Jorge da Mina. El viaje de Bartolomé Dias, cuyo objetivo consistió en el paso del cabo de Las Tormentas, que el Rey bautizó, como de Buena Esperanza, se efectuó en el año de 1488, quedando, de este modo, abierto el camino marítimo para la India. Este viaje fue precedido por las exploraciones terrestres de Alfonso de Paiva y Pero da Covilhã, a Egipto y a Etiopía.
De la boda de Juan II con Leonor nació en Lisboa el 18 de mayo de 1475 el príncipe Alfonso, el cual se casó el 23 de noviembre de 1490 con la princesa Isabel, hija de los Reyes Católicos. Un accidente ocurrido el 12 de julio de 1491, una caída del caballo, provocó la muerte del heredero de la Corona. Con esta muerte se abría un grave problema dinástico, pues el Rey no tenía ningún otro heredero legítimo.
Es preciso señalar las gestiones que tuvieron origen en la bula papal de Alejandro VI, del 4 de mayo de 1493, mediante la cual se establecía que todas las tierras situadas al oeste de las Azores y Cabo Verde serían pertenencia de los Reyes Católicos. Las negociaciones que se siguieron entre los dos reinos tuvieron como corolario la firma del Tratado de Tordesillas el 7 de junio de 1494.
El último mes de vida de Juan II transcurrió en condiciones particularmente difíciles. Su enfermedad, con síntomas de envenenamiento, le obligaron a desplazarse en busca de mejoría con las aguas termales de Monchique. Murió en Alvor el 25 de octubre de 1495, a la edad de cuarenta años.
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Humberto Baquero Moreno