Fernández Manrique de Lara, García. Marqués de Aguilar de Campoo (I), conde de Castañeda (III). Villalumbroso (Palencia) c. 1440 – Monterrey (Orense), VI.1506. Canciller mayor de Castilla y Grande de España.
Su padre, Juan Manrique de Lara y Téllez, fue II conde de Castañeda, chanciller mayor de Castilla, capitán general de la Frontera de Jaén, señor de Aguilar, Santillana y de los valles de Toranzo, de Buelna (que compró a las hijas del conde de Buelna), de San Vicente, y de otros lugares y valles. Éste era hijo, a su vez, de Garci Fernández Manrique de Lara y Enríquez, que sería I conde de Castañeda (1430) y señor de Aguilar de Campoo por haber casado con Aldonza Téllez y Laso de la Vega, hija de Juan Téllez, señor de Aguilar de Campoo y de Castañeda, fallecido en la batalla de Aljubarrota, hijo, a su vez, del infante Tello de Castilla, conde de Vizcaya (fundador de la villa de Guernica y hermano del rey Enrique II), y de Leonor Laso de la Vega (quien con el tiempo sería madre del I marqués de Santillana, tras contraer segundas nupcias con Diego Hurtado de Mendoza, señor de Hita y Buitrago).
Aunque su padre había casado con Mencía Enríquez (hija del almirante de Castilla Alonso Enríquez y de Juana de Mendoza “la Rica Hembra”), no pudo tener sucesión con ella. Lo que dio motivo, dice Salazar y Castro, “para que deseando mucho tener sucesión, la solicitasse con doña Catalina Enríquez de Ribera, que se criava en su misma casa, asistiendo a la Condesa su mujer”. Catalina era hija de Ruy Pérez de Ribera, alcaide de Peñafiel, nieta de Pedro Enríquez, señor de Campo Redondo, y bisnieta del citado conde don Tello; por lo que era pariente tanto del conde de Castañeda como de su mujer. La condesa, creyendo que así terminaría la inclinación del conde, casó a Catalina con un tercero, sin conocimiento del conde, pero “antes que se consumasse el matrimonio, robó el conde a Doña Catalina [...] y la llevó a su fortaleza de Villa-Lumbroso, donde tuvo en ella la sucesión [...]”.
Fallecida su mujer, el conde (que murió en 1493 con noventa y cinco años) contrajo segundo matrimonio con Catalina, madre, por tanto, de García, quien fue legitimado por Juan II en 1453, con mención expresa de capacidad para heredar bienes, oficios y mercedes, legitimación que fue confirmada por los Reyes Católicos en 1480.
Se le encuentra documentado por primera vez en 1443, en el testamento de su abuela Aldonza Téllez, que le lega una cantidad de dinero “para que se criasse”. En 1456, el padre de García, capitán general de la Frontera de Jaén, fue hecho prisionero en una emboscada cerca de Baeza por las tropas del infante Ismael de Granada, siendo conducido preso a esta ciudad, donde permaneció en cautiverio durante diecisiete meses, hasta que fue rescatado por dinero (su mujer Mencía Enríquez, a pesar de la infidelidad de su marido, vendió para ello sus joyas y empeñó algunos bienes). Siendo la cantidad inicialmente reunida inferior a la exigida, García quedó de rehén en Granada a principios de 1458, en garantía del pago total.
En 1467 fue enviado por su padre a Medina del Campo, con setenta caballos para unirse a las tropas que estaba allí reuniendo Enrique IV tras el resultado incierto de la segunda batalla de Olmedo (la primera tuvo lugar en 1445). Así manifestó el padre de García su cambio de fidelidad, ahora en favor de Enrique IV, pues tras la farsa de Ávila de 1465 había reconocido como rey de Castilla al príncipe Alfonso (hermano de la futura reina Isabel la Católica), propugnando, pues, la destitución de Enrique IV. Este cambio pudo deberse a haber contraído García matrimonio con la portuguesa Brazaida de Almada (dama de la reina Juana de Portugal, segunda mujer de Enrique IV).
Al poco de fallecer Enrique IV, el rey Alfonso V de Portugal entró en Castilla en 1475, contra los Reyes Católicos, en defensa de los intereses a la sucesión a la Corona de su sobrina Juana de Castilla (la Beltraneja), con la que se desposó, proclamándose rey de Castilla. Los Reyes Católicos hicieron llamamiento general, acudiendo García con las tropas de su casa y parientes (al mando del marqués de Santillana, que recibió por ello el título de duque del Infantado), participando en el sitio de Toro, plaza que había sido tomada por los portugueses.
Participó también en la guerra de Granada. En 1487 envió sus tropas, atendiendo al llamamiento general de los Reyes Católicos, a la conquista de Vélez-Málaga y Málaga; y en 1489 estuvo personalmente en el decisivo sitio de Baza, al mando de uno de los batallones.
También se halló en el sitio y toma de la ciudad de Granada, siendo uno de los firmantes del privilegio rodado de la rendición de 30 de diciembre de 1491 (en el que también aparece la firma de confirmación de su padre, conde de Castañeda).
Después de ello, “se retiró el Conde a sus tierras, y se conservó en ellas” dice Salazar y Castro. No obstante, se unió a la facción nobiliaria encabezada por el duque de Nájera que se oponía a que Fernando el Católico, viudo desde 1504, fuese gobernador de Castilla. El 26 de abril de 1506, se encuentra García en la Coruña para recibir a la reina Juana y a Felipe el Hermoso, que volvían a España procedentes de Flandes (mientras que Fernando el Católico, abandonado ahora por la mayoría de la nobleza castellana, les esperaba en Laredo). Acompañando a los Reyes en su retorno a Castilla, murió en un día de junio de 1506 en Monterrey (su hermana Isabel había casado en 1494 en segundas nupcias con el conde de Monterrey).
Fue sepultado en Burgos, en el monasterio de la Trinidad. Su padre le había cedido en vida el señorío de Aguilar de Campoo, para protegerle de las aspiraciones del hermano de aquél, conde de Osorno y duque de Galisteo. Además, solicitó de los Reyes Católicos la conversión del señorío en marquesado. Atendiendo a esta solicitud, en 1484 le fue concedido a García el título de marqués de Aguilar de Campoo. Ello no le evitaría largos pleitos con el conde de Osorno primero, y con el duque de Nájera después, quienes alegaron una y otra vez, aunque sin éxito, que la sucesión del mayorazgo habría de ser por línea legítima. También había renunciado (aunque con reserva de quitaciones) su padre en él, en 1475, el cargo de chanciller mayor, siendo ratificado en este oficio por los Reyes Católicos (cargo que sería hereditario para los sucesivos marqueses de Aguilar de Campoo, que lo desempeñarían por medio de tenientes).
De sus tres matrimonios (el primero con Beatriz de Velasco, hermana de Bernardino y de Íñigo Fernández de Velasco, condestables de Castilla y duques de Frías; el tercero con Leonor Pimentel, hija del III conde de Benavente) sólo tuvo descendencia del contraído con la citada Brazaida de Almada y Castro, hija de Juan Vaz de Almada, ricohombre de Portugal, veedor del rey Alfonso V de Portugal, señor de Pereyra, hermano del I conde de Avranches. Fueron sus hijos: Juan, que murió niño; Luis, por quien continuaría la línea, fue el II marqués de Aguilar, IV conde de Castañeda, chanciller mayor de Castilla, y se casó con Ana Pimentel y Enríquez de Guzmán (nieta paterna del III conde de Benavente y materna del I duque de Alba de Liste); Catalina, que casó con Pedro López de Ayala, III conde de Fuensalida; Aldonza, que casó con Gonzalo Ruiz de la Vega, caballero de Santiago, y Ana, abadesa del monasterio de Santa Clara en Aguilar de Campoo. Tuvo, además, dos hijos ilegítimos (Bernardo, obispo de Málaga, y otra también llamada Aldonza, que casó con Antonio de Meneses).
El título de marqués de Aguilar de Campoo tiene grandeza desde su concesión, pues como dice Salazar y Castro, conservó “siempre los honores propios de su dignidad, y anciana representación, sin que se sepa que jamás se dudasen ni pusiesen en disputa”. Al parecer, según un curioso documento del siglo xvii de la Colección Salazar y Castro (M-56, fol. 172), el II marqués vino a la Corte después de la célebre “distinción de 1520”, “y entrando en la Capilla se sentó en el vanco de los Grandes sin tener licencia anterior para ello, de que la dio por sentido el emperador, con el duque de Alba mayordomo mayor; pero el marqués continuó los actos de su posesión, asta oy, que sus descendientes no solo se allan grandes por este medio pero disfrutan serlo de primera classe”. Al morir en 1798 sin sucesión Felipe López-Pacheco y de la Cueva, XVI marqués de Aguilar de Campoo, XIX conde de Castañeda, le sucedió en estos títulos Diego Ventura de Guzmán y Fernández de Córdoba, marqués de Montealegre, conde de Oñate y de los Arcos, Toisón de Oro (1780), etc., casado con María Isidra de La Cerda y Guzmán, duquesa de Nájera, condesa de Paredes de Nava y de Treviño, etc. Estos últimos fueron los padres de María Isidra de Guzmán y de la Cerda, la célebre Doctora de Alcalá, que premurió a sus padres en 1803, casada con el marqués de Guadalcázar y de Hinojares, y de Diego Isidro, que pasó a ostentar todos los títulos de la casa, recibiendo el Toisón en 1843.
Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, D-21 fol. 78v., D-25 fols. 179-179v., M-5 fols. 277-277v., M-56 fols. 172-172v.
H. del Pulgar, “Crónica de los Señores Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel”, en Crónicas de los Reyes de Castilla, t. III, colección ordenada por C. Rosell, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1953, págs. 447, 482, 488 y 494; L. Salazar y Castro, Historia genealógica de la Casa de Lara, t. I (II moderno), Madrid, Imprenta Real, 1696, págs. 506- 544 y págs. concordantes de Pruebas (ts. V y VI modernos de la citada Historia Genealógica) (reimpr. en Bilbao, Wilsen Editorial, 1988); F. Fernández de Bethencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía Española y Grandes de España, t. II, Madrid, Tipografía de Enrique Teodoro, 1897, págs. 295-297 (reimpr. en Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2002); M. Garrido Atienza, Las capitulaciones para la entrega de Granada, Granada, P. Ventura Traveset, 1910 (ed. facs. por la Universidad de Granada, Granada, 1992, pág. 294); L. Huidobro Serna, Breve historia y descripción de la muy leal villa de Aguilar de Campoo, Palencia, Institución Tello Téllez de Meneses, 1954; M. A. Ladero Quesada, Milicia y economía en la guerra de Granada: el cerco de Baza, Valladolid, Universidad, 1965, pág. 101; M. A. Ladero Quesada, Castilla y la conquista del Reino de Granada, Valladolid, Universidad, 1967, págs. 246, 280 y 282; R. M. Montero Tejada y M. J. García Vera, “La alta nobleza en la Cancillería real castellana del siglo xv”, en Espacio, Tiempo y Forma, serie III, Historia Medieval, vol. V, Madrid, UNED, 1992, págs. 163-210; R. M. Montero Tejada, “Ideología y parentesco: bases de la actuación política del primer Duque de Nájera a comienzos del siglo xvi”, en Espacio, Tiempo y Forma, serie III, Historia Medieval, vol. V, Madrid, UNED, 1992, págs. 229-260; R. M. Montero Tejada, “Los señoríos de los Manrique en la baja Edad Media”, en Espacio, Tiempo y Forma, serie III, Historia Medieval, vol. VII, 1994, págs. 205- 258; A. Ceballos-Escalera y Gila, La insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Palafox & Pezuela, 2000; J. Salazar y Acha, La casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, pág. 153.
Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca