Ayuda

Luis José Sartorius y Tapia

Biografía

Sartorius y Tapia, Luis José. Conde de San Luis (I), vizconde de Priego (I). Isla de León, San Fernando (Cádiz), 19.III.1815 – Sevilla, 22.II.1871. Abogado, periodista, político, presidente del Gobierno y ministro.

Perteneció a una familia aristócrata, destacando su abuelo paterno, el general barón Rossenegg, quien estuvo al servicio del emperador de Austria. Su padre, Andrés Sartorius Trier, nació en Marburgo, ciudad del Hesse-Electoral (Alemania). También fue militar de carrera, alcanzando el grado de coronel a los diecinueve años. Hombre de gran cultura, que además de saber once idiomas, tenía amplios conocimientos de Literatura y había logrado reunir cincuenta y cinco mil volúmenes. Al entrar en guerra Francia y Alemania, a finales del siglo XVIII, buscó asilo en España, fijando en ella su residencia y contrayendo matrimonio con Joaquina de Tapia Sánchez de Oviedo, natural de Puerto Rico, perteneciente a la familia de los marqueses de Castellón. Participó en la Guerra de la Independencia, quedando sordo tras un accidente militar.

Finalizada la Guerra, en la que no alcanzó grandes ascensos por ser extranjero, en el año 1819 fue nombrado agregado al Estado Mayor en Sevilla, ciudad en la que permaneció hasta su muerte en 1838.

Del matrimonio formado por Andrés y Joaquina, nació en la Isla de León (hoy, San Fernando) Luis José Sartorius y Tapia. La primera educación la recibió de su padre. Después estudió con los jesuitas Gramática latina y Humanidades. Inició la carrera de Jurisprudencia en la Universidad de Sevilla. A los dieciocho años se inscribió en la Milicia Nacional, siendo durante los primeros años de su juventud rieguista.

En 1836 se trasladó a Madrid para terminar su carrera de abogado, siendo protegido por Juan Bravo Murillo, quien tuvo un gran ascendiente sobre él y le introdujo en el mundo del periodismo, ofreciéndole colaborar en el periódico La Verdad en el que escribió artículos de costumbres y de crítica literaria. Ese verano, tras conocer los sucesos que condujeron a la sublevación de los sargentos de La Granja (12 de agosto de 1836), y dudoso hacia a qué partido seguir se inclinó por el moderado aconsejado por Bravo Murillo.

Al incorporarse a La Verdad, Juan Donoso Cortés y Dionisio Alcalá Galiano, este periódico pasó a llamarse El Porvenir, en el que Sartorius siguió colaborando con artículos de costumbres y de crítica literaria.

Al cerrarse el periódico fundó, con Fernández de la Vega, el Liceo Artístico y Literario de Madrid, sociedad de la que fue nombrado secretario general.

En 1838 entró como redactor en el periódico El Correo Nacional, cuyo director era el periodista moderado Andrés Borrego —su segundo protector en Madrid—, escribiendo ya artículos políticos y destacándose por su pluma ágil e incisiva. En 1840 Andrés Borrego por motivos políticos, tuvo que abandonar España por lo que nombró a Sartorius director del periódico durante su ausencia. Ocupando este cargo se encontraba cuando tuvieron lugar los sucesos del 1 de septiembre de 1840 que condujeron finalmente a la renuncia de la Regente María Cristina de Borbón.

Desde el periódico, Sartorius participó activamente en la grave polémica abierta con motivo del exilio de la Reina Gobernadora, entre El Correo Nacional, de ideas moderadas, y su oponente El Eco del Comercio, de ideas progresistas.

En 1841, Andrés Borrego le hizo copropietario de El Correo Nacional, que Sartorius convirtió al año siguiente, en 1842, en un nuevo periódico: El Heraldo, del que fue director y propietario. Realmente este periódico había sido fundado por Donoso Cortés con el dinero del duque de Riansares (que entonces sólo era Fernando Muñoz, esposo clandestino de la Reina Gobernadora María Cristina), y en él también colaboraba Ríos Rosas; pero un mal entendimiento entre Donoso Cortés, Ríos Rosas y Sartorius, además de problemas económicos, fueron la causa de que este último se quedara con el periódico. Desde El Heraldo, Sartorius combatió con gran éxito a Espartero y a su Gobierno, colaborando activamente desde sus páginas a liquidar la Regencia del duque de la Victoria.

Inteligente, osado, desenvuelto y dotado de una ambición desmedida, en cinco años, desde que salió en 1836 de su Sevilla natal, Sartorius se convirtió en un prestigioso periodista y un hombre muy influyente a todos los niveles. Por eso en 1843 decidió dedicarse activamente a la política, siendo elegido diputado. A partir de este momento la pluma ágil e incisiva, fue sustituida por la palabra fogosa y contundente en su escaño en el Congreso de los Diputados.

En una función del Liceo —del que se había hecho socio a los pocos meses de su llegada a Madrid por consejo de Bravo Murillo—, le fue presentado a la reina madre María Cristina de Borbón, comenzando aquí su buena estrella, pues en ella encontró una valiosa protectora lo mismo que en el general Narváez, que fue quien le hizo ministro por primera vez en 1847, ocupando la cartera de Gobernación desde el 4 de octubre de ese año hasta el 19 de octubre de 1849, y volviendo a ocupar la misma cartera, también siendo presidente del Gobierno el general Narváez, desde el 20 de octubre de 1849 hasta el 10 de enero de 1851.

Su gestión como ministro de la Gobernación —que se vio recompensada por la reina Isabel II, por Real Decreto de 6 de noviembre de 1848, con el título conjunto de conde de San Luis y vizconde de Priego—, fue muy activa: fundó la Escuela de Ingenieros de Montes, fomentó la conservación y aumento del Parque forestal español, organizó el Cuerpo de Policía, proyectó una Ley para los empleados del Ministerio de la Gobernación, de forma que los destinos se lograsen por méritos, evitando así los favoritismos, protegió la Enseñanza Primaria, emprendió el ensanche de la Puerta del Sol de Madrid, la venida de aguas a la capital y la construcción del Teatro Real.

También reglamentó la propiedad literaria que protegía a los escritores convirtiéndose en un gran mecenas de artistas y literatos.

Sin embargo, esta gestión positiva quedó totalmente oscurecida por su actuación en las elecciones de 1850 (31 de octubre), en las que favoreció abiertamente a Narváez y sus amigos los ministeriales, obteniendo éstos una mayoría tan abrumadora (Congreso de Familia) que fue la causa de que el Gobierno Narváez se viera violentamente atacado en el Congreso de los Diputados, viéndose obligado Sartorius a dimitir como ministro de la Gobernación.

Tres años después, el 19 de septiembre de 1853, el conde de San Luis vio cumplido su sueño: agotadas las soluciones Narváez y Bravo Murillo, y tras los Gobiernos del general Roncali y del general Lersundi —dos gobiernos de transición—, fue nombrado por la reina Isabel II, presidente del Gobierno. Tenía treinta años.

Escéptico ante las ideas, hombre práctico y sin escrúpulos, amante de la riqueza y de la ostentación, imprudente en el manejo de los fondos públicos y con una gran capacidad para cerrar los ojos ante negocios turbios, no dudó en beneficiar con cargos y ventajas a quien le podía proporcionar beneficios económicos o políticos. El caso más escandaloso fue el trazado del ferrocarril de Madrid a Irún, pues la Compañía de Ferrocarriles del Norte indemnizaba 40.000 duros por kilómetro que la vía férrea atravesaba, resultando de ello un trazado arbitrario que a todas luces favorecía los intereses de propietarios influyentes, incluida la Casa Real.

Esta forma de comportarse fue la causa de que sus enemigos políticos achacasen a su familia un oscuro origen y le llamasen despectivamente a él y a sus seguidores los polacos y la legión polaca y a sus decisiones las polacadas.

Precisamente este asunto de las concesiones ferroviarias fue el que precipitó su estrepitosa caída y con ella la del Partido moderado, pues fue éste el último Gobierno de este partido, antes de la Revolución de 1854. El Gobierno Sartorius había presentado un Proyecto de Ley confirmando todas las concesiones hechas sobre las nuevas líneas de ferrocarriles y lo había enviado al Congreso de los Diputados, dirigiendo al Senado una súplica para que se inhibiese de tratar este asunto, pendiente de votación en la Cámara Alta.

El Senado se negó a ello y se produjo la votación (9 de diciembre de 1853), siendo derrotado el Gobierno (sesenta y cinco votos a favor frente a ciento cinco en contra). Al día siguiente de perder la votación, Sartorius disolvió las Cortes y lanzándose decididamente por el camino de la arbitrariedad dictatorial, procedió a desterrar a los generales que más se habían destacado: el marqués del Duero, Infante, José de la Concha, Armero y O’Donnell y a preparar el confinamiento de los generales Zabala, Chacón, Serrano, San Miguel y Manzano, además de destituir de sus puestos en el Tribunal de Guerra y Marina, al barón de Meer, Torre Trasierra, Arteaga y Palafox, Cabrera, Moreno, Van Halen y otros. Además comenzó a gobernar por decreto, labrándose de este modo su desprestigio político, el del Partido moderado y el de la propia Corona.

Una coalición militar —movida por un deseo unánime de salvaguardar el liberalismo y combatir el absolutismo de los polacos y de quienes en Palacio les apoyaban: la Reina Madre, el Rey consorte y la propia Isabel II—, no escatimó medios ni energía para hacer caer el Gobierno del conde de San Luis. La prensa se unió al sentimiento de los militares publicando, el 29 de diciembre de 1853, un Manifiesto al que se adhirieron en el mes de enero de 1854 escritores y políticos tanto progresistas como moderados. El Gobierno del conde de San Luis reaccionó multando y suprimiendo la prensa, dejando nada más que el periódico oficial, la Gaceta y El Heraldo, su propio periódico. La impopularidad del conde de San Luis adquirió proporciones gigantescas.

Se empezó a gestar un gran pronunciamiento militar, siendo el alma de éste el general O’Donnell, quien se había logrado ocultar en diversos escondrijos madrileños.

Ese gran pronunciamiento militar desembocó en la Vicalvarada (30 de junio de 1854) que no sólo derribó el Gobierno del conde de San Luis, sino que puso punto final a la Década Moderada iniciada en 1843, y dio paso a la Revolución de 1854 (17, 18, 19 y 20 de julio) y al Bienio Progresista (1854-1856).

Iniciada la Revolución, ante el violento cariz que tomaban los acontecimientos, el día 17 de julio de 1854, Luis Sartorius presentó su dimisión a la Reina que la aceptó inmediatamente y encargó de formar nuevo Gobierno al general Fernando Fernández de Córdoba, hasta ese momento director general de Infantería.

Nada más conocerse la noticia de la dimisión de Sartorius, la reacción de la prensa y de la calle no se hizo esperar. Los madrileños festejaron la caída del conde de San Luis con un grave estallido de violencia popular materializada en el asalto de la casa de Sartorius.

Cuadros, muebles y otros enseres fueron arrojados por los balcones y después quemados, siguiendo la misma suerte las casas de los ministros Calderón Collantes y Domenech, y las del general conde de Vistahermosa, el banquero Salamanca y el conde de Quinto, así como el Palacio de la Calle de las Rejas, domicilio habitual de la reina madre María Cristina de Borbón y de su familia, que se tuvieron que refugiar en el Palacio Real, mientras el conde de San Luis corrió a hacerlo en la Embajada de Francia.

Al finalizar el Bienio Progresista en 1856, Sartorius fue nombrado embajador en Roma. A su regreso a España volvió a la política como diputado moderado, siendo presidente del Congreso de los Diputados durante las últimas Cortes de Isabel II. Murió en Sevilla, el 22 de febrero de 1871 y está enterrado en el Panteón de Sevillanos Ilustres.

El conde de San Luis contrajo matrimonio en Madrid, el 25 de agosto de 1854, con María de los Remedios Chacón y Romero de Cisneros. Tuvieron siete hijos: Isabel, Laura, Leonor, M.ª Concepción, Luis, José y Fernando. Le sucedió en el título su primogénito varón Luis en 1872, y en 1888 su hijo Fernando, que se dedicó a la política como su padre. Militó en el partido conservador y fue embajador de España en Lisboa y posteriormente ocupó la cartera de Abastecimientos, en 1920, en el Gabinete Dato. Desde la legislatura de 1922 fue senador vitalicio hasta su fallecimiento en 1926.

 

Obras de ~: La cuestión preliminar, Madrid, Imp. Manuel Minuesa, 1868.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Museo Naval (Madrid), Documentación castrense eclesiástica de San Fernando (Cádiz), Bautizos, sign. AMN 1491/011; Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 23 n.º 32, 23 n.º 44, 24 n.º 37, 25 n.º 14, 28 n.º 8, 28 n.º 17, 32 n.º 12, 40 n.º 22, 43 n.º 5, 47 n.º 5, 51 n.º 3, 54 n.º 2 y 57 n.º 17.

Historia periodística, parlamentaria y ministerial, completa y detallada del Excmo. Sr. D. ~, primer conde de San Luis, Madrid, Imp. de J. M.ª Ducazcal, 1850; A. Ribot y Fontseré, La Revolución de julio en Madrid. Reseña de los hechos que constituyen este glorioso alzamiento, Madrid, Gaspar y Roig, 1854; A. Ildefonso Bermejo, Alzamiento popular que comprende desde la cuestión de los ferrocarriles hasta la entrada del Duque de la Victoria en Madrid, y disposiciones posteriores, Madrid, Mellado, 1854; C. Martos, La Revolución de julio de 1854, Madrid, Impr. del Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1854; A. Borrego, De la organización de los partidos en España considerada como medio de adelantar la educación constitucional de la Nación y de realizar las condiciones del Gobierno representativo, Madrid, Anselmo Santa Coloma, 1855; Un hijo del pueblo, Las jornadas de julio. Reseña de los heroicos hechos del pueblo de Madrid desde la noche del 17 de julio hasta la entrada en la capital del ilustre Duque de la Victoria. Por un Hijo del Pueblo, Madrid, Anselmo Santa Coloma, 1855; J. Rico y Amat, Diccionario de los políticos, o verdadero sentido de las voces y frases más usuales entre los mismos, escrito para divertimiento de los que ya lo han sido y enseñanza de los que aún quieren serlo, Madrid, Impr. de F. Andrés y Cía., 1855; R. de Santillán, Memorias.1815-1854, Madrid, 1856; M. Angelón, Isabel II. Historia de la Reina de España, Madrid-Barcelona, Librería Española-López Bernagosi, 1860; F. Garrido, Historia del reinado del último Borbón de España, Barcelona, 1869; M. Henao y Muñoz, Los Borbones ante la Revolución, Madrid, Impr. de R. Labajos, 1870; A. Ildefonso Bermejo, La Estafeta de Palacio, Madrid, Imp. de R. Labajos, 1871; A. Pirala, Historia Contemporánea. Anales desde 1843 hasta la conclusión de la actual Guerra civil, Madrid, Manuel Tello, 1875; E. García Ruiz, Historias, Madrid, Impr. de El Pueblo Español, 1876; M. Villalba Hervás, Recuerdos de cinco lustros: 1843-1868, pról. de R. M.ª de Labra, Madrid, Impr. La Guirnalda, 1896; A. Opisso, Semblanzas políticas del siglo XIX, Barcelona, 1908; J. del Nido y Segalerva, Antología de las Cortes, desde 1854 hasta 1858, Madrid, Editor Prudencio Pérez de Velasco, 1911; L. de Taxonera, La revolución del 54, Madrid, Colección Atalaya, 1931; A. Révész, Narváez, un dictador liberal, Madrid, 1953; J. Pando Fernández de Pinedo, marqués de Miraflores, Memorias del reinado de Isabel II, ed. y est. prelim. de M. Fernández Álvarez, Madrid, Atlas, 1964, 3 vols. (col. Biblioteca de Autores Españoles, 172-174); J. L. Comellas, Los moderados en el poder.1844-1854, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1970; Kiernan, La revolución española de 1854, Madrid, Aguilar, 1977; M.ª C. Seoane, Historia del periodismo en España. 2. El siglo XIX, Madrid, Alianza, Editorial, 1983; C. Seco Serrano, Militarismo y civilismo en la España contemporánea, Madrid, Instituto de Estudios Económicos, 1984; F. Suárez, Donoso Cortés y la fundación de El Heraldo y El Sol: con una correspondencia inédita entre Donoso Cortés, Ríos Rosas y Sartorius, Pamplona, Universidad de Navarra, 1986; J. L. Comellas, Isabel II. Una reina y un reinado, Barcelona, Ariel, 1999; C. Seco Serrano, Historia del conservadurismo español Madrid, Temas de Hoy, 2000; T. Ortuzar Castañer, El General Serrano, Duque de la Torre. El hombre y el político, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000.

 

Trinidad Ortuzar Castañer

Relación con otros personajes del DBE

Personajes similares