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Juan Álvarez Lorenzana y Guerrero

Biografía

Álvarez Lorenzana y Guerrero, Juan. Vizconde de Barrantes (IX). Oviedo (Asturias), 26.VIII.1818 – Madrid, 17.VII.1883. Ministro de Estado, diputado y senador.

Pertenecía a una familia distinguida y muy relacionada.

Hijo de un militar que había destacado en la Guerra de la Independencia, hizo sus primeros estudios en su ciudad natal, Oviedo, y luego ingresó en la Facultad de Derecho, en la que se licenció en 1835.

Fue profesor de Economía Política en aquella universidad, sustituto de Ramón Valdés, desde 1837 hasta 1840, y trabajó como abogado en el Real Acuerdo y Audiencia de Oviedo. Pero la verdadera vocación de Álvarez Lorenzana fue el periodismo, actividad en la que comenzó en 1842, colaborando en el periódico El Nalón, con artículos sobre temas jurídicos y sociológicos. Por esos años se trasladó a Madrid, con la intención de continuar sus estudios y preparar las oposiciones a cátedra de Cánones. Protegido por Alejandro Mon y Pedro José Pidal, abandonó aquel proyecto para trabajar en algunos empleos oficiales.

Aquellos años, los tiempos de la llamada Década Moderada (1843-1853), marcados por la inestabilidad gubernamental (trece gobiernos se sucedieron en este período), a la que no pudo hacer frente el propio Narváez, fueron para el joven Lorenzana una tentadora oportunidad. Las agitaciones políticas provocaron el resurgir de nuevas cabeceras periodísticas, y los periodistas, o escritores públicos, gozaban de cierta influencia en la sociedad. En aquel ambiente, Álvarez Lorenzana fue, más que un periodista, en el concepto moderno del término, un escritor de periódicos, un escritor político, un editorialista. Álvarez Lorenzana, cada vez más decidido a ocuparse de su auténtica vocación, fue redactor de El Faro (1847), periódico moderado nacido para combatir al Gabinete presidido por Joaquín Francisco Pacheco —el llamado ministerio puritano—, e, indirectamente, al marqués de Salamanca, su ministro de Hacienda; sin embargo, este periódico tuvo de corta vida: terminó sus días al año de su salida. Álvarez Lorenzana en aquella redacción coincidió con el propio Mon, Pidal, González Bravo, Cayetano Cortés y Francisco de P. Madrazo.

Mientras su editor y propietario, Diego Coello Quesada, esperaba las ayudas prometidas, salía a la luz una nueva cabecera, El País (1849), otro de los ensayos moderados para arrebatar la representación oficial a El Heraldo, todavía con Narváez en el poder, que apenas contó, como el anterior, con un año de edad, y cuya línea dura contra el ministerio relámpago del conde de Cleonard unió a personajes de distinta formación política. Allí escribió Lorenzana junto a Benavides, Ríos Rosas y Pastor Díaz.

En 1851 los lectores se encontraron con el primer número de El Constitucional (1851-1852), que también recogió las ideas y los artículos de Álvarez Lorenzana.

Narváez vivió los peores momentos al comenzar la década de los cincuenta. Acusado su Gobierno de corrupción, por jóvenes intelectuales moderados, derrotado en las sesiones parlamentarias (1851), la crisis encontró una alternativa en la figura de Bravo Murillo, el ministro de bronce. La intención política de Bravo Murillo era reformar la Constitución, lo que alarmó a progresistas y moderados y, tras haber realizado algunas importantes obras públicas, dejó la presidencia.

Los últimos gobiernos moderados, especialmente el del conde de San Luis, Luis Sartorius, con los turbios asuntos de las concesiones de los ferrocarriles, que salpicaban a miembros de la Casa Real, fueron el escenario que propició la Revolución de 1854. Dos años antes, un nuevo proyecto periodístico saldría a la luz con el nombre de El Diario Español (1852), que Álvarez Lorenzana fundó junto a Manuel Rancés, que sería su director, y el novelista Julio Nombela, y en el que Álvarez Lorenzana se constituyó en uno de sus más significativas plumas. Sus artículos se contaban entre los más esperados por los lectores.

El Diario Español representaba a una corriente política de corte liberal moderada, que poco más tarde alcanzaría forma de partido político con el nombre de La Unión Liberal.

La campaña de Lorenzana contra el monopolio de los ferrocarriles deparó una colección de artículos demoledores contra el Gabinete. En los prolegómenos del movimiento revolucionario, la reacción del Gobierno hacia la prensa determinó la detención de algunos directores pudiendo, Álvarez Lorenzana, ponerse a salvo junto a Romero Ortiz y el propio Coello.

Afiliado a La Unión Liberal, tras la llegada de Leopoldo O’Donnell Jorris al Gobierno, Lorenzana comenzó la que sería su vida política. Nombrado director general de Administración (1856), se mantuvo en este cargo, del que paso a subsecretario de Gobernación (1858), coincidiendo con el retorno del jefe de la Unión Liberal al Gabinete, tras la dimisión provocada por el famoso suceso del baile de máscaras.

Obtuvo su primera acta de diputado en la legislatura de 1857-1858, en las elecciones celebradas el 25 de marzo de 1857 por el distrito de Salas (Oviedo). Fue diputado hasta le legislatura de 1869, representando al ya mencionado distrito de Salas, por el de Pola de Laviana (1863-1864) y por Avilés (desde 1865).

Hombre de vida tranquila, un permanente lector de libros y de periódicos, sencillo hasta rayar en el descuido, fue siempre consecuente con sus ideales renunciando, incluso, a altos cargos cuando consideraba incompatibilidad entre el desempeño de éstos y su doctrina política. En 1860 fue nombrado miembro del Consejo de Estado, en la sección de Gobernación y Fomento, y más tarde fue director general de Ultramar (1863). Cuando en 1864, con el regreso de los moderados, dimitió del Consejo de Estado, ni Mon, amigo desde la juventud, consiguió persuadirlo de su decisión. En 1865 volvió a ocupar algún cargo, cuando los unionistas llegaron de nuevo el poder.

Lorenzana alcanzó gran protagonismo durante los previos a la revolución septembrina (1868), que puso fin a la monarquía de Isabel II. Formando parte de un comité revolucionario que se constituyó en Madrid, en casa de Moreno Benítez, donde acudía junto a José de Olózaga y López Roberts, entre otros, fue designado para redactar la proclama que la Junta revolucionaria dirigió al pueblo de Madrid. Nombrado ministro de Estado (8 de octubre de 1868), en el Gobierno provisional que se formó tras el derrocamiento de Isabel II, en el Gabinete presidido por el general Serrano, cesó en ese cargo el 18 de junio de 1869, dejando el cargo a Silvela, iniciando su retirada de la vida política.

Fue uno de los veintisiete partidarios del duque de Montpensier para ocupar el trono español y, desde 1871, senador por Asturias. Lorenzana solicitó el título de vizconde de Barrantes, título gallego que correspondía al primogénito de los marqueses de Villagarcía, que ya su familia no usaba, y consiguió para sí aunque apenas lo usó. En enero de 1874, el duque de la Torre lo nombró embajador de España en Roma. Cerca de la Santa Sede, este político que un día fuera partidario de la libertad de cultos, tuvo en cambio una cordial relación con el papa Pío IX, dejando Lorenzana huella de su cultura y sencillez en sus relaciones con la Curia. Dimitió de su cargo cuando la proclamación de Alfonso XII como rey de España (30 de octubre de 1874), y no llegó a tomar posesión de su cargo de consejero de Estado por problemas de salud. Senador por Oviedo en las legislatura de 1871-1872, 1872 y 1876-1877, lo fue vitalicio en la de 1877. Juan Álvarez Lorenzana y Guerrezo, IX vizconde de Barrantes había casado con Rosa Fernández Cueto, heredera de una gran fortuna, con la que no tuvo hijos, y de la que enviudó en 1870. Escrupulosa y celosamente, Lorenzana eligió para su herencia la Casa de Maternidad de Oviedo, según deseo de su esposa, sin beneficiarse en absoluto de aquella herencia. Años más tarde, casó con Adela de Antoine, con la que sí tuvo familia.

 

Obras de ~: Carta prólogo al libro Discursos y artículos políticos, de Juan Albareda, Madrid, 1883; Memoria presentada en Las Cortes Constituyentes de 1869, por el ministro de Estado Juan Álvarez Lorenzana, Madrid, 1895, Imprenta Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón; Lorenzana y su obra, colección de los escritos más notables del Excmo. Sr. D. Juan Álvarez de Lorenzana, publícala su viuda la Excma. Sra. Doña Adela Antoine, Vizcondesa de Barrantes, Madrid, Establecimiento Tipográfico de El Liberal, 1899.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expediente personal, sig. HIS-0051-01.

Diario de Sesiones de las Cortes, legislaturas de 1857-1858, 1858-1860, 1860-1861, 1861-1862, 1862-1863; 1863-1864; 1864-1865, 1865-1866, 1869-1871. F. Canella y Secades, prólogo del libro Lorenzana y su obra, colección de los escritos más notables del Excmo. Sr. D. Juan Álvarez de Lorenzana, publícala su viuda la Excma. Sra. Doña Adela Antoine, Vizcondesa de Barrantes, Madrid, Establecimiento Tipográfico de El Liberal, 1899. F. Canella y Secades, Representación asturiana administrativa y política desde 1808 a 1915, Oviedo, Imprenta de Flórez, Gusano y Cía., 1915; C. Suárez, Escritores y artistas asturianos, Madrid, 1936-1957. L. G. San Miguel, De la Sociedad aristocrática a la sociedad industrial en la España del siglo xix. Un estudio sobre la sociedad asturiana de la época, Madrid, Cuadernos para el Diálogo, 1973.

 

Honorio Feito Rodríguez

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