Laffitte y Laffite, Rafael. El Puerto de Santa María (Cádiz), 21.X.1805 – Sevilla, 19.VIII.1883. Empresario, ganadero, alcalde de El Puerto de Santa María, diputado a Cortes por Huelva y senador.
Nació del matrimonio gaditano de origen francés formado por Rafael Laffitte Pavía y María del Carmen Laffitte Gilabert; hijos a su vez, respectivamente, de los hermanos Antonio y Pedro Laffitte Bordès, ambos naturales de Oloron (Francia), hijos éstos de Jacques Laffitte (natural de Montagut, Francia) y de Marie Françoise Bordès (natural de Oloron). Esta familia Laffitte no tiene relación de parentesco con los célebres corsarios de Nueva Orleans, ni tampoco con el famoso político y banquero Jacques Laffitte (aunque con este último pudiera haber algún parentesco de colateralidad, no de filiación como a veces se ha creído).
Antonio Laffitte llegó a Cádiz con catorce años, en 1763, probablemente para pasar a Indias, pero encontró acomodo en esta ciudad gracias al intenso comercio con América, que había creado una amplia comunidad de comerciantes franceses radicados en ella, y allí casó en 1785 con la ceutí Ana Pavía y del Real. Su hermano Pedro llegó a Cádiz desde Oloron en 1774, asimismo con catorce años, pero con el amparo de su hermano, y también con la idea de ir a América (en este caso explícita, como se ve en el expediente para contraer matrimonio en 1782 con la gaditana Ana Gilabert Gómez, en el que alega urgencia porque “es necesario ausentarme de estos Reinos a los de América dentro de varios días”). Sin embargo, ni entonces ni después pasó a Indias, se supone que por su satisfactoria situación, y quizá también por conocer la negativa experiencia del padre de su mujer, Miguel Gilabert, natural de Nápoles y vecino de Cádiz, quien, volviendo de América, en 1773, totalmente arruinado, falleció como polizón en el trayecto de vuelta.
Los hermanos Antonio y Pedro Laffitte, que empezaron trabajando en el comercio por cuenta ajena, pasaron a ejercerlo por cuenta propia, figurando al menos desde 1785 como “del comercio”. Antonio Laffitte Bordès volvió a Oloron en 1797 en compañía de su hijo Rafael Laffitte Pavía, se cree que para establecer vínculos comerciales con Francia. Allí permanecieron cuatro años, retornando ambos a Cádiz en 1801. Al año siguiente casó este último con su prima hermana Carmen Laffitte, hija de Pedro (ya fallecido como asimismo su mujer, Ana Gilabert), estableciéndose el nuevo matrimonio en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde en 1805 nació el aquí biografiado. Pero la Guerra de la Independencia debió de colocar en difícil situación a los Laffitte, por lo que retornaron a Francia (probablemente con ocasión de la gran evacuación que se produjo en 1812 tras la batalla de los Arapiles), estableciéndose de nuevo en Oloron. En julio de 1813 nacería allí Jean Vincent, hermano del biografiado, figurando su padre en la partida de nacimiento de aquél como “négociant, refugié d’Espagne”. En Oloron nacerían otro hermano de Rafael (Léandre Richard en 1821) y tres hermanas (Marie Catherine en 1816, Françoise Jeanne en 1819 y Rose en 1823) y allí morirían sus padres (Rafael en 1857 y Carmen en 1868).
Su padre continuó la actividad comercial de la familia, que no revestía todavía gran magnitud. Rafael, en cambio, sí realizaría el sueño americano que no pudieron realizar sus ascendientes. Cuba era entonces tierra de grandes oportunidades, importante centro de comercio, todavía formando parte de la Corona española (cuando casi todo el resto de América se había ya independizado), comercio que había sido liberalizado por el Decreto de 10 de febrero de 1818, que abrió los puertos cubanos al comercio extranjero. Se supone que, desde Oloron, pasó a La Habana (Cuba) muy joven, donde ejerció una intensa actividad comercial con la Península y con Francia, que le permitió conseguir una importante fortuna. En 1834 había creado con Baltasar Mitjans la sociedad Mitjans y Lafitte, con casa abierta en La Habana y en París, pero la sociedad se disolvió en diciembre del año siguiente.
Durante la Primera Guerra Carlista, que perjudicó el comercio cubano (en 1838 se aprobó un recargo arancelario llamado “subsidio extraordinario de guerra”), Rafael Laffitte salió de Cuba y volvió a establecerse en Oloron (Francia), donde nació su hija Carlota Eugenia (en 1839). Allí estuvo en contacto y en colaboración con la importante colonia de comerciantes españoles establecidos en Burdeos (controlaban el 30 por ciento del tráfico del puerto), existiendo además una línea regular de buques con La Habana. El 16 de noviembre de 1839 cruzó la frontera y celebró su matrimonio religioso en Irún (Guipúzcoa) con Carmen Castro-Méndez, natural de Santiago de Cuba, hija de Joaquín Castro-Méndez, natural de Lisboa, y de Juana Méndez, natural de Santa Cruz de Tenerife.
Con ella, además de a la citada Carlota Eugenia, ya había tenido en La Habana a Antonio Hermógenes (nacido en 1834, caballero de la Orden de Malta en 1856, fue, como hijo mayor, apoderado de su padre en La Habana y en Sevilla) y a Modesta Dorotea (nacida en La Habana en 1836). Testigos de su boda fueron tres importantes comerciantes españoles residentes en Burdeos, con intereses en La Habana.
Tardó poco en fijar su residencia en El Puerto de Santa María, su lugar de nacimiento, donde llegó en 1840, año en el que acabó la guerra, como indiano triunfante, continuando una fructífera carrera empresarial. Así en 1841 empezó a invertir en el campo del vino en cuya materia llegó a convertirse, como mayorista de vinos, en uno de los notables bodegueros portuenses, con viñedos propios en El Puerto y en Jerez, actividad que compatibilizó con su participación desde 1845 en la sociedad propietaria de la plaza de toros de dicha villa, edificio que se reconstruyó y que es el antecedente del actual coso portuense, cuya gestión continuarían sus herederos.
Estos negocios los compatibilizó con hábiles inversiones en distintas sociedades mercantiles y con sus negocios de exportación a Francia y a Cuba, que harían de Rafael uno de los mayores hacendados portuenses de su época. Totalmente integrado en El Puerto, siguió el patrón de ascenso social de la época: compra de vivienda representativa, compra de un palco en el teatro de El Puerto, alquiler de un coto de caza al duque de Medinaceli, intervención en la gestión municipal... De profundas inspiraciones liberales, se significó en dos singulares momentos de la convulsa historia española de la época. El primero coincidió con la salida del gobierno del general Espartero y su marcha al exilio desde El Puerto de Santa María, donde embarcó rumbo a Londres en julio de 1843. El general, que se había iniciado a la causa liberal durante su juventud en Cádiz, era el líder de la causa progresista de la que formaba parte Rafael. Precisamente aprovechándose del vacío de poder el 8 de agosto de ese año, Rafael iba a ser nombrado alcalde constitucional de su ciudad natal, puesto que desempeñó hasta que el siguiente año se convocaron elecciones ordinarias. En 1845 fue presidente, en El Puerto, de la Comisión Local de Instrucción Pública. Tras la vicalvarada de O’Donnell en 1854, Espartero volvió al poder y Rafael fue nombrado alcalde constitucional de El Puerto de Santa María el 26 de julio de ese año, hasta que en 1856 vuelvan a caer los progresistas. Se presentó a las elecciones generales de 1858.
De nuevo dedicado a sus negocios y empresas, comenzó a desvincularse de El Puerto de Santa María, trasladando paulatinamente su centro de interés a Sevilla, donde pasó a vivir definitivamente en 1864. Adquirió varias dehesas de gran extensión y fincas olivareras en Dos Hermanas, Aljarafe, Utrera, Morón de la Frontera y Coria del Río. Había comprado en 1862 a Romero Balmaseda la reputada ganadería de toros bravos Hidalgo Barquero. Según Cossío, en septiembre de 1870 se lidió la primera corrida en Madrid de su ganadería (al fallecer, la heredó su hijo Julio, quien la vendería en 1885 a José María de la Cámara; su otro hijo, Rafael, poseyó una ganadería propia en vida de su padre, que vendió también en 1885 y sería la posteriormente famosa Pablo-Romero, hoy Partido de Resina).
En 1872, había conseguido reunir un importante patrimonio rústico, y era el octavo mayor contribuyente (por el “impuesto territorial”) de la provincia de Sevilla, con una notable concentración de rentas en Dos Hermanas, municipio donde se encuentra la extensa dehesa llamada Lugar Nuevo (adquirida en 1868, estaba formada por la reunión de cuatro dehesas: Serrezuela, Manchones, Venta de la Torre y Quitasueños).
Continuó siendo políticamente activo, estando a favor de la Revolución (la Gloriosa) de 1868 que destronó a Isabel II, durante la que fue nombrado en octubre de ese año alcalde de Sevilla, aunque dimitió de este cargo a los dos días. Continuó como vicepresidente del Comité progresista-democrático de Sevilla que, aunque propugnaba la Monarquía constitucional, pretendía excluir a los Borbones y a los Orleans. Contra el duque de Montpensier, que intrigaba aspirando a la Corona (en virtud de un probable pacto cuando casaron el mismo día Isabel II y su hermana), este Comité hizo público un furibundo manifiesto en 1869 (“...derribar para siempre del solio español a la dinastía que nos ha llenado de oprobio y de deshonra...”), firmado, entre otros, por Rafael y su hijo del mismo nombre (después de la Restauración, a modo quizá de reconciliación, sería ennoblecido su hijo Julio, quien no había firmado el manifiesto). Financió un diario político nacido en 1868, El Círculo Liberal, de efímera vida, órgano de expresión del citado Comité progresista-democrático. Perteneciendo después al grupo “plutocrático” o de los “demócratas monárquicos”, financió en 1882 el diario La Tribuna, también de vida efímera, en defensa de los mismos principios políticos y, además, para servir de órgano de expresión a los reformistas cubanos. Fue diputado y senador por Huelva por el Partido Progresista en 1872. En 1879 fue uno de los fundadores del Ateneo Hispalense, siendo vicepresidente de la sección de Morales y Políticas. Al año siguiente suscribió un manifiesto del Partido Democrático-Progresista. Falleció en Sevilla el 19 de agosto de 1883.
Estuvo en posesión de numerosas condecoraciones: Gran Cruz y comendador de Isabel la Católica, comendador de número de la Real Orden de Carlos III, caballero de la Orden del León de Baden (Gran Ducado de Baden), de la Orden del León Neerlandés (Países Bajos), de la Orden del Águila Roja (Prusia) y caballero de la Orden de la Corona de Wurtemberg (Wurtemberg). También fue agraciado con el uso del uniforme de comandante de Caballería de las Milicias Disciplinadas de La Habana.
Fueron sus hijos, además de los ya citados: Rafael, caballero de la Orden de Malta en 1858, doctor en Derecho por la Universidad Central (Madrid) en 1864, empresario, ganadero taurino, diputado por Huelva en 1871, senador electo por Castellón en 1893 (año de su fallecimiento), que casó con Simona Oñativia; y Julio, el menor de todos, nacido en El Puerto de Santa María en 1846, caballero de la Orden de Malta en 1858, abogado, empresario, ganadero taurino, diputado a Cortes por Sevilla por el partido liberal. Este último recibió el título de conde de Lugar Nuevo en 1895 (durante la regencia de María Cristina), habiendo casado en Sevilla, en 1870, con María del Carmen García de Velasco y Rice, de ilustre familia gaditano-irlandesa.
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Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca y Diego Valor Bravo de Medina