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José Luis Albareda y Sezde

Biografía

Albareda Sezde, José Luis. Cádiz, 20.V.1828 – Madrid, 3.XI.1897. Político y periodista.

De acuerdo con su partida de nacimiento, nació en Cádiz, siendo sus padres José María Albareda y Ana María Sezde. Al parecer su padre era un ganadero que quedó arruinado cuando su hijo estaba en la veintena. En las diversas biografías existentes se dan distintos años de nacimiento que van desde 1821 a 1829; existen asimismo contradicciones con la forma de escribir sus apellidos: se puede ver Alvareda (Diario de Sesiones de las Cortes. Congreso de los Diputados hasta la legislatura de 1871) al mismo tiempo que aparece Albareda en todos los nombramientos publicados en la Gaceta de Madrid; el apellido de su madre en ocasiones aparece escrito como Sedze. Y lo mismo sucede con su lugar de nacimiento, ya que en ocasiones figura como nacido en El Puerto de Santa María.

Aunque no contrajo matrimonio, en su testamento reconoció la existencia de un hijo, fruto de su relación con Victoria Aspe Astola (Ochandiano, Vizcaya), llamado Anastasio José Luis Albareda y Aspe (26 de diciembre de 1878), a quien declaró su heredero universal.

Se trataba de la cuñada de su criado Francisco Méndez y Martínez.

Inició su formación en su ciudad natal, hasta los quince años, en que finalizó el primer curso de Filosofía en el Colegio San Felipe Neri, que dirigía Alberto Lista. A continuación se trasladó a la Universidad de Sevilla, en cuyas aulas completó dichos estudios e inició los de Jurisprudencia. A pesar de algunas referencias biográficas que hablan de que obtuvo altas calificaciones, sus certificaciones de estudios demuestran lo contrario. Tras obtener el grado de bachiller en Jurisprudencia (25 de septiembre de 1849) por dicha universidad, se trasladó a la de Madrid (1850-1853).

Un año más tarde alcanzó la licenciatura en Jurisprudencia (21 de marzo de 1854), de cuyo tribunal formaba parte Joaquín Aguirre de la Peña.

Estando aún en la universidad se le concedió (7 de marzo de 1853) una plaza de auxiliar de la clase de cuartos del Ministerio de la Gobernación, pero poco después se le declaró cesante (10 de julio de 1853).

En los últimos momentos del gobierno de Luis José Sartorius fue agraciado con el nombramiento (11 de julio de 1854) de alcalde mayor de Aguadilla (Puerto Rico). No se decidió a ocupar dicha plaza y tras pedir inicialmente una prórroga (2 de octubre de 1854) acabó renunciando a ella alegando motivos de salud (10 de noviembre de 1854).

En algunas de sus biografías se hace hincapié en que durante algún tiempo se dedicó a vivir placenteramente, pero sin duda sus propias palabras son las que mejor pueden definir este hueco de su vida: “Tarde entré en la vida pública, perdidos los mejores días de la juventud en estériles devaneos sociales”.

Si bien colaboró en Las Novedades, periódico de signo progresista, pronto se decantó hacia el moderantismo y desde las páginas de El Contemporáneo, periódico que él creó, se convirtió en uno de los elementos fundamentales de dicho Partido.

La prensa fue la plataforma desde la que saltó a la política. En su periódico colaboraron personajes como Luis González Bravo y Alejandro Llorente. En 1863 obtuvo su primera acta de diputado por Cádiz, y un año más tarde, al ser nombrado Llorente ministro de Estado, éste llamó a Albareda para ocupar la embajada en La Haya (11 de octubre de 1864), de la que tomó posesión el 18 de diciembre.

Su primera intervención en el Congreso, al que había accedido en representación del distrito de Sanlúcar de Barrameda, tuvo lugar en el marco de las discusiones del Discurso de la Corona. Fue una declaración de principios en la que se declaraba moderado, de acuerdo con la definición de dicho partido en 1820-1823 y en el Estatuto Real, pero distante de los defendidos por Cándido Nocedal. La mayor parte de sus restantes intervenciones estuvieron centradas en cuestiones relacionadas con el periodismo, del que se consideraba paladín. Su permanencia en La Haya fue muy corta, pues su protector había cesado el 10 de diciembre. Primero solicitó permiso para acudir a las sesiones del Congreso de los Diputados (30 de diciembre de 1864), ya que había sido elegido nuevamente por su tierra natal, y cuando se encontraba en Madrid, alegó motivos de salud para elevar la petición de relevo en el puesto (26 de febrero de 1865), que le fue aceptada dos días más tarde. En esta ocasión sus discursos volvieron a incidir sobre su definición en el seno del moderantismo, aun cuando se pronunciaron en el marco de un debate sobre un préstamo.

Tras el regreso de O’Donnell al poder (21 de junio de 1865), el ministro de Estado, Manuel Bermúdez de Castro, le nombró (24 de julio de 1865) para la misma plaza de La Haya (posesión 18 de agosto de 1865). El 1 de diciembre fue elegido nuevamente diputado por el distrito de Cádiz, y por tal motivo pidió una licencia (26 de diciembre de 1865) para acudir a las sesiones parlamentarias. A mediados de abril abandonó su puesto en Holanda para asistir a los debates, pero la legislatura finalizó rápidamente, por lo que apenas participó en ellos.

La sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil (22 de junio de 1866) y la dura represión del Gobierno, provocaron una profunda crisis política en España. Albareda presentó su dimisión (“Deberes políticos fáciles de comprender me obligan a suplicar”) y diversos parlamentarios elevaron una exposición a la Reina. Desde el ministerio se respondió con el confinamiento de los firmantes, entre los que se encontraba Albareda, al que se envió a Teruel, desde donde se trasladó a París.

Tras el triunfo de la revolución fue nombrado regidor del Ayuntamiento de Madrid por la Junta Revolucionaria (10 de octubre de 1868). Formó parte de la Comisión de Armamento de dicha corporación, que fue la encargada de articular la fuerza armada surgida de las barricadas; y en 1869, entre otras, de las de Estadística y la extraordinaria de Beneficencia. Desde febrero de 1870 no estuvo presente en las sesiones del ayuntamiento.

Se presentó a las elecciones parlamentarias por el distrito de Alcoy (Alicante). En esta ocasión su papel fue más destacado que en las anteriores y una parte importante de sus intervenciones se produjo con ocasión de los debates sobre cuestiones militares (presupuestos de las fuerzas armadas, organización del ejército, etc.). Desde la tribuna y desde la prensa fue uno de los promotores de la candidatura de Amadeo de Saboya, y formó parte de la comisión (16 de noviembre de 1870) que se desplazó a Italia para acompañarle en su viaje a España.

La dimisión de Segismundo Moret le aupó al puesto de comisario diputado del Almirantazgo (26 de febrero de 1870), que había dejado vacante.

Tras la disolución de las Constituyentes resultó nuevamente elegido, en esta ocasión por el distrito de Pego (Alicante). Con una posición política más consolidada, Albareda participó en diversas comisiones, alcanzando incluso la presidencia de la Comisión Permanente de Actas y la cuarta vicepresidencia de las Cortes (13 de mayo de 1871). Siete días más tarde fue designado vocal de la clase de diputados del Consejo de Gobierno y Administración del Fondo de Redención y Enganches del Servicio Militar. Fue reelegido por el mismo distrito para la segunda legislatura de 1872.

El 9 de febrero de 1872 fue nombrado gobernador civil de Madrid, siendo ministro del ramo Práxedes Mateo Sagasta. Uno de sus primeros problemas importantes fue combatir la agitación carlista, que empezó en ese momento y que se temía tomase cuerpo incluso en Madrid. Al caer Sagasta le fue aceptada su dimisión (14 de junio de 1872), aunque casi inmediatamente pasó a trabajar como abogado consultor de la Real Casa (19 de junio de 1872), sustituyendo a Cristino Martos, que había sido nombrado ministro. Tras la dimisión de Amadeo I, fue una de las personas que le acompañaron durante su viaje de regreso a Italia.

Tras el golpe de Estado de Pavía, fue nombrado gobernador civil de Madrid (4 de enero de 1874). Desde ese puesto tuvo que enfrentarse a la delicada situación de inestabilidad por la que atravesaba el país: control de la prensa, reorganización de las instituciones, agitación de los círculos alfonsinos y de los carlistas, etc.

Al producirse el cambio de Gobierno, que supuso la entrada de Sagasta en Gobernación, presentó la dimisión alegando motivos de salud, que le fue aceptada inmediatamente (17 de mayo de 1874).

Un mes más tarde (8 de junio de 1874) fue nombrado enviado extraordinario y ministro plenipotenciario en Lisboa. Al producirse el golpe de estado de Sagunto (31 de diciembre de 1874), que significó el regreso de los Borbones a España, presentó la dimisión, y a finales de enero de 1875 regresó a Madrid.

En las primeras elecciones de la Restauración resultó elegido por el distrito de Denia (Alicante). Presidió las comisiones de Incompatibilidades y de Decretos emitidos por Hacienda, pero sin duda lo más sobresaliente de su actuación fue un larguísimo discurso en el debate constitucional (18 de mayo de 1876). En él defendió la necesidad de una transacción que estableciese un sistema que permitiese la alternancia de los partidos en el poder.

En el verano de 1877 desde la tribuna de la prensa propugnó la unión de la izquierda dinástica, y sobre todo la construcción de las bases de la monarquía sobre una transacción que posibilitase que todos los partidos se encontraran cómodos en el marco constitucional.

En este sentido criticaba las modificaciones constitucionales, para redactar textos excesivamente cercanos a los presupuestos ideológicos del partido gobernante, y sobre todo la utilización del poder de un modo excluyente, que le llevó a decir en una intervención parlamentaria posterior que el Gobierno consideraba “que la oposición es una enfermedad” (15 de marzo de 1880).

A principios de 1879 su papel político está plenamente consolidado, es una de las personas a las que el Monarca consulta ante las crisis de gobierno, e incluso envía mensajes sobre la necesidad de ciertas alianzas o giros en la vida política, en consonancia con sus teorías expuesta en la prensa.

En las elecciones celebradas en dicho año volvió a ocupar un escaño, en representación de un distrito andaluz (Sanlúcar la Mayor, Sevilla).

El 8 de febrero de 1881 fue nombrado ministro de Fomento, en un gabinete presidido por Práxedes Mateo Sagasta. Una de las primeras medidas como ministro de Fomento fue la reposición (3 de marzo de 1881) de los profesores universitarios que habían sido separados en 1875, y la supresión de las ternas para la designación de candidatos a ocupar puestos docentes (17 de marzo de 1882). Toda su actividad está perfectamente reflejada en una amplísima memoria que analiza la situación española en dicho sector. Durante su permanencia en el cargo intervino en numerosas ocasiones para informar sobre cuestiones relacionadas con el departamento (ferrocarriles, carreteras, educación, museos, etc.).

Durante el ejercicio de su cargo los electores de Sevilla le renovaron su confianza. Cuando dejó la cartera ministerial (9 de enero de 1883) sus intervenciones parlamentarias continuaron centradas en cuestiones relacionadas con su actividad pasada. A finales de dicho año fue nombrado presidente del Tribunal de Cuentas (11 de diciembre de 1883), cargo en el que se mantuvo menos de dos meses (24 de enero de 1884), al haber entrado nuevamente Cánovas en el Gobierno. En 1884 fue elegido por última vez diputado en representación de Morón de la Frontera (Sevilla).

El fallecimiento del Monarca y la alternancia de los partidos llevaron nuevamente a Sagasta a la Presidencia del Consejo de Ministros, y a Albareda se le encomendó la embajada en París (15 de enero de 1886).

Durante su estancia en la capital francesa fue elegido senador por Orense y Sevilla, provincia ésta por la que optó finalmente.

El 12 de noviembre de 1887 Sagasta realizó un cambio en su Gobierno enviando a la embajada en París a su ministro de la Gobernación, Fernando León y Castillo, y encomendando dicha cartera a Albareda, que desempañaba este último puesto. Durante su estancia en el ministerio contó con la colaboración de Ángel Urzaiz Cuesta en el puesto de subsecretario.

Una de sus principales iniciativas fue la presentación de un proyecto de ley “sobre indemnización a los obreros que se inutilizan en el trabajo” (5 de abril de 1888). Dos meses más tarde (14 de junio de 1888) cesó en el cargo.

Al abandonar la cartera de Gobernación, fue enviado (19 de noviembre de 1888) a Londres en calidad de embajador extraordinario y plenipotenciario (posesión 25 de enero de 1889), puesto que desempeñó a lo largo de año y medio (cesó el 26 de julio de 1890). Durante la permanencia de Cánovas en el ministerio se mantuvo alejado de responsabilidades políticas, pero concurrió a unas elecciones parciales para el Senado por la provincia de Palencia, en la que obtuvo un notable respaldo (26 de abril de 1891).

La vuelta de Sagasta supuso su nombramiento de gobernador del Banco Hipotecario de España (desde el 1 de febrero de 1893 hasta el 9 de junio de 1895).

El 11 de abril de 1893 fue nombrado senador vitalicio dentro del cupo de ex ministros. Si bien participó en numerosas comisiones, especialmente las relacionadas con el transporte, sus intervenciones en el pleno fueron muy escasas.

Dos años más tarde (3 de noviembre de 1897) falleció en Madrid. Albareda había iniciado su carrera política en el moderantismo, posteriormente evolucionó hacia la unión liberal y acabó finalmente en el fusionismo de Sagasta.

Antes de saltar a la actividad política desarrolló una intensa actividad periodística, que posteriormente simultaneó con su participación en el Parlamento. En primer lugar trabajó para Las Novedades, dirigido por Ángel Fernández de los Ríos. En 1860 fundó el diario El Contemporáneo (20 de diciembre de 1860-1831 de octubre de 1865), en el que colaboraron Antonio María Fabié, Juan Valera, Ramón Rodríguez Correa, Gustavo Adolfo Bécquer, etc. Dicho periódico defendió los principios del moderantismo alejándose de Nocedal, pero marcando una clara diferencia con la Unión Liberal. Posteriormente fundó la Revista de España, en la que en sus primeros números escribieron personajes notables de la vida política española del xix como Antonio Cánovas, Antonio Ros de Olano, Patricio de la Escosura, Antonio Llorente, Juan Lorenzana, el marqués de la Vega de Armijo, etc., y posteriormente Benito Pérez Galdós.

A instancias de su amigo Juan Prim, y para defender la Monarquía de Amadeo de Saboya, creó El Debate (16 de enero de 1871-junio de 1873). Asimismo participó en otras publicaciones como Los Debates, El Gobierno y El Campo, en la que insertó trabajos sobre toros, caballos, o sobre aspectos deportivos como el “acoso y derribo”.

Sus primeros trabajos en la prensa estuvieron dedicados al mundo taurino, del que pasó al campo de la política. Su gran afición por el toreo le movió a dedicar numerosos escritos en publicaciones periódicas a dicha temática, e incluso a apoyar la creación de alguna cabecera especializada en ello.

Escribió numerosos artículos en la prensa de los que caben destacar sus análisis sobre la Monarquía y la izquierda dinástica, publicados en Los Debates, y reproducidos posteriormente en una obra recopilatoria de discursos y artículos políticos.

Estaba inscrito en el Colegio madrileño de abogados, aunque en el año económico 1876-1877-1878 figuraba como no ejerciente.

El 14 de junio de 1886 se le concedió la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Además poseía varias notables condecoraciones extranjeras: Gran Cruz de la Estrella Polar de Suecia y Noruega, Gran Cruz de la Concepción de Villaviciosa, Gran Cruz del Cristo de Portugal, Gran Cruz de la Corona de Italia, las Palmas de Instrucción Pública de Francia. Fue nombrado Vicealmirante honorario de la Real Armada.

 

Obras de ~: Discursos pronunciados en el Congreso de los Diputados por los señores D. Fernando León y Castillo, D. Víctor Balaguer, D. José Luis Alvareda [sic] y D. Antonio Romero Ortiz, con motivo de la interpelación sobre política del gobierno en las sesiones de los días 13, 15, 16 y 17 de julio de 1878, Madrid, Imprenta de Víctor Sáiz, 1878; Memoria del Ministerio de Fomento: febrero 1881, noviembre 1882, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra [1882]; Discursos y artículos políticos, pról. de J. Álvarez de Lorenzana, Madrid, Establecimiento Tipográfico de los Sucesores de Rivadeneyra, 1883; Deberes morales del ciudadano para con el Estado en los pueblos modernos (conferencia explicada la noche del sábado 6 de diciembre de 1885 en el Centro de Instrucción Comercial de esta Corte), Madrid, Tipografía de El Correo, 1885; Discursos pronunciados en el Congreso de los Diputados en los años de 1873 a 1886, Las Palmas, La Atlántida, 1887.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Administración, Ministerio de Hacienda, Clases, leg. 17828, exp. 609; Archivo General Militar (Segovia), Célebres, caja 4, exp. 1; Archivo General de la Marina. Álvaro de Bazán, Personal, Cuerpo General, 620/808; Archivo Histórico Nacional, Fondos Contemporáneos, Gobernación Personal, leg. 8, exp. 450; Universidades, leg. 3.565, exp. 5; Ultramar, leg. 2041, exp. 35; Archivo Histórico de Protocolos, Madrid, legs. 36.186 y 37.527; Archivo General de Palacio, Personal, caja 42, exp. 6; Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Condecoraciones, C. 484; C. 216 (1); Personal, 12, exp. 282; Archivo del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, leg. 5437, exp. 8; Archivo del Senado, sign. His 0011-06; Archivo de Villa, Madrid, Actas, 1868, 1869 y 1870. J. G. Abascal, “Don José Luis Albareda”, en La Ilustración Española y Americana, 8 de noviembre de 1897, págs. 278- 279; VV. AA., Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana: etimologías sánscrito, hebreo, griego, latín, árabe, lenguas indígenas americanas [...]: versiones de la mayoría de las voces en francés, italiano, inglés, alemán, portugués, catalán, esperanto, Bilbao, Espasa Calpe [1910-1975]; V. Herrero Mediavilla (dir.), Archivo biográfico de España, Portugal e Iberoamérica, vols. I y II, München, Saur [1986 -2005], microfichas 18 y 23, págs. 366-438 y págs. 369-371, 380-384, respect.; F. de Alós y Merry del Val y J. L. Sampedro Escolar, 150 años del Ministerio de Fomento: ministros de 1851 a 2001, Madrid, Centro de Publicaciones, Ministerio de Fomento, 2001; Villalobos “Socios ilustres. D. José Luis Albareda 15 de mayo de 1851-3 de noviembre de 1897”, en Casino de Madrid, 29 (septiembre, 2002), págs. 50-51.

 

José Ramón Urquijo Goitia

 

 

 

 

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