Lagunero y Guijarro, José. Valladolid, 3.XI.1821 – Madrid, 16.XII.1879. Mariscal de campo.
Inició sus estudios en el Colegio General Militar el 12 de mayo de 1838. Ascendió a subteniente a finales de diciembre de 1841 y pasó al Regimiento de Infantería de Bailén. Al finalizar sus estudios en el colegio, eligió el arma de Caballería y fue destinado, el 31 de abril de 1842, al Regimiento de Cazadores de Albuera 10.º de Caballería, en Badajoz.
El 28 de febrero, previo examen, accedió como alférez alumno de la Academia de Estado Mayor, y el 21 de agosto de 1843 obtuvo el grado de teniente por gracia general.
El 14 de septiembre de 1846 pasó a la situación de reemplazo con el objeto de que pudiera atender al restablecimiento de su salud. Padecía tumores en el cuello en estado de ulceración.
A finales de 1847 fue destinado en clase de supernumerario al Regimiento del Príncipe 3.º de Caballería de guarnición en Burgos y, posteriormente, el 1 de septiembre de 1848, al Regimiento de Farnesio 5.º de Lanceros, con el que emprendió la persecución de la partida del Estudiante durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849).
El 12 de abril de 1851 ascendió a teniente por antigüedad y el 20 de junio de 1854, por gracia general, obtuvo el grado de capitán. En 1854 tomó parte en la revolución contra el Gobierno del conde de San Luis.
En 1855 tuvo lugar la sublevación carlista de Aragón, a cuyas provincias marchó con su Regimiento. El 20 de julio ascendió a capitán por méritos de guerra.
El 18 de junio de 1856 fue nombrado ayudante de campo del general 2.º cabo de Castilla la Nueva, y el 23 de mayo de 1859 ayudante de campo del comandante general del Campo de Gibraltar, Francisco Serrano Bedoya.
A petición propia y sin perder el carácter de ayudante del comandante general del Campo de Gibraltar, el 16 de noviembre de 1859 pasó a las órdenes del comandante en jefe del 1.er Ejército de Operaciones de África, Rafael Echagüe. Más tarde, fue agraciado con el grado de comandante en recompensa del mérito que contrajo en la acción del 24 de noviembre.
El 1 de enero de 1860 se encontraba en la acción de Castillejos. A continuación, marchó sobre Tetuán con el grueso del ejército de África a las órdenes del general en jefe Leopoldo O’Donnell, incorporándose a la División de Caballería al mando del teniente general Félix Alcalá Galiano, con la que asistió al combate del 21 de enero en los llanos de Tetuán. Por su destacada conducta merece ser encomendado y citado especialmente en el parte que dio el brigadier Romero Palomeque, jefe de la Brigada Ligera, y propuesto para la Cruz de San Fernando de 1.ª Clase, que obtuvo por Real Orden de 31 de julio de 1860.
El 31 de enero asistió al combate que tuvo lugar en los mismos llanos, mereciendo por su buen comportamiento el ser citado en el parte de la acción y propuesto para el empleo de comandante, que le fue concedido por Real Orden de 4 de marzo.
Habiéndose incorporado a su destino de ayudante de campo del general en jefe del 1.er Cuerpo de Ejército, participó en las acciones que sostuvo el 11 de marzo en las alturas de Sansa y en la batalla de Vad- Ras, el 23, por la que obtuvo mención honorífica.
Por su amistad con Prim y sus ideas liberales, O’Donnell le desterró en 1862 a las Islas Canarias. El 23 de julio fue conducido en calidad de preso por un oficial de la guardia civil. Pasó por Cádiz, donde permaneció encerrado en el castillo de Santa Catalina, hasta que un vapor lo condujo a su destino. Desde su destierro solicitó repetidas veces formación de causa, acudiendo en queja hasta las Cortes, sin que llegara a saber las causas que motivaron aquella medida.
Por Real Orden de 26 de febrero de 1863 trasladó su residencia a Madrid. El 11 de mayo de 1864 pasó en la misma situación a Salamanca, donde permaneció hasta fin de octubre, cuando causó baja al concedérsele el retiro que había solicitado.
Por Orden del Gobierno provisional, de fecha 12 de octubre de 1866, a la caída de Isabel II, fue reintegrado en el ejército, obteniendo el empleo de coronel en recompensa por los servicios prestados a causa de la revolución. Se le abonó el tiempo que estuvo retirado y se le destinó a mandar el Regimiento de Cazadores de Albuera.
Por Decreto del Poder Ejecutivo, de fecha 10 de junio de 1869, fue ascendido a brigadier en atención a sus distinguidos servicios.
El 15 de julio de 1869 se encargó de la Comandancia General de Navarra y del Gobierno Militar de Pamplona.
El 24 del mismo mes descubrió la conspiración carlista que tenía el objetivo de apoderarse de la Ciudadela, siendo ésta la señal para el levantamiento de su partido en toda España, logrando con las instrucciones que dio al jefe de la fortaleza el que en la tarde de dicho día se detuviera a los conspiradores.
El 30 de julio se encargó de la Comandancia General de Burgos y el 23 de septiembre del Gobierno Militar de Tarragona.
Iniciada la insurrección federal, al frente de una pequeña columna de ciento ochenta hombres, emprendió una incesante persecución de las partidas enemigas, desalojándolas de Martorell y batiendo y dispersando a los insurrectos en las alturas del Coll de Ferrando, el 30 de septiembre. Posteriormente, continuó la incansable persecución de las partidas rebeldes, cruzando el Ebro detrás de los cabecillas Puigginer, Sabals y Ves de Tortosa, a los que desalojó de la Bisval el 4 de octubre.
El día 31, por los servicios prestados durante la insurrección carlista y la federal, se le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar designada para premiar servicios de guerra, y el 7 de mayo de 1870 fue nombrado comandante general de la división de Burgos.
Iniciada la conspiración carlista en las provincias vascongadas y La Rioja, a finales de agosto, se propagó rápidamente a la de Burgos, donde batió y dispersó sus facciones.
Dirigió con gran éxito las operaciones de la Rivera.
Causó al enemigo más de treinta muertos, se apoderó de gran cantidad de armas y caballos e hizo trescientos prisioneros, entre los que se encontraba el principal cabecilla José Sáenz de Tejada, comisario regio de don Carlos.
El 30 de julio de 1871 fue nombrado subsecretario del Ministerio de la Guerra, y con antigüedad de 10 de julio de 1872 se le promovió al empleo de mariscal de campo, confiriéndosele el mando del distrito de Burgos.
A continuación, fue proclamado diputado a Cortes por el distrito electoral de Valladolid para la legislatura de dicho año. Posteriormente, el 22 de febrero de 1873, fue nombrado capitán general de Cataluña.
El Gobierno de la República le destinó, el 26 de marzo, a las órdenes del general jefe del ejército del Norte, quien le confíó el mando de las fuerzas que operaban en Vizcaya.
En la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), durante el tiempo en que desempeñó el mando de la división de Vizcaya, las diversas columnas a sus órdenes batieron a las facciones enemigas en numerosos encuentros.
Por Decreto de la República de 3 de septiembre fue nombrado capitán general de Castilla la Nueva, cargo que ocupó hasta el 28 de dicho mes, cuando tomó posesión de la Dirección General de Caballería.
Mientras se hallaba de cuartel en Madrid, y con motivo de la desbandada ocurrida la noche del 2 de diciembre de 1874, realizada por los soldados del Batallón Reserva de Badajoz al dirigirse a la estación para embarcar con destino al ejército del Norte, consiguió reunir a los amotinados y conducirlos al cuartel de Santa Isabel. Por este meritorio servicio le fueron dadas las gracias por el presidente de la República, el duque de la Torre, y por el ministro de la Guerra, Serrano Bedoya.
A principios de 1875 continuaba de cuartel en Madrid, hasta que el 8 de febrero pasó en la misma situación a Cáceres, con autorización para residir en Portugal si el estado de su salud así lo exigiese.
Residió en Lisboa durante 1876 y 1877, hasta que por haberse ausentado sin motivo de esta ciudad y no habiendo comparecido en ella en el plazo que al efecto le fue señalado, se le condenó a un mes de arresto en castillo o en hospital militar, según lo aconsejara su salud.
Poco después de la Restauración fue desterrado y se refugió en Francia el 5 de marzo de 1878, donde siguió conspirando con Ruiz Zorrilla.
Encontrándose enfermo, se trasladó ocultamente a Madrid, pero al ser descubierto por la policía fue encerrado en las prisiones militares de San Francisco, si bien más tarde, en vista de la gravedad de su estado, se le permitió pasar al hospital militar y, de allí, a la clínica de su amigo el doctor Velasco, donde falleció.
Con motivo de su entierro, al que asistieron numerosos republicanos, se alteró el orden público en Madrid y hubo de intervenir la policía.
José Lagunero y Guijarro, además de las distinciones expresadas anteriormente, estaba en posesión de la Cruz de Caballeros de Isabel la Católica, Cruz, Placa y Gran Cruz de San Hermenegildo, y estaba autorizado para usar la Medalla Conmemorativa de África. Fue declarado Benemérito de la Patria por haber formado parte del ejército de África.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), exp. personal.
VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Bilbao, Espasa Calpe, 1928.
Emilio Montero Herrero