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Antonio María García Blanco

Biografía

García Blanco, Antonio María. Osuna (Sevilla), 24.IX.1800 – Osuna (Sevilla), 21.V.1889. Hebraísta y sacerdote liberal.

Las persecuciones padecidas por su padre, el médico Antonio García y García, diputado liberal en 1820, marcaron desde niño su ininterrumpido compromiso político. Empezó estudios en la Universidad de Osuna, a la vez que se encaminaba al estado sacerdotal, cuyas primeras órdenes recibió en 1816; poco más tarde se puso a aprender hebreo en Osuna con el canónigo liberal represaliado Pablo de la Llave, azar que iba a determinar su carrera y que se consolidó cuando su padre le llevó con él a Madrid en 1820 y recibió clases de Francisco Orchell, principal hebraísta español, de quien fue continuador. La reacción absolutista de 1823 castigó duramente a su familia y se retiró cuatro años en una hacienda rural. Luego se ordenó y fue cura de Valdelarco (Huelva) de 1828 a 1831, aplicando su ocio al estudio. Tras un breve paso por Écija, obtuvo en Sevilla la magistralía de la Capilla Real de San Fernando (1834). Pero su ambición era la enseñanza del hebreo: fue catedrático sustituto en la Universidad de Sevilla desde enero de 1834.

En las elecciones de 1836 en Sevilla, habiendo declinado su anciano padre la candidatura, fue elegido diputado y marchó a Madrid. En las Constituyentes militó en el sector liberal más exaltado y votó contra la Regencia de María Cristina; su radicalismo en materias eclesiales le granjeó reputación de anticlerical extravagante, que hizo que de sus muchas y variadas propuestas sólo se recuerde la de que se bautizase a los niños con agua caliente. Al final de la legislatura, trasladó su cátedra a la Universidad de Madrid, de la que fue profesor cuatro décadas y desde la que hizo ímprobos esfuerzos por impulsar los estudios hebraicos partiendo de Orchell y desarrollando un método propio, que se refleja en su obra más importante, el Análisis filosófico de la lengua hebrea (1846-1851). Su plan tenía que completarse con una traducción de la Biblia hebrea y un Diccionario Hebreo-Español, obras en las que trabajó buena parte de su vida, pero que no se culminaron por la hostilidad eclesial hacia sus versiones bíblicas y la inconstancia gubernamental. Entre 1839 y 1843 fue activo miembro del Instituto Español, una sociedad filantrópica dedicada al fomento de la educación en las clases bajas, mediante escuelas dominicales gratuitas y un Boletín en el que colaboró con frecuencia. En 1851 se le privó de la magistralía sevillana, como efecto del nuevo concordato, que ahondó en su alejamiento de la jerarquía eclesiástica y en la defensa de una espiritualidad disidente, explicada en su inédito Antídoto contra la muerte (1854).

Republicano convencido y defraudado por el curso del Bienio Progresista, el subsiguiente gobierno unionista y varios contratiempos universitarios, a finales de 1858 obtuvo una licencia indefinida para proseguir su diccionario, que encubría un “semidestierro” en Marchena. Solo regresó a su cátedra tras la Revolución de 1868, cuando el vuelco en la cúpula universitaria madrileña le llevó a ser nombrado decano de la Facultad de Filosofía y Letras. Desde ese puesto impulsó un amplio programa de educación popular y activismo social, ocupando el decanato con no pocos conflictos y sinsabores hasta su jubilación en abril de 1877, en soterrada rebeldía hacia la Restauración.

Los años posteriores los pasó en Madrid, Marchena, Sevilla (donde frecuentó a Antonio Machado Álvarez y conoció a un joven Francisco Rodríguez Marín) y finalmente en su Osuna natal, adonde llegó en enero de 1883 con su hermana Gregoria. Allí colaboró con veintisiete artículos en el periódico El Ursaonense, promovido por sectores republicanos locales, se ofreció para dar clases gratuitas de cualquier materia e intentó infructuosamente continuar el Diccionario que, tras varios rechazos gubernamentales, aspiraba a imprimir por su cuenta en Osuna. Rodríguez Marín asumió el papel de discípulo predilecto, valedor ante la sociedad local y, por fin, administrador de sus bienes y albacea testamentario. El anciano hebraísta publicó treinta y cuatro artículos durante 1886 en El Centinela de Osuna, fundado por Rodríguez Marín; también por entonces comenzó a escribir sus memorias, el Resumen de un siglo, que haría imprimir en su propia imprenta, pero quedaron a falta de sus últimos pliegos. A mediados de 1887 rompió relaciones con Rodríguez Marín, sumiéndose en una vida más solitaria hasta su muerte; sus últimas voluntades no fueron respetadas y se le dio el entierro católico más convencional.

Escribió muchos artículos y conferencias, varios de los cuales se publicaron en folletos, así como colaboraciones en prensa periódica y manuscritos inéditos, hasta las ciento ochenta y nueve entradas de la bibliografía de Pascual Recuero (1986: 495-507).

A García Blanco le ha acompañado una fama de hombre atrabiliario, un retrato moral que, al margen de la verdad que contenga, suele aplicarse en el XIX para desacreditar y ridiculizar a los intelectuales progresistas.

Sus obras revelan una fuerte personalidad y un acendrado sentido moral, así como una profunda pasión por la educación y la ciencia, siempre en lucha con un ambiente hostil. Su gran legado fue el intento fracasado de crear en España una sólida escuela de hebraístas que, sin embargo, dejó huella en varias generaciones de estudiantes. En lo ideológico es un eximio representante del minoritario clero disidente decimonónico.

 

Obras de ~: Diqdûq. Análisis filosófico de la escritura y lengua hebrea, t. I, Madrid, Imprenta de Eusebio Aguado, 1846 ; t. II, Madrid, Imprenta de José Félix Palacios, 1848; t. III, Madrid, Imprenta y Librería de la Viuda de D. José Vázquez Martínez e Hijos, 1851; Biografía de D. Antonio María García Blanco, escrita por sí mismo, o sea Historia compendiada de los conocimientos hebreos en España, Madrid, Imprenta de Tomás Rey y Cía., 1869; Historia compendiada de una larga vida. Resumen de un siglo [...], Osuna, Imprenta de M. Ledesma Vidal, 1887; Oración de un muerto en el día de su entierro. Obra póstuma, Osuna, Imprenta de M. Ledesma Vidal, 1889.

 

Bibl.: M. Menéndez y Pelayo, Discurso en la inauguración del curso académico de 1889 a 1890, en la Universidad Central, Madrid, Tipografía de Gregorio Estrada, 1889, págs. 13-18 (elogio fúnebre de García Blanco); P. Pascual Recuero, “Antídoto contra la muerte, obra filosófica inédita del hebraísta Antonio María García Blanco”, en Miscelánea de estudios árabes y hebraicos (MEAH), XVI-XVII, 2 (1967-1968), págs. 115-137; “El ‘primer Diccionario Hebreo-Español’ de García Blanco”, en MEAH, XVIII-XIX, 2 (1969-1970), págs. 67-88; E. Martínez Ruiz, “La actuación del hebraísta García Blanco en las Cortes Constituyentes de 1837”, en MEAH, XVIII-XIX, 2 (1969-1970), págs. 89-127 y XX, 2 (1971), págs. 75-117; P. Pascual Recuero, “Un ilustre ursaonense: el Dr. García Blanco”, en MEAH, XXI, 2 (1972), págs. 87-122; Elenco de obras del hebraísta Antonio María García Blanco, Granada, Universidad, 1973; “Gramáticas hebreo-españolas en el siglo XIX”, en MEAH, XXVI-XXVIII, 2 (1977-1979), págs. 67-80; “Sobre hebraístas y decanos de Filosofía y Letras en la Universidad Central”, en MEAH, XXX, 2 (1981), págs. 121-143; Antonio María García Blanco y el hebraísmo español durante el siglo XIX, Granada, Universidad, 1986; F. Durán López, “Autobiografías de un hebraísta decimonónico: Antonio María García Blanco”, en J. Martín Castellanos et al. (eds.), Estudios de la Universidad de Cádiz ofrecidos a la memoria del profesor Braulio Justel Calabozo, Cádiz, Universidad, 1998, págs. 355-363; J. Riosalido, “La gramática hebrea de D. Antonio M.ª García Blanco, reunida y manuscrita por su discípulo Arturo P. Luzaró Brun”, en Studia Academica, 14 (2006-2007), págs. 161-176; J. M. Ramírez Olid, “De la ilusión al desengaño. Los últimos años del hebraísta Antonio M.ª García Blanco”, en J. L. Castellano et al. (eds.), Homenaje a don Antonio Domínguez Ortiz, vol. III, Granada, Universidad, 2008, págs. 733-750.

 

Fernando Durán López

 

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