Ariza Espejo, Rafael. Sevilla, 25.II.1826 – Madrid, 13.X.1887. Médico.
Cuando Rafael Ariza regresó a Sevilla a finales de 1871 tras concluir su tercer viaje de estudios por Europa le dirigió un escrito al director de la revista médica sevillana La Época Médica en el que mostraba su total oposición a un estado de cosas que, en su opinión, debían ser objeto de cambio. La enseñanza de la Medicina era uno de estos dominios. Con estas palabras se lo trasladó a su interlocutor: “Bastante he entretenido a Vd. con la relación verbal del último viaje científico que acabo de verificar, para suponerlo al corriente de cuáles son mis ideas relativas a la nueva dirección que es necesario imprimir a la enseñanza médica en nuestra patria, si hemos de evitar que antes de veinte años estemos tan atrasados en la ciencia que nos sea imposible comprender la significación de su lenguaje e idioma técnicos”. Esto constituiría una gran obsesión a lo largo de su vida: europeizar España acercándose a los países punteros en la ciencia del momento. Sin embargo, este afán experimentalista apenas si se contempla en una obra que fue eminentemente clínica.
Rafael Ariza Espejo nació en Écija (Sevilla) el 25 de febrero de 1826 en el seno de una modesta familia.
Sus estudios de Filosofía en el Colegio de la Sociedad Económica de Amigos del País de Écija fueron costeados por un tío sacerdote y los cursó entre 1838 y 1841 obteniendo en cada uno de ellos la calificación de sobresaliente. Entre los cursos 1841-1842 y 1844- 1845 aprobó en la Universidad Literaria de Sevilla los cuatro años de Instituciones Médicas siempre con sobresaliente y el 6 de septiembre de 1845 alcanzó el grado de bachiller en Medicina nemine discrepante, confiriéndosele de gracia por sobresaliente. El cierre de la Facultad de Sevilla le obligó a desplazarse a Cádiz, en cuya Facultad estudió los dos años de Clínica y obtuvo el grado de licenciado en Medicina y Cirugía, siéndole expedido el título el 13 de septiembre de 1848. El grado de doctor lo alcanzó en la Escuela Libre de Medicina y Cirugía el 10 de febrero de 1870 con un discurso que llevó por título Exposición histórica de la medicina sustitutiva. Casos en que conviene realizarla, dándose la extraña circunstancia de ser al mismo tiempo profesor y alumno de la asignatura de doctorado Historia, Filosofía y Moral Médica.
Poco después de licenciarse fue nombrado médico del Hospital Central de Sevilla —lugar donde residía por su condición de segundo cirujano— y en 1850 participó, con resultado adverso, en unas sonadas oposiciones a primer cirujano de dicho hospital. Entre los contrincantes tuvo a otro damnificado, Federico Rubio y Galí, al que conocía desde su estancia en Cádiz y cuyas vidas quedarían definitivamente vinculadas.
En efecto, cuando por decreto de 10 de octubre de 1868 de la Junta Revolucionaria se crea la Escuela Libre de Medicina y Cirugía de Sevilla se le nombrará catedrático de Historia, Filosofía y Moral Médica, una asignatura de doctorado, y en claustro de 26 de enero de 1870 se le confió la cátedra de Anatomía General e Histología, cátedra que le fue desposeída en claustro de 23 de febrero de 1873 cuando ya se había instalado en Madrid. En esta marcha tuvo mucho que ver, entre otras posibles razones —la instalación casi definitiva de Federico Rubio en Madrid o los deseos de su mujer Severina Echazarreta—, la crisis abierta en la institución docente como consecuencia de sus críticas al sistema docente y la polémica que mantuvo con un hombre fuerte en el seno de la Escuela como era José Moreno Fernández a comienzos de 1872 tras su regreso de un viaje científico por Europa. Ariza aspiraba a enseñar las disciplinas experimentales con el propio método experimental, es decir, utilizando sus propias herramientas intelectuales y técnicas.
Tres elementos resultaron fundamentales para que este acercamiento de Ariza a Europa fuera posible: en primer lugar, su talante abierto y progresista —era parcialmente evolucionista— moviéndose en Sevilla en los círculos racionalistas y positivistas; en segundo lugar, su amplia formación en idiomas modernos —era conocedor de inglés, francés, italiano y alemán—, lo que le facilitaba esta conexión a través de lecturas y comunicación personal y, en tercer lugar, hizo del viaje científico un modo básico de conexión —se conoce la realización de al menos tres entre 1862 y 1871— visitando centros científicos en París, Gante, Bruselas, Lieja y Berlín, ciudad ésta en la que siguió un curso en el Instituto de Rudolf Virchow y se acercó al Instituto de Fisiología que dirigía Emil Du-Bois Reymond.
Instalado en Madrid se producirá el reencuentro con Federico Rubio y cuando éste cree en 1880 el Instituto de Terapéutica Operatoria en el Hospital de la Princesa encargará a Ariza el servicio de Otorrinolaringología con una doble tarea asistencial y docente.
Según el testimonio de Ramón de la Sota y Lastra diez años antes nadie sabía en España manejar un laringoscopio, siendo Ariza y él mismo los introductores de esta técnica de exploración laríngea. Por otra parte, su interés por la micrografía le llevó a instalar un laboratorio en su propio domicilio y acudir al microbiológico instalado en el Hospital de San Juan de Dios.
Tradicionalmente sus publicaciones se han clasificado en tres grandes grupos: 1) escritos de carácter doctrinal en los que dejó clara sus posiciones teóricas (positivismo, eclecticismo, antihipocratismo y homeopatía crítica); 2) publicaciones anatomo-patológicas (escasas en número y relativas a informes de piezas quirúrgicas) y 3) escritos otorrinolaringológicos, especialmente laringológicos y otológicos, basados en su personal experiencia clínica. Sus publicaciones y otros trabajos inéditos fueron recogidos y publicados un año después de su muerte por Ángel Pulido Fernández, hecho que ocurrió en Madrid el 13 de octubre de 1887.
Obras de ~: Escritos Médicos del Dr. Rafael Ariza, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Enrique Teodoro, 1888, 3 vols.
Bibl.: A. Pulido Fernández, De la Medicina y los médicos, Valencia, Librería de P. Aguilar, 1883, págs. 236-238; A. M. Fabié, “Biografía”, en Escritos Médicos del Dr. Rafael Ariza, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Enrique Teodoro, 1888, vol. I, págs. V-XXXI; “Recuerdo necrológico del Instituto de Terapéutica Operatoria”, en Escritos Médicos del Dr. Rafael Ariza, Madrid, Establecimiento Tipográfico de Enrique Teodoro, 1888, vol. III, págs. 469-490; M. Méndez Bejarano, Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores naturales de Sevilla y su actual provincia, Sevilla, Tipografía Gironés, vol. I, 1922, págs. 37-39; F. J. Cortezo y Collantes, “El creador de la escuela española: don Rafael Ariza y Espejo”, en El Siglo Médico, 90 (4111) (1932), págs. 338-339; J. Álvarez Sierra, Diccionario de autoridades médicas, Madrid, Editora Nacional, 1963, pág. 40; L. Sánchez Granjel, “Vida y obra del doctor Rafael Ariza y Espejo”, en Medicamenta, 42 (406) (1964), págs. 69-71; J. M. López Piñero, “Rafael Ariza Espejo”, en Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Península, 1983, vol. I, págs. 75-76; J. L. Carrillo, “Medicina y enseñanza de la Medicina en Sevilla (1868- 1883): continuidad y cambio”, en Dynamis, 10 (1990), págs. 163-192; J. L. Carrillo (ed.), “Medicina y Sociedad en la España de la segunda mitad del siglo xix: una aproximación a la obra de Federico Rubio y Galí (1827-1902)”, El Puerto de Santa María, Ayuntamiento-Asociación Federico Rubio, 2003, págs. 121, 134, 160, 189, 223, 246 y 281; J. L. Carrillo, G. Trigueros Gordillo, “La Universidad en el Sexenio democrático, 1868-1874”, en La Universidad de Sevilla (1505- 2005), Sevilla, Secretariado de Publicaciones-Fundación El Monte, 2005, págs. 299-325.
Juan Luis Carrillo Martos