Girón y Velasco, Pedro. Conde de Ureña (III), señor de la villa de Osuna. ?, ¿1477-1478? – Osuna (Sevilla), 25.IV.1531. Grande de España, camarero mayor del Emperador en la Cámara de los Paños.
Hijo de Juan Téllez Girón y de Leonor de la Vega y de Velasco —hija del II conde de Haro—, así como nieto del mítico Pedro Girón, maestre de Calatrava por quien llevaba su nombre, el futuro III conde de Ureña o Urueña era el primogénito de un matrimonio del que nacieron catorce hermanos, todos ellos emparentados con las grandes familias castellanas y andaluzas: los duques de Alburquerque, Medina Sidonia y Arcos, los condes de Palma del Río y de Valencia de Don Juan, entre otros. Una de las características de la personalidad de Girón fue la unión casi simbiótica que mantuvo con su padre —un hombre combativo hasta la médula como todos los de su linaje—, siendo una de sus primeras apariciones su participación en la represión de la sublevación mudéjar de 1501 en la serranía de Ronda, en la que se había mostrado tan buen guerrero como negociador. Algunos autores le sitúan, junto con su progenitor y el señor de Aguilar, en la conquista de Granada. La brillantísima participación de su padre en esa guerra le permitió aumentar su más que ya extraordinario patrimonio, convirtiéndose en uno de los caballeros más brillantes de la Corte de Isabel I, que, en 1502, sobresalía entre los Grandes de España que habían jurado a los nuevos príncipes —Juana y Felipe— en la catedral de Toledo, olvidándose su pasado como defensor de la infortunada Juana, hija de Enrique IV.
Pero todo cambió cuando murió Isabel I en 1504. Con su padre, Juan Téllez, Pedro tomó parte en la confederación —que buscaba el sueño de dominar políticamente a Andalucía— que hicieron los cinco grandes —el arzobispo de Sevilla, el III duque de Medina Sidonia, el III conde de Cabra y el I marqués de Priego—. Aún más y, como sucedió con casi todos los que habían sido partidarios —desde su pariente el II marqués de Villena o el violento duque de Nájera— de Juana, la mal llamada Beltraneja, Pedro Girón también se declaró en contra del gobierno de Fernando el Católico. Durante los infortunados meses que gobernó Felipe el Hermoso, padre e hijo no dejaron de apoyar al flamenco con la esperanza de conseguir, entre otras cosas, el alcázar de Carmona. A la muerte de Felipe y durante los años que discurren de 1506 a 1522, los Téllez Girón exhibieron una actitud desafiante y rebelde hacia la Corona. Un motivo sobresaliente de entre todos los conflictos fue la pretensión al ducado de Medina Sidonia por parte de Pedro apoyado por su padre aprovechando, en 1507, la minoría de un heredero producida en aquel importante linaje. La vida de Pedro Girón tuvo como eje el dominio de Medina Sidonia, primero a través de la tutoría de su cuñado, más adelante de su hermana y, finalmente, alegando derechos consortes. Como cuñado, como marido y como hermano, Pedro Girón centró su vida en una batalla casi perdida y el conflicto, más adelante, derivaría en la participación de Girón en la guerra de las comunidades.
Casado muy joven con Mencía de Guzmán, hija de los duques de Medina Sidonia, previa dispensa pontificia por ser prima hermana, fue su hermana María, casada con el jovencísimo heredero del linaje y menor de edad, Enrique, la primera que tuvo que soportar la intromisión de su hermano. De este modo se iniciaba la andadura de Pedro Girón en un verdadero avispero que ni pudo ni quiso evitar. Aquel matrimonio de María con el heredero de Medina Sidonia asustó a un Fernando el Católico siempre preocupado por el enorme poder que podían alcanzar y más aún el linaje de los Téllez Girón. Por eso, al tiempo que moría el duque Juan de Guzmán, el Rey tuvo un objetivo: la incorporación del ducado a la Corona, por todos los medios. Primero el Rey alegaría la usurpación de Gibraltar, después aprovecharía las disputas entre Pedro Girón y la duquesa viuda y finalmente intentará matrimoniar al joven Enrique con una de sus nietas, hija de su bastardo Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza. Pero ante el hecho consumado del matrimonio de María con el jovencísimo Enrique, la desconfianza entre los Téllez Girón y el regente Fernando desembocó en un enfrentamiento que obligó a Pedro Girón a refugiarse, bajo la protección del rey de Portugal, en el país vecino. El rey Fernando —que quería anular el matrimonio— estaba tan indignado con la osadía de Pedro Girón que tuvo que mediar su pariente Bernardino Fernández de Velasco para conseguir la reconciliación. Pero aquella no llegó por la negativa de Pedro tanto a anular el matrimonio —“que el duque era ya casado y señor de los suyo”— como a entregar las fortalezas que funcionaban como seguridad —Sanlúcar de Barrameda, Huelva y Vejer—. El Rey, entonces, recibió al II conde de Urueña, pero no a su díscolo hijo que aguardó a las afueras de Sevilla ante el temor, según los cronistas, de que el Rey le prendiera para “cortarle la cabeza”. No llegó a tanto pero sí intentó Fernando el sometimiento de las villas y fortalezas del ducado de Medina —a pesar de las resistencias— quedando finalmente como gobernador del ducado el arzobispo de Sevilla y su padre como administrador del condado de Niebla. En vano asistiría éste a las Cortes de 1510 a jurar a Fernando como regente e intentar mediar para la reconciliación del Monarca con su hijo. El panorama se complicó aún más con la muerte del joven Enrique de Guzmán, IV duque de Medina Sidonia, con dieciséis años, al iniciarse un largo pleito entre los Girón y los Guzmán, al reclamar Pedro, casado con Mencía, los derechos de su mujer al ducado. Así no dudó en recurrir a la violencia poniendo Andalucía en llamas: con tres mil hombres atacó el territorio del ducado mientras la viuda pedía ayuda al Rey para que su hijo Alonso fuera heredero, a lo que el Monarca accedió consiguiendo, finalmente, el casamiento de aquél con su nieta Ana de Aragón. Finalmente en 1513 llegó la concordia entre Juan Téllez Girón y su hijo con el Rey, estableciéndose la devolución del ducado, lo que no impidió que el futuro III conde de Urueña se intitulara duque hasta 1531. Y es que, aprovechando el movimiento comunero, y aun la muerte del rey Fernando en 1516, intentó ocupar por la fuerza el ducado con el apoyo de buena parte de los noble andaluces —al tiempo que su hermana viuda se casó con el también viudo, duque de Arcos.
Pedro Girón como capitán general de los comuneros se enfrentó con el recién estrenado emperador, Carlos V. Apoyado por su familia y su interminable lista de parientes, Pedro, muy respetado y admirado entre la tropa, llevó a cabo una polémica decisión que ha sido conceptuada tanto de traición como de incapacidad: dirigir las tropas comuneras hacia Villalpando —defendido por su tío el condestable— en lugar de atacar Medina de Rioseco dejando libre la ruta del sur hacia Tordesillas permitiendo el paso de las tropas realistas. Con esa maniobra se garantizaría el perdón del Emperador. Algunos autores estiman que Pedro Girón se hallaba en connivencia con su tío el condestable y el almirante prometiendo, a cambio del perdón de Carlos V, entregarles Tordesillas y la reina Juana. Pero éste se hizo esperar y pasó por el destierro —1522— en forma de su participar en la guerra de Orán, de la que volvió —herido— gracias a las peticiones de la duquesa de Frías que intercedió ante el Emperador. Girón consiguió la ansiada amnistía y, vuelto a la gracia imperial, comenzaron sus años de gloria junto a Carlos V al que acompañó en sus viajes, defendiendo casi temerariamente en la guerra contra Francia —como se demuestra en el socorro de Logroño, y las heridas sufridas en Estella—. Aquella nueva situación se reflejó en su elección, en 1526, para llevar las riendas del caballo de la emperatriz en su entrada en Sevilla, no en vano, y durante su estancia en Portugal, Pedro Girón había sido el padrino de bautizo de Isabel I.
Dos años después, el 21 de mayo de 1528, con setenta y dos años fallecía el II conde de Urueña en Osuna, siendo sepultado en la capilla de la fortaleza junto con su mujer, que había fallecido dos años antes. En 1511 había fundado mayorazgo y testamento, en una última voluntad cargada de deudas e hipotecas. Como si no pudiera vivir sin su padre, Pedro le siguió a la tumba, sucediéndole su hermano, Juan, con el sobrenombre de El Santo, que ostentaría el título de IV conde de Urueña.
Pedro Girón y Velasco, hermoso —“le bel espagnol” según Francisco I de Francia—, fallecía el 25 de abril de 1531 con gran pena del Emperador. Junto con su mujer, Mencía, fallecida en 1540, fue sepultado en la capilla mayor del monasterio de San Pablo de Sevilla, fundada por la condesa. El matrimonio sólo tuvo una hija —María, marquesa de Berlanga—, tan fiera como su padre y que vivió envuelta en pleitos con su tío Juan, el Santo. De ese aguerrido linaje nacería, en la siguiente generación, el primer duque de Osuna.
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Dolores Carmen Morales Muñiz