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Pedro Fernández de Córdoba

Biografía

Fernández de Córdoba, Pedro. Marqués de Priego (I). ¿Córdoba?, s. m. s. xv – ?, 24.I.1515. Alcalde mayor y alguacil mayor de Córdoba, alcalde mayor de Antequera, alcaide de los Reales Alcázares de Córdoba, alcaide de Antequera y de Alcalá la Real.

Nació dentro de uno de los linajes más relevantes de fines de la Edad Media española y de toda la Edad Moderna, los Fernández de Córdoba. Fue hijo de Alfonso Fernández de Córdoba, llamado Alfonso de Aguilar, el Grande, señor de los mismos estados que Pedro y uno de los personajes más sobresalientes de la segunda mitad del siglo xv por cuanto participó de manera activa y brillante en la etapa final de la conquista definitiva del reino nazarí de Granada. Su madre fue Catalina Pacheco, hija del primer marqués de Villena, Juan Pacheco.

Su infancia y su juventud transcurrieron entre las letras y la guerra, ya que fue educado por el famoso humanista Pedro Mártir de Anglería, al tiempo que estuvo al lado de su padre desde muy joven en la guerra de Granada, donde le vio morir en 1501 durante el levantamiento morisco de las Alpujarras en Sierra Bermeja. Tanto Zurita y Garibay como el padre Mariana celebran el valor de éste, de quien dice el último de ellos: “De esta manera pereció uno de los más valerosos caballeros que tuvo España en ese tiempo; los enemigos le quitaron la vida; la fama de su valor nunca perecerá”.

Comenzaba así la carrera militar y política de Pedro Fernández, quien, como muchos nobles de la época, consagró su vida al servicio de la Monarquía. Parece que colaboró con los Reyes Católicos hasta la muerte de Isabel, botando por ejemplo un barco hasta Sicilia para importar trigo con el que sufragar las hambrunas por las que pasaba Andalucía a fines del siglo xv, con el objetivo de controlar así la zona.

Como es sabido, la muerte de la reina Isabel provocó un aumento de la influencia del bando de Felipe el Hermoso en Castilla, cuyos miembros trataban de evitar que Fernando el Católico se proclamara Rey en detrimento de doña Juana. Parece ser que dicho bando felipista, representado por don Juan Manuel y por el señor de Veyre, envió una serie de cartas a diversos nobles andaluces que tuvieron notable acogida. Así, en el caso de Córdoba, el ya marqués de Priego representó a dicha facción frente al partido fernandino que fue perdiendo apoyos y que sólo quedó con la incondicional fidelidad del alcaide de los Donceles (su pariente), favorecido sobremanera por el Rey. Todo ello provocó una pugna por el poder en Córdoba, originándose una clara polarización clientelar de la elite cordobesa en torno a estos dos personajes. Partidario, pues, de doña Juana, Pedro se alió con el duque de Medina Sidonia, el conde de Ureña y el marqués de Cádiz para mantener la paz en toda Andalucía y conservar la región afecta a la causa de la nueva Reina (Real Academia de la Historia). De este modo, durante su alguacilazgo y alcaidía mayor de Córdoba mantuvo la ciudad pacificada, a lo que, sin duda, contribuyó su gran autoridad, así como el enorme peso político y familiar del que gozaba.

Esta situación, sin embargo, no duró. La marcha del corregidor a la Corte y la ocupación de los oficios por los partidarios del marqués de Priego y el conde de Cabra frente al alcaide de los Donceles, Diego Fernández de Córdoba, estuvo a punto de provocar un grave enfrentamiento en la ciudad en 1506, finalmente controlado. No obstante, el apoyo al grupo clientelar del marqués de Priego por parte de Felipe llevó a una preponderancia absoluta de éste que se mantuvo al menos hasta 1509.

Pese a todo, desde 1507 la actuación del inquisidor Lucero y los recelos que suscitaba la autoridad del marqués acabaron por enturbiar las cosas. Parece que la brutal actuación del inquisidor contra los conversos hizo que el pueblo se levantase contra él, supuestamente por la propia influencia de Pedro Fernández, al punto que la deposición del inquisidor le llevó a tener que buscar el perdón real en la Corte.

A pesar de ello, los enfrentamientos continuaron y entre 1507 y 1508 se mantuvo cierta oposición monárquica por los nombramientos reales en Córdoba, así como por las acciones del nuevo corregidor.

Los conflictos estallaron con motivo de las disensiones entre el obispo de Córdoba, Juan Daza, afecto al grupo clientelar del marqués de Priego, y el propio corregidor, lo que llevó a una clara pugna entre la facción de Pedro Fernández y la del alcaide de los Donceles. Todo se precipitó cuando el alcaide, Nuño Argote, miembro de la red clientelar del último (que desempeñaba el cargo por la amistad con éste), fue desposeído de sus varas por Pedro Fernández en tanto que cliente de su pariente. El hecho llevó a que el Monarca pidiese al alcalde Herrera una investigación, motivo por el cual Pedro Fernández con parte de su clientela lo apresó, hecho que fue duramente reprendido por el Rey. Al parecer, buena parte de la aristocracia castellana tuvo que erigirse en la más calurosa defensa del joven marqués, apaciguando al rey Fernando tanto el conde de Ureña como el condestable de Castilla y el duque de Alba.

La situación era tal que su propio tío, el Gran Capitán, le escribía las siguientes líneas reproducidas por el abad de Rute: “Sobrino: el yerro pasado lo que os puedo decir, es que a la hora os vengáis a poner en poder del Rey, y si así lo hacéis seréis castigado, y si no os perderéis”.

Siguiendo este consejo y otros, marchó en septiembre a la Corte, establecida en Toledo, donde el Rey no sólo no lo recibió, sino que mandó apresarlo, reprendiendo a toda su clientela y a él mismo con el derribo de sus casas principales, el castillo de Montilla, así como con el destierro, el cual duró hasta 1510, cuando fue perdonado y restituido en sus oficios y propiedades.

No obstante, tanto su labor como militar y político como la de su padre habían sido recompensadas y reconocidas años antes por los Reyes Católicos, quienes le habían concedido el título de marqués, al tiempo que una merced de 300.000 maravedís, señalando en la real cédula los motivos de tamañas mercedes, los cuales dejan entrever un claro perfil del personaje: “Acatando los muchos e buenos e leales e grandes e muy señalados servicios que don Alonso Fernández de Córdoba, señor de la Casa de Aguilar nos hizo en su vida y como feneció sus días en servicio de Dios [...] y asimismo los que don Pedro de Córdoba su hijo mayor legítimo, cuya es ahora la dicha Casa nos ha hecho e hace cada día e como ha derramado mucha sangre en su mocedad muy honradamente en servicio de Dios e nuestro [...]”.

Pedro Fernández se había casado con Elvira Enríquez, hija de Enrique Enríquez, tío carnal del Rey Católico y señor de Orce y Galera, y de María de Luna.

Parece que Pedro Fernández fue, además de amante de la guerra, un decidido protector de las letras y de las ciencias, pues se afirma que fue mecenas de Antonio de Morales, famoso doctor en Medicina. En definitiva, uno de los hombres más poderosos de su tiempo, tal y como lo describe Luis de Salazar y Castro, “uno de los grandes de mayor poder y representación de Andalucía”.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, K-37, fols. 196-197.

E. de Garibay Zamalloa, Los Cuarenta Libros del Compendio Historial de las Crónicas y Universal Historia de todos los reinos de España, Barcelona, Imprenta de Sebastián de Cormellas, 1628 (ed. facs., Lejona, Gerardo Uña, 1988); F. Fernández de Bethencourt, Historia Genealógica y Heráldica de la Monarquía Española, t. VI, Madrid, Imprenta de Jaime Ratés, 1905, págs. 105-116; J. de Mariana, Historia de España, Madrid, Atlas, 1950, pág. 271; F. Fernández de Córdoba, “Historia de la Casa de Córdoba”, en Boletín de la Real Academia de Córdoba (1954-); J. Zurita, Anales de la Corona de Aragón, ed. de A. Canellas López, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1967-1986; M. A. Ladero Quesada, Andalucía en el siglo xv. Estudios de Historia Política, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Jerónimo Zurita, 1973; J. H. Edwards, “La Revolte du Marqués de Priego a Cordoue en 1508, symptome des tensions d’une société urbaine”, en Melanges de la Casa de Velázquez (1976), págs. 165 y ss.; M. C. Quintanilla Raso, Nobleza y señoríos en el Reino de Córdoba: la Casa de Aguilar (siglos xiv y xv), Córdoba, Confederación Española de Cajas de Ahorros, 1979; B. Yun Casalilla, Crisis de subsistencia y conflictividad social en Córdoba a principios del siglo xvi: una ciudad andaluza en los comienzos de la Modernidad, Córdoba, Diputación Provincial, 1980; M. C. Quintanilla Raso, “El dominio de las ciudades por la nobleza. El caso de Córdoba en la segunda mitad del siglo xv”, en En la España Medieval, 10 (1987), págs. 109-123; M. Cabrera Sánchez, Nobleza, oligarquía y poder en Córdoba al final de la Edad Media, Córdoba, Cajasur, 1998; R. Molina Recio, “La presencia en el municipio cordobés de un linaje nobiliario: los Fernández de Córdoba (siglos xvi-xix)”, en J. M. de Bernardo Ares y J. M. González Beltrán, La Administración Municipal en la Edad Moderna. Actas de la V Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Cádiz, Universidad, 1999, págs. 569-576; “Formación y evolución del marquesado de Priego en la Edad Moderna. Puente Genil y la Casa de Córdoba”, en E. Soria Mesa (coord.), Puente Genil. Pasado y presente. I Congreso de Historia, Córdoba, Universidad, 2002, págs. 375-389; “La familia del Gran Capitán: el linaje Fernández de Córdoba en la Edad Moderna”, en VV. AA., El Gran Capitán. De Córdoba a Italia al servicio del rey, Córdoba, Cajasur, 2003, págs. 67-86; R. Molina Recio, La nobleza española en la Edad Moderna: los Fernández de Córdoba. Familia, riqueza, poder y cultura, tesis doctoral, Universidad de Córdoba, Facultad de Filosofía y Letras (en prensa).

 

Raúl Molina Recio