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Beltrán de la Cueva y Álvarez de Toledo

Biografía

Cueva y Álvarez de Toledo, Beltrán de la. Duque de Alburquerque (III). Cuéllar (Segovia), c. 1484 – Toledo, 11.II.1560. Militar, virrey de Aragón y Navarra.

Hijo de Francisco Fernández de la Cueva, II duque de Alburquerque, y de la duquesa Francisca Álvarez de Toledo y Enríquez, e igualmente nieto paterno de Beltrán de la Cueva, fundador de la dinastía ducal de los Alburquerque y nieto materno del I duque de Alba, García Álvarez de Toledo, primo hermano materno de Fernando el Católico, todos grandes de España.

Cuando era todavía niño, se concertó su matrimonio con Juana de Aragón y Gurrea, hija natural del arzobispo-virrey Alonso y de Ana de Gurrea, señora de Argavieso, comendadora de Santiago y nieta del rey Fernando el Católico. Sin embargo, Beltrán contrajo nupcias con Isabel Téllez-Girón de la Vega Velasco Mendoza, hija de los condes de Ureña, señores de Osuna, Juan Téllez-Girón y Leonor Lasso de la Vega y Velasco, nieta de los condestables de Castilla, condes de Haro.

El III duque de Alburquerque, que lo fue a partir de 1526, reunió en su nombre los títulos de III conde de Ledesma y III de Huelma; señor de las villas de Mombeltrán, Pedro-Bernardo, Cuéllar y la Codosera, siendo grande de España de primera clase.

Llegó a ser distinguido como caballero de la Real e Insigne Orden del Toisón, de gran vinculación con la corona de España, aunque de origen borgoñón, en el acto de promoción celebrado en la catedral de Tournay.

Sirvió en distintos puestos de gobierno y en la milicia tanto al Emperador como a su hijo Felipe II. Participó en la victoria de Villalar frente a los comuneros, en 1521, sirviendo con lealtad los intereses de Carlos V.

Colaboró en la preparación de un tratado de paz entre el Emperador y Enrique VIII de Inglaterra, que fue firmado en noviembre de 1521 y tenía como objeto luchar contra la Francia de Francisco I. Tres días después de la firma, las tropas imperiales tomaban Milán y expulsaban a los franceses. El primero de diciembre fallecía el papa León X y era nombrado como sucesor Adriano de Utrecht, con el nombre de Adriano VI. Nombrado capitán general de Guipúzcoa en 1523, participó en la defensa de la frontera con Francia.

Designado virrey y capitán general de los reinos de Aragón y de Navarra, sirvió cuatro y ocho años respectivamente en cada puesto. A la muerte del aragonés Juan de Lanuza, el 25 de marzo de 1535, Carlos V eligió al castellano Beltrán de la Cueva como virrey en Aragón. Con este nombramiento hecho en alguien de su confianza y primo tercero suyo por la línea de los Enríquez reales de Castilla, el Emperador abría la espinosa cuestión de la designación de un virrey “extraneus a regno”, es decir, no aragonés para tan alta magistratura, sin tener en cuenta lo que señalaba una disposición foral aprobada en las Cortes de Zaragoza de 1300: “Quod officiales Aragonum sint de Aragonia”.

La jura del cargo de virrey de Aragón en la metropolitana de La Seo, en 1535, se produjo en contra de la Diputación de Aragón, que opuso una firma de derecho en la corte del Justicia, para dejar en suspenso el nombramiento. La designación del duque de Alburquerque elevó el grado de tensión en las relaciones institucionales entre la Monarquía y el reino de Aragón, por la sucesión de una serie de nombramientos reales en distintos puestos de la administración durante las dos últimas décadas: Paulo de Armestorf, como alcaide de la Aljafería; del castellano prior de Calatrava, Juan de Zúñiga; y, ahora nuevamente, de Beltrán de la Cueva. Tras un calculado forcejeo entre ambas entidades, el del Alburquerque inició su mandato —que duró hasta 1539— con las reservas de una nobleza aragonesa que, finalmente, acabó por plegarse a la voluntad del Emperador, quien podía utilizar una política de premio o castigo con la aristocracia aragonesa tanto en la provisión de cargos como en la concesión de títulos y mercedes.

El virrey pasó a residir, como era costumbre, en el castillo-palacio de la Aljafería, antigua residencia de los reyes de Aragón. La llegada de Alburquerque a Zaragoza coincidió con la vuelta del Emperador de su expedición a Túnez y con el inicio de la tercera guerra contra Francia. Ante la difícil situación de las finanzas imperiales, Carlos V le ordenó que convocase a los estamentos aragoneses para solicitarles la mayor suma de dinero que pudieran alcanzar. Aunque el 4 de marzo de 1536 y en la Sala Real de la Diputación, el virrey solicitaba a los diputados aragoneses una ayuda económica para la conquista de Argel, las especiales necesidades requirieron la convocatoria de Cortes.

En las Cortes de Monzón de 1537, a las que asistió como regía en el procedimiento el emperador Carlos V, los aragoneses demostraron su fidelidad a la Corona con la aprobación de un cuantioso servicio de 200.000 libras jaquesas, cantidad todavía más significativa si se tiene en cuenta que el crudo invierno del año anterior había arruinado buena parte de las cosechas del reino.

La etapa de Beltrán de la Cueva como virrey coincidió con dificultades climatológicas y una sequía tan pertinaz que impidió en Aragón la siembra del cereal en tales condiciones, elevando a precios desorbitados el precio del trigo. La política internacional vino marcada por los conflictos de Carlos V con Francia, a pesar de la Tregua de Niza, con la dimensión del problema protestante en Alemania, con el enfrentamiento con los turcos —toma de la Goleta y ataque a Túnez— y, en 1539, con la rebelión de Gante.

Precisamente en 1539, año en que también falleció la emperatriz Isabel, finalizó Alburquerque su mandato y fue sustituido en el cargo de virrey por Pedro Martínez de Luna y Ximénez de Urrea, conde de Morata y aragonés de nacimiento, evitando así incurrir en posible contrafuero, en un virreinato duradero que se prolongaría hasta 1554.

Beltrán de la Cueva abandonó Aragón y se trasladó a sus tierras de Castilla, donde esperó hasta ser enviado a una misión en Inglaterra. Llegó a Londres el 22 de mayo de 1544 y captó pronto la simpatía del monarca inglés, como cuenta Martín Hume en sus Estudios Históricos. Tomó parte principal, junto a tropas inglesas, en la toma de Boulogne (18 de septiembre de 1544), con la escasa fortuna de sufrir en su regreso a Inglaterra el saqueo de sus pertenencias por los franceses.

De nuevo en España, abordó la ingente obra de reformar algunas de las estancias de su castillo de Cuéllar en Segovia, incluidas las galerías de armas y la fachada sur del castillo, residencia habitual de los duques de Alburquerque, y convertida ahora en el máximo exponente de una pequeña corte de carácter renacentista, a la que concurrían habitualmente destacados miembros de la aristocracia para sus reuniones festivas.

Nuevamente fue llamado por el Emperador para el gobierno de un virreinato, en este caso, del reino de Navarra y pasó a residir en Pamplona. Como virrey de Navarra, sirvió en el cargo dos mandatos, iniciado el primero en 1552, durante el reinado de Carlos V.

En su calidad de virrey convocó Cortes generales para el reino de Navarra en la ciudad de Pamplona en 1553, en las que se aprobó un Quaderno de Leyes, Ordenanças, y Provisiones... elaborado en respuesta a la demanda de las Cortes de Navarra, e impreso en Estella por Adrián de Amberes. Las más de treinta disposiciones normativas proporcionan, junto a los aspectos histórico-jurídicos de interés para el Derecho foral, una nutrida información sobre la sociedad navarra y —como señalan las ordenanzas— sobre distintas cuestiones “muy necesarias a la Republica del dicho Reyno”. Las ordenanzas fueron pregonadas, primero, en la plaza del Chapitel de Pamplona y, después, en muchas otras ciudades, villas y merindades del reino de Navarra.

Volvió a renovar el cargo de virrey de Navarra al comienzo del reinado de Felipe II y, en 1557, los licenciados Balanza y Pasquier le dedicaban el pórtico con el que abrían las Ordenanzas viejas, el primer impreso jurídico salido de la imprenta navarra. Al año siguiente, el Cuaderno de leyes veía la luz en Estella, recogiendo los resultados de las Cortes de Tudela de 1558, lo que da muestra de una actividad impresora importante durante su virreinato en Navarra. Beltrán de la Cueva regresó a Toledo, donde residía la Corte, y donde le sobrevino la muerte el 11 de febrero de 1560. Su cadáver fue trasladado al monasterio de San Francisco de su villa de Cuéllar y enterrado en la capilla mayor, según había dejado escrito en su testamento.

Según refiere Rodríguez Villa, fue en su casa de Cuéllar y ante el escribano Luis de Brema, donde se hizo detenido inventario de cuantos bienes poseía Beltrán de la Cueva.

 

Bibl.: Quaderno de Leyes, Ordenanças, y Provisiones, hechas a suplicación de los tres Estados del Reyno de Navarra, por Su Majestad: o en su nombre, por el Illustrissimo Señor Don Beltrán de la Cueva [...], Estella, impreso por Adrián de Anvers, 1553 (ed. facs. con est. prelim. y transcr. de G. Sánchez Martínez, Pamplona, Universidad Pública de Navarra, 2002); Quaderno de Leyes, Ordenanzas y provisiones, hechas a suplicación de los tres estados del reino de Navarra, por la Majestad Real del rey don Felipe nuestro señor o, en su nombre, por el ilustrísimo señor don Beltrán de la Cueva [...] con acuerdo de los del Consejo Real [...], Estella, impreso por Adrián de Anvers, 1556; P. Balanza y P. Pasquier (comps.), Las ordenanzas, leyes de visita, y aranceles, pregmáticas, reparos de agravio, y otras provisiones reales del reino de Navarra, Estella, Adrián de Anvers, 1557; Quaderno de Leyes, Ordenanzas y provisiones, hechas a suplicación de los tres estados del reino de Navarra, por la Majestad Real del rey don Felipe nuestro señor o, en su nombre, por el ilustrísimo señor don Beltrán de la Cueva [...] con acuerdo de los del Consejo Real [...], Estella, impreso por Adrián de Anvers, 1558; F. D. Sayas Rabanera, Anales de Aragón desde el año de MDXX del nacimiento de Nuestro Redemptor hasta el MDXXV, Zaragoza, 1566; J. Zurita, Anales de la Corona de Aragón, 1562-1580 (Zaragoza, 1668-1671); J. L. Panzano Ibáñez de Aoyz, Anales de Aragón desde el año mil quinientos y quarenta hasta el cincuenta y ocho, Zaragoza, 1705; A. Rodríguez Villa, Inventario del mobiliario, alhajas, ropas, armería y otros efectos del Excmo. Señor D. Beltrán de la Cueva, tercer duque de Alburquerque hecho en el año de 1560, Madrid, Imprenta de D. G. Hernando, 1883; M. Hume, Españoles e ingleses en el siglo xvi (estudios históricos), Madrid, V. Suárez, 1903; F. Fernández de Bethencourt, Historia genealógica y heráldica de la monarquía española, casa real, grandes de España, vol. X, Madrid, Jaime Rates, 1920; A. Castillo Genzor, Los virreyes de Aragón, que desde 1482 a 1601 ocupan en nuestro reino la cima más alta del poder político, Zaragoza, Publicaciones de La Cadiera, CLXXXII, 1963, págs. 5-30; G. Colas Latorre y J. A. Salas Ausens, Aragón en el siglo xvi. Alteraciones sociales y conflictos políticos, Zaragoza, Universidad, Departamento de Historia Moderna, 1982; M. Barrio Gozalo, “El Archivo de la Casa ducal de Alburquerque: panorama general de sus fondos documentales”, en Investigaciones Históricas, n.º 8 (1988), págs. 309-313; A. Floristán Imizcoz, La monarquía española y el gobierno del reino de Navarra, 1512-1808, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1991; E. López Cano, Alburquerque, villa y ducado, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 1991; P. Savall Dronda y S. Penen y Debesa, Fueros, Observancias y Actos de Corte del Reino de Aragón, Zaragoza, Justicia de Aragón, 1991 (ed. facs.); V. Vázquez de Prada (dir.), Las Cortes de Navarra desde su incorporación a la Corona de Castilla. Tres siglos de actividad legislativa (I), 1513-1621, Pamplona, EUNSA, 1993; E. Olmos Herguedas, “Juegos y fiestas medievales en la Villa de Cuéllar. Algunas notas sobre su pervivencia en la actualidad”, en Revista de Folklore, 164, vol. XIV (1994), págs. 39- 48; F. Lezaún y Tornos, Apuntaciones históricas sacadas de los Registros de Actos Comunes de los Diputados del Trino de Aragón, desde 1469, hasta 1707, s. l., J. L. Muñoz de Laborde, 1999 (transcr. literal del ms. de la Bilioteca Nacional de España); M. I. Ostolaza Elizondo, Gobierno y Administración de Navarra bajo los Austrias: siglos xvi y xvii, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1999; J. Jordi Buyreu, La Corona de Aragón de Carlos V a Felipe II. Las instrucciones a los virreyes bajo la regencia de la princesa Juana (1554-1559), Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000; A. Ceballos-Escalera y Gila, marqués de la Floresta, La insigne Orden del Toisón de Oro, Madrid, Palafox y Pezuela, 2000.

 

Porfirio Sanz Camañes

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