Pérez de Guzmán el Bueno, Juan. Duque de Medina Sidonia (III). Sevilla, 1464 – 16.VII.1507. Conquistador de Melilla.
En no pocos aspectos Juan Pérez de Guzmán puede ser considerado el paradigma contradictorio del tiempo que le tocó vivir. Representante de un linaje que debía su enorme fortuna a la lucha de frontera contra el infiel, participó en el episodio final de aquella secular serie de guerras —la conquista de Granada— junto a su padre, que movilizó en varias fases de la lucha sus huestes señoriales para ayudar a los Reyes Católicos. En pago de ese servicio, los Monarcas le concedieron el señorío sobre algunas villas en la serranía de Ronda. Precisamente cuando heredó el ducado, en 1492, una nueva frontera se abría en América, con el inicio del proceso de conquista del nuevo continente, aventura a la que no fue ajena la casa de Medina Sidonia —el tercer viaje de Colón salió del puerto de Palos, señorío de los Medina Sidonia, con participación financiera del duque—. Sin embargo, sería erróneo dar por sentado que esta circunstancia implicó que la frontera tradicional se había cerrado con el fin del Reino nazarí. Desde luego no fue ésa la interpretación que el III duque dio a la victoria de las armas cristianas en Granada. Baste, como elocuente prueba, el hecho más destacado de su biografía, que fue la conquista en 1497 de la ciudad de Melilla, entonces casi desierta, íntegramente financiada por Medina Sidonia, empresa que la Corona había desestimado emprender. Al mando de la conquista efectiva puso el duque a Pedro de Estupiñán, y ofreció su conquista a los Reyes Católicos, de modo que quedó así incorporada a la Corona de Castilla. Nueve años más tarde el duque consolidó su victoria con la toma de la vecina fortaleza de Cazaza, y fue recompensado por ambos servicios con el título de marqués de Cazaza, incorporado a su mayorazgo.
A pesar de este notable hecho de armas, su relación con los Monarcas fue antes que nada conflictiva, en la línea de una tradición política de inestabilidad entre nobleza y Corona. Nada más heredar el ducado, la reclamación por parte de los Reyes Católicos de la villa de Gibraltar, que los Pérez de Guzmán reclamaban para sí por haberles sido concedida en señorío en gratitud a la sangre vertida por su linaje en su conquista, fue el inicio de un contencioso que sólo la muerte del propio duque zanjaría. Sean apócrifos o no, los argumentos que los cronistas de la casa de Medina Sidonia refieren que esgrimió Pérez de Guzmán ante los Reyes Católicos para retener el señorío de la plaza son sumamente ilustrativos de la consideración que de sí mismo hacía como señor territorial.
En sustancia, tales argumentos venían a proclamar la poca merced que la casa debía a la Corona, siendo todos sus títulos y posesiones fruto de conquistas o remuneraciones por servicios, y no simples gracias.
Si bien, la acritud de aquel primer encontronazo no parece que impidiese el desenvolvimiento de una relación, más o menos, normal con los Monarcas, la muerte de la reina Isabel en 1504 fue motivo para que el duque reclamase de nuevo a los herederos de la Corona de Castilla, Felipe y Juana, el señorío de la villa, que, en efecto, le fue por ellos reconocido nada más llegar a Castilla, en 1506. Sin embargo, la muerte prematura del Habsburgo dejó en papel mojado la restitución, pese a que el duque trató de hacer cumplir la merced del difunto Rey por la fuerza de las armas. El cerco que por tres veces puso Medina Sidonia a Gibraltar —defendida por Garcilaso de la Vega— no es desde luego ajeno al castigo ejemplarizante que el regente rey Fernando aplicó a la villa de Niebla en noviembre de 1508, al año siguiente de la inesperada muerte del duque en Sevilla a causa de la peste de 1507, de la que se contagió cuando la plaga ya parecía acabada.
De Juan Pérez de Guzmán dice Luis Salazar y Castro que fue príncipe muy liberal y valeroso, recogiendo la tradición de los cronistas. El imponente inventario post mortem que fue redactado tras su inesperada muerte ha legado una imagen de extraordinaria viveza de las aficiones y gustos de un señor, que encarnó en no pocos aspectos la imagen del perfecto príncipe del Renacimiento. Su sucesión fue compleja, pese a sus muchos descendientes. Se había casado en primeras nupcias con Isabel de Velasco, su prima, que era hija del condestable de Castilla, con la que tuvo tres hijos varones, dos de los cuales fueron duques de Medina Sidonia. En segundas nupcias se casó con Leonor de Zúñiga, con quien tuvo al que acabó siendo, en 1539 y por decisión de Carlos V, el VI duque de Medina Sidonia, Juan Alonso Pérez de Guzmán, saltando el orden sucesorio de su hermano Pedro de Guzmán, tercer hijo varón del primer matrimonio de su padre, que fue por ello compensado por el Emperador con el título de conde de Olivares.
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Luis Salas Almela