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Miguel Moya Ojanguren

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Biografía

Moya Ojanguren, Miguel. Madrid, 30.V.1856 – San Sebastián (Guipúzcoa), 19.VIII.1920. Periodista, político, jurista.

Los padres de Miguel Moya Ojanguren, figura clave del periodismo y de la política española de la Restauración, fueron Francisco Moya Barrachina y María Luisa Ojanguren Alonso, naturales de Villafranqueza (Alicante) y de Madrid, respectivamente. Su esposa, Belén Gastón de Iriarte Díaz de Arcaya, de ascendencia navarra, pero nacida en La Habana, emparentaba con destacados cargos de la Marina española.

Del matrimonio entre Miguel Moya y Belén Gastón nacieron: Belén, Miguel —ingeniero, que siguió los pasos de su padre en el periodismo y la política—, Antonio, Dolores —que estuvo casada con Gregorio Marañón—, y María Luisa, que estuvo casada con José María Marañón.

Miguel Moya cursó estudios de Derecho, ejerció de abogado, pero hizo del periodismo su profesión. Colaborador ya desde joven de El Clamor de la Patria (1878), redactor de La Democracia y director de El Comercio Español, su nombre se asocia, sin lugar a dudas, al de El Liberal, cuya fundación en 1879 se debe a la escisión de un grupo de redactores de El Imparcial, que lideró Isidoro Fernández Flórez. Desde su fundación, El Liberal se fue dotando de una estructura más moderna, sustituyendo el tono doctrinal de los periódicos clásicos y transformando el contenido de las informaciones de prensa con el desarrollo de la sección de sucesos y la introducción de los “Anuncios por Palabras”.

Ya en sus inicios contaba con el suplemento de Los Lunes (1879), en el cual sobresalió Miguel Moya como articulista. Nombrado director de este diario en 1890, después de haberlo sido brevemente (1886) de La Ilustración Hispano-Portuguesa, Miguel Moya permaneció hasta 1906 en la dirección del mismo.

Fueron los años en que se consolidó la colaboración literaria fija en sus páginas de personalidades como Clarín, Palacio Valdés, Campoamor, Zorrilla, Núñez de Arce, Echegaray o Castelar. Asimismo, propició la expansión de El Liberal en Barcelona, Bilbao y Sevilla (1901) y la adquisición del periódico Las Provincias de Levante, de Murcia (1902). Desde este frente periodístico, asumió también Miguel Moya la defensa de la libertad de prensa, destacando su intervención con motivo de la publicación en 1898 del Decreto por el que eran suspendidas en el país las garantías constitucionales, medida que suponía el sometimiento de la prensa a la censura militar. Al agravarse dichas medidas y constituida una comisión de representantes de la prensa para negociar con el Gobierno una fórmula de arreglo, Miguel Moya la integró, junto con Augusto Suárez de Figueroa y José Francos Rodríguez.

Ante la crisis que las empresas periodísticas venían arrastrando desde 1898, el encarecimiento de los costos de la maquinaria y del papel y el éxito creciente de ABC frente a la tradicional prensa partidista, con la consiguiente merma en el número de electores que ello provoca, Miguel Moya, junto a Antonio Sacristán, impulsó en 1906 la creación de la Sociedad Editorial de España, que pasó a presidir. La integraron inicialmente El Imparcial y El Liberal, al poco adquirió el Heraldo de Madrid, los otros “Liberales” de Barcelona, Bilbao, Murcia y Sevilla, El Defensor de Granada y El Noroeste (Gijón), entre otros. Fundada esta sociedad para crear una cadena de publicaciones al estilo de las inglesas y americanas, unificar tarifas de publicidad y adquirir papel y maquinaria en condiciones más ventajosas, pronto se convirtió en un “arrollador poder político”, en palabras de P. Gómez Aparicio, como lo confirma la dura campaña que sostuvo ya ese mismo año de su fundación contra Nicolás María Urgoiti, director de La Papelera Española, con objeto de obtener del Gobierno la rebaja en el precio del papel, que finalmente se consiguió.

Desde su fundación en 1895, la Asociación de la Prensa de Madrid contó también con Miguel Moya en la presidencia de su primera Junta Directiva, funciones en las que permaneció hasta 1920. Fue, por tanto, su primer presidente y el que más tiempo ha ocupado el cargo a lo largo de la historia de dicha asociación, por cuya tribuna desfilaron personalidades de diversas tendencias políticas, invitadas por él. En memoria de Miguel Moya fue creado, en el año 2004, el premio que lleva su nombre.

Hombre de prestigio en el periodismo español y comprometido en política, en la que surgió, retomando las palabras de Indalecio Prieto, “como diputado republicano independiente, muy afecto a Castelar, y como republicano independiente murió, aureolado de impoluta honestidad”. Treinta largos años de su vida, sin interrupción, dedicó Miguel Moya a la actividad parlamentaria desarrollada durante la Restauración, desde que prestó juramento de su cargo de diputado por el distrito de Ponce (Puerto Rico) en enero de 1890 hasta su muerte en 1920, siendo entonces diputado por Huesca. Tan sólo abandonó su escaño en el Congreso durante la legislatura de 1896-1898 para desempeñar el cargo de senador por la provincia de Huesca, circunscripción a la que volvió a representar, ya como diputado, de 1899 a 1920. Sus primeros años de parlamentario discurrieron vinculados a las colonias de ultramar. Tras resultar electo por el distrito de Ponce (Puerto Rico), en elección parcial celebrada el 1 de diciembre de 1889 para sustituir al diputado Julio Coronado, obtuvo de nuevo la representación en el Congreso de los distritos de Ponce en 1891, La Habana (Cuba) en 1893 y Mayagüez (Puerto Rico) en 1898, elección esta última en la que también resultó elegido por el mencionado distrito cubano, pero no presentó su credencial, optando en consecuencia por el puertorriqueño.

Dentro de este contexto, fue nombrado asimismo vocal de la Comisión arancelaria de Cuba y Puerto Rico el 15 de marzo de 1895.

De esta etapa parlamentaria que precedió a la pérdida de las colonias, destacan sus intervenciones en el período de sesiones de 1891-1892, en defensa de la libertad de prensa (19 de junio de 1891) y contra la política del Gobierno en Cuba y Puerto Rico (23 de junio de 1891). Miguel Moya tomó la palabra en el foro parlamentario con motivo de la proposición de ley presentada por Romero Robledo, en la que se reclamaban garantías por considerar que los periódicos no garantizaban la vida privada. En su discurso, Miguel Moya censuró y combatió los errores de la prensa, pero igualmente salió en defensa de la libertad de prensa, por la garantía que, contra sus abusos, suponen el Código Penal y la ley de policía de imprenta vigente. En adelante, la defensa de la libertad de prensa, instrumento contra los gobiernos conservadores, se convirtió en una constante en su actividad parlamentaria, como se refleja en las protestas que dirigió contra el propio jefe de Gobierno, Maura, con motivo de las acusaciones vertidas por éste durante el debate del “caso Nozaleda” en 1904, o también contra la Ley de Jurisdicciones que se discutió en las Cortes en 1906. En cuanto a Cuba y Puerto Rico, reclamó, para ambas, reformas, que se concretaron en la separación de los mandos civiles y militares, el sufragio universal y la descentralización del régimen municipal y provincial, mostrándose a favor de las tendencias autonomistas moderadas. A su juicio, la persistencia del sistema en ambas colonias mantenía viva la grave crisis económica, el caciquismo, el abuso y la inmoralidad. Concluye Moya con estas palabras: “Desde 1878, Cuba y Puerto Rico viven de lo arbitrario, de lo contradictorio, de lo absurdo; con una Constitución limitada por leyes especiales; con leyes de policía de imprenta, de reuniones, de asociaciones, etc., que no se aplican allí como aquí se aplican; desde 1878, Cuba y Puerto Rico viven en el abandono y en el olvido; desde 1878, Cuba y Puerto Rico tienen hambre y sed de moralidad, de tolerancia y de Justicia”. A partir de 1899, sus cargos de representación parlamentaria se adscriben al ámbito peninsular, siendo diputado por el distrito de Fraga (Huesca) hasta 1907 y, en adelante, por el de Huesca hasta 1920.

Periodista, político y también jurista, ejerció como abogado consultor de la Cámara de Comercio de Madrid y de la Diputación Provincial e ingresó en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación en 1893, de cuya sección de Derecho Político fue nombrado presidente tres años después y vicepresidente de la Academia en 1905, siendo Canalejas, primero, y Dato, después, presidentes de dicha institución. Entre las sociedades científicas y literarias a las que perteneció, destaca el Ateneo de Madrid, del que fue secretario 2.º de la Sección de Literatura y Bellas Artes en 1879.

Tras iniciativa de Torcuato Luca de Tena, fundador de ABC, Alfonso XIII aportó las primeras 500 pesetas de la suscripción nacional para erigir a Miguel Moya un monumento en el Retiro, obra de Mariano Benlliure.

Recogió el testigo familiar su hijo, Miguel Moya Gastón de Iriarte, nacido en Madrid en 1887. No optó por la abogacía como su padre, pero continuó la trayectoria periodística y política seguida por él, que compaginó también con su actividad profesional.

Cursó sus estudios en Burdeos y en la Escuela de Ingenieros de Minas de la capital madrileña. Ingeniero del Cuerpo Nacional de Minas, alcanzó el nombramiento, en 1933, de director general de Minas y Combustibles. Publicó interesantes estudios en este campo: El problema del oro en España, Criaderos de uranio y Problemas de mineralogía, entre otros trabajos.

En el ámbito periodístico, desempeñó los cargos de director de El Liberal, secretario del consejo de administración de la Sociedad Editorial de España, del que formaba parte también Gregorio Marañón, y presidente de la Junta Directiva de la Sociedad Radio Madrid (1924). Fue nombrado en 1925 y en 1929 para formar parte de la Junta Técnica e Inspectora de Radiocomunicación. En política, obtuvo la representación del distrito de Molina (Guadalajara) en el Congreso en las legislaturas de 1914, 1916, 1918, siendo proclamado diputado electo por la Junta Provincial, en el caso concreto de la elección parcial de 1915 y de la general de 1916, con arreglo al artículo 29 de la Ley Electoral (proclamación sin elección).

Unas Cortes, en concreto las de 1916, que Luis Araquistáin calificó de “Congreso de familia”, dado el elevado número de diputados con vinculaciones de parentesco, como es el caso de los Moya. En las legislaturas de 1920 y 1923 Miguel Moya hijo ocupó el escaño correspondiente al distrito de Huesca en el Congreso de los Diputados. Obtuvo, asimismo, los títulos de la Legión de Honor de Francia y de Comendador de la Orden de Cristo portuguesa.

 

Obras de ~: Conflicto entre los poderes del Estado, Madrid, 1880; Oradores políticos (perfiles), con veinte retratos fotograbados de Laporta y un dibujo de D. Manuel Domínguez, Madrid, Sáenz de Jubera Hermanos, 1890.

 

Bibl.: VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, vol. XXXVI, Madrid, Espasa Calpe, 1918 (véase también Apéndice A-Z, Madrid, Espasa Calpe, 1996); I. Prieto, Convulsiones de España: pequeños detalles de grandes sucesos, México, Oasis, 1967-1974; P. Gómez Aparicio, Historia del Periodismo Español, Madrid, Editora Nacional, 1967-1981; J. M. Desvois, La prensa en España (1900-1931), Madrid, Siglo XXI, 1977; J. Timoteo Álvarez, Restauración y Prensa de masas. Los engranajes de un sistema (1875-1883), Pamplona, Eunsa, 1981; J. J. Sánchez y C. Barrera del Barrio, Historia del Periodismo Español, Pamplona, Ediciones Universidad de Navarra, 1992; J. F. Fuentes y J. Fernández, Historia del Periodismo Español, Madrid, Síntesis, 1997; A. Balsebre, Historia de la Radio en España, vol. I (1874-1939), Madrid, Cátedra, 2001.

 

Susana Serrano Abad

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