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Mariano de Cavia y Lac

Biografía

Cavia y Lac, Mariano de. Sobaquillo. Zaragoza, 22.IX.1855 – Madrid, 14.VII.1920. Periodista y escritor taurino.

Hijo de un notario de Zaragoza, estudió en el Colegio jesuita de Carrión de los Condes (Palencia), cursando después estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza, que no concluyó. Sus inquietudes como periodista despertaron muy pronto: en 1879 fundó El Chinchín, semanario satírico donde comenzó a dar muestras de su ingenio y buen estilo.

Ya en el Diario de Avisos de Zaragoza, como colaborador fijo, se convirtió en un periodista profesional.

Colaboró también en la Revista de Aragón y en el diario Zaragoza.

En 1880 marchó a Madrid e ingresó en la redacción de El Liberal. Ese mismo año pasó a dirigir el Diario Democrático de Tarragona, pero pronto volvió a Madrid y a El Liberal. Después de un período de mala salud, en que dejó de escribir, pasó a El Imparcial, periódico del que llegó a ser director. Todo ello sin abandonar sus numerosas colaboraciones en otros diarios y revistas madrileños y de provincias, como El Sol, El Heraldo de Madrid, La Opinión, La Justicia, La Ilustración Española y Americana, etc. En los últimos años de su vida fue redactor de El Sol desde su fundación en 1917.

No se casó nunca. Se había enamorado de la joven zaragozana Pilar Alvira, con quien mantuvo un fogoso noviazgo, hasta que la familia se entrometió. Ella mantuvo también la soltería. Vivía en un hotel para comer y dormir; en su piso puso su biblioteca y contrató a un guardia civil retirado para vigilar sus libros.

Fue fundador, junto con Adolfo Vicenti y Miguel Moya, de la Asociación de la Prensa de Madrid en 1895. Le fue otorgada la Gran Cruz de la Orden de Alfonso XII, y por unanimidad se le eligió miembro de la Real Academia Española el 24 febrero de 1916, aunque no llegó a ocupar su Sillón A por encontrarse ya enfermo de la parálisis progresiva que le llevó a la muerte.

Dentro de su labor como escritor y periodista hay que destacar su trabajo como revistero taurino en El Liberal El Imparcial, donde firmaba con el seudónimo Sobaquillo. En 1884 colaboró en el semanario El Burladero y en 1914, en La Lidia. También hizo colaboraciones de carácter taurino en Barcelona Cómica El Chiquero. Otros seudónimos que utilizó, sobre todo fuera del ámbito taurino, fueron Hababuc Humbugman, Patricio Buenafé, Armando Avivecia, Isidro Abroñigal Lope Egusquiza.

Como revistero taurino coincidió con una generación de periodistas taurinos de enorme prestigio, figuras como José Sánchez de Neira y Luis Carmena y Millán; además de Mariano del Todo Herrero (Don Cándido), Francisco Asenjo Barbieri, Pascual Millán (Varetazos), Mariano Pardo de Figueroa, Ricardo de la Vega, Juan Pérez de Guzmán y Antonio Peña y Goñi (Don Jerónimo).

Más como gran aficionado a la fiesta de los toros que como periodista, llegó a componer en 1904 la letra de Himno a la libertad torera que se caracterizaba por un gran sentido del humor, y que se cantó en el mitin de los Jardines del Retiro contra la Ley de Descanso Dominical que amenazaba la celebración de festejos taurinos.

Vivió el momento de la consolidación de la fiesta de los toros como gran espectáculo urbano y burgués en el último tercio del siglo XIX. Asistió, pues, al duelo artístico entre Lagartijo y Frascuelo, siendo un “lagartijista” convencido.

A su pluma se debe que hayan sobrevivido anécdotas y frases, verdaderas o apócrifas, vivas todavía hoy en el lenguaje taurino. En un artículo titulado “Cogida y muerte de Manuel García (Espartero) en la Plaza de Toros de Madrid” y publicado en El Liberal, 28 de mayo de 1894, se recoge el siguiente diálogo: “‘Pero, Manuel, ¿cómo tienes ese afán por torear, si no sales más que a recibir cornadas?’ Y el tenaz, cuanto animoso mancebo, contestó: ‘Más cornás da el hambre’”.

Además de su labor como periodista taurino, su inmensa curiosidad le llevó a trabajar en otros muchos campos. Cultivó la sátira política (anticanovista), los asuntos culturales (música y literatura). No eludió nunca la actualidad nacional e internacional (Marruecos, etc.). Tenía una gran preocupación por el lenguaje: firmó como Un Chico del Instituto una serie de artículos de crítica gramatical contra los “galicursis” y “tontineologistas” que adulteraban la lengua española. Una de sus más famosas crónicas se publicó en 1891 con el título de “Un incendio en el Museo del Prado”, en la que, con gran lujo de detalles, describía los daños que el fuego había causado en la pinacoteca. Mucha gente se dirigió hacia el museo sin haber caído en la cuenta de que Cavia terminaba diciendo: “Esto es lo que ocurrirá si Linares Rivas no remedia en nuestro Museo lo que tanto le expone a un accidente de esa naturaleza”. El ministro Linares Rivas tomó inmediatamente las medidas de seguridad que aconsejaba el periodista.

José Ortega Munilla, fundador de El Imparcial, escribió de él en su prólogo a una de sus recopilaciones de artículos de Cavia: “Esencia del alma del gran satírico eran el jubiloso pensar y el elegante decir”.

Convirtió el artículo periodístico en un verdadero género literario. Muchos de sus artículos fueron recogidos en libros, publicados tanto en vida del autor como póstumamente. Prensa Española, editora de ABC, considerándolo modelo y maestro de periodistas, fundó en su memoria el Premio Mariano de Cavia para el mejor artículo o crónica de cada año.

 

Obras de ~: División de Plaza: Las Fiestas de Toros defendidas por Sobaquillo, Madrid, Rubiños, [1886 ó 1887]; Azotes y galeras (colección de 38 artículos publicados en El Liberal de 1887 a 1890), dibujos de A. Pons, fotograbados de Laporta, Madrid, Enrique Rubiños, 1891 (ed. crítica, introd. y notas de M.ª Angulo Egea y M.ª del Rosario Leal Bonmatí, Zaragoza, Asociación de la Prensa de Aragón, 2008); De Pitón a Pitón, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1891; Salpicón, dibujos de A. Pons, fotograbados de Verdoux, Ducourtiouxey y Huillard, Madrid, E. Rubiños, 1892; Cuentos en guerrilla, Barcelona, Antonio López-Librería Española, [1897]; Grageas, Madrid, Imprenta de Antonio Marzo, 1901; Fija y da esplendor, pról. de A. Bonilla y San Martín, Madrid, J. Pueyo, 1922; Notas de “Sobaquillo”, Madrid, Renacimiento, 1923; Chácharas, pról. de J. Ortega Munilla, Madrid, J. Pueyo, 1923; Antología, est. prelim., notas y selecc. de E. Pardo Canalis, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1980.

 

Bibl.: J. Casares, Crítica efímera: divertimentos filológicos: la Academia, Rodríguez Marín, Cavia, Cejador, Valbuena, etc., Madrid, Saturnino Calleja, 1918; A. Gascón de Gotor, Mariano de Cavia, Madrid, 1920; Redacción, “Un día de luto para la Prensa española. Mariano de Cavia ha fallecido hoy”, en La Voz (Madrid, 14 de julio de 1920), pág. 3; R. Lacadena y Brualla, marqués de la Cadena, El primer centenario del nacimiento de Mariano de Cavia y Lac, Zaragoza, Librería General, 1955; F. Castán Palomar, Cavia el polígrafo castizo, Pamplona, Gómez, 1956; A. Zamora Vicente, Historia de la Real Academia Española, Madrid, España, 1999, págs. 111 y 229; M.ª Angulo Egea y M.ª del R. Leal Bonmatí, “Introducción” a M. de Cavia, Azotes y Galeras, op. cit.

 

Alejandro Pizarroso Quintero

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