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Rodrigo Zapata y Palafox

Biografía

Zapata y Palafox, Rodrigo. Calatayud (Zaragoza), 1543 – 2.X.1591. Sacerdote, erudito, consejero de Órdenes y de Indias.

Perteneciente a un linaje aragonés de infanzones —los Zapata— que procedía de Uncastillo pero que ya están establecidos y documentados en Calatayud desde 1259, en la persona del que fuera Justicia de Aragón, Juan de Zapata. El mismo Rodrigo Zapata y Palafox en una historia que escribió sobre su familia la entroncaba con Sancho Abarca y la familia real de Navarra, en un intento de dignificar sus orígenes, en los que encontramos algunos conversos. En una carta que don Rodrigo dirige al cronista Jerónimo Blancas para ilustrar sus Comentarios le informa de que desciende de los Zapata de La Vilueña y Valtorres, que eran mesnaderos y se encontraban emparentados con los Luna, a través de María Pérez Zapata, mujer de Miguel Pérez de Gotor, abuelo del Papa Benedicto. Otros parientes importantes de Rodrigo eran los Zapata Cisneros, condes de Barajas; los Palafox, señores de Ariza; la familia Agustín, los Maluenda-Vera, Pujadas, etc.

Rodrigo Zapata y Palafox fue un noble y culto literato nacido en Calatayud el año de 1543. Hijo de Luis Zapata y de Aldonza Palafox, hija de Rodrigo Palafox y Jerónima Agustin Albanell, señores del estado de Ariza. Era el primogénito de ocho hermanos. No se saben demasiadas cosas sobre su infancia y juventud, que pasaría probablemente en Calatayud. Estudió buenas letras y música, y después jurisprudencia en Salamanca. Al principio quiso ceñir espada, pero estando en Salamanca le impresionaron los sermones y la predicación del celoso jesuita padre Juan Ramírez en 1564 o 1565, por lo que cambió su conducta, y desde entonces quedó relacionado de una u otra manera a la Compañía de Jesús. Terminados sus estudios, se instaló en Lérida, sede de la que era obispo su tío-abuelo Antonio Agustín, nombrado en 1561, aunque no llegaría a establecerse establemente en la ciudad hasta el año 1564, cuando regresó del Concilio de Trento en el que había tenido una notable participación.

Ya en Lérida, Rodrigo Zapata resolvió entrar en la Compañía de Jesús, pero esta vocación no tuvo efecto, quizá por una cierta oposición familiar, aunque siempre conservó el afecto por la labor de los jesuitas. Su tío, el obispo Antonio Agustín, asumió la protección de don Rodrigo completando su formación y procurándole una buena carrera. En carta al cronista Jerónimo Zurita, el obispo de Lérida daba cuenta de los adelantos de su sobrino. En 1573, después de treinta y nueve años de ausencia, Antonio Agustín visitó su ciudad natal de Zaragoza. En ese viaje le acompañó Rodrigo Zapata, convertido en asistente del obispo.

Al año siguiente, en 1574, encontramos a Rodrigo Zapata en Madrid, desde donde informa a su tío sobre las noticias de la Corte, y alterna con frecuentes visitas a Calatayud, alojándose en la casa del Prior del Sepulcro, a la sazón también familiar suyo. En Madrid, Rodrigo Zapata actúa como agente del obispo de Lérida ante distintos personajes de cierta influencia en la Corte como el vicecanciller de Aragón Bernardo de Bolea, el presidente del Consejo de Castilla, el consejero de Estado Velasco, Jerónimo Zurita, y también con algunos parientes como el conde de Barajas, o el obispo de Cuenca, Gómez Zapata. Por recomendación del obispo de Lérida se le propone para algún beneficio eclesiástico o incluso para “una merced en cosas de seglares, o para el consejo”. Mientras tanto, igual que su tío Antonio Agustín, Rodrigo Zapata se aficionó al estudio de las inscripciones, monedas y epigramas de la Antigüedad.

Por lo tanto, a mediados de la década de los setenta del siglo XVI aparece Rodrigo Zapata tratando de abrirse camino en la Corte, amparado en la protección de su familia. Su tío Juan Zapata, prior del Sepulcro de Calatayud, resignó en su favor la dignidad de Limosnero de La Seo de Zaragoza en 1 de junio de 1575, y un año después su tío Antonio Agustín recibía el nombramiento de arzobispo de Tarragona y él una pensión eclesiástica, aunque no muy elevada como se quejaba en carta a Jerónimo Zurita el nuevo arzobispo de Tarragona. Quizá por esto, Rodrigo Zapata debió abandonar la Corte, ya que en 1578 acompañaba a su tío en Tarragona, y desde allí comunicaba con el cronista Zurita dándole cuenta de los Diálogos de las medallas y monedas antiguas, y de las inscripciones y letreros antiguos, que escribió en apenas dos meses el arzobispo con la colaboración del sobrino, y que fue publicada por primera vez en 1587.

Con su nueva situación, Rodrigo Zapata pudo ordenarse sacerdote en 1579 a título de Limosnero de La Seo, estableciéndose en su ciudad natal de Calatayud. Allí se encontró en 14 de marzo de 1579 con el cronista Jerónimo Zurita que, camino de Zaragoza, se detuvo durante un día en la ciudad bilbilitana aprovechando para saludar a su amigo Zapata y estudiar un boceto de los Diálogos de Antonio Agustín, en poder de su sobrino. Al menos desde 1575, en la correspondencia dirigida a su tío, se rastrea la intención de D. Rodrigo Zapata de dotar a Calatayud de unos estudios de latinidad y humanidades. Esos proyectos cuajaron al instalarse establemente en la ciudad en 1579. Desde entonces y durante cinco años tuvo como principal objetivo la fundación en su ciudad de un Colegio de la Compañía de Jesús, para lo que acopió rentas, gran parte de ellas de su propio patrimonio, y trató de captar ayudas en la ciudad bilbilitana, en todo Aragón con el apoyo que le prestaron las Cortes de Monzón en 1585, y en el resto de España pidiendo ayuda al mismo Felipe II. Las noticias sobre la fundación de este Colegio se pueden consultar en el manuscrito titulado Historia del Colegio de Calatayud conservado en el Archivo del Reino de Valencia (Sección Clero, caja 183, leg. 83). El Colegio fue erigido formalmente el 29 de octubre de 1584. En esta empresa Rodrigo Zapata contó con la inestimable ayuda de micer Pedro Santángel.

Cumplido y asegurado el objetivo de la fundación del Colegio de los jesuitas en Calatayud, la carrera de Rodrigo Zapata se aceleró a partir de 1585. En ese año participa como juez, junto con el consejero Rodrigo Vázquez en la causa sobre el estado de Ariza que enfrentaba a su primo, el señor de Ariza, Francisco de Palafox, con sus vasallos, y que había llegado hasta las Cortes y el mismo rey Felipe II, quien finalmente dictó justicia a favor de Palafox. El prestigio de Rodrigo Zapata aumentó hasta tal punto que, en 1587, los diputados del Reino de Aragón lo eligieron como el representante que, junto con el conde de Aranda y de una embajada aragonesa, presentó al rey Felipe II un memorial en defensa del Privilegio de los Veinte concedido a la ciudad de Zaragoza. El documento titulado Discurso y alegación sobre el Privilegio de veinte de la Ciudad de Zaragoza, había sido elaborado conjuntamente por Rodrigo Zapata, el deán de Huesca el doctor Felipe Puivecino, y el abogado fiscal y patrimonial del Reino el doctor Miravete de Blancas.

Con este particular debió percatarse Felipe II de la valía de Rodrigo, y, según Cabrera, lo retuvo en Madrid como oidor del Consejo de Órdenes, y de ahí pasaría como consejero al Consejo Real y Supremo de las Indias el 26 de septiembre de 1590. Indudablemente, no debió ser ajeno a este ascenso de Rodrigo en la Corte el apoyo prestado por diversos familiares y amigos bien situados en el entramado político y administrativo madrileño. Así, por ejemplo, su pariente Francisco de Zapata y Cisneros, conde de Barajas y mayordomo de la reina Ana fue nombrado en 1580 presidente del Consejo de Órdenes, en 1585 era presidente del Consejo de la Cámara y del Consejo de Castilla. Como tal le correspondía conocer la provisión de vacantes de clérigos desde el Real Patronato Eclesiástico. El primogénito del conde de Barajas, Antonio Zapata fue obispo de Cádiz en 1587, de Pamplona en 1596, arzobispo de Burgos en 1600, embajador en Roma, virrey de Nápoles, e inquisidor general en 1627.

Una de las primeras responsabilidades de Rodrigo Zapata fue la redacción de un papel sobre la cuestión de la libre circulación de los obispos españoles en su visita “ad limina” a Roma. Coincidió su estancia en la Corte con el acceso al trono de Francia de Enrique III de Navarra y el planteamiento de las posibles pretensiones españolas al trono francés. Con ese motivo escribió una obra histórico-jurídica fundamentando los derechos que asistían a Felipe II y a la infanta Isabel sobre Borgoña, Bretaña y Francia.

Ya desde 1584, Rodrigo Zapata había entrado en contacto con los Idiáquez en la secretaría de Estado y estaba al tanto de los asuntos relacionados con Francia. Quizá, debido a esta preparación y a su condición eclesiástica, Felipe II lo comisionó ante el Papa y el rey de Francia para exponer sus derechos dinásticos. A primeros de mayo de 1591, Rodrigo Zapata se entrevistó con el enviado de la Liga Católica de los franceses, Janin, que solicitaba el apoyo de Felipe II para su causa. Zapata expuso su posición defendiendo la invalidez de la Ley Sálica y el consiguiente derecho de la infanta Isabel a la corona de Francia. El enviado de la Liga no se oponía a esta idea, con tal de que nuestra infanta contrajera matrimonio con un príncipe elegido por los Estados de Francia. Éstas eran las posiciones que Rodrigo Zapata debía exponer y defender en Roma y París. Sin embargo, no pudo llevar a término esta misión. Hizo su viaje por Calatayud, donde enfermó y después de siete días de “calenturas” murió en su casa natal el día 2 de octubre de 1591, justo cuando se iniciaban en Zaragoza los altercados motivados por la prisión y posterior liberación de Antonio Pérez. En Calatayud, la temprana muerte de Rodrigo Zapata —a los cuarenta y nueve años de edad, según consta en su epitafio— truncó una prometedora carrera política en la Corte que empezaba a dar sus frutos. Había otorgado testamento en Zaragoza el 7 de septiembre de 1585, en poder del notario de la capital del Reino, Miguel Díaz de Altarriba. Tras fallecer, se abrió el testamento el día 15 de octubre de 1591. No fue sepultado como sus antepasados en la capilla que fundó en la iglesia de Santa María de Calatayud —la iglesia de la nobleza bilbilitana— el que fuera canónigo de la Seo, protonotario apostólico y arcediano de Belchite, y posteriormente obispo de Sesa, clérigo de cámara del Papa Alejandro VI y su embajador ante Fernando el Católico, Martín Zapata. Rodrigo Zapata está enterrado en el presbiterio de la iglesia de San Juan el Real, antigua iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús en Calatayud, al que legó todos sus bienes y patrimonio.

Le sucedió en sus títulos y mayorazgo su hermano Manuel, casado con Ana de Urrea. Don Manuel falleció el 8 de abril de 1607 en Soria. En su testamento, otorgado en la ciudad castellana, legaba al colegio de los jesuitas de Calatayud 600 sueldos jaqueses para ornamentar la sepultura de su hermano, pero con la condición de que si no se utilizaban para ese fin fueran dedicados a costear los sufragios por su alma.

 

Obras de ~: Tractatus-juridico historicus quo Jura Regnum Hispaniæ in Galliæ Regnum in primis Valentinum Comitatum ut ex Reginæ Isabelæ, Philippi II filiæ in Britanicæ ducatum asseritur.

Sin publicar: Discurso sobre los condes de Bolonia y de la Picardía, s. f.; Discurso y alegación sobre el Privilegio de veinte de la ciudad de Zaragoza, s. f.; Memoria de las casas de los Zapatas que escrivio Don Rodrigo Çapata y Palafox del Consejo de Indias de su Majestad, Limosnero de La Seo de Çaragoça y fundador del insigne Colegio de la Compañía de Jesús de Calatayud su patria, s. f. [Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 9966]; Memoria de linage de los Zapatas, s. f. (BNE, ms. 11700).

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Clero, Jesuitas, leg. 430 n.º 7 (testamento).

L. Cabrera de Córdoba, Felipe II, Rey de España, Madrid, 1879; G. Gómez Uriel, Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico por don Miguel Gómez Uriel, Zaragoza, 1884-1886, 3 vols; G. Marañón, Antonio Pérez; el hombre, el drama, la época, Madrid, Espasa Calpe, 1958; A. Marco Ibáñez, “Los jesuitas en Calatayud”, en Cuadernos de Aragón, 8-9 (1976), págs. 83-93; J. Caro Baroja, Los judíos en la España Moderna y Contemporánea, vol. II, Madrid, Itsmo, 1986; C. de la Fuente Cobos, “Un noble bilbilitano de finales del siglo XVI: D. Manuel Zapata y Palafox” y J. A. Urzay Barrios y A. Sangüesa Garcés, “Rodrigo Zapata y Palafox, fundador del Colegio de la Compañía de Jesús en Calatayud”, en VV. AA., IV Encuentro de Estudios Bilbilitanos, vol. II, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1997, págs. 281-292 y págs. 293-311, respect.; E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización, y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, vol. I, Historia y organización del Consejo y de la Casa de la Contratación de las Indias, Castilla y León, 2003.

 

Juan Francisco Baltar Rodríguez

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