Ribera, Juan de. ?, s. t. s. XV – p. t. s. XVI. Noble, notario mayor del Reino de Toledo, capitán general de la frontera de Navarra, embajador en Francia, alcaide de Toledo, guarda mayor del Rey y alcaide de las fortalezas de Navarra.
Hijo de Juan de Silva, I conde de Cifuentes, y de Inés de Ribera, su segunda esposa, fue señor de Montemayor, Lagunilla, Villaluenga, Villaseca de la Sagra y el Cerro de Águila. También desempeñó el cargo de notario mayor del Reino de Toledo, la alcaidía de los alcázares de Toledo y el oficio de guarda mayor del Rey.
En 1484 se hizo cargo de la frontera de Navarra por orden de los Reyes Católicos en calidad de capitán general al mando de tropas para asegurar su defensa en un momento crucial para la sucesión en el Reino vecino.
En mayo del mismo año recibió el pleito homenaje que mosén Pierres de Peralta, condestable de Navarra, había prestado a los Reyes Católicos por la fortaleza de Tudela. En poco tiempo Juan de Silva se hizo con un buen número de fortalezas navarras: Viana, el castillo de San Gregorio e Iruleta. En 1488 el señor de Albret y su hijo Juan de Navarra decidieron buscar la protección de los Reyes Católicos, siendo Juan de Ribera quien arbitró las negociaciones entre ambas partes. De este acuerdo se derivaron unas capitulaciones que obligaron a Juan de Ribera a entregar el castillo de Viana y todos los que controlaba en tierras navarras.
En febrero de 1489 Juan de Ribera fue nombrado capitán y asistente de Logroño, Calahorra, Santo Domingo y la villa de Alfaro con facultades para nombrar alcaides en todas estas plazas. Se mantuvo en este cargo hasta 1492 en que los Reyes de Navarra solicitaron ayuda a Isabel y Fernando para poder entrar en su Reino, aplastar las pretensiones del conde de Lerín y poner fin a las luchas de bandos que enfrentaban a las facciones de Lusa y Beaumont. Las negociaciones culminaron en nuevas capitulaciones y en el envío de Juan de Ribera a Navarra durante dos años para que vigilase el cumplimiento de los acuerdos.
Sin embargo, en 1495 el conde de Lerín tomó la villa de Olite, una de las plazas emblemáticas de la Monarquía navarra. Este acontecimiento levantó las sospechas de los Reyes Católicos, que temían la movilización de tropas francesas para la recuperación del enclave. Isabel y Fernando recordaron a los reyes de Navarra, Juan y Catalina de Albret, los acuerdos suscritos en 1492, y en marzo de 1495 se suscribieron nuevas capitulaciones por las que se acordó la entrega en tercería de los castillos de Viana, Lerín, Lárraga, Monjardín, Mendavia, Sangüesa, Santa Cara, Andosilla y Carcar a Juan de Ribera durante cinco años. Asimismo, se estipuló la salida del conde de Lerín del Reino de Navarra y se determinó el destino provisional de sus bienes. Otras condiciones de las capitulaciones incluían el traslado de la infanta Magdalena, hija de los Monarcas navarros, a Castilla durante cinco años. Con el fin de otorgar mayor firmeza al compromiso, varias ciudades, caballeros y alcaides de fortalezas prestaron juramento y pleito homenaje obligándose a cumplir todo lo contenido en las capitulaciones.
La principal función de Juan de Ribera como capitán y alcaide de las fortalezas navarras fue asegurar la vigilancia y defensa del sector fronterizo que le había sido encomendado. Las fortalezas fueron abastecidas de todo lo necesario para su mantenimiento y fueron dotadas de guarniciones formadas por personal cualificado que incluía ballesteros, espingarderos y lanceros. Juan de Ribera percibía más de 600.000 maravedís anuales en concepto de tenencia por estas fortalezas, además de su sueldo de capitán y de otras asignaciones, todo lo cual sobrepasaba el millón de maravedís.
En 1495 la declaración de guerra entre Castilla y Francia confirió mayor protagonismo a Juan de Ribera, ya que realizó varias incursiones en territorio enemigo junto a Pedro Manrique, I duque de Nájera.
Los movimientos en los sectores fronterizos castellanonavarro y castellano-francés prosiguieron en años sucesivos y Juan de Ribera participó ampliamente en estas actividades. En 1497 los Reyes Católicos, temerosos de que los Reyes navarros se retractasen de lo acordado en 1495 a raíz de los movimientos de tropas francesas en las tierras de Bearne y de Labrit, decidieron proteger los confines de Navarra, Guipúzcoa y Vizcaya. Para ello nombraron al condestable de Castilla, Bernardino Fernández de Velasco, cuyas órdenes obedecía Juan de Ribera, teniente general de la frontera con Navarra y alcaide de sus fortalezas, y a Diego López de Ayala, señor de Cebolla y alcaide de Fuenterrabía, como capitán de Guipúzcoa y del condado de Vizcaya.
Finalmente, en 1500 se cumplieron los cinco años de las tercerías y las fortalezas que tenía Juan de Ribera fueron devolviéndose a Navarra paulatinamente a lo largo de aquel año y del siguiente.
Bibl.: L. de Salazar y Castro, Historia Genealógica de la Casa de Silva, vol. I, Madrid, Melchor Álvarez y Mateo de Llanos, 1685, págs. 433-443; L. Suárez Fernández, Fernando el Católico y Navarra: el proceso de incorporación del reino a la Corona de España, Madrid, Rialp, 1985, págs. 149-199; M. C. Castrillo, La tenencia de fortalezas en la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media: relaciones de poder entre monarquía, nobleza y ciudades (siglos XIII-XV), Madrid, Universidad Complutense, 2003, págs. 949-952.
María Concepción Castrillo Llamas