Baeza, Gonzalo de. ?, p. m. s. XV – p. s. XVI. Tesorero de los Reyes Católicos. Camarero y tesorero del príncipe don Juan, notario mayor de los Privilegios y contador mayor de las Relaciones.
Gonzalo de Baeza, tesorero de los Reyes Católicos, es un personaje conocido a través de sus cuentas, pero se sabe muy poco sobre su vida. Las cuentas de Baeza tienen un extraordinario valor, ya que, a través de sus libranzas, se conocen los gastos de la reina Isabel I y de su Casa. Gracias a ese extraordinario documento se tiene información sobre decenas de cuestiones relativas a detalles de la vida más cotidiana de la época: desde noticias de celebraciones de embajadas, pasando por los precios de los artesonados, o los cambios monetarios en el reino.
Como tantos otros colaboradores de los monarcas, Gonzalo de Baeza era un hombre procedente del entorno de la Reina, a la que seguramente ya había servido siendo princesa. Tras su llegada al trono, faltó tiempo para que Isabel I le confirmara en el cargo de tesorero que se haría extensivo, más adelante, a sus hijos, esto es, a la princesa de Portugal —Isabel— y al heredero, el príncipe don Juan. Esto último —tesorero de los príncipes— está comprobado por la ingente documentación de los gastos de ambos hermanos.
La primera noticia que consta del gran tesorero remite a la guerra civil que enfrentó a isabelinos y juanistas. Un hermano de Gonzalo, Pedro de Baeza, era capitán de las fuerzas del II marqués de Villena, Diego López Pacheco, y también dominaba el castillo de Garcimuñoz, militando en el bando de los rebeldes como su señor. Pedro también era alcaide de la fortaleza de Trujillo, más adelante entregada a los futuros Reyes Católicos por mediación de Gonzalo, su hermano, que militaba en el bando contrario. Un sobrino del tesorero, Antonio, también fue alcaide de la fortaleza de Escalona.
Ya consolidado como fiel servidor de Isabel y Fernando, Baeza aparece en la documentación ostentando dignidades varias: notario mayor de los privilegios, regente de la escribanía mayor de los privilegios y confirmaciones y contador de las relaciones. En virtud de este último cargo, su firma aparece en las capitulaciones y documentos que los Reyes Católicos y Boabdil acordaron para ultimar la entrega de Granada.
Las noticias sobre Gonzalo de Baeza se acumulan a partir de la década de los noventa. Así, el 15 de octubre de 1490, ya tesorero del príncipe don Juan, era nombrado en el citado cargo de notario mayor de los privilegios por los Reyes en Córdoba, título que se le otorga en lugar del secretario Fernando Álvarez de Toledo, que renunció a este oficio, con la quitación que él tenía —que no se consigna—, aunque sí están registrados libramientos de dieciocho mil maravedís de 1491 a 1498. También se conoce el documento por el que Álvarez de Toledo afirma haber vendido dicho oficio a Gonzalo de Baeza.
Uno de los documentos más curiosos del personaje es el famoso Memorial por el que el tesorero explicaba que la Reina no había querido firmarle las nóminas de gastos —“hechos para cosas de la cámara de la princesa”—, lo que le obligó a la presentación de pagos y fes de escribanos públicos. Con el comienzo de siglo continúan las muchas noticias de los descargos y libranzas del tesorero para los más variados gastos y pagas, si bien lentamente se apagan las noticias oficiales.
Las últimas informaciones remiten a cuestiones patrimoniales. De 1497 consta una carta de venta de varias casas sitas en Medina del Campo y en Valladolid compradas por el tesorero real que aparece referido como vecino y regidor de Valladolid. De 1507-1509 consta su nombre en un pleito del hospital de Santa María de Esgueva de Valladolid y también en documentación referente a ejecuciones por los réditos de un censo fundado en favor del citado hospital.
De su familia sólo consta el nombre de un hijo, Rodrigo de Baeza, que en 1499 es citado por una cuestión sobre los mudéjares de la aljama de Guadix.
Gonzalo de Baeza fue, como tantos hombres que colaboraron en el Gobierno de los Reyes Católicos, un personaje al que se conoce por su obra y del que se adivina su importancia, pero su vida propia es casi desconocida. Su nombre desaparece de las fuentes documentales a partir de la segunda década del siglo XVI.
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Dolores Carmen Morales Muñiz