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Pedro de Acuña

Biografía

Acuña, Pedro de. Conde de Buendía (I). ?, p. t. s. xv – 1482 sup. Noble. Hijo de Lope Vázquez de Acuña, señor de Buendía.

Sucedió a su padre en 1446. A lo largo de su vida participaría muy activamente en todos los conflictos políticos que se desarrollaron en el reino de Castilla durante los reinados de Juan II y Enrique IV.

Su decidida militancia en el bando real frente a los infantes de Aragón y la protección que le proporcionó su hermano el belicoso arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo —la persona que más colaboraría en el engrandecimiento de los Acuña—, fueron las causas que explican, por una parte, el incremento muy notable del patrimonio heredado, y por otra su promoción a la nobleza titulada. Ya antes de recibir la herencia paterna, don Pedro había aportado a la hacienda familiar, cuando todavía era oficial de cuchillo de Juan II, las villas de Mansilla, Rueda y Castilberrón con sus castillos, jurisdicción, rentas, etc.

Era la recompensa que recibía por su participación en la caída y posterior expulsión del reino de los infantes de Aragón. Sin embargo, en 1439, tras la reconciliación de Juan II con sus primos los infantes, el Monarca se vería obligado a devolverles su patrimonio. Así, en Madrigal el 9 de diciembre de ese año, Juan II recuperaba las villas que había donado a Pedro Acuña, que pasaban de nuevo a poder del rey de Navarra. A cambio, le compensaba por esa pérdida con la concesión de una villa importante, Dueñas, cabeza de la merindad de Campos, en el obispado de Palencia. Esta villa había pertenecido hasta entonces a la esposa del Monarca, la reina María, que fue obligada por su marido a renunciar a ella a cambio de un juro de heredad de cuarenta mil maravedíes.

Unos años más tarde su hermano, el arzobispo Carrillo, le concedió el adelantamiento de Cazorla, un oficio ligado a la sede toledana. Sería también por entonces cuando conseguiría, por renuncia de su primo Gómez Carrillo, señor de Torralba, un oficio muy codiciado, el de alcalde-entregador de la Mesta, que le sería confirmado por Enrique IV en 1454.

La cumbre de su carrera la alcanzaría más tarde, cuando se alineó junto a los nobles que apoyaban al infante Alfonso como rey de Castilla. Tras la entronización del infante, y la deposición de Enrique IV en la farsa de Ávila, sería recompensado por el primero, a fin de consolidarle en su bando, con la concesión del título de conde de Buendía. Bien es verdad que sin la intervención de su hermano, el arzobispo Carrillo, firme puntal del titulado Alfonso XII, don Pedro nunca hubiera conseguido ese título, como así se haría constar en la donación otorgada en el campamento real sobre la villa de Arévalo el 9 de junio de 1465. En ese mismo año recibiría también las tercias reales de su villa de Dueñas, y poco después obtuvo las tercias de algunos lugares de la merindad palentina de Campos y Cerrato.

Tras la muerte de don Alfonso, don Pedro se inclinaría, siguiendo los consejos de su hermano el arzobispo, hacia el bando que representaban los príncipes Isabel y Fernando que, una vez asentados en el trono, en 1477 le confirmarían en el título de conde de Buendía, tras perdonarle por haber intervenido en la Guerra de Sucesión a favor de doña Juana, la presunta hija de Enrique IV.

El primer conde de Buendía debió de morir en 1482, año en que otorga su testamento. Casado con Inés de Herrera, el matrimonio tuvo al menos ocho hijos. El primogénito, llamado como su abuelo Lope Vázquez de Acuña, heredaría el mayorazgo creado por su padre en 1475, del que formarían parte las villas de Buendía y Dueñas, más la fortaleza de Anguix. Al segundo, Pedro, su progenitor le destinaría la villa de Villaviudas. El tercero, Fernando, fue el encargado por los Reyes Católicos de pacificar el reino de Galicia. El cuarto, Luis, sería señor de la villa de Agramonte. Finalmente, el quinto, Alonso Carrillo fue obispo de Pamplona. En cuanto a las hijas, sólo se conocen sus nombres: María, casada con Juan de Vivero, primer vizconde de Altamira, Leonor, casada con Pedro Manrique, segundo conde de Paredes de Nava, y Teresa, de la que nada se sabe.

 

Bibl.: A. Franco Silva, El condado de Buendía (en prensa).

 

Alfonso Franco Silva

 

 

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