Zambrano Alarcón, María. Vélez-Málaga (Málaga), 22.IV.1904 – Madrid, 6.II.1991. Filósofa.
Era hija de Blas Zambrano y de Araceli Alarcón, ambos maestros nacionales del grupo escolar de calle Salvador Rueda, conocida popularmente como calle Mendrugo. En 1907 María Zambrano pasó una temporada con su abuelo materno, Francisco Alarcón, maestro de instrucción pública, en Bélmez de la Moraleda (Jaén). María estuvo muy enferma. A los cuatro años, se trasladó con sus padres, primero a Madrid, donde permaneció durante un año y posteriormente a Segovia (1909), donde su padre fue nombrado profesor de Gramática Castellana en la Escuela Normal de aquella ciudad.
En Segovia, Blas Zambrano se convirtió pronto en el eje de los movimientos más activos y progresistas. En esa ciudad fundó la revista Castilla (1917) y el periódico Segovia (1919) y coincidió con Antonio Machado, con el que estableció una gran amistad.
El 21 de abril de 1911 nació su hermana Araceli, en palabras de María Zambrano, el regalo más grande que le hicieron sus padres. En 1915 comenzó su bachillerato, que terminó seis años después. Fue una buena estudiante con calificaciones excelentes. Fue en este período cuando descubrió a los autores de la generación del 98 gracias a la biblioteca de su padre. Aquí también conoció a su primo Miguel Pizarro, el gran amor de su vida, en un viaje que éste hizo para conocer a sus familiares de Segovia. Miguel acababa de terminar la licenciatura en Filosofía. Blas Zambrano se opuso a esta relación por considerarla incestuosa. Quizá tras esta excusa se ocultaba el miedo de que a su hija le ocurriera como a su hermana María de los Ángeles, que murió tras su segundo parto y que él achacaba a la consaguinidad entre los esposos. María Zambrano cayó muy enferma y Miguel se fue, desilusionado, a Japón, donde fue nombrado profesor de Español en Osaka. Años más tarde, Blas Zambrano aceptará estas relaciones, pero Miguel conoció, en unos cursos que impartió en Bucarest, a Graciana Oniciu, con la que terminó casándose.
María Zambrano comenzó sus estudios de Filosofía como alumna libre cuando aún vivían en Segovia. Tuvo, en la Universidad Complutense, profesores tan prestigiosos como Ortega y Gasset, al que siempre consideró su maestro, García Morente, Besteiro, Zaragüeta y Zubiri, al que sustituyó en sus clases, mientras éste estuvo estudiando con Heidegger en Alemania, y con el que tuvo una entrañable amistad.
Zambrano se trasladó con sus padres a Madrid en 1926. En 1928 comenzó a escribir en El Liberal una columna bajo el título Mujeres. En ella se observa su transformación de una señorita burguesa, entretenida en bordar mariposas, según sus palabras, en una joven intelectual plenamente inserta en la actividad social y política. Zambrano descubrió la dura realidad de las mujeres campesinas y obreras de ese momento en España. Como dirá años más tarde, “mi adolescencia [...] fue la política”. María Zambrano ingresó en la Federación Universitaria Española (1928), participó en las Misiones Pedagógicas y, como periodista, escribió en El Liberal, La Libertad, Cruz y Raya, Los Cuatro Vientos y Azor, todos ellos de Madrid, y El Manantial de Segovia. También asistía a las tertulias de la Revista de Occidente.
Su inquietud política le llevó a acudir con otros compañeros a Ortega y Gasset, al que admiraba, con el propósito de convencerlo de que creara un movimiento político, “un ensayo en grande de la reorganización nacional”, según sus palabras, con el que aquel grupo de compañeros que estaban dispuestos a entregarse por entero. Ortega se ofreció a orientarlos y dirigirlos pero no aceptó la dirección de mando.
Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera (1930), Zambrano colaboró con los compañeros en conseguir la llegada de la República. El 1 de febrero de 1930 escribió a Ortega instándole a que se decidiera por el republicanismo. “La primera exigencia indudable —dice allí— en la dignificación y nacionalización españolas pasa por el advenimiento del régimen republicano”.
En 1930 publicó su primer libro, Nuevo liberalismo, en el que estaba muy presente el pensamiento de Ortega. La obra no pudo ser reeditada hasta después de su muerte, porque Zambrano se oponía a ello ya que —según decía— se sentía muy lejos de aquellos planteamientos.
En 1931 fue nombrada profesora auxiliar de Metafísica a propuesta de Ortega. En su obra Hacia un saber sobre el alma, Zambrano habla de tres tentaciones que tuvo que superar para dedicarse a la filosofía: la claridad de Ortega y en contrapartida la oscuridad de Zubiri, la invitación de la Federación Universitaria Española a dedicarse a la política y la posterior invitación de Jiménez de Asúa a presentarse como diputada a las Cortes Constituyentes de la República por el Partido Socialista.
El 14 de abril de 1931 se proclamó la República. Las hermanas Zambrano acudieron a la Puerta del Sol cubiertas con la bandera republicana. Zambrano ingresó en el Partido Acción Republicana fundado por Manuel Azaña, y del que se dio de baja, desilusionada, tras los disturbios callejeros y la quema de iglesias de mediados del mes de mayo con la pasividad del Gobierno. Zambrano estaba muy desilusionada de la República y se decidió, con un grupo de compañeros, a crear un partido al que va a denominar Frente Español. El manifiesto institucional, publicado en el periódico Luz, el 7 de marzo de 1932, comenzaba diciendo: “El advenimiento de la República fue una coyuntura sin igual para que España recobrara su ruta histórica [...] Todo cuanto se ha hecho en España a partir de aquel momento han sido tanteos en el vacío”. Y continuaba un poco más adelante: “Una política que no consiguió salvar el único valor perenne de la idea liberal: el sentido de respeto a la dignidad espiritual del hombre”. Y recriminaba a los partidos existentes en aquel momento, “que han ignorado que el interés de España está por encima de las combinaciones de partido”.
José Antonio Primo de Rivera se entrevistó con los dirigentes de Frente Español y les invitó a formar parte de su propio partido. María Zambrano le echó en cara que se había rodeado de “pistoleros”, pero parte de sus compañeros aceptaron la invitación y se llevaron las iniciales del Frente Español. Zambrano, indignada, disolvió su partido.
El levantamiento militar sorprendió a María Zambrano, que lo calificó de “catástrofe” y de “traición” y se colocó decididamente a favor de la República. En septiembre, Zambrano se casó con un compañero de Facultad, Alfonso Rodríguez Aldave, que había sido nombrado secretario de la embajada de la República en Chile y marchó con él a Santiago. En el camino, paró en La Habana, donde fue invitada por un grupo de intelectuales, entre los que se encontraba Lezama Lima, con el que a partir de entonces le iba a unir una gran amistad.
Desde su pequeño despacho de la Embajada, organizó actos a favor de la República. Publicó la primera antología sobre García Lorca y otra antología de poemas de la guerra, la primera de las cuales fue reeditada en facsímil por la Fundación María Zambrano en 1989.
Regresó a España en junio de 1937 al ser llamado su marido a filas, pese a las numerosas ofertas recibidas para quedarse en Chile. Fue nombrada consejero de Propaganda y consejero nacional de la Infancia Evacuada. Colaboró con la revista Madrid y Cuadernos de la Casa de España. Vivió en Valencia y posteriormente en Barcelona, desde 1938. Allí murió su padre el 29 de octubre de ese año.
María Zambrano salió para el exilio el 29 de enero de 1939. En la frontera coincidió con Antonio Machado, que, ya muy enfermo, era acompañado por su madre. A los pocos días, marchó con su marido a París, desde donde partirá, gracias a la ayuda de su amigo Octavio Paz, en aquel entonces embajador de México, hacia la capital mexicana con destino a la Casa de España, desde donde la mandaron como profesora de Filosofía a la Universidad de San Nicolás de Hidalgo de Morelia. Allí permaneció durante un año, en que marchó a La Habana invitada por la Universidad para dar unas conferencias sobre Séneca y el estoicismo. Cayó enferma, lo que le obligó a demorar su vuelta a Morelia. La Universidad de San Nicolás le rescindió el contrato. Durante su estancia en Morelia publicó Pensamiento y poesía en la vida española y Filosofía y poesía, además de iniciar una prolongada y fecundísima colaboración con varias revistas hispanoamericanas.
Zambrano permaneció en las islas —Cuba y Puerto Rico— hasta 1946. En 1945 publicó la Agonía de Europa, que se la dedicó a su madre. En La Habana impartió clases en la Universidad y en el Instituto de Altos Estudios e Investigaciones Científicas. Zambrano llegó por primera vez a San Juan en la primavera de 1940 invitada por la Asociación de Mujeres Graduadas. En 1943 publicó uno de los libros más queridos por ella: La confesión, genero literario y método y en 1958, Persona y Democracia, una de sus obras fundamentales.
En 1946 viajó a París ante la grave enfermedad de su madre. Cuando llegó (6 de septiembre), ésta ya había sido enterrada. Las hermanas Zambrano permanecieron ya para siempre juntas. “Ellas dos —escribe en Delirio y destino— hacían una sola alma en pena”. En 1949 se establecieron en México, donde le fue ofrecida a la filósofa veleña la Cátedra de Metafísica, vacante a la muerte de García Bacca. Por razones que se desconocen, renunció a ella y se trasladó de nuevo a La Habana, hasta 1953 en que las hermanas Zambrano se instalaron en Roma. Allí permanecieron, con breves ausencias, hasta 1964. En Roma sufrieron dolorosas penurias económicas, pero fue un período clave en su evolución intelectual. Publicó El hombre y lo divino (1955) y La España de Galdós (Madrid, 1960) y se gestó otra obra fundamental, Los sueños y el tiempo, que marcó la salida de una grave crisis humana, religiosa y filosófica que sufrió en esta época y que le hizo pasar por la noche oscura del nihilismo, como se manifiesta en su célebre poema “Delirio del incrédulo”. Para expresar esta crisis Zambrano cita unos versos de Neruda: “El corazón, pasando por un túnel/ oscuro, oscuro, oscuro/ como un naufragio hacia dentro nos morimos/ como ahogados en el corazón,/ como irnos cayendo desde la piel del alma”. En enero del 1963, escribió a su amiga Reyna Rivas: “Reyna no tienes ni siquiera que tener ánimo, porque no tienes que luchar ni que vencer ninguna dificultad.
Sólo dejar que una puerta que hay dentro de ti se abra de par en par [...] Deja que se abra y que la vida y el amor que mora en ti, te infundan y todo te sea resuelto”. La crisis estaba pasando. En Roma estableció contacto con importantes intelectuales italianos y españoles. Ciorán, que también la conoció en esta época, dirá de ella que era la intelectual más brillante del siglo XX.
En septiembre de 1964 se trasladaron las hermanas a La Pièce, a una modesta casa de campo de un pueblecito de apenas tres casas cerca del lago de Leman en el Jura francés. Fue un período muy fecundo de estudio, publicó La tumba de Antígona, autobiografía poética. Aquí murió Araceli, el 20 de febrero de 1972. Fruto de sus meditaciones en soledad, escribió Claros del bosque, que le dedicó a su hermana.
En 1973 vivió nuevamente en Roma en un hermoso ático que le proporcionó su “hermano” Timothy Osborne. De 1974 a 1978 volvió a residir en La Piéce. En 1978 se trasladó a Forney Voltaire, muy cerca del Château de Voltaire. En 1980 se instaló en un modesto apartamento en la avenida Sécheron de Ginebra. Pese a su quebrantada salud, siguió trabajando incansablemente.
En 1956 el filósofo francés Alai Guy en su libro Les philosophes espagnols d’hier et d’aujourd’hui destaca la importancia de su pensamiento. En España, salvo unas breves alusiones de Valbuena Prat y Muñoz Alonso, no aparecen estudios sobre su obra hasta el escrito de José Luis López Aranguren (1960) y de José Luis Abellán en su obra Filosofía Española en América (1966). En 1976 los directores de los departamentos de Literatura, Cristóbal Cuevas, y de Filosofía, Juan Fernando Ortega, propusieron el doctorado honoris causa de la Universidad de Málaga simultáneamente para la filósofa veleña y Jorge Guillén. En 1978 se defendió la primera tesis sobre María Zambrano, que realizó A. Doblas y dirigió Juan Fernando Ortega. A propuesta de este último, el Ayuntamiento de Vélez-Málaga se puso en contacto con la filósofa, le invitó a volver a su pueblo y le ofrecieron una residencia y una pensión. En 1981 se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En 1982 se publicó el primer libro sobre ella, María Zambrano o la metafísica recuperada, en el que participaron Aranguren, Valente, Alain Guy, Gimferrer, Doblas y que dirigió Juan Fernando Ortega.
María Zambrano volvió a España el 20 de noviembre de 1984 y se instaló en Madrid, gracias a la ayuda de un grupo de amigos y admiradores como Aranguren, Jesús Moreno, Rogelio Blanco y José Luis Abellán. Su casa era lugar de encuentro de numerosos conocidos y amigos. En 1985 fue nombrada Hija Predilecta de Andalucía. En 1988 se le concedió el Premio Miguel de Cervantes y en 1989 fue propuesta para el Nobel de Literatura. En 1987 se constituyó oficialmente la Fundación que lleva su nombre y que ella misma presidió. Murió en Madrid el 6 de febrero de 1991. Sus restos reposan en el Cementerio Municipal de Vélez-Málaga.
Obras de ~: Nuevo liberalismo, Madrid, Morata, 1930; Los intelectuales en el drama de España, Santiago de Chile, Panorama, 1937; Pensamiento y poesía en al vida española, México, La Casa de España, 1939; Filosofía y poesía, Morelia, Universidad Michoacana, 1939; Isla de Puerto Rico (nostalgia y esperanza de un mundo mejor), La Habana, La Verónica, 1940; La confesión, género literario y método, México, Luminar, 1943; El pensamiento vivo de Séneca, Buenos Aires, Losada, 1944; La agonía de Europa, Buenos Aires, Sudamérica, 1945; Hacia un saber sobre el alma, Buenos Aires, Losada, 1950; El hombre y lo divino, México, Fondo de Cultura Económica (FCE), 1955 [pról. de M.ª F. Santiago Bolaños, Madrid, FCE, 2007 (col. Heteroclásica-Pensar en español, 3)]; Persona y democracia, San Juan, DIP, 1958 (Madrid, Siruela, 1996); La España de Galdós, Madrid, Taurus, 1960; España, sueño y verdad, Barcelona, Edhasa, 1965; El sueño creador, Xalapa (México), Universidad Veracruzana, 1965; La tumba de Antífona, México, Siglo XXI, 1967; Obras reunidas, Madrid, Aguilar, 1971; Claros del bosque, Barcelona, Seix Barral 1977; Dos escritos autobiográficos, Madrid, Entregas de la Ventura, 1981; Dos fragmentos sobre el amor, Málaga, Imprenta Dardo, 1982; Andalucía, sueño y realidad, Granada, Ediciones Andaluzas Unidas, 1984; De la aurora, Madrid, Turner, 1986; Senderos, Barcelona, Anthropos, 1986; María Zambrano en Orígenes, México, Ediciones del Equilibrista, 1987; Notas de un método, Madrid, Mondadori, 1989; Delirio y destino, Madrid, Mondadori, 1989; Para una historia de la piedad, Málaga, Torre de las Palomas, 1989; Algunos lugares de la pintura, Madrid, Espasa Calpe, 1989; Los bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990; Los sueños y el tiempo, Madrid, Siruela, 1992; La razón en la sombra: antología, ed. de J. Moreno Sanz, Madrid, Siruela, 1993 (2.ª ed., 2004); María Zambrano, nacer por sí misma, Madrid, Horas y Horas, 1995; Las palabras de regreso, Salamanca, Amorú Ediciones, 1995; La Cuba secreta y otros ensayos, Madrid, Endimión, 1999; María Zambrano. La humanización de la sociedad (antología de textos), est. de J. F. Ortega, Sevilla, Unión General de Trabajadores de Andalucía, 2001; Algunos lugares de la poesía, ed. de J. F. Ortega Muñoz, Madrid, Trotta, 2008; Esencia y hermosura, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2010; Obras completas, dir. de J. Moreno Sanz, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2011-, 6 vols.
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Juan Fernando Ortega Muñoz