Infante Pérez, Blas. Casares (Málaga), 5.VII.1885 – Sevilla, 10.VIII.1936. Político.
Blas Miguel de los Santos Infante Pérez nació el 5 de julio de 1885 en el pueblo malagueño de Casares, hijo de Luis Infante Andrade y de Ginesa Pérez Romo, en el seno de una familia labradora. Con once años se trasladó a Archidona para estudiar en el colegio de los escolapios como alumno interno; logró el grado de bachiller en el instituto Nuestra Señora de la Victoria de Málaga en 1902. Debido a la precaria situación económica de su familia, entró a trabajar en el Juzgado de su pueblo. En 1904 se matriculó en la Facultad de Derecho de Granada, donde, estudiando por libre, se licenció en octubre de 1906. En 1910, tras ganar las oposiciones a notarías, ejerció de notario de Cantillana (Sevilla).
Su biógrafo Ortiz de Lanzagorta destaca la influencia que tuvo para Blas Infante su encuentro con Granada, donde afloró su sensibilidad andaluza, conectó con las corrientes regeneracionistas, conoció el krausismo y el anarquismo y descubrió la “comunión de lo personal y lo colectivo”. Allí se convirtió en un lector atento a los temas más variados y, sobre todo, a la historia andaluza; en Granada se encontró con uno de los componentes de su futuro andalucismo: la cultura de al-Andalus.
Su pensamiento se alimentó, fundamentalmente, de tres ingredientes: el krausismo, el costismo y el federalismo.
En primer lugar, la influencia krausista se hizo presente en su talante “organicista”, pues veía la nación como un organismo suprarregional, compuesto de una serie de partes vivas —las regiones— que se articulan armónicamente. En segundo lugar, la influencia de Joaquín Costa, muy en particular de su Colectivismo agrario, se tradujo en su preocupación por el problema de la tierra, especialmente duro en Andalucía. Además, tomó de Costa multitud de proyectos que quedaron expuestos en su Ideal andaluz de 1915, como el fenómeno de las clases medias campesinas, la restitución del patrimonio municipal, la defensa de las leyes naturales de la producción, etc. Por último, la herencia del organicismo krausista y del ideal federativo sinalagmático de Pi y Margall desembocaron en la concepción política de un federalismo. Para Blas Infante había que lograr una síntesis de las dos, articulando el organicismo a través de pactos sinalagmáticos.
Con este bagaje intelectual y con su singular sensibilidad social, Blas Infante llegó al andalucismo. Esta sensibilidad social que le lanzó a la acción política tenía un indiscutible referente: el jornalero andaluz. Él se crió entre jornaleros y, por lo tanto, se consideraba hijo de ese pueblo: “Yo soy del pueblo [...] yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero”, llegó a escribir. Desde estos supuestos definió la identidad de Andalucía. Su andalucismo, dijo Tierno Galván, no es sino “la defensa de la región andaluza, de sus cualidades positivas y protesta de su miseria y explotación”. Juan Antonio Lacomba ve en su planteamiento una fuerte carga idealista y una visión esencialista. Infante buscó la configuración política del difuso sentimiento de amor a la tierra para transformarlo en conciencia de pueblo; propugnó, luego, un nacionalismo moderno y modernizador como instrumento de recuperación y dignificación de una Andalucía sometida desde dentro y desde fuera. Su proyecto, siempre desde presupuestos claramente regeneracionistas, buscaba la redención económica y moral de Andalucía para impulsarla hacia el futuro. Y en dicho proyecto se conjugaba su ideal andaluz con un fin mayor de construir una España nueva, plural y solidaria.
A partir de 1912, comenzaron los grandes debates sobre Andalucía, que pusieron de relieve la existencia de una preocupación regionalista y que tuvieron siempre como protagonista a Blas Infante. En primer lugar, el debate sobre la Mancomunidad (1912), con la confluencia entre andalucismo y georgismo, Progreso y miseria, que se convirtió en una especie de Biblia económica para Blas Infante. A continuación, convertido ya al pensamiento fisiocrático, proclamó “la libertad de la tierra, base necesaria de la libertad de los hombres” en el Primer Congreso Georgista de Ronda, en 1913. La formulación teórica del pensamiento regionalista de Blas Infante se expuso en 1915 en su Ideal andaluz, en el que proponía crear una conciencia colectiva regional transformando las estructuras, educando al pueblo y creando una clase media campesina, de manera que se lograse que “la tierra andaluza sea para el jornalero andaluz”. Y por fin, la articulación definitiva del andalucismo se llevó a cabo, a partir de 1916, mediante los Centros Andaluces y revistas como Andalucía, cauces en los que se comprueba cómo el pensamiento de Infante —que en 1917 habla ya de nacionalismo andaluz— se articulaba en torno a tres ejes: la reforma política, la reforma económica y la reforma municipal.
Los debates continuaron en la Asamblea de Ronda de 1918 y en el Manifiesto de Córdoba de 1919, que hablaba ya de abolición de los poderes centralistas, de una Andalucía libre, de federación hispánica. En este manifiesto quedó definitivamente diseñada la postura de Blas Infante sobre la cuestión agraria. Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, Blas Infante reflexionó sobre Andalucía en Carta acerca del fundamento de Andalucía. En 1931 se articuló la Junta Liberalista de Andalucía, una vez más con la ayuda de Blas Infante. En 1932, Blas Infante se hizo militante de Izquierda Radical Socialista, partido que, aun siendo de carácter nacional, defendía paralelamente su andalucismo. El anteproyecto de Estatuto apareció en 1932. Y en 1933 se celebró la Asamblea de Córdoba.
En enero de 1936 escribió la Carta andalucista, en la que atisbaba un clima de guerra civil, y el 15 de julio de 1936, el que fue su último manifiesto, A todos los andaluces, pedía su unión para el logro de la autonomía, y en él, entre otras muchas cosas, decía que “Andalucía libre será España libre de [...] la influencia desvirtuadora ejercida por otros pueblos sobre España”, y termina: “Andalucía y la Paz”.
Detenido por las fuerzas franquistas de Queipo de Llano el 2 de agosto, en la noche del 10 del mismo mes, con otros detenidos, fue conducido en un camión hacia la carretera de Carmona, donde fue fusilado, en el linde de la antigua Huerta de las Clarisas.
El 4 de mayo de 1940 un jurado dictaba sentencia para justificar su muerte, dando estas razones: “Formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931; en los años sucesivos hasta el 1936 se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz, y [...] falleció el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra”. Sus ideas han permanecido hasta nuestros días, y la Comunidad Autónoma de Andalucía y el andalucismo han recibido de él no sólo la herencia de sus símbolos, sino su ideal de hacer una “Andalucía para sí, para España y para la Humanidad”. Hoy es considerado el padre del nacionalismo andaluz.
Obras de ~: Ideal andaluz: varios estudios acerca del Renacimiento de Andalucía, Sevilla, Joaquín L. Arévalo, 1915 (ed. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía [1982]); La Sociedad de las Naciones, Sevilla, Gómez Hermanos, 1919; Motamid, último rey de Sevilla: exposición dramática del reinado del Príncipe Abul-Kasim-Mohamed Ibn Abbad-el Billah, Sevilla, Imprenta de la Editorial Avante, 1920 (Sevilla, Sur [1983]); La verdad sobre el complot de Tablada y el estado libre de Andalucía, Sevilla, Publicaciones de la Junta Liberalista de Andalucía, 1931 (ed. Granada, Aljibe, 1979); Andalucía desconocida, Sevilla, Publicaciones de la Junta Liberalista de Andalucía, 193?; Fundamentos de Andalucía, s. f. (inéd.) (transcrip. en ed. y est. de M. Ruiz Lagos, Sevilla, Fundación Blas Infante, 1983); Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo (1929-1933), Sevilla, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura, 1980; Antología de textos, selec., intr. y notas de M. Ruiz Lagos, presentación de R. Escuredo Rodríguez [Sevilla], Fundación Blas Infante, 1983.
Bibl.: M. Ruiz Lagos, Ilustrados y reformadores en la Baja Andalucía, Madrid, Editora Nacional, 1974; País andaluz, s. l., Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1978; J. Acosta Sánchez, Andalucía: reconstrucción de una identidad y la lucha contra el centralismo, Barcelona, Anagrama, 1978; Historia y cultura del pueblo andaluz, Barcelona, Anagrama, 1979; M. Ruiz Lagos, El andalucismo militante: dialéctica y crónica del “ideal andaluz”, Jerez de la Frontera, Sexta, 1979; J. L. Ortiz de Lanzagorta, Blas Infante: vida y muerte de un hombre andaluz, Sevilla, Fernández-Narbona, 1979; J. M.ª de los Santos López, Andalucía en la revolución nacionalista, Granada, Aljibe, 1979; Anónimo, “Infante, Blas”, en Gran Enciclopedia Andaluza, t. V, Sevilla, 1979; M. Ruiz Lagos, Tesis y claves del andalucismo histórico, Granada, Andalucía Libre, 1980; E. Lemos Ortega, M. Ruiz Lagos y J. M.ª de los Santos López, La tierra: proyecto económico del andalucismo histórico (1868- 1931), Jerez de la Frontera, Sexta, 1980; J. A. Lacomba Abellán (ed. y pról.), Blas Infante, perfiles de un andaluz: [conferencias], Málaga, Servicio de Publicaciones, Diputación Provincial, 1985; Regionalismo y autonomía en la Andalucía contemporánea (1835-1936), Granada, Caja General de Ahorros y Monte de Piedad, 1988; J. Hurtado Sánchez, “Infante Pérez, Blas”, en VV. AA., Diccionario de ateneístas de Sevilla, vol. I, Sevilla, Ateneo de Sevilla, 2002, págs. 228-233; VV. AA., Homenaje al ateneísta Blas Infante, Sevilla, Ateneo de Sevilla, 2004; M. Ruiz Romero, Blas Infante Pérez (1885-1936), Sevilla, Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces, Consejería de la Presidencia, Junta de Andalucía, 2010.
Luis Palacios Bañuelos