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Sofonisba Anguissola

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Biografía

Anguissola, Sofonisba. Cremona (Italia), 1535 – Palermo (Italia), XI.1625. Pintora, música, literata, profesora de pintura y dama de honor de Isabel de Valois.

Nació en Cremona —perteneciente al ducado de Milán— siendo la mayor de seis hermanos —cinco hermanas y un hermano—, hijos del matrimonio formado por Amílcar Anguissola, senador de la ciudad, y Bianca Ponzoni. Cremona estaba reponiéndose de dos grandes plagas de peste y de las consecuencias de las eternas guerras entre las tropas imperiales y francesas, que habían castigado esta ciudad. La victoria de Pavía en 1525 le había asegurado a Carlos V la supremacía en Italia y en 1535, con la muerte del último Sforza, se traspasó la administración de Milán primero al Emperador y después a España, comenzando una época de paz y prosperidad. Cremona llegó a ser una de las ciudades más importantes del valle del Po, con un florecimiento cultural en todos los campos, especialmente en el de la música y las artes plásticas.

Los padres, seguidores de las ideas de Castiglione sobre la importancia de la educación de la mujer, enviaron en 1546 a sus dos hijas mayores, Sofonisba y Elena, al taller del pintor Bernardino Campi, hecho entonces inaudito. En ese taller empezó su primera formación, especialmente en el género del retrato.

Cuando en 1549 Bernardino Campi se trasladó a Milán, llamado por el gobernador Ferrante Gonzaga, las hermanas siguieron su aprendizaje con Bernardino Gatti, influenciado por la escuela de Leonardo.

Ya en 1550, el humanista Gerolamo Vida incluyó a Sofonisba “inter egregios pictores nostri temporis”.

Prueba de su talento en esta fecha es el retrato de su hermana Elena de 1551 (Southampton, City Art Gallery).

Tras éste hizo un dibujo de su hermana Minerva enseñando a leer a una vieja sirviente (Florencia, Ufizzi, Gabineto de Disegni e Stampe). Al llegar este dibujo a las manos de Miguel Ángel, éste, gratamente sorprendido por el talento de la joven, le pidió que le hiciera, en vez de una niña riendo, un niño llorando.

Sofonisba le envió un dibujo de su hermano Asdrúbal con los dedos pinzados por un cangrejo (Florencia, Ufizzi, Gabineto de Disegni e Stampe).

Con estos dos dibujos, Sofonisba se convertía en precursora de la pintura de género en Italia.

Después de que en 1552 su hermana Elena ingresara en el convento de las dominicanas en Mantua, Sofonisba seguía practicando la pintura y también se dedicó a enseñar a sus tres hermanas: Lucía, Minerva y Europa, todas con facilidad para el dibujo.

De 1554 se conserva, de la larga lista venidera, el primero de sus autorretratos (Viena, Kunsthistorisches Museum). En 1555 pintó a sus tres hermanas jugando al ajedrez (Poznan, Museo Narodowe). Después de 1555 se representó por primera vez en un autorretrato como pintora (Lankut, Museum Zanek) y después como música (Althorp, Lord Spencer).

A continuación retrató amigos y personas conocidas en Cremona, como un canónigo lateranense, posiblemente Ippolito Chizzola, gran predicador (Brescia, Pinacoteca, Tosio Martinengo), un jurista barbudo (Stamford, Burghley House Collection) y un astrónomo dominicano (Terzo d’Aquileia, Gino Calligaris).

Pietro Antonio Tolentino le encargó retratos de cremoneses famosos, entre otros el del medallista Caselli, perdido, que a su vez hizo una medalla de Sofonisba.

El año 1556 fue un año de viajes. Amílcar Anguissola presentó a su hija en varias cortes, intentando encontrarle patronos para su arte. En Mantua seguramente retrató a Margherita Paleologa, viuda de Federico Gonzaga. Debió de conocer allí también a los hijos de Leonor de Gonzaga, los Urbino. Ambas cortes, aunque sin darle un empleo fijo, se interesaron desde entonces por ella. En Parma la recibió la duquesa Margarita de Austria y llegó a conocer a Alejandro Farnesio. Además se encontraba allí Giulio Clovio, miniaturista croata al que retrató (Mentana, Colección F. Zeri), recibiendo a cambio una introducción en el arte de la miniatura. El padre también trató de introducirla con los Este en Ferrara, enviándoles una miniatura de su hija.

A la vuelta a Cremona, en 1557, retrató a su madre Bianca Ponzoni (Berlín, Staatliche Gemäldegalerie), cuadro en el que se reflejan las enseñanzas de su viaje, las obras de Tiziano que vio en Mantua y las de Parmeggianino en Parma. Ese mismo año obtuvo el primer encargo para un retrato grande, un retrato de representación del joven Maximiliano Stampa, marqués de Soncino (Baltimore, Walters Art Gallery).

Aunque los meses de viaje habían sido importantes para la formación artística y también cortesana de su hija, Amílcar Anguissola no quedó satisfecho. Económicamente el resultado había sido magro, el futuro artístico de Sofonisba estaba estancado. Ante esta situación, pensando prepararla mejor en su arte, recurrió a Miguel Ángel. Le escribió el 7 de mayo de 1557 recordándole que en tiempos pasados había tomado interés en la niña prodigio y pidiéndole ahora algo así como un aprendizaje a distancia: algunos dibujos que Sofonisba pudiese copiar en óleo. Miguel Ángel reaccionó rápidamente y envió varios dibujos suyos, entre ellos los estudios de los monumentos funerarios de los Medici. Sofonisba, animada por el interés del gran artista, comenzó a pintar un gran retrato del padre con su hermano Asdrúbal, acompañados de su hermana Minerva, usando para la figura del padre la postura de Giuliano de Medici sedente (Nivaa, Nivaagards Malerisamling). El 15 de mayo de 1557 Amílcar le escribía a Miguel Ángel que apreciaba sus cartas, sus envíos, más que si fueran del Rey, y que no sabía cómo agradecerle lo que estaba haciendo por su hija.

De pronto el destino de Sofonisba cambió. A raíz de la Paz de Cateau-Cambrésis, firmada en abril de 1559, que puso fin a las disputas territoriales entre españoles y franceses —paz que en Cremona había sido recibida con mucha alegría— fue convenida la boda entre Felipe II e Isabel de Valois. A través del duque de Sessa, gobernador de Milán, se le ofreció a Sofonisba, en nombre del Rey, el puesto de dama y profesora de pintura de la futura reina. La familia aceptó el ofrecimiento del duque de Sessa de trasladarse a Milán, que, por una parte, quería cerciorarse de las cualidades de Sofonisba y, por otra, informar a la familia de las ventajas y obligaciones de este puesto, así como negociar con Amílcar Anguissola las condiciones económicas.

En Milán Sofonisba retrató al duque de Sessa —retrato perdido—, y la familia se ganó todas las simpatías de la pareja ducal. También volvió a ver a su maestro Bernardino Campi, al que retrató junto a un autorretrato suyo (Siena, Pinacoteca Nazionale). El 6 de septiembre del mismo año Amílcar Anguissola aceptaba por fin la partida de Sofonisba y le escribía al Rey, encomendándole encarecidamente su hija. En octubre le sigue a esta carta una del duque, en la que recomienda al Rey a Sofonisba y también a sus padres, explicándole el sacrificio que hacían al separase de ella “tan lejos” y que debía “hacerles merced”.

Al principio de noviembre Sofonisba embarcó, llegando a finales del mes o principios de diciembre a Guadalajara, donde en el palacio de los duques del Infantado estaba prevista la celebración de la boda real. Ésta tuvo lugar el 29 de enero de 1560. Durante el baile, en la noche de la ceremonia, Sofonisba destacó como buena bailarina y hasta sacó a bailar al duque del Infantado, pasándole, en el baile de las hachas, el hacha —la antorcha— al mismo Rey.

Después de la entrada triunfal de la joven Reina en Alcalá, Madrid y Toledo, se instaló la Corte en Toledo, en el Alcázar. Allí comenzaron enseguida las clases de Sofonisba a Isabel de Valois, que tuvieron mucho éxito y ayudaron a entretener a la Reina, de catorce años, especialmente cuando ésta estuvo recuperándose de unas viruelas. Sofonisba recibió sus primeros gajes en junio de este año de 1560. El año siguiente, en julio de 1561, el Rey le concedió además una pensión de doscientos ducados sobre los vinos de Cremona, a cobrar por su padre.

En 1561, ya en Madrid, Sofonisba pintó el primer retrato de Isabel de Valois. Este retrato sólo se conserva en copias de Rubens (Toledo, colección particular) y de Pantoja de la Cruz (Madrid, Museo del Prado). Por su expresión amable, menos severa que los retratos cortesanos al uso, gustó mucho en la Corte y Sánchez Coello tuvo que copiarlo varias veces: para la galería de retratos del Pardo, para la galería familiar de doña Juana y para la madre de la Reina, Catalina de Medici. Ese mismo año retrató a doña Juana, princesa viuda de Portugal, para el Papa (Boston, Isabel Steward Gardner Museum). También hizo el retrato de Alejandro Farnesio y un retrato de un enano, probablemente del servicio de este príncipe (Kassel, Gemäldegalerie).

La vida en la Corte se hacía difícil por el retraso crónico de los gajes. Sofonisba, que no podía recurrir a unos padres pudientes como las demás damas, tuvo épocas de verdadero apuro. Sintiéndose desamparada, la nostalgia de su familia creció, y más cuando tuvo la noticia de que su hermana Minerva, ya reconocida humanista, había muerto.

En 1565 Isabel de Valois viajó a Bayona junto con el duque de Alba para encontrarse con su familia francesa y convencer, con la ayuda de éste, a su madre, Catalina de Medici, de la necesidad de actuar con más energía contra los hugonotes. Entre las damas que le acompañaban se encontraba Sofonisba Anguissola, que había pintado para Catalina un nuevo retrato de la Reina, como representante de su marido, con la miniatura de éste en la mano. El viaje, de resultados políticamente dudosos, se convirtió en una secuencia de fiestas en las que Sofonisba fue muy apreciada por su cultura y su arte. A la vuelta de Francia, en 1565-1566, hubo una buena nueva: por fin quedó encinta la Reina. Sofonisba, por su parte, recibió otra noticia muy triste: su hermana Lucia, pintora de gran talento, había muerto. Debió de buscar consuelo en la amistad de algunos colegas italianos, los Castello y Pompeo Leoni. Entre este último y ella parece que surgió una relación amistosa. Sofonisba retrató en estas fechas a Pompeo Leoni cincelando un busto de mármol del Rey (Nueva York, Colección Rosenberg and Stribel) y posiblemente su interpretación del rostro del Rey en varias obras, marcó la de la pintora en su primer retrato de Felipe II, de aproximadamente esta fecha, con la cara redonda, apacible, en contraste con las severas de Tiziano y Moro. Sofonisba lo pintó con la mano en el pecho, vestido con un bohemio. Este retrato no existe ya en su forma original. De la primera versión dan una idea una serie de grabados. Fue cambiado por la pintora, como se observa en la radiografía del retrato de Felipe II existente (Madrid, Museo del Prado), sustituyendo el bohemio por la capa y cambiando la posición de la mano, agregando un rosario.

Esta transformación la hizo unos diez años después —poco antes de volver a Italia— adaptando el primer retrato del Rey a uno de la reina Ana, próxima esposa de Felipe, para formar una pareja.

Una de las obras de Sofonisba que más repercusión tuvo fue su retrato del príncipe Carlos, que pintó hacia 1566-1567. Fue el retrato que Felipe II escogió para la galería del Pardo. El príncipe, por su parte, estuvo tan satisfecho que le encargó a Sánchez Coello diecinueve copias, que se ejecutaron en parte por su mano, en parte por su taller. El original no se conserva, pero sí una copia de mano de Sánchez Coello (Madrid, colección particular), aparte de varias copias de menos categoría. Este retrato le sirvió a Pompeo Leoni como modelo de su estatua del príncipe en el grupo de la Familia Real en la Basílica de El Escorial.

El 3 de octubre de 1568 murió Isabel de Valois y con esto la vida de Sofonisba cambió esencialmente.

No sólo la Reina había muerto, también doña Juana, que más que la Reina dirigía la parte femenina de la Corte, cayó enferma. El Rey se había retirado a meditar.

Las damas francesas volvieron a Francia, las españolas se iban a sus casas. Las riendas de la casa de la Reina las llevaba la duquesa de Alba, que se ocupaba de las dos infantitas. Sofonisba, apenadísima por la muerte de Isabel, no sabía si acudir a doña Juana o a las Infantas. Pronto el Rey le confió las primeras enseñanzas de la mayor, Isabel Clara Eugenia. Al mismo tiempo, trataba de casarla con algún noble, como era su obligación al ser su tutor en España y como había prometido a la Reina hacer con sus damas solteras.

Cuando Sofonisba supo que le buscaban un esposo español, se dirigió al Rey pidiéndole que la dejase volver a Italia, para unirse por fin con su familia. Entonces comenzó la larga búsqueda de un marido italiano.

Económicamente fue un período difícil, ya no cobraba como dama de la Reina y, por otro lado, por pensar que se marcharía pronto, tampoco se le designó otro puesto remunerado.

El matrimonio del Rey con Ana de Austria en 1570 volvió a normalizar la vida en la Corte, introduciendo la Reina un estilo más modesto, diferente al de Isabel de Valois, pero también con Ana Sofonisba sostuvo una buena relación. Mientras tanto se iban buscando y desechando maridos para la pintora. En 1572, por fin, se encontró al candidato adecuado, Fabricio de Moncada, segundón de ilustre familia hispano-italiana, residente en Sicilia.

Seguramente fue en este período, con la esperanza de marchar pronto a Italia, cuando pintó un curioso autorretrato, sólo conservado en un grabado (J. N. Muxel). La muestra vestida con un lujoso traje de corte y mostrando todas sus joyas, pero con una bata de pintar. Este retrato señala que se había recuperado humana y también artísticamente. De otros retratos, que en esos años de espera debió de hacer, en especial retratos de las pequeñas infantas, de las que cada vez se ocupaba más, no se conserva nada. El 28 de abril de 1573 se firmaron las capitulaciones matrimoniales.

El Rey le designó una renta de 1.000 ducados al año sobre las Aduanas de Palermo y Mesina.

Además recibió una generosa dote de 3.000 ducados y un gran ajuar. La reina Ana le regaló el vestido de boda. La ceremonia religiosa se celebró en junio del mismo año, por poderes, en la parroquia de Palacio, en la iglesia de San Gil, en presencia de la Familia Real y la Corte.

Se conservan los retratos de despedida que hizo de Felipe II, doña Ana, y las dos infantas, todos de medio luto, que se harían en este año 1573, en un momento donde los cuerpos de la Familia Real —entre ellos el de Isabel de Valois— se iban trasladando al Escorial. Al final del verano Sofonisba debió de salir para Sicilia. Dos noticias oscurecieron su partida: la muerte de su padre, de la que recibió noticia en julio de 1573 y la de doña Juana, que murió el 7 de septiembre de este año. En octubre de 1573 Sofonisba ya se encontraba en Palermo, y parece ser que los nuevos cónyuges armonizaron.

Una de las primeras acciones de Fabricio de Moncada fue donarle a su esposa todos los bienes muebles que poseía. Ésta pronto jugó un papel destacado en la Corte virreinal. Siguió pintando asuntos religiosos y también miniaturas.

La relación con la familia Moncada no fue muy feliz. El hermano de Fabricio, César de Moncada, príncipe de Paternó, había muerto en 1571-1572, dejando un hijo, Francisco de Moncada, cuyo tutor, junto con la madre, Luisa de Luna, era Fabricio, que quedaría como único tutor en el caso del matrimonio de Luisa. Pero surgieron problemas con la poderosa familia Aragón. Antonio de Aragón desbancó a Fabricio de Moncada de la tutoría y administración de los bienes de su sobrino por medio de un doble casamiento.

Antonio casó en 1577 con la viuda Luisa de Luna y a su hija con el heredero Moncada, ambos menores de edad. Como Fabricio ya había invertido dinero suyo y de Sofonisba para mantener las propiedades de su hermano en los terrenos de Paternó —que incluían también su propia herencia— esperando que el matrimonio de la viuda le dejase vía libre para administrar los bienes de la familia mientras el joven Francisco llegase a la mayoría de edad, esta estratagema significó para el matrimonio de Fabricio y Sofonisba una ruina económica. Sofonisba había empeñado parte de sus joyas y se había comprometido a ceder 800 ducados anuales, de su renta de 1.000 ducados, para pagar las milicias de Paternó.

Ya en febrero de ese año, y sabiendo que se planeaban estos matrimonios, Fabricio de Moncada había escrito una carta a Felipe II pidiéndole ayuda. Antes de que hubiese contestación, los casamientos ya estaban hechos. Ante esta situación, Fabricio decidió ir personalmente a reclamar sus derechos y los de su sobrino ante el Rey, teniendo que pedir para el viaje un adelanto de la pensión de Sofonisba. Se embarcó en abril de 1578 en una de las galeras que llevaba a Carlos de Aragón y Taviglia, duque de Terranova, y sus hombres a Nápoles, y pereció en un ataque de piratas.

La reacción a esta muerte por parte de los Moncada-Aragón fue nula y se negaban a devolver lo que debían.

Sofonisba quedó sola ante esta tragedia y sin medios económicos. A sus cartas de socorro dirigidas a Madrid pidiendo justicia en el caso Moncada y la devolución de sus bienes y, mientras tanto, una ayuda económica, no recibió contestación alguna. La Corte estaba sumida en luto por las muertes de Sebastián de Portugal, del archiduque Wenceslao, de don Juan y del heredero Fernando. Al fin llegó una contestación del Rey invitándola a que volviese a España, pero Sofonisba quería marcharse cuanto antes con su familia a Cremona. También a Cremona había llegado la tragedia; había muerto en enero su hermana Europa, la última de las hermanas con las que había pasado su infancia y juventud. Su hermano Asdrúbal, al que había llamado para que le ayudase, tardaba en llegar. En esos meses de soledad pinta un cuadro en memoria de su marido, de grandes dimensiones, sustituyendo una tumba, para la iglesia del convento de los Franciscanos en los montes encima de Paternó, entierro de los Moncada. El centro del cuadro lo ocupa un lujoso sarcófago que es recuperado del mar por dos monjes franciscanos; encima del sarcófago va sentada la Virgen de los Viajeros, “la Vergine Ogiditría”, coronada de ángeles, a la que adoran varios prelados, rezando al mismo tiempo por el muerto. Al fondo se ven dos barcos, uno huyendo, otro en la playa.

No fue hasta noviembre que vino su hermano Asdrúbal a ayudarle a poner en marcha todos los procedimientos judiciales contra la familia Moncada y a levantar su casa. Un año después de su llegada, en diciembre de 1579, los hermanos dejaron la isla. El viaje se hizo en la galera de la Signoría de Venecia.

El 18 de diciembre llegaron a Pisa, perteneciente al Gran Ducado de Toscana, después de desembarcar en Livorno. Durante las tareas del embarque de la mudanza y a lo largo del viaje, Sofonisba y el capitán del barco, Orazio Lomellino, hijo ilegítimo de Nicolo Lomellini, de pudiente familia genovesa, se habían enamorado apasionadamente y decidieron casarse.

Llegada a Pisa, Sofonisba dirigió una carta al gran duque de Toscana, Francesco I de Medici, al que había conocido en Madrid, rogándole que le perdonara los derechos de aduana. De esta manera se entabló una correspondencia entre ambos. En su contestación, el gran duque dice haber tenido noticia de que Sofonisba quería contraer matrimonio y le hace ver que no debe casarse con un hombre inferior a su rango sin el permiso del Rey y sin el consentimiento de su familia, ya que el hermano Asdrúbal está en contra. Sofonisba responde a su misiva cortésmente con la noticia de que ya se ha casado. Seguramente el matrimonio se efectuó el 24 de diciembre de aquel año de 1579. Ante el hecho consumado, el gran duque recibió a los esposos y Sofonisba le retrató. Este retrato de Francisco I de Medici en Hamburgo (colección particular), es el primero conocido desde su vuelta a Italia y uno de los más vistosos del gran duque.

La pareja permaneció en Pisa hasta finales de marzo de 1580; el 17 se firmó el contrato de dote.

El matrimonio se estableció en Génova. Sofonisba comenzó a relacionarse con los artistas genoveses.

Reanudó los contactos con la dinastía de pintores Castello, de los que ya había conocido a algunos miembros en Madrid. En primavera del 1581 tuvo ocasión de conocer a la emperatriz María, hermana de Felipe II, que después de la muerte de Maximiliano II volvía a España para pasar allí su vejez junto a su hija, la reina Ana. Pero en el camino le había sobrevenido la noticia de la muerte de ésta. Sofonisba, consciente de lo que esto significaba para la Emperatriz, pidió una audiencia para expresarle su pésame.

Le regaló una escena religiosa y debió de hacer un retrato de la Emperatriz, según se deduce de una copia existente (Valencia, Colegio del Patriarca).

En Génova pronto se dio a conocer con sus retratos de personajes de la ciudad y comenzó a dar clases.

Hizo una réplica de su primer retrato de Isabel de Valois (Viena, Kunsthistorisches Museum) y un autorretrato (Chantilly, Musée Condé). En ambos retratos se nota una técnica más libre y fluida que en los retratos madrileños; el ambiente italiano estaba haciendo efecto. Siendo Génova el principal puerto hacia España, tenía intercambio con los artistas que iban llamados por Felipe II y los que volvían.

La situación estratégica de la ciudad le facilitó varios encuentros con miembros de la Familia Real.

En 1585, cuando la infanta Micaela se había casado con el duque Carlos Manuel de Saboya, el nuevo matrimonio desembarcó en Savona para tomar el camino por tierra a Turín. La Serenissima Signoria de la República de Génova mandó una comisión de bienvenida a Savona en la galera de la ciudad, capitaneada por el marido de Sofonisba, Oracio Lomellino, y ella, la antigua profesora de la infanta y dama de honor de su madre, les acompañaba. Allí se restableció el contacto entre alumna y maestra que llevó a la invitación de Sofonisba a Turín, donde en el mismo año pintó a la infanta Catalina Micaela en un retrato de representación para su padre (Madrid, Museo del Prado).

En Génova sus relaciones con los pintores de la ciudad se plasmaron en un nuevo interés por la imagen religiosa. Siendo mucho menos original que en sus retratos, buscaba modelos que seguía fielmente. Le atraían especialmente las escenas de Luca Cambiaso.

Una Virgen con el niño, en su estilo, la firma en 1588 (Budapest, Szepmüvesyeti Muzeum), una Santa Familia con santa Ana, también según Cambiaso, la pinta años después, en 1592 (Coral Gables, Loewe Art Museum).

A Turín volvió alrededor de 1591 retratando a Catalina Micaela en un retrato íntimo, privado, abrigada por una piel de lince (Glasgow, Pollok House). Este retrato, llamado hasta ahora La dama del armiño, fue atribuido por error al Greco como retrato de su querida Jerónima de la Fuente, pero ni tiene la técnica suelta de sus retratos, ni se puede tratar de otra persona que la infanta, siendo los rasgos los mismos que en su retrato anterior de Sofonisba. Un joven que Sofonisba pintó en Génova en esta época es parecido en técnica y postura (Estados Unidos, colección particular).

Alrededor de 1593 pintó en Turín el retrato de la hija mayor de los duques, Margherita de Saboya con su enano (Madrid, Colección Marqués de Griñón).

Los años 1598-1599 fueron de gran cambio en España, que también se reflejó en la vida de Sofonisba.

A principios de octubre de 1598 murió Felipe II, en un momento en que sus hijos Felipe (futuro Felipe III) e Isabel Clara Eugenia estaban a punto de casarse.

Los matrimonios debían celebrarse por poderes en Ferrara, estado papal, donde el archiduque Alberto y la archiduquesa Margarita, los futuros cónyuges de los hijos del Rey, con sus séquitos, viniendo respectivamente de los Países Bajos y de Austria, entraron juntos. A pesar de la fatal noticia las ceremonias se celebraron, y en febrero entraron las dos comitivas en Génova, embarcándose a principios de marzo hacia España. De esta forma, Sofonisba tuvo ocasión de ver a la nueva Reina. En 1599, a la vuelta del archiduque de España, en compañía ahora de su esposa, Isabel Clara Eugenia, los nuevos soberanos de los Países Bajos pasaron por Génova rumbo hacia su reino. La infanta deseó tener consigo a la pintora durante toda su estancia, y ésta estuvo acompañando a su antigua alumna y la retrató. En este retrato de Isabel Clara Eugenia (París, Embajada de España), la pinta como futura Soberana de los Países Bajos, volviendo al esquema cortesano español.

En 1606 llegó Rubens a Génova. Había viajado en 1603 a España para copiar varios retratos reales, con destino a la galería del duque de Mantua, entre ellos el de Isabel de Valois de Sofonisba, retrato que se refleja en el del pintor de Brígida Spínola Doria. Sin duda, visitó a Sofonisba y el éxito del pintor en Génova se puede interpretar como una prolongación de la tradición de retratos establecida por la pintora. En los siguientes años los ojos de la pintora fueron empeorando poco a poco, dificultándole y, al fin, imposibilitándole pintar. Al mismo tiempo, para su marido se hacían cada vez más dificultosos los viajes de negocio a Sicilia, y para el matrimonio, que dependía de las rentas de Palermo y Mesina, cada vez era más complicado cobrarlas. Así, fue madurando en ellos la idea de trasladarse definitivamente a Palermo.

En 1615 Sofonisba comenzó la última etapa de su vida, la segunda en la isla, pero en una situación muy distinta que la primera vez: arropada por su marido y la familia de su hijastro Giulio Lomellino. Orazio Lomellino fue nombrado “cónsul” de los mercaderes genoveses, que desde Sicilia lideraban el comercio entre Oriente e Italia, España y demás países europeos y se dedicó, aparte de a sus negocios, a la terminación de la iglesia de San Giorgio dei Genovesi, en la que Sofonisba con su gusto y sus relaciones entre pintores, debió de participar. Su ahijado, Giovanni Gregorio Castello, también se mudó a Palermo y su colección de dibujos se hizo famosa. Muchos reflejan el gusto de la pintora.

En 1623 fue nombrado virrey de Sicilia Manuel Filiberto de Saboya, el tercer hijo de la infanta Catalina Micaela. Con este nombramiento, el prestigio de Sofonisba en la pequeña Corte creció aún más, y Oracio Lomellino obtuvo el cargo de “maestro razionale”, encargado del aprovisionamiento de Sicilia, e ingresó en el Senado. Recién venido Manuel Filiberto hizo viajar a Palermo al joven Van Dyck para que le retratase. Aprovechando esta estancia, Van Dyck visitó inmediatamente a Sofonisba. De esta visita, en 1624, se conserva una hoja en el diario del pintor inglés (Londres, British Museum) en la que escribe lo impresionado que quedó de Sofonisba, de su vitalidad e interés por su arte. En la misma hoja dibujó a la pintora, dibujo que después amplió en óleo (Kent, Knole, Colección Lord Sackville).

Sofonisba murió en noviembre de 1625. Fue enterrada en San Giorgio dei Genovesi, en Palermo, y su marido le dedicó una lápida con la alabanza de sus méritos.

La fama de Sofonisba en vida fue grande. Lomazzo, Vasari, Lamo y Campi fueron los principales autores que dan noticias sobre su juventud, aunque también aportan datos sobre los años siguientes. Pero fue Pietro Paolo de Ribera, canónigo lateranense, valenciano, el que más supo decir sobre sus años maduros y su vejez. Todos escribieron sus elogios, fascinados por la mujer artista. Fue la pintora pionera del siglo XVI.

Renombrada retratista y mujer de vasta cultura, con gran espontaneidad en sus obras de juventud y madurez, tuvo que adaptarse en España al esquema cortesano de los Habsburgo, pero también en esos retratos hizo prevalecer la amabilidad y la belleza.

 

Obras de ~: Dibujos: Niña riendo con vieja y Niño llorando con cangrejos, 1555 ant.

Óleos: Hermanas jugando al ajedrez, 1555; El padre, Amílcar Anguissola, con hermano su Asdrúbal y su hermana Minerva, 1555 post.; Autorretratos como música y como pintora, 1555 post.; La madre Bianca Ponzoni, 1557; Autorretrato con Bernardino Campi, 1559; Isabel de Valois [en copia de Rubens], 1561; Juana de Portugal con niña, 1561; Alejandro Farnesio, c. 1561; Enano con mono, c. 1561; Isabel de Valois, 1565; Don Carlos [en copia de Sánchez Coello], 1566-1567; cuatro retratos en medio luto, 1573: Ana de Austria, Felipe II, infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela; Isabel de Valois (réplica), 1581 post.; Autorretrato, 1580-1590; La infanta Catalina Micaela, 1585 post.; La infanta Catalina Micaela con piel de lince, 1591 post.; Margarita de Saboya, con enano, 1593 post.; La infanta Isabel Clara Eugenia, 1590.

 

Bibl.: J. R. Fournier-Sarlovéze, “Sofonisba Anguissola et ses soeurs”, en La Revue de l’Art ancienne et moderne, V-VI (1899), págs. 313-324; B. Berenson, North Italian Paintings of the Renaisance, New York-London, Putnam’s Sons, 1907; C. Bonetti, “Nel Centenario di Sofonisba Anguissola”, en Archivio Storico Lombardo, LV (1928), págs. 285-306; G. Adriani, Anton Van Dyck, Italienisches Skizzenbuch, Viena, 1940 (Schroll, 1965); A. G. Amezúa y Mayo, Isabel de Valois, Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales, Ministerio de Asuntos Exteriores, 1959, 3 vols.; I. Kühne Künzel, “Zur Bildniskunst der Sofonisba und Lucia Anguissola”, en Pantheon, XX (1962), n.º 2, págs. 83-96; M. Haraszti Takács, “Nouvelles données a la vie et a l’oeuvre de Sofonisba Anguissol”, en Bulletin du Musée Hongrois des Beaux Arts, n.º 31 (1968), págs. 53- 67; A. Sutherland-Harris y L. Nochlin, Women Artists, 1550-1950, catálogo de exposición, Los Ángeles, County Museum, 1976; D. Malignaggi, Sofonisba Anguissola a Palermo, Palermo, Universidad, 1981; M. Gregori, “Sofonisba Anguissola”, en I Campi, Cultura Artistica Cremonese del Cinquecento, catálogo de exposición, Cremona, Electa, Milano 1985, págs. 170-173; F. Caroli, Sofonisba Anguissola e le sue sorelle, Mondadori, 1987; R. Sacchi, “Documenti per Sofonisba Anguissola”, en Paragone, n.º 457 (1988), págs. 73-89; M. Kusche, “Sofonisba Anguissola en la corte española”, en Paragone, n.os 509-511 (1992), págs. 3-34; “Sofonisba Anguissola vuelta a Italia. Continuación de sus relaciones con la corte española”, en Paragone, n.º 513 (1992), págs. 10-35; VV. AA., Sofonisba Anguissola e le sue sorelle, catálogo de exposición, Cremona, Leonardo Arte, 1994 [contiene la bibliografía completa, una lista de todos los documentos disponibles, muchos hasta entonces desconocidos, las ilustraciones de la mayoría de sus obras y ensayos de M. Gregori, F. Caroli, V. Guazzoni, R. Sacchi, A. Gilardi, M. Kusche y G Muto]; VV. AA., La Città de Sofonisba, catálogo de exposición, Cremona, Leonardo Arte, 1994 (la exposición de Sofonisba itineró a Viena y Washington: S. Ferino Pagden y M. Kusche, Sofonisba Anguissola, Die Malerin der Renaisance, catálogo de exposición, Viena, Kunsthistorisches Museum, 1995); S. Ferino Pagden y M. Kusche, Sofonisba Anguissola a Renaisance Women, catálogo de exposición, Washington,The National Museum of Women in the Arts, 1995; M. Kusche, Retratos y Retratadores, Alonso Sánchez Coello y sus competidores Rolan Moys, Jorge de la Rúa, Sofonisba Anguissola, Madrid, Fundación para el Apoyo de la Historia del Arte Hispánico, 2004.

 

María Kusche