Saboya, Manuel Filiberto de. Príncipe de Saboya. Turín (Italia), 17.IV.1588 – Palermo (Italia), 3.VIII.1624. Hombre de Estado.
Manuel Filiberto fue el tercer hijo de Carlo Manuel I, duque de Saboya, y de la infanta Catalina Micaela, hija de Felipe II. El matrimonio, celebrado en 1585, entre el duque y la infanta ratificó la alianza política entre el Ducado de Saboya y la Monarquía hagsbúrgica, que de esta manera intentaba consolidar su presencia en la Península Italiana.
Los hijos de la pareja fueron educados en el respeto por la cultura española. A Manuel Filiberto, además, le fue asignada específicamente por el padre la tarea de continuar cultivando los lazos con Madrid. El joven, de hecho, obtuvo de Felipe II una gracia especial: en 1597 fue declarado por el monarca “natural” del reino de Castilla y fue distinguido con el priorato de Castilla y León de la Orden de Malta.
Manuel Filiberto parece destinado a la carrera eclesiástica: en 1599 fue ordenado clérigo del nuncio apostólico en Turín Giulio Cesare Riccardi, mientras que en 1600 vistió el hábito de Jerusalén y le fue asignada por el padre la rica abadía de San Michele della Chiusa. Sin embargo, Manuel Filiberto demuestra pronto diversas inclinaciones. Enviado a la corte de Madrid en 1603, junto a sus hermanos mayores, Felipe Manuel y Víctor Amadeo, y a un nutrido pelotón de sirvientes, entre los cuales destacaban, como superintendente el marqués de San Martino, Carlo Felice d’Este, el preceptor Giovanni Botero y el médico Gian Francesco Fiocchetto, el joven príncipe demuestra escasa inclinación por las prácticas litúrgicas cotidianas y, en cambio, un gran interés por el ejercicio de las armas, por la equitación, que practica participando en justas y torneos, y por la caza. Además, se distingue por su habilidad en el baile y por la pasión por la música, en la cual se ejercita tocando la tiorba y la mandola. Su educación de caballero se vio completada, justo durante su estancia en Madrid, con profundos estudios en ciencias náuticas, bajo la dirección de Giambattista Lavagna.
En 1606, tras la muerte del heredero al trono Felipe Manuel, Manuel Filiberto fue reclamado desde Turín junto con su hermano Víctor Amadeo, convertido ya en príncipe heredero. Sin embargo, la permanencia en el Piamonte es de breve duración. En septiembre de 1610, Manuel Filiberto está de nuevo en Madrid, para mitigar la cólera de Felipe III por el tratado de Bruzolo, que Carlos Manuel I ha firmado con el difunto rey de Francia, Enrique IV de Borbón, perjudicial para la dinastía de los Hagsburgo. Apenas llegado a la corte, el joven piamontés fue privado de gran parte del personal que lo había acompañado. Sin embargo, pronto la desconfianza respecto a él se desvanece, gracias también al “don de gentes” de Manuel Filiberto.
El 1 de enero de 1612 Manuel Filiberto de Saboya fue nombrado general del mar, un cargo que comportaba el mando supremo de la flota de la Monarquía hasbúrgica. En 1614 y en 1619 promovió acciones bélicas en el Mediterráneo contra los corsarios berberiscos; sin embargo, los resultados fueron fallidos, de modo que las ocultó como empresas navales diseñadas contra pitaras que atacaban la República de Venecia. El clima de sospecha en torno a su persona aumenta cuando, tras la muerte de Felipe III y la subida al trono de Felipe IV, el valido es el conde-duque de Olivares. Manuel Filiberto, llegado a Madrid en mayo de 1621 para homenajear al nuevo soberano, no fue recibido como infante, título al cual el parentesco con Felipe IV le daba derecho, sino como simple general. Además, fue alejado de la corte con la promesa del gobierno de Sicilia, cargo del cual, su titular, el conde de Castro, quería ser exonerado.
El 24 de diciembre de 1621, mientras se encontraba en Mesina con la flota, Manuel Filiberto es nombrado virrey de Sicilia. Allí, en marzo de 1622, el nuevo virrey tomó posesión del cargo con una suntuosa ceremonia, con presencia de gran parte de la nobleza de la isla.
Durante los primeros meses de gobierno, Manuel Filiberto se estableció en Mesina, respetando así el privilegio del cual gozó la ciudad del estrecho de hospedar al virrey la mitad de su mandato. Durante su estancia, Manuel Filiberto promovió la reforma monumental del puerto de la ciudad. El proyecto, en el cual colaboraron el arquitecto de origen genovés Antonio Ponzello, en el séquito de Emanuele Filiberto, y el arquitecto de Mesina Simone Gullì planificó una reordenación del frente portuario, según el módulo de la fachada continua: se construyeron diversos palacios de la misma altura separados por calles en rígida simetría. Se trata de una obra, conocida como la Palazzata o Teatro del Puerto –completamente destruida por el terremoto de 1783–, que importa a Sicilia rasgos artísticos de gusto internacional. Se reproduce, de hecho, el motivo arquitectónico caracterizado por la uniformidad ya presente en la plaza Mayor de Madrid (inaugurada en 1622), en las plazas Dauphine y de Vosges de París y en las diversas soluciones aprobadas por Carlos Manuel I para la renovación urbanística de Turín.
En noviembre de 1622, a la conclusión de los trabajos, realizados en un tiempo brevísimo, Manuel Filiberto se trasladó a Palermo. También aquí promueve mejoras arquitectónicas relevantes, sobre todo en su residencia, el Palacio Real. Sus estancias privadas son embellecidas por los pintores Giuseppe La Barbera y Antonino Spatafora. Particulares cuidados dedica Manuel Filiberto dedica al Armería: de hecho, en el amplio salón, en días determinados de la semana, se reunía la academia literaria de los “Elevati Intelletti”, rebautizada por el virrey, que con frecuencia tomó parte en sus trabajos, como “Accademia dei Riaccesi”. Además, renovó los ambientes de la Galería, en el ala del palacio que se extiende sobre la Porta Nova, una de las entradas principales de Palermo, donde ubica su preciosa colección.
En el verano de 1623, al mando todavía de la flota, el virrey se traslada nuevamente a Mesina para promover una ofensiva contra las naves otomanas; sin embargo, ante la noticia de la retirada a puerto de la flota adversaria, la empresa se aplaza y el virrey vuelve a Palermo. En diciembre del mismo año, Manuel Filiberto presencia los festejos por el nacimiento de la princesa Margarita María Catalina y en febrero de 1624 declara abierto el Parlamento, durante el cual se confirman por los tres brazos los donativos usuales al soberano. Una pragmática de Manuel Filiberto establece un gravamen fiscal del 10 al 5 por ciento en los censos sobre los bienes inmuebles a pagar a la Corte, lo que permite al parlamento disponer de una suma anual de 17.000 escudos. La aceptación del virrey de destinarla a la Diputación del Reino, para saldar algunas deudas de impuestos precedentes, le granjea una particular estima dentro de los grupos dirigentes sicilianos.
Al inicio del verano, la llegada a Trapani de una nave infestada de peste provocó el inicio de una epidemia en la isla. A pesar de la orden del virrey de desplegar todos los medios posibles para prevenir y controlar el contagio, la enfermedad se difundió, favorecida por el calor estival y la ausencia de lluvias. También Emanuele Filiberto contrajo la peste que acaba con él 3 de agosto de 1624. Después de los fastuosos funerales que la ciudad de Palermo le tributa, el médico Gian Francesco Fiocchetto que lo acompaña desde el primer viaje a España, se afana por cumplir sus voluntades testamentarias. Una vez saldados los acreedores sicilianos y españoles, la rica colección artística del difunto virrey fue heredada por su hermana Isabela, esposa del duque de Módena.
Fuentes y bibl.: V. Auria, Historia cronologica delli Sig. Viceré di Sicilia dal tempo che mancò la Personale assistenza de’ Serenissimi Re di quella, cioè dall’anno 1409 fino al 1697 presente, Palermo, per Pietro Coppola, 1697; G.B. Caruso, Memorie istoriche di quanto è accaduto in Sicilia dal tempo de’ suoi primieri abitatori sino alla coronazione del re Vittorio Amedeo, raccolte dai più celebri scrittori antichi e moderni, Palermo, nella stamperia di Antonino Gramignani, 1737-1745; A. Mongitore, Parlamenti generali del Regno di Sicilia dall’anno 1446 fino al 1748, Palermo, nella nuova stamperia de’ SS. Apostoli in piazza Vigliena, presso Pietro Bentivenga, 1749; C. D. Gallo, Annali della città di Messina, Messina, per Francesco Gaipa regio impressore, 1756; G. E. di Blasi, Storia cronologica dei vicerè luogotenenti e presidenti del Regno di Sicilia, Palermo, dalla stamperia Oretea, 1842; G. Claretta, Il principe Emanuele Filiberto di Savoia alla corte di Spagna. Studi storici sul Regno di Carlo Emanuele I, Torino, G. Civelli, 1872; L. La Rocca, Il principe sabaudo Emanuele Filiberto, grande ammiraglio di Spagna e vicerè di Sicilia. Con documenti inediti, Torino, Regia deputazione subalpina di storia patria, 1940; H. Sancho, Manuel Filiberto de Saboya, Capitán General de la Mar, Sevilla, 1946; C. Fulci, Il teatro marittimo a Messina: ricostruzione grafica della Palazzata del ‘600, Milano, GBM [1980]; P. Merlin, Tra guerre e tornei. La corte sabauda nell’età di Carlo Emanuele I, Torino, Sei, 1991; M. B. Failla, “Il principe Emanuele Filiberto di Savoia. Collezioni e committenze tra ducato sabaudo, corte spagnola e viceregno di Sicilia”, en M.B. Failla y C. Goria, Committenti d’età barocca. Le collezioni del principe Emanuele Filiberto di Savoia e palermo e la decorazione di Palazzo Taffini d’Acceglio a Savigliano, Torino-Londra-Venezia New-York, Umberto Allemandi & C., 2003, págs. 11-112; M.J. Del Rio Barredo, “El viaje de los príncipes de Saboya a la corte de Felipe III (1603-1606)”, en P. Bianchi, E.C. Gentile (coords.), L’affermarsi della corte sabauda. Dinastie, poteri, élites in Piemonte e Savoia fra tardo Medioevo e prima età moderna, Torino, Silvio Zamorani, 2006, págs. 407-434; M. Á. de Bunes Ibarra, “Filiberto de Saboya, un príncipe que llega a ser Gran Pior”, en M. Rivero Rodríguez (coord.), Nobleza hispana, nobleza cristiana: la Orden de San Juan, vol. 2, Madrid, Polifemo, 2009, págs. 1529-1554: S. Montana, “Emanuele Filiberto di Savoia committente di architettura in Sicilia (1622-1624)”, en S. Piazza (coord.), La Sicilia dei viceré nell’età degli Asburgo (1516-1700). La difesa dell’isola, le città capitali, la celebrazione della monarchia, Palermo, Edizioni Caracol, 2016, págs. 187-204.
Nicoletta Bazzano