Sánchez Coello, Alonso. Benifayró (Valencia), 1531-1532 – Madrid, 8.VIII.1588. Retratista y pintor de Corte de Felipe II.
Su primera infancia trascurrió en Benifayró —pueblo pequeño morisco—, donde su padre, Luis Sánchez Coello Galván, que trabajaba como maestro, y su madre Isabel de Moya, se retiraron después de la marcha a Portugal del abuelo paterno, Alonso Sánchez Coello, El Viejo. El abuelo, caballero valenciano adinerado, marchó a Portugal por motivos no muy claros. Dejó España a consecuencia de un duelo —huyendo de la justicia— o de la peste o involucrado en las sublevaciones de las Germanías. Éstas son las diferentes razones que aducen los testigos del Informe de Limpieza de Sangre del hijo mayor del pintor, Juan Sánchez Coello, y los testigos de las Pruebas para el hábito de Santiago del nieto del pintor, Antonio de Herrera y Saavedra; ambos documentos son las fuentes principales para la vida del pintor. El apellido Coello, por otro lado, parece indicar que hubiese habido relación familiar con judíos portugueses, un factor que también pudo influir en la marcha de la familia.
Después de la muerte de la madre del pintor, y después de haber solucionado el abuelo su vida en Portugal, le siguieron el padre Luis y su hijo Alonso. En 1537 el abuelo había sido nombrado caballero de la Orden de Cristo y había obtenido la encomienda de Castelo Rodrigo como premio a varias incursiones en África, conquistando terrenos para la Corona portuguesa en Tánger, Ceuta y en el estrecho de Gibraltar, correrías en las que el padre, al llegar a Portugal, comenzó a participar.
El joven Alonso resultó poco guerrero, pero muy dado a las bellas artes. Pasó un aprendizaje en Lisboa (c. 1546-1548), probablemente en el taller de Cristóbal de Utrecht, retratista, proveniente del taller de Jan van Scorel, donde también se formó Anthonis Moor van Dashorst (Antonio Moro). Expuesto Alonso desde niño a la gran tradición retratista portuguesa y flamenca de retratos, se inclinó también hacia este género. Obtuvo del rey de Portugal, João III, una beca para estudiar Pintura en Flandes, donde aprendió (1548-1550) en el taller de Antonio Moro, que se encontraba en la casa de Antoine Perrenot de Granvelle, el futuro cardenal Granvela. La conexión con Moro pudo originarse a través de Cristóbal de Utrecht, pero también a través de María de Hungría, gobernadora de los Países Bajos, a la que su hermana, Catalina de Portugal, pudo haber recomendado al joven artista con el fin de preparar un futuro retratista para Portugal. Por iniciativa de las dos mencionadas hermanas reales, Antonio Moro se trasladó en 1550 a Portugal, pasando por España —llevando como ayudante a Sánchez Coello— para pintar a los miembros de la Familia Real de estos dos países y con la idea de intercambiar retratos de familia entre Bruselas, España y Portugal. En España, Moro pintó los retratos de Maximiliano (II) y María de Austria, regentes en ausencia de su hermano el príncipe Felipe, y también el de Juana de Austria. Esta estancia en España de los dos pintores fue la primera toma de contacto de Sánchez Coello con la Corte española, aunque ya debió de conocer en Bruselas al príncipe Felipe. En Lisboa, Catalina de Portugal le encargó a Moro los retratos de la Familia Real portuguesa para su galería familiar, a la que se incorporaron también copias de los retratos de los demás miembros de la familia que había pintado para la galería familiar de María de Hungría. Al mismo tiempo, se hicieron copias de los retratos de la Familia Real portuguesa para llevárselas a María de Hungría. El joven Alonso, seguramente, contribuyó a estas copias y tal vez también con algún original perdido.
Después de estos años de enseñanza con Antonio Moro, Sánchez Coello estaba ducho en retratos cortesanos al estilo nórdico, que se basaban en el esquema del Caballero Cristiano, esquema de cuerpo entero y trescuarto, usado durante toda la Edad Media para representar miembros de la clase noble, de los caballeros. Sus copias de Tiziano, por otro lado, le llevaron a una mayor sensibilidad en las combinaciones de colorido, y muy pronto se unió a estos dos factores su propio sentido realista y psicológico.
Cuando Moro a finales de 1553 volvió a Bruselas, Sánchez Coello permaneció en Lisboa, buscando el apoyo de la joven pareja de los príncipes herederos don João y doña Juana, casados en diciembre de 1552. Su primera obra conocida es el retrato de Doña Juana de Austria (Madrid, Embajada de Bélgica), encinta del futuro rey don Sebastião de Portugal, que ya revela la plena madurez de sus facultades artísticas. Al morir el príncipe don João el 1 de enero de 1554, Juana recibió órdenes de su padre, Carlos V, de volver a España de regenta durante la nueva ausencia de su hermano Felipe II. La Corte portuguesa quedaba de luto y con poca vida para tantos pintores como había atraído. Sánchez Coello volvió a Bruselas, donde siguió como copista. De esta época se conocen las copias de Las Furias de Tiziano: Ixion, Ticio, Sísifo y Tántalo, que poseía María de Hungría, con las que se cierra para el pintor toda una época de copista de obras de Moro y Tiziano. Estas copias pequeñas que Sánchez Coello conservaba, y que sirvieron de base para reconstruir o suplir los dañados originales de María de Hungría, cuando éstos llegaron al fin a España, son mencionadas por Mal Lara y Palomino.
En el año 1555 Sánchez Coello ya había vuelto a España, a Valladolid, a la Corte de doña Juana. La princesa le nombró pintor de don Carlos, como se sabe por la Memoria de los retratos que Sánchez Coello hizo para el príncipe desde 1555 hasta 1562. Incluye cuatro retratos del príncipe, uno del maestro del infante, el humanista Honorato Juan, y varias curiosidades a la moda. De esta época, alrededor de 1555, se conservan una miniatura de Don Carlos niño, de menos de medio cuerpo (Madrid, Museo Lázaro Galdiano) y otro retrato de Don Carlos niño, hasta las rodillas (Madrid, Museo del Prado), de hacia 1557. No se conserva ningún retrato por Sánchez Coello de doña Juana de este tiempo. Dos le han sido atribuidos falsamente (Viena, Kunsthistorisches Museum; Bilbao, Museo de Bellas Artes). Son del flamenco Rolam Moys, pintor de Martín Gurrea y Aragón, que la princesa prefirió desde entonces.
En Valladolid, Sánchez Coello se casó con Luisa de Reynalte, de la dinastía de los grandes plateros.
Al volver en 1559 Felipe II de los Países Bajos a España —ya como Rey, después de la abdicación de su padre, Carlos V— la primera tarea que le fue confiada a Sánchez Coello por el Rey, en Toledo, donde se encontraba la Corte, fue el retrato de su nueva esposa, Isabel de Valois. Siguió trabajando para ella, según de sabe por las Cuentas de Cámara, hasta 1564, cuando Jooris van der Straaten (Jorge de la Rua) captó la simpatía de la Reina y con esto, por segunda vez, un competidor reemplazó a Sánchez Coello junto a una de las damas reales.
En esta época también siguió trabajando para don Carlos y para los otros dos jóvenes reales de la Corte, para don Juan y Alejandro Farnesio. Pintó los primeros retratos de Don Juan, uno de 1559 (lugar desconocido, antes St. Louis, Missouri), otro también de hacia 1559 (antes Nueva York, Ehrich Galleries) y un tercero en 1560 (México, Museo Soumaya). Asimismo hizo copias de los retratos de Alejandro Farnesio de Antonio Moro (Nueva York, colección particular; Parma, Galleria Nazionale) y de Sofonisba Anguissola (Nueva York, colección particular). De Don Carlos (Viena, Kunsthistorisches Museum) hizo en 1564 un retrato para el emperador Maximiliano II, que deseaba tener una imagen del infante antes de comprometerse a casar a su hija Ana con él.
A la vuelta de los Países Bajos, Felipe II había venido con la idea de establecer Madrid como capital del Reino y reformar, agrandar y embellecer sus palacios, poniéndolos al nivel de los grandes palacios del resto de Europa. Antonio Moro lo acompañaba con la misión de acabar y pintar algunos retratos y organizar y completar la Galería de Retratos de El Pardo. Pero Moro tuvo que dejar precipitadamente el país, parece que por temor a la Inquisición, y el puesto de retratista quedó libre para el alumno. El Rey le encomendó a Sánchez Coello la restauración y adaptación de los retratos a la sala, y también le encargó los retratos que faltaban: los cinco del lado del frente, de Isabel de Valois, de Don Carlos, Don Juan, de los Archiduques Rodolfo y Ernesto —los dos primeros copias según Sofonisba Anguissola—; así como dos del lado del patio, de dos cortesanos favoritos del rey, Luis Méndez de Haro y Diego de Córdoba; también tuvo que copiar el retrato del Archiduque Fernando según Tiziano o Seisenegger y de Catalina de Portugal según Moro. La labor en El Pardo, difícil por tener que unificar los tamaños de los retratos para la galería, trasformar los de cuerpo entero en tres cuartos y restaurar multitud de obras, no debió resultar muy satisfactoria, ya que no logró que los retratos suyos recientes de la Reina o de don Carlos fuesen aceptados para la galería; sólo estuvieron presentes en ella retratos suyos de personajes de segunda categoría.
Aunque en El Pardo las posibilidades de Sánchez Coello como artista creador quedaron algo frustradas, en su relación con el Rey este trabajo fue decisivo. Ya en 1562 fue nombrado “pintor del Rey” y comenzó a recibir regularmente sus gajes. En 1565 el Rey le dio vivienda en la Casa del Tesoro. Allí estuvo viviendo hasta su muerte, y su familia permaneció allí hasta en tiempos de Felipe III. Allí crecieron los hijos del pintor. De las cuatro hijas, le siguió en su oficio la mayor, Isabel Sánchez Coello, pintora y miniaturista. De los tres hijos destaca Juan, capellán de la Capilla de Reyes Nuevos en Toledo y hombre de letras, que escribió una Relación de la persona y partes excelentes de mi Señor y padre Alonso Sánchez Coello, y una Defensa jurídica en favor de la pintura, ambas desaparecidas.
A pesar de estas muestras de aprecio del Rey, la personalidad de la profesora y dama de la reina Isabel de Valois, la italiana Sofonisba Anguissola, se impuso como retratista para la Familia Real con su interpretación más grata de los representados. A Sánchez Coello, por lo pronto, se le usaba principalmente de copista. Al conocer el Rey sus grandes cualidades como tal, le fueron encomendadas de ahora en adelante varias copias de Tiziano en el Alcázar y en El Escorial, así como también varias de Sofonisba, aparte de las del Prado, entre ellas un Retrato del Rey (Florencia, Palazzo Pitti).
Paralelamente a la labor de El Pardo, y también a consecuencia de ésta, estuvo trabajando desde alrededor de 1565 para la galería familiar de doña Juana en las Descalzas Reales, con lo que la infanta por fin volvía a requerir sus servicios. De los veintiún retratos de igual tamaño que se enumeran en el inventario de doña Juana, trece eran copias de retratos que en su mayoría Sánchez Coello acababa de copiar o restaurar para la galería de El Pardo, y tres eran copias de obras suyas que acababa de hacer para esta galería. Si a esto se une el hecho de que los retratos hoy todavía existentes de la serie de doña Juana llevan su marca estilística: los del Emperador Fernando (Madrid, Descalzas Reales), de Catalina de Portugal (Madrid, Descalzas Reales), de Leonor de Francia (Madrid, Descalzas Reales), de María de Portugal (Madrid, Descalzas Reales), de Juana de Austria (Madrid, Embajada de Bélgica), de María de Austria (Bruselas, Musées Royaux des Beaux-Arts), no puede haber duda de que fue el autor de estos dieciséis retratos.
Aparte de estos retratos, que, como las copias para el Rey, requerían poca originalidad, volvió a trabajar para don Carlos, como consta en su Memoria de obras para el Príncipe de 1562-1568. Tuvo que hacer para el infante diecinueve copias de su retrato de Sofonisba Anguissola y curiosidades como animales de dos cuerpos, etc. En 1568, por fin, tuvo la ocasión de pintar otra vez un retrato original de importancia de la Familia Real, el primer retrato de las pequeñas infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela (Madrid, Descalzas Reales), poco antes de la muerte de su madre, comenzando con esto una larga serie de retratos de niños.
No fue hasta después de la muerte de Isabel de Valois en 1568, por la consiguiente pausa artística de Sofonisba Anguissola y el comienzo de una nueva era en la Corte con la persona de la nueva reina Ana de Austria en 1570, cuando Sánchez Coello alcanzó el pleno reconocimiento del Rey y se amplió con esto su campo de acción. Comenzó esta época con sus trabajos para la entrada de la reina Ana en Madrid, organizada por el humanista López de Hoyos. Se escogió para la parte artística a los escultores Pompeo Leoni y Lucas Mitata y los pintores Diego de Urbina y Sánchez Coello, correspondiéndole a éste toda representación que incluyera retratos. Sánchez Coello para la parte anterior del arco de triunfo de la calle de San Jerónimo pintó seis grisallas representando a los antepasados o antecesores de Felipe en escenas características de su vida: El Emperador Rodolfo instituyendo a Wenceslao como Rey de Bohemia, Fernando el Católico con el Gran Capitán y Cristóbal Colón, Carlos V en la batalla de Mühlberg, Fernando I, hermano de Carlos V y su victoria sobre los turcos, El Rey Don Pelayo como restaurador de los reinos cristianos, Fernando el Santo como el conquistador de Sevilla. Para la parte posterior del arco pintó tres escenas relacionadas con la Reina: El triunfo de la Reina, La próspera navegación de su Majestad, El viaje terrestre de la llegada de la Reina a Madrid. El arco de la Calle Mayor estaba dedicado en su lado anterior a las virtudes y talentos de Felipe, para lo que pintó dos grandes escenas: La defensa de la Fe Católica por su Majestad y El socorro a la Isla de Malta. El lado posterior estaba dedicado a la Reina, con una gran escena: El felice casamiento y sancto matrimonio de su Majestad. Un dibujo modelo, hecho por Sánchez Coello para el futuro Triunfo de Lepanto por Tiziano, 1575 (Madrid, Museo del Prado), y enviado por el Rey a Tiziano, se basará en estas dos últimas escenas.
A partir de ahora, Sánchez Coello comenzó a retratar al Rey. De su primer Retrato de Felipe II armado de alrededor de 1570-1571, compañero de uno de Ana de Austria de alrededor de 1571, aún existe una réplica (Glasgow, Pollok House). El rostro de este retrato sirvió de prototipo durante muchos años. Según grabados, debió de existir una variante con sombrero y bohemio (J. Wierix, Madrid, Biblioteca Nacional); el mismo tipo de rostro lo tuvo el boceto de la cabeza por el pintor, que le fue enviado a Tiziano para El Triunfo de Lepanto; también una copia del Retrato como Rey de Portugal muestra rasgos parecidos (México, Museo de San Carlos). Por otro lado, Sánchez Coello fue reproduciendo la mencionada copia del Retrato del Rey de Sofonisba Anguissola de alrededor de 1565 (Florencia, Palazzo Pitti), alargándolo a cuerpo entero y adaptándolo más o menos a la edad vigente. En 1580 le fueron encargados al pintor, un conjunto con cuadros religiosos, un Retrato ecuestre del Rey para el emperador de la China, así como un Retrato de Carlos V a caballo y un retrato del entonces Príncipe heredero Diego. Siendo copiado el retrato del Emperador con seguridad, como se sabe por otros ejemplares, del de Mühlberg de Tiziano, se puede suponer que el pintor usó un esquema parecido para el de Felipe.
De la reina Ana, Sánchez Coello pintó toda una serie de retratos desde 1570 hasta la muerte de ella en 1580. Igual que en los retratos de Felipe II, el primero sirvió de prototipo para los siguientes, hasta que al fin, en 1580, el pintor hizo otra vez un retrato al natural. Del primer Retrato de Ana, de blanco, “de calle” con gorra, de cuerpo entero, existe una versión trescuarto firmada en 1570 (Madrid, Museo Lázaro Galdiano). De 1571 existe otro firmado en traje de gala, de negro, con el pelo descubierto, de cuerpo entero (Viena, Kunsthistorisches Museum). En el mismo año la retrata otra vez “de calle”, esta vez de negro, de medio cuerpo, ejemplar que le sirve de pareja al citado de Felipe II armado (Glasgow, Pollok House). Un retrato a medias entre el tipo de Glasgow y el del Lázaro Galdiano de cuerpo entero, de alrededor de 1578, se encuentra en Chequia (Castillo de Nelahozeves). De estos retratos existen multitud de copias. En 1580 Sánchez Coello la retrata, por fin, otra vez al natural, antes de acompañar a su marido a Portugal, en miniatura (perdida) para su madre y en un retrato de tamaño normal, que se conserva muy recortado (Barcelona, Colección Peiruza).
Sánchez Coello fue haciendo también en estos años los retratos de los hijos de la reina Ana. El primero del Infante Fernando lo pinta alrededor de 1574 (Baltimore, Walters Art Gallery), con dos o tres años, el próximo de este infante lo hace en 1577 (Madrid, Descalzas Reales). Alrededor de 1575 retrata al Infante Carlos Lorenzo, también con unos dos años (California, Museo de San Diego). En 1577 sigue el retrato del Infante Diego (Winchester, Lord Northbrooke), igualmente con la misma edad. Vuelve a retratar en 1579 al Infante Diego junto a su hermano Felipe (III) de un año (Madrid, Descalzas Reales). A Felipe, solo, lo pinta con unos cuatro años, alrededor de 1582 (Bamberg, Städtische Gemäldesammlungen). De la mayoría de estos retratos existen o existían réplicas.
Al mismo tiempo, va realizando retratos de otros niños y jóvenes reales. De las infantas niñas Isabel Clara Eugenia y Catalia Micaela, de las que Sánchez Coello había hecho aún en vida de su madre Isabel de Valois, en 1568, el mencionado retrato doble, con uno y dos años (Madrid, Descalzas Reales), existen dos retratos dobles más, uno de 1571 (Londres, Buckingham Palace), otro de 1575 (Madrid, Museo del Prado), todos de formato apaisado. En 1579 pinta a la Infanta Isabel Clara Eugenia sola y seguramente también, como pareja, uno de la Infanta Catalina Micaela, hoy perdido. De los Archiduques Alberto y Wenceslao, niños, que acompañaron a su hermana Ana a España, pintó varios ejemplares en 1574. Volvió a retratarlos en 1577, ya con sus nuevos rangos, al Archiduque Alberto como cardenal, al Archiduque Wenceslao como gran prior de la Orden de San Juan. En 1576 retrató al sobrino del Rey, Don Sebastián de Portugal, en Guadalupe, donde éste se encontró con Felipe II.
Al morir la reina Ana en 1580, la vida de la Corte cambió. El Rey ya no volvió a casarse, le quedaban sólo tres hijos, y se necesitaban menos retratos. La próxima gran ocasión donde se requerían, fue la boda de la infanta Catalina Micaela en 1585 con Carlos Manuel, duque de Saboya. Sánchez Coello le pintó a Felipe en esta ocasión un retrato de su hija, Catalina Micaela, que se encuentra hoy en El Escorial; algún retrato que fuera enviado al novio no se conserva. Sí se conserva el retrato que Sánchez Coello pintó del novio. Este retrato de Carlos Manuel de Saboya (Barcelona, colección particular), ha sido erróneamente tenido por el de Antonio Pérez, aunque lleva el monograma de los Saboya. Al quedar la hija mayor Isabel Clara Eugenia como primera dama en la Corte, Sánchez Coello la pinta como tal en 1587 (Madrid, Museo del Prado). Por el mismo año, Sánchez Coello cierra su obra retratística de la Familia Real en 1587- 1588 con el retrato de Felipe II anciano (Monasterio de El Escorial, Biblioteca), retrato que erróneamente se le ha querido dar a Juan Pantoja de la Cruz, fechándolo alrededor de 1595, por lo tanto después de la muerte de Sánchez Coello en 1588, aunque existe una copia del retrato de 1588. De este retrato hay un estudio, un busto del Rey, aún anterior (Toledo, Casa del Greco).
En estos últimos años, Sánchez Coello también envió varias réplicas de retratos de la Familia Real a Italia para ganarse el favor de algunos personajes importantes italianos, con el fin de colocar a sus hijos en puestos eclesiásticos. Obsequió al cardenal Farnesio, al papa Gregorio XIII, al gran duque de Toscana, con retratos del Rey, de la infanta Isabel y del infante Felipe
Aparte de la Familia Real, retrató a grandes personajes como el Duque de Alba (Salamanca, Palacio de Monterrey), Duque de Medinaceli y reconstruyó uno del Cardenal Espinosa, estos dos últimos, perdidos; seguramente hizo muchos más de la alta nobleza de la Corte. Todos estos retratos de la realeza y su entorno se mueven dentro del marco del retrato cortesano, son retratos de representación, con un esquema preestablecido, que evade todo gesto o movimiento momentáneo. Sánchez Coello tuvo que cumplir estas reglas, aunque supo expresar la personalidad de sus representados con un vigoroso realismo y gran sensibilidad psicológica, dándoles vida con un exquisito colorido.
Su fama de retratista se extendió fuera de la Corte y tuvo varios encargos de series de pequeños retratos, como estaban de moda. De 1571 a 1575 pintó pequeños retratos para “el museo” de Gonzalo Argote de Molina. De los treinta y cuatro retratos solicitados consta que pintó por lo menos dieciocho. En 1577 el padre Alfonso Chacón le encargó otra serie de la que parece poco probable que llegase a realizarla. En 1577-1579 el archiduque Fernando del Tirol, gran coleccionista, deseó que le pintase una serie de los reyes de España. Los dos retratos de prueba, el de Fernando el Santo y el de Jaime de Aragón (ambos en Innsbruck, Castillo de Ambras), probablemente copiados de las esculturas de Segovia, que el pintor envió, los cobró tan caros que el archiduque desistió.
La obra en la que tuvo más margen para su propia expresión son los retratos de particulares. Así se ve en el retrato de Diego de Covarrubias, presidente del Consejo Real (Toledo, Museo del Greco), de Fernández de Liébana, consejero de la Real Cámara de Justicia (Salamanca, Catedral Nueva), de un Caballero desconocido con reloj —con la errónea inscripción de Fernán Cortés— (Londres, colección particular), de El Calabrés (Madrid, Museo del Prado) —tenido por escuela toledana—, de San Juan de Dios (copia en Granada, Basílica de San Juan de Dios), de San Ignacio de Loyola, conocido sólo por foto, del Padre Ribadeneyra (Madrid, Real Academia Española). A este género menos formal también pertenecían sus retratos de enanos y otros personajes de placer, de los que retrató a muchos. Se conocen por las descripciones detalladas en los Inventarios Reales y de estas se puede deducir la influencia que ejercieron sobre los retratos de Velázquez del mismo género.
La obra religiosa de Sánchez Coello es menos importante. Su primer encargo, el retablo para San Eutropio en El Espinar, lo obtuvo en 1573, seguramente a raíz de las escenas para la entrada de Ana de Austria, que le dieron a conocer como pintor de historias. Lo pintó entre 1573 y 1577. Consta de seis tablas principales: La Ascensión, Pentecostés, La Presentación, La Resurreción, El Nacimiento y La Epifanía, influenciadas por los Cincinati y sin duda ejecutadas con ayuda de asistentes. Las dos tablas superiores, más pequeñas, Los Evangelistas, y las dos del pedestal, Los Padres de la Iglesia, llevan su marca de retratista y recuerdan sus santos de El Escorial. Mucho más interesante resulta la sarga que debe de ser toda de su mano. Las escenas se basan en pinturas escurialenses o también en grabados. El paño principal representa La Crucifixión, Cristo con la Cruz a cuestas y El Entierro; el paño lateral izquierdo: Cristo flagelado y la Adoración de los Reyes; el paño lateral derecho: La Crucifixión y el Descendimiento. Ambos paños laterales han desaparecido, se conservan fotos. El siguiente encargo fue el retablo para la iglesia parroquial de Colmenar el Viejo, Nuestra Señora de la Asunción, en 1577-1584, conjunto con Diego de Urbina y Hernando de Ávila. Las cuatro tablas superiores: La Presentación, Jesus entre los doctores, El Nacimiento, la Epifanía, por su parecido con las de El Espinar, corresponden a Sánchez Coello y fueron hechas con ayuda de Santos Pedril; en las del primer cuerpo se ve la mano de Urbina y de Luis de Velasco. Las puertas del Tabernáculo fueron hechas por Hernando de Ávila.
En 1578 Sánchez Coello obtuvo el primer encargo religioso del Rey: Los Desposorios místicos de santa Catalina. Santa Catalina de Siena era la patrona de la infanta Catalina Micaela y es probable, que este cuadro fuese encargado originalmente pensando en ella.
Con éste cuadro el Rey debió de probar las facultades de Sánchez Coello para el género de devoción, pues al morir en 1579 El Mudo, escogió, junto a Luis de Carvajal y Diego de Urbina, a Sánchez Coello para la continuación de las parejas de santos para la Basílica de El Escorial, un gran encargo para su retratista. Sin duda le fueron confiados a Sánchez Coello los santos más importantes: los protomártires San Lorenzo —el primer patrón de la Basílica— y San Esteban, así como San Vicente y San Jorge; también los grandes doctores de la Iglesia San Jerónimo y San Agustin —los patronos secundarios de la Basílica— y San Basilio y San Atanasio. Le siguieron los grandes fundadores San Benito y San Bernardo. De las santas se escogieron Santa Inés y, de nuevo, Santa Catalina, junto con los Santos niños Justo y Pastor; además, los ermitaños San Pablo Abad y San Antonio. Aparte de estos pintó para El Escorial un San Jerónimo en penitencia. Se realizaron todos entre 1580 y 1583.
En 1580, al mismo tiempo que los santos, el Rey le encargó para el emperador de la China dos asuntos emblemáticos de la fe cristiana, Cristo crucificado y Nuestra Señora de la Concepción, ambos de gran tamaño. Estos cuadros iban acompañados, como ya se dijo, de un retrato del Rey, uno de Carlos V y uno del príncipe heredero Diego. El Cristo fue rechazado por razón desconocida, y de los demás, enviados vía Filipinas, no se sabe si llegaron a su destino. En 1582 pintó un Asunto Místico (Madrid, Museo del Prado). Se trata de una escena algo variada del Speculum Humanae Salvationis, una cadena de intercesión por la humanidad de varios santos a Cristo y la Virgen, hasta llegar a Dios Padre. Fue encargo de Francisca de Vargas, viuda de Clemente Gaitán de Vargas, secretario del Rey en el Consejo de Italia, para el entierro de éste en la capilla de San Sebastián de la iglesia de San Jerónimo en Madrid (Madrid, Museo del Prado). En 1585 pintó para la Catedral de Segovia una Duda de santo Tomás (Segovia, Catedral), al estilo de las escenas de sus retablos.
Sánchez Coello murió el 8 de agosto de 1588 en Madrid, sin testar, y fue enterrado en la parroquia de Palacio, en la iglesia de Santiago. Fue uno de los artistas más reconocidos de su época, aunque esto no siempre se expresara económicamente y su lucha por la vida, por situar a sus hijos, fue continua. El prestigio de su arte como retratista, que dentro del esquema cortesano se expresa con gran fuerza realista y sensibilidad psicológica, aún fue aumentando después de su muerte, de tal manera, que su nombre le fue aplicado a cualquier retrato de calidad de la época.
Obras de ~: Juana de Portugal, 1553; Don Carlos, 1557; Isabel de Valois, 1560; Don Juan de Austria, 1560; Don Carlos, 1564; Don Juan, 1567; Felipe II, 1570; Ana de Austria, 1570; Ana de Austria, 1571; Infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, 1568, 1571, 1575; Infanta Isabel Clara Eugenia, 1579; Infante Fernando, 1577; Infantes Diego y Felipe, 1579; Infante Felipe, 1582; Infanta Catalina Micaela, 1585; Carlos Manuel, Duque de Saboya; Infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz; Felipe II, 1587-1588; El Duque de Alba, 1568; Fernández de Liébana, 1578; Caballero con reloj, c. 1580; El Calabrés, 1580-1582; El Padre Ribadeneyra, 1585.
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María Kusche